Hemos pasado de hay que derrocar a Al Assad a hay
que evitar que Rusia se haga con el control de Siria como sea
ARMAK de ODELOT
Reuters / Kevin Lamarque
En EE.UU. elaboran planes sobre cómo y cuándo actuar contra Rusia
Publicado: 1 dic 2015
Una revista política de EE.UU. sugiere al Gobierno de Estados Unidos que desarrolle una política de contención de Rusia con instrucciones detalladas acerca de lo qué hay que hacer y sobre cómo y cuándo actuar.
En primer lugar, la Administración del presidente estadounidense, Barack Obama, tiene que tomar en consideración la seguridad, escribe el columnista, Tom Cotton, en un artículo para la revista norteamericana 'Foreign Affairs'. Con sus socios EE.UU. debe establecer una zona de exclusión aérea y refugio seguro, al menos en Siria meridional, cerca de Israel y Jordania para aumentar su apoyo a las fuerzas de la oposición siria, precisa el autor.
Además, la revista norteamericana señala que los aliados de EE.UU. necesitan el apoyo del país, por lo que propone revisar el sistema de movilización de la OTAN.
Hasta hace poco, el comandante de las fuerzas de la OTAN en Europa podía movilizar tropas previo consentimiento de todos los 28 países participantes.
Ahora bien, este mecanismo, llamado "obstáculo innecesario", es más sencillo que antes, e impide llevar a cabo ejercicios militares en respuesta a "controles de preparación inmediatos sobre el terreno" de Rusia, indica el columnista.
También hay que "fortalecer la posición de la OTAN en todo el territorio de la alianza", continua Tom Cotton. En una primera etapa se trataría de la colocación de una brigada de fuerzas especiales en Estonia que "impedirá cualquier intento por parte de Rusia de desestabilizar el país", después una brigada de tanques en Polonia (para "fortalecer el poder de fuego del Ejército") y un escuadrón de F-22 en Rumanía (para "mejorar la capacidad en combate aéreo de la OTAN"), precisa el columnista.
Asimismo, en los territorios donde, por alguna razón, no es posible "aumentar la presencia militar de Estados Unidos", se requiere aumentar el número de radares de defensa aérea, sensores de equipos de detección temprana para interceptar señales y sistemas de defensa aérea propios", indica el autor.
En los últimos años Rusia ha criticado largamente tanto las acciones militares de la OTAN, como la ampliación de la alianza hacia el este.
La política de la OTAN sobre la acumulación de armas en la frontera con Rusia contradice el Acta Fundacional de Relaciones Mutuas, Cooperación y Seguridad entre la OTAN y la Federación de Rusia y "trata de asociar la imagen del enemigo a la de Rusia tras el colapso de la misión de la Alianza Atlántica en Afganistán" a fin de desarrollar un espacio geopolítico adicional, declaró el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, el pasado mes de noviembre.
"La ampliación de la OTAN y de las acciones de la defensa antimisil por parte de Estados Unidos causan una preocupación legítima en la Federación de Rusia", anunció este octubre el presidente ruso, Vladímir Putin. Según el portavoz del líder ruso, Dmitri Peskov, las acciones de la OTAN tienen el objetivo de modificar el equilibrio estratégico.
RT
La guerra sucia contra Siria entra en una nueva fase: la creación de un falso Kurdistán
La estrategia pasa por crear un falso Kurdistán en 2016, a partir de territorios turco, sirio e iraquí.
Dos Sukhoi Su-25 en el Aeropuerto Internacional Bassel Al-Assad en Latakia durante la intervención rusa. D-ANUR
El derribo por parte de Turquía de un caza ruso que el 24 de noviembre se encontraba atacando a terroristas turcomanos en la frontera turco-siria confirma la nueva fase en la que ha entrado la guerra sucia contra Siria, poniendo de manifiesto un cambio en las relaciones de fuerza entre los actores principales del conflicto, y en detrimento de la unidad de la coalición estadounidense.
Esto es una consecuencia directa tanto de las derrotas diplomáticas que Irán, pero sobre todo Rusia, han infligido a Estados Unidos en los últimos años como de la eficaz intervención militar rusa en territorio sirio desde principios del mes de octubre de 2015, que también ha dejado en evidencia el compromiso de la OTAN a la hora de combatir al Estado Islámico (un gólem que los medios de comunicación occidentales presentan como estúpido o inteligente, según convenga).
Entre estos dos eventos, y de forma aparentemente inconexa, el 13 de noviembre se producen en París una serie de brutales atentados terroristas cuyo efecto más inmediato, desde el punto de vista geopolítico, es un aumento de lapresencia e intervención militares de Francia en Oriente Medio. ¿Es posible que exista una relación entre todo ello?
Viñeta de 1958.
Para conectar los puntos debemos remontarnos a septiembre de 2013, fecha en la que Estados Unidos se replantea su rediseño del Oriente Medio: en un ambiente prebélico por la crisis derivada del uso de armas químicas contra civiles (que Occidente imputa de forma inmediata y sin pruebas al gobierno sirio), Obama anuncia que “tras una cuidadosa deliberación, he decidido que los Estados Unidos deberían actuar contra objetivos del régimen sirio. No será una intervención con final abierto. No pondremos tropas sobre el terreno. En lugar de eso nuestra intervención sería diseñada para ser limitada en el tiempo y en el alcance.“
Tan solo dos días después, el 3 de septiembre (recuerden esta fecha), la estación de alerta temprana que Rusia posee cerca del Mar Negro detecta el lanzamiento de dos misiles de crucero, desde algún lugar del Mediterráneo occidental (se baraja la base de Rota) y con objetivo algún punto del Mediterráneo oriental.
Aunque en un principio ningún país se atribuye el lanzamiento de esos dos misiles, finalmente es Israel quien admite que se trata de una prueba militar conjunta con Estados Unidos para probar el sistema de intercepción (versión oficial que naturalmente reprodujeron los medios de comunicación occidentales).
Sin embargo, medios de comunicación libaneses se hacen eco de las declaraciones de un diplomático que asegura que en realidad Rusia llego a derribar esos misiles y que “la guerra de Estados Unidos en Siria comenzó y terminó en el momento en el que esos misiles de crucero fueron lanzados (…) Esta confrontación directa no anunciada entre Moscú y Washington incrementó la confusión de la administración Obama y la certeza de que el lado ruso estaba dispuesto a ir hasta el final con la causa siria, y que los Estados Unidos no tenían otra salida a este callejón que una iniciativa rusa que salvaría la cara de Estados Unidos” (y es en ese momento que Israel habría salido al rescate de su padrino).
Sea como fuere, lo cierto es que el 13 de septiembre (menos de dos semanas después de las agresivas declaraciones de Obama) los respectivos Ministros de Exteriores, Lavrov y Kerry, se sentaban en Ginebra para discutir los detalles del plan de desarme químico de Siria y poner así fin a la escalada del conflicto. Rusia no sólo salva la bola de partido, sino que hace comprender a Estados Unidos que el rediseño del Oriente Medio ya no puede pasar por derrocar a Al-Assad.
El 28 de septiembre, la analista y periodista Robin Wright (por entonces investigadora del United States Institute of Peace, think tank del Pentágono) publica a través del New York Times un artículo en el que se dejan entrever las intenciones de los “halcones liberales” estadounidenses que, lejos de desanimarse por el acercamiento Estados Unidos-Rusia, actualizan sus planes para el rediseño del Oriente Medio (que hasta ahora se habían ceñido a la doctrina Peters y al documento de Feltman).
Es interesante destacar que algunos de los promotores del plan Wright se encuentran también entre las filas de la misma administración Obama, conspirando para llevar a cabo el ansiado “regime change” que llevan persiguiendo desde 2011 a través de las mal llamadas “primaveras árabes” (el ejemplo más claro sería Hillary Clinton, una de las primeras personas en expresar públicamente su alegría por la caída de Gaddafi y la devastación de Libia, y que ahora se hace la sorprendida ante las revelaciones que sitúan a instituciones y multinacionales de su país como las creadoras y cultivadoras del terrorismo yihadista.
Una labor de desinformación y ensalzamiento de su persona en la que, por cierto, también están colaborando periodistas y medios de comunicación españoles de la izquierda imperialista).
La nueva estrategia de la que hablábamos, más modesta que la anterior, pasaría por confinar al gobierno sirio en un estrecho corredor frente al Mediterráneo para fusionar el 75 % del territorio del país con la mitad del territorio iraquí y crear por un lado un Sunistán (trabajo sucio que ya llevó a cabo el Estado Islámico en 2014 con la proclamación de su califato) y por otro un falso Kurdistán en 2016, a partir de territorios turco, sirio e iraquí.
Mapa del rediseño del Oriente Medio publicado en 2013 por Robin Wright en el New York Times. En él se observa el Sunistán que el Estado Islámico creara en 2014 y el Kurdistán que Francia está tratando de crear en la actualidad.
La creación de este Sunistán ampliado afín a Arabia Saudí frustró los planes coloniales de Francia, que muy probablemente esperaba pescar más peces en el río revuelto de la guerra sucia contra Siria. O al menos ésa es la impresión a la luz de los acuerdos de Lancaster House que en 2010 firmó con Reino Unido, en lo que perfectamente podría considerarse una reedición de los acuerdos de Sykes-Picot (pero ahora, para repartirse pingües territorios en el caso de que el gobierno sirio fuera tumbado por la coalición occidental).
Los británicos, por su parte, tenían los ojos puestos en Siria desde el 2006 (mucho antes de las “primaveras”, por tanto). Pero el plan Wright también alertó a los turcos, que lógicamente vieron el proyecto del falso Kurdistán como una amenaza nacional directa ante la perspectiva de una pérdida de territorio en favor de los kurdos de Turquía (que han sido y están siendo reprimidos aún con más brutalidad por el Estado profundo de Erdogan.
El último episodio triste de esta persecución lo protagoniza un abogado prokurdo asesinado a plena luz del día, mientras daba una rueda de prensa ante las cámaras. Recordemos también la masacre de Ankara en plena campaña electoral).
Por todo esto, Francia y Turquía se habían convertido en los miembros díscolos en el seno de la OTAN, tratando de torpedear el apaciguamiento del conflicto (y la lucha contra el terrorismo a la que se había comprometido Washington, al menos sobre el papel) mediante alianzas antinaturales con las monarquías del Golfo Pérsico que patrocinan el terrorismo yihadista (en el caso de Francia) y estableciendo en la frontera con Siria un lucrativo centro mundial para los apoyos logístico y financiero a este tipo de terroristas (en el caso de Turquía). Al menos hasta que llegaron los cazas rusos a aguar la fiesta de la familia Erdogan.
No es hasta el otoño de 2015, con la declaración conjunta de Viena del 30 octubre, que Francia empieza a ser consciente del avance ruso-iraní (cuyo éxito tiene sin duda su origen en el acuerdo entre Estados Unidos e Irán de julio de 2014) y cambia su política hacia Siria para volver a encarrilarse según la hoja de ruta de la coalición occidental, acercándose a Rusia (a imitación de la postura estadounidense en lo diplomático), pero también jugando con Reino Unido e Israel a la doble política que plantean los “señores de la guerra” yanquis en lo geoestratégico. Dando por hecho, además, que Turquía (al borde de la guerra civil) y Arabia Saudí (que está cosechando sendas derrotas en Yemen) están próximas a caer.
¿Es este cambio de chaqueta de Francia lo que le ha pasado factura en forma de atentados yihadistas por compromisos adquiridos y que ya no va a cumplir?
¿Explicaría la creación del falso Kurdistán el repentino interés de Francia por combatir al Estado Islámico (junto a los kurdos marxistas-leninistas del PKK/YPG/YPJ, otrora aliados de la República Árabe Siria) y situar así sus portaaviones al servicio de la creación de una zona de influencia occidental al norte de Siria?
¿Está tratando Rusia de debilitar el proyecto del falso Kurdistán apoyando a los kurdos comunistas para así recuperar su confianza?
¿Está tratando Turquía de evitar la partición de su territorio intentando confinar a los kurdos turcos en el futuro falso Kurdistán, aún a riesgo de una guerra civil?
Son preguntas para las que, por el momento, no podemos tener respuesta.
Estamos en guerra
El pasado sábado, la gente de bien, se echó a la calle al grito de «No a la guerra». También es mi grito. Nunca en mi nombre; mi oposición a la solución de conflictos mediante acciones armadas.
Igualmente, expreso mi repulsa hacia cualquier tipo de dictaduras que opriman a los pueblos, sea monárquicas, militares o de credo. «Contra el terrorismo, contra la islamofobia y contra sus guerras».
No se defiende ni se honra a las víctimas de atentados —sean niños, mujeres y hombres—, matando hombres, mujeres y niños, por muchos intereses que estén en juego; lo contrario es indecente.
«Ni los recortes de libertades ni los bombardeos nos traerán la seguridad y la paz». Por el contrario trae más odio, violencia y muerte.
Guerra tras guerra en la historia, violencia constante, masacres y genocidios, odio, destrucción y muerte, hasta hoy.
Desde la Primera Guerra Mundial, por no remontarnos más en el tiempo, no han parado de estallar guerras: mundiales, regionales, locales, civiles, de agresión o de defensa; coloniales, santas de religión, ideológicas, de clase y económicas, de información, del petróleo, contra la droga, informáticas, contra el terrorismo o contra insurgentes; guerra relámpago, interminables o eternas, sin cuartel, abiertas, sin declarar o declaradas; hasta guerra fría ha habido, calientes lo son todas. Guerras químicas o bacteriológicas.
En algunos casos, no lo llaman guerra, sino conflicto armado, que esconde intereses geoestratégicos, provocados por canallas justicieros. Han muerto más personas civiles que militares, inocentes que culpables, hasta los niños son considerados combatientes, terroristas o «daños colaterales».
No son los intereses del pueblo los que están en juego. No se respeta la declaración de derechos humanos ni los tratados internacionales. Naciones Unidas, que se constituyó para evitar las guerras, no cumplen con su propósito. El cinismo de muchos dirigentes no tiene precio; no se les cae la cara de vergüenza, porque no la tienen.
Hay que seguir en el empeño contra las guerras, aunque estemos convencidos de que es como clamar en el desierto; y si no que se lo pregunten a los pueblos saharaui y palestino, entre otros cientos, que siguen sufriendo. Pocas guerras se hacen contra la miseria y la pobreza. Abundantes contra el bienestar y los derechos humanos. Ninguna contra la corrupción.
En la historia de la Humanidad el 10% de las víctimas directas de las guerras eran civiles. Durante la década de 1970, los civiles pasaron a ser el 73% de las víctimas y en la década de los ochenta el 85%.
Actualmente son cerca del 90% las víctimas civiles no combatientes, mujeres y niños. La Primera Guerra Mundial, produjo la muerte de entre 10 a 31 millones de personas.
En la Segunda Guerra Mundial, murieron entre 60 a 73 millones de personas, siendo el país más afectado la Unión Soviética con 19 a 34 millones y China con 13 a 20 millones. ¡Cien millones de muertos!
De 2 a 6 millones de personas muertas en la guerra de Vietnam y en la de Corea, entre tres y cuatro millones de muertos.
Me paro en ofrecer más cifras; siento vértigo.
También se han prodigado los golpes de estado, que han supuesto muertes y desaparecidos, como en España, Chile, Argentina o Camboya y en tantos lugares de la Tierra. No se puede decir que son actos inhumanos, porque son humanos quienes los provocan.
Durante la guerra civil española, tras el golpe de estado ilegitimo contra la República, murieron entre quinientas mil y un millón de personas. Hoy siguen desaparecidos más de 150.000, esparcidos por cunetas de carretera y fosas comunes.
Las guerras han cambiado poco en la historia, salvo el armamento de destrucción y muerte.
Ahora proliferan las guerras de «cuarta generación», con armas de destrucción masiva, que algunos denuncian y todos fabrican: guerra de guerrillas, asimétrica, de baja intensidad, guerra sucia, terrorismo de estado, operaciones encubiertas con la utilización de drones, que provocan la muerte a los mismos de siempre. Ahora están con la bomba antimateria. La guerra saca a la luz lo peor del ser humano.
Actualmente están abiertas las guerras de Afganistán y Pakistán, guerra civil en Somalia, contra el narcotráfico en México, insurgencia islamista en Nigeria, insurgencia iraquí, guerra en Libia, Sudán, Yemen y Arabia Saudita; y al este de Ucrania.
La guerra contra el autodenominado Estado Islámico en Irak, Libia, Afganistán, Egipto, Líbano, Yemen, Irán y Siria, en la que están implicados EEUU, Rusia, Turquía, Israel y ahora Francia y Reino Unido. (Ver anteriores artículos sobre la guerra).
Esperemos a conocer cual es la postura de España, si se implica o no en la guerra en Siria. El ministro de Exteriores Margallo es partidario, Rajoy también, pero teme al «No a la guerra» ysu repercusión en los resultado de las elecciones generales.
El presidente pide calma y unidad frente al terrorismo yihadista. Califica la amenaza del terrorismo yihadista como «el mayor enemigo del ser humano» en el mundo actual; recordando que España ya lucha contra ese terrorismo, deteniendo a los sospechosos y con misiones militares desplegadas en el extranjero, desde Irak y Turquía, hasta Malí, República Centroafricana, Yibuti, Somalia, Gabón o Senegal.
Declaración justificativa, que nos aclara que estamos en guerra, sin que aparentemente lo estuviéramos. Postureo popular, ante las elecciones que pueden perder, si dan un traspié, como en otros tiempos.
Todo es un desatino.
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, exige a Rajoy, que aclare cómo se concretará la ayuda a Francia en la lucha contra el yihadismo. Le acusa de «esconderse» detrás de las instituciones europeas.
A su entender, «España no fallará a Francia y puede responder antes del 20-D si pide ayuda». En la misma postura está Susana Díaz, que exige a Rajoy una respuesta «clara y transparente» sobre cómo va a luchar «contra el terror y el horror» que provoca el terrorismo yihadista, y cómo va a defender «nuestro modelo de libertad y de convivencia».
Hablan por boca de Felipe González, que no sabe por qué se está a la espera «de lo que diga Francia» y no se actúa de inmediato.
Los socialistas están guerreros y belicistas.
Ni siquiera acudieron a la manifestación del sábado ¡Qué tiempos aquellos!
Para Podemos «el terrorismo yhihadista es un tema demasiado estratégico como para hablar con eslóganes sobre unidad», defendiendo las 7 medidas de su Consejo de la Paz: cortar las vías de financiación, neutralizar sus redes de captación y adoctrinamiento, apoyar a las fuerzas democráticas del mundo árabe, reforzar a la sociedad civil en Irak y Siria y terminar con las guerras en la región, además de acabar con las mafias que trafican con los refugiados.
Por su parte, Alberto Garzón, desde Unidad Popular, propone un referéndum antes de intervenir militarmente en Siria; cree fundamental no repetir errores como la guerra de Irak y afirma que los bombardeos «generan más adeptos al Estado Islámico».
Ciudadanos apoyaría una hipotética intervención militar en Siria «si es dentro de la OTAN y de los acuerdos de la ONU», respetando la legalidad vigente. Si me permiten la vulgaridad, se la cogen con papel de fumar.
La posible participación española en la guerra en Siria e Irak, divide ideológicamente a la sociedad española.
Un 34,8% opina que España debería sumarse a los ataques aéreos, frente al 53,9% que considera que deberíamos abstenernos (Encuesta Sigma Dos para El Mundo).
Sólo un 35,9% de los votantes del PP se muestra contrario a la intervención en Siria e Irak, frente al 53,2% que sería partidario de la participación activa en la guerra.
Entre los electores del PSOE, un 57,2% es contrario a la guerra, porcentaje que se amplia al 77,2% en el caso de Podemos y al 65% en el de IU.
Entre los votantes de Ciudadanos, la división es absoluta, ya que un 45,3% se muestra favorable a la intervención bélica frente a un 45,8% que la rechaza.
Maldigo la guerra, sus señores y sus ejércitos; y a los gobiernos canallas que las promueven y a quienes se benefician de la destrucción y del dolor inocente.
Como manifiesta la plataforma #NoEnNuestroNombre, los Derechos Humanos y la aspiración a una paz con justicia, no son un camino ni una moneda de cambio para nada, sino que constituyen en sí mismos el camino y el horizonte, además de la mejor respuesta contra quienes quieren acabar con ellos.
Como la plataforma, me opongo a cualquier respuesta al odio que implique más odio, más intolerancia, más muertes de inocentes y menos derechos y libertades.
Por cierto, una encuesta hecha entre los seguidores de mi Twitter, ante la pregunta ¿La coalición antiterrorista anunciada por Putin y Hollande, es la alternativa adecuada? el 44% considera que «significa más guerra», el 28% dice que «No» es la alternativa adecuada, el 20% que «recortará libertades» y solo el 8% considera que es la alternativa adecuada.
No tiene rigor científico demostrado, como otras tantas que se publican, pero muestra una opinión cierta.
Estamos ante una guerra abierta no declarada internacionalmente, pero es una guerra, que quieren ocultar tras la lucha contra el terrorismo.
Hay que acabar con las guerras en Irak y Siria y todas las otras guerras.
Hay que perseguir la financiación a los grupos terroristas, embargar armas a todos los contendientes, poder fin a los bombardeos contra la población civil y abrir corredores humanitarios en las zonas.
Todas las guerras van en contra de la dignidad humana.
¡Vomito ante tanto despropósito!
@caval100
Igualmente, expreso mi repulsa hacia cualquier tipo de dictaduras que opriman a los pueblos, sea monárquicas, militares o de credo. «Contra el terrorismo, contra la islamofobia y contra sus guerras».
No se defiende ni se honra a las víctimas de atentados —sean niños, mujeres y hombres—, matando hombres, mujeres y niños, por muchos intereses que estén en juego; lo contrario es indecente.
«Ni los recortes de libertades ni los bombardeos nos traerán la seguridad y la paz». Por el contrario trae más odio, violencia y muerte.
Guerra tras guerra en la historia, violencia constante, masacres y genocidios, odio, destrucción y muerte, hasta hoy.
Desde la Primera Guerra Mundial, por no remontarnos más en el tiempo, no han parado de estallar guerras: mundiales, regionales, locales, civiles, de agresión o de defensa; coloniales, santas de religión, ideológicas, de clase y económicas, de información, del petróleo, contra la droga, informáticas, contra el terrorismo o contra insurgentes; guerra relámpago, interminables o eternas, sin cuartel, abiertas, sin declarar o declaradas; hasta guerra fría ha habido, calientes lo son todas. Guerras químicas o bacteriológicas.
En algunos casos, no lo llaman guerra, sino conflicto armado, que esconde intereses geoestratégicos, provocados por canallas justicieros. Han muerto más personas civiles que militares, inocentes que culpables, hasta los niños son considerados combatientes, terroristas o «daños colaterales».
No son los intereses del pueblo los que están en juego. No se respeta la declaración de derechos humanos ni los tratados internacionales. Naciones Unidas, que se constituyó para evitar las guerras, no cumplen con su propósito. El cinismo de muchos dirigentes no tiene precio; no se les cae la cara de vergüenza, porque no la tienen.
Hay que seguir en el empeño contra las guerras, aunque estemos convencidos de que es como clamar en el desierto; y si no que se lo pregunten a los pueblos saharaui y palestino, entre otros cientos, que siguen sufriendo. Pocas guerras se hacen contra la miseria y la pobreza. Abundantes contra el bienestar y los derechos humanos. Ninguna contra la corrupción.
En la historia de la Humanidad el 10% de las víctimas directas de las guerras eran civiles. Durante la década de 1970, los civiles pasaron a ser el 73% de las víctimas y en la década de los ochenta el 85%.
Actualmente son cerca del 90% las víctimas civiles no combatientes, mujeres y niños. La Primera Guerra Mundial, produjo la muerte de entre 10 a 31 millones de personas.
En la Segunda Guerra Mundial, murieron entre 60 a 73 millones de personas, siendo el país más afectado la Unión Soviética con 19 a 34 millones y China con 13 a 20 millones. ¡Cien millones de muertos!
De 2 a 6 millones de personas muertas en la guerra de Vietnam y en la de Corea, entre tres y cuatro millones de muertos.
Me paro en ofrecer más cifras; siento vértigo.
También se han prodigado los golpes de estado, que han supuesto muertes y desaparecidos, como en España, Chile, Argentina o Camboya y en tantos lugares de la Tierra. No se puede decir que son actos inhumanos, porque son humanos quienes los provocan.
Durante la guerra civil española, tras el golpe de estado ilegitimo contra la República, murieron entre quinientas mil y un millón de personas. Hoy siguen desaparecidos más de 150.000, esparcidos por cunetas de carretera y fosas comunes.
Las guerras han cambiado poco en la historia, salvo el armamento de destrucción y muerte.
Ahora proliferan las guerras de «cuarta generación», con armas de destrucción masiva, que algunos denuncian y todos fabrican: guerra de guerrillas, asimétrica, de baja intensidad, guerra sucia, terrorismo de estado, operaciones encubiertas con la utilización de drones, que provocan la muerte a los mismos de siempre. Ahora están con la bomba antimateria. La guerra saca a la luz lo peor del ser humano.
Actualmente están abiertas las guerras de Afganistán y Pakistán, guerra civil en Somalia, contra el narcotráfico en México, insurgencia islamista en Nigeria, insurgencia iraquí, guerra en Libia, Sudán, Yemen y Arabia Saudita; y al este de Ucrania.
La guerra contra el autodenominado Estado Islámico en Irak, Libia, Afganistán, Egipto, Líbano, Yemen, Irán y Siria, en la que están implicados EEUU, Rusia, Turquía, Israel y ahora Francia y Reino Unido. (Ver anteriores artículos sobre la guerra).
Esperemos a conocer cual es la postura de España, si se implica o no en la guerra en Siria. El ministro de Exteriores Margallo es partidario, Rajoy también, pero teme al «No a la guerra» ysu repercusión en los resultado de las elecciones generales.
El presidente pide calma y unidad frente al terrorismo yihadista. Califica la amenaza del terrorismo yihadista como «el mayor enemigo del ser humano» en el mundo actual; recordando que España ya lucha contra ese terrorismo, deteniendo a los sospechosos y con misiones militares desplegadas en el extranjero, desde Irak y Turquía, hasta Malí, República Centroafricana, Yibuti, Somalia, Gabón o Senegal.
Declaración justificativa, que nos aclara que estamos en guerra, sin que aparentemente lo estuviéramos. Postureo popular, ante las elecciones que pueden perder, si dan un traspié, como en otros tiempos.
Todo es un desatino.
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, exige a Rajoy, que aclare cómo se concretará la ayuda a Francia en la lucha contra el yihadismo. Le acusa de «esconderse» detrás de las instituciones europeas.
A su entender, «España no fallará a Francia y puede responder antes del 20-D si pide ayuda». En la misma postura está Susana Díaz, que exige a Rajoy una respuesta «clara y transparente» sobre cómo va a luchar «contra el terror y el horror» que provoca el terrorismo yihadista, y cómo va a defender «nuestro modelo de libertad y de convivencia».
Hablan por boca de Felipe González, que no sabe por qué se está a la espera «de lo que diga Francia» y no se actúa de inmediato.
Los socialistas están guerreros y belicistas.
Ni siquiera acudieron a la manifestación del sábado ¡Qué tiempos aquellos!
Para Podemos «el terrorismo yhihadista es un tema demasiado estratégico como para hablar con eslóganes sobre unidad», defendiendo las 7 medidas de su Consejo de la Paz: cortar las vías de financiación, neutralizar sus redes de captación y adoctrinamiento, apoyar a las fuerzas democráticas del mundo árabe, reforzar a la sociedad civil en Irak y Siria y terminar con las guerras en la región, además de acabar con las mafias que trafican con los refugiados.
Por su parte, Alberto Garzón, desde Unidad Popular, propone un referéndum antes de intervenir militarmente en Siria; cree fundamental no repetir errores como la guerra de Irak y afirma que los bombardeos «generan más adeptos al Estado Islámico».
Ciudadanos apoyaría una hipotética intervención militar en Siria «si es dentro de la OTAN y de los acuerdos de la ONU», respetando la legalidad vigente. Si me permiten la vulgaridad, se la cogen con papel de fumar.
La posible participación española en la guerra en Siria e Irak, divide ideológicamente a la sociedad española.
Un 34,8% opina que España debería sumarse a los ataques aéreos, frente al 53,9% que considera que deberíamos abstenernos (Encuesta Sigma Dos para El Mundo).
Sólo un 35,9% de los votantes del PP se muestra contrario a la intervención en Siria e Irak, frente al 53,2% que sería partidario de la participación activa en la guerra.
Entre los electores del PSOE, un 57,2% es contrario a la guerra, porcentaje que se amplia al 77,2% en el caso de Podemos y al 65% en el de IU.
Entre los votantes de Ciudadanos, la división es absoluta, ya que un 45,3% se muestra favorable a la intervención bélica frente a un 45,8% que la rechaza.
Maldigo la guerra, sus señores y sus ejércitos; y a los gobiernos canallas que las promueven y a quienes se benefician de la destrucción y del dolor inocente.
Como manifiesta la plataforma #NoEnNuestroNombre, los Derechos Humanos y la aspiración a una paz con justicia, no son un camino ni una moneda de cambio para nada, sino que constituyen en sí mismos el camino y el horizonte, además de la mejor respuesta contra quienes quieren acabar con ellos.
Como la plataforma, me opongo a cualquier respuesta al odio que implique más odio, más intolerancia, más muertes de inocentes y menos derechos y libertades.
Por cierto, una encuesta hecha entre los seguidores de mi Twitter, ante la pregunta ¿La coalición antiterrorista anunciada por Putin y Hollande, es la alternativa adecuada? el 44% considera que «significa más guerra», el 28% dice que «No» es la alternativa adecuada, el 20% que «recortará libertades» y solo el 8% considera que es la alternativa adecuada.
No tiene rigor científico demostrado, como otras tantas que se publican, pero muestra una opinión cierta.
Estamos ante una guerra abierta no declarada internacionalmente, pero es una guerra, que quieren ocultar tras la lucha contra el terrorismo.
Hay que acabar con las guerras en Irak y Siria y todas las otras guerras.
Hay que perseguir la financiación a los grupos terroristas, embargar armas a todos los contendientes, poder fin a los bombardeos contra la población civil y abrir corredores humanitarios en las zonas.
Todas las guerras van en contra de la dignidad humana.
¡Vomito ante tanto despropósito!
@caval100
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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