(Decálogo de Pedagogía Política Pre-bélica)
Es indudable que entre la seguridad y la libertad, han optado desde hace ya mucho tiempo por la primera.
Sobre todo, cuando se trata de preparar una nueva injerencia o una nueva acción delictiva contra el mundo.
Y dicha seguridad tiene la particularidad de que no se instaura como un principio de defensa, sino como una verdadera maquinaria que no cesa en su empeño de llevar la iniciativa.
Estados Unidos y la Unión Europea, con la inestimable ayuda y respaldo de la OTAN se han vuelto expertos en desencadenar nuevos tipos de contiendas; instigan y provocan lo que se vienen llamando revoluciones populares, claro está, en países perfectamente escogidos para sus propios intereses, y con dicha justificación, se lanzan a la conquista del universo, como patrocinadores (encima) de los derechos humanos.
Para ello, en perfecta sincronización con diferentes grupos sociales u organizaciones propias, exportadoras de la democracia y no gubernamentales que dicen trabajar por los derechos humanos, activan movimientos para encender la mecha.
La mecha acaba convirtiéndose en grupos terroristas dirigidos a derrocar a los presidentes que Estados Unidos tiene en su particular agenda. No se trata de eliminar a los dictadores porque éstos reprimen a su pueblo, tan solo se trata de esbozar una imagen siniestra del jefe de estado hostil para los intereses norteamericanos, y se va preparando el terreno para la invasión.
Esta forma de actuar es letal porque es sencilla y está perfectamente ejecutada.
Primero se dinamita el gobierno. Sin gobierno no hay ejército.
Y sin ejército se crea el caos, que es el mejor terreno para sus intereses, que no son sino pescar en río revuelto.
Paralelamente, entran en juego dos operaciones sin las cuales no habría probabilidad de éxito.
Por un lado están los personajes utilizados para ejercer de mandatarios, de líderes, de empresarios o de políticos que tienen asignadas las tareas a realizar.
Estos sujetos, normalmente están en conexión directa o guardan relación con entidades o asociaciones que tienen un control exhaustivo de lo que está sucediendo en nuestro particular mundo.
Por otro, están los denodados periodistas en nómina y tertulianos, que guían con sus artículos y sus “opiniones” las ideas de miles de personas, influyendo poderosamente en una falsa percepción de lo que está sucediendo.
Pero dentro de ésta estrategia es importante recordar la capacidad que tienen para llevarnos al engaño a través, precisamente, de estos analistas que tienen un perfil próximo al buen-rollismo y, por tanto, con una buena acogida social.
Este grupo es uno de los resortes principales de la propaganda mediática, colaborador necesario para que las injerencias parezcan enfrentamientos religiosos, y para que la liquidación de presidentes se identifique con el furor de las masas enardecidas por las masacres de sus gobiernos.
Las cosas así, tenemos completado el mecanismo de destrucción masivo más sofisticado de este nuevo siglo. Pero para que no quede mucha duda al respecto y para contribuir a la pedagogía política, vamos a enumerar con precisión cómo se establece el calendario de lo que podríamos llamar “invasiones de guante blanco”.
01- Nada como identificar al supuesto enemigo, del que se quieren obtener pingues beneficios, y acusarlo reiteradamente, en todos los medios, a todas horas, y de todas las formas, de dictador, asesino y, si algo falla, de contrabandista o ladrón.
02- Difundir las noticias que mejor puedan cristalizar la imagen deseada, mentir hasta la saciedad, inventar cuantas más atrocidades mejor, y hacer de la prensa y la televisión el lugar perfecto para ello.
03- Crear situaciones insostenibles en los territorios que se desea conquistar. Esto pasa por introducir agentes secretos, militares, grupos terroristas, violadores y, a ser posible, rebeldes con causa. Éstos últimos como los verdaderos buscadores de la resolución del conflicto que ellos mismos generan.
04- Ante coyuntura tan sobrecogedora y dramática, responder desde altas instancias para acabar cuanto antes con semejante panorama, dando paso a organizaciones no gubernamentales - como Amnistía Internacional o HRW- para narrar los acontecimientos en primera persona y, después, abrir las puertas de los cielos para que la OTAN haga justicia con sus bombas amigas.
05- Nuevamente valerse de la propaganda mediática para informarnos debidamente de que todo lo que está aconteciendo, es decir, una invasión, se realiza para defender a la población civil, castigada indiscriminadamente por sus propios mandatarios.
06- Recordar que no se quiere la guerra, pero que la situación requiere de una urgente determinación, y tal es así que incluso un buen número de intelectuales y artistas reclaman que no se puede esperar más y que es hora de entrar en acción. (La sociedad no puede permanecer callada y convocamos una manifestación)
07- Después de tan ardua defensa, instalar un nuevo poder amigo de los liquidadores, que vaciará las arcas de los bancos y dejará al país en una merma de difícil solución.
08- Saquear hasta el agua, privatizar los bienes básicos, adjudicar los contratos de reconstrucción a las empresas del país invasor, vender medio país a las grandes multinacionales, y hacernos creer que ya queda inaugurada una nueva democracia.
09- Dejar en la cuneta todos los cadáveres sin distinción, y comenzar la rehabilitación de la mano del olvido y la compasión.
10- Los grandes periodistas, con más de un premio todos ellos, hacen las maletas y nos trasladan con sus grandes reportajes a un nuevo foco de atención.
Y del mismo modo que pueden trasladarnos, no viene mal recordar que este decálogo, lo que viene a hacer no es sino ratificar las cuatro coordenadas que guían a la mayoría de los medios de in-comunicación; mentir, ocultar, censurar e inventar.
No a la OTAN, no a las Guerras
joséluis vázquez domènech, sociólogo, miembro del colectivo internacional Ojos para la Paz
http://www.ojosparalapaz.com/
En los conflictos bélicos que azotan a Medio Oriente, los corresponsales de CNN han tenido un papel clave en transformar a mercenarios y terroristas pagados por las transnacionales en “defensores de la democracia y los derechos humanos”, a guerras fratricidas por recursos energéticos en “intervenciones humanitarias” y a los soldados de Estados Unidos que ocupan parcialmente a países como Irak o Afganistán, en “paladines de la libertad”.
Son básicamente propagandistas de guerra, defensores de los intereses económicos y financieros que promueven conflictos bélicos y las intervenciones a países incómodos a su hegemonía, sobre todo en Medio Oriente.
Los investigadores Óscar Curros y Nuno Leite definen así la propaganda de guerra:
“La propaganda de guerra generalmente está apoyada en información falsa y disimuladora, ya que uno de los propósitos de este tipo de comunicación persuasiva es evitar que los ciudadanos conozcan la verdad. (…)
La propaganda de guerra lleva a la población de un país a sentir que el enemigo sólo comete injusticias y esto puede conseguirse con pura ficción. (..)
Cuando la propaganda es transmitida eficazmente, puede volverse más peligrosa que el propio armamento bélico”.
Esto es específicamente la labor que han realizado los corresponsales de CNN en Libia, Siria, Irak y Afganistán:
cuatro países del Medio Oriente azotados por guerras y conflictos irregulares promovidos por la maquinaria de guerra estadounidense y la OTAN.
En cada uno de estos casos se ven a estos agentes mediáticos (no son periodistas) compartiendo con mercenarios y terroristas, intentando sensibilizar sus masacres ante la opinión pública, manipulando sus acciones y encubriendo sus financistas.
Sin CNN ninguna de esas guerras, “intervenciones humanitarias” u ocupaciones militares se hubieran producido
La guerra empieza con la palabra y la imagen, y en estos países estuvo CNN para ser el primero en exportarlas.
Caso por caso
Ben Wedeman fue el corresponsal de CNN en Libia, cuando empezó el conflicto entre los llamados “rebeldes libios” (mercenarios pagados por Estados Unidos y la OTAN) y el gobierno de Gadafi en 2011.
Sus reportes consistieron en cubrir las incidencias de los bastiones mercenarios y victimizarlos cuando las fuerzas armadas de Libia propinaban daños a sus líneas de ataque, para hacer ver al gobierno de Gadafi como un represor de la “oposición libia”.
En la foto, Ben Wedeman está sentado con mercenarios después de perder uno de sus bastiones al este de Libia.
El jefe de prensa de los terroristas que hasta el sol de hoy mantienen a la nación africana fragmentada y en guerra.
Clarissa Ward fue una de las icónicas corresponsales de CNN en Siria. Ha cubierto el conflicto desde el año 2012.
Sus trabajos “periodísticos” más emblemáticos se titulan “Viviendo con los rebeles” o “Adentro de Siria”, en los cuales recorrió las mal llamadas “ciudades liberadas” (fortines de mercenarios, como Idlib) y entrevistó a los líderes militares del terrorismo en la nación árabe.
En sus reportes (dependiendo de cómo se moviera el teatro de operaciones) recalca que el gobierno de Al-Assad “violaba los derechos humanos” cuando perdían territorio los “rebeldes”.
En la foto a continuación se puede ver a Clarissa marchando junto a mercenarios, reportando en vivo y en directo para todo el mundo el triunfo de la muerte sobre el pueblo sirio.
Alex Quade fue una de las corresponsales de CNN en Irak.
Ella ha cubierto e incluso convivido con los soldados gringos que se mantuvieron ocupados en el territorio iraquí.
También ha realizado entrevistas especiales con los altos mandos que supervisan las operaciones en Irak y en cada una de sus operaciones militares resalta la pertinencia de que se realicen, en menoscabo del pueblo iraquí.
A continuación la podemos ver dentro de un tanque blindado antes de salir a una operación especial del ejército de EEUU en 2008.
Anna Coren es la corresponsal de CNN en Afganistán.
Igual que Alex Quade cubre las maniobras militares de los gringos en Afganistán, respaldando sus masacres, bombardeos y ataques contra la población civil, bajo la excusa de contrarrestar la “amenaza terrorista” y los “grupos insurgentes del país”, por cierto financiados por Estados Unidos durante la era de los Clinton.
Acá la podemos ver cubriendo en vivo y en directo una operación militar del ejército estadounidense en Afganistán.
Todos estos corresponsales han contado con la protección de los soldados gringos o de los mercenarios libios y sirios en momentos álgidos del conflicto militar.
Es lógico: CNN es su principal megáfono y vitrina ante el mundo.
Al igual que sus colegas en Medio Oriente, Fernando del Rincón vino a hacer lo mismo con los mercenarios venezolanos financiados por la ultra opositora, durante el proyecto “La Salida” de 2014.
Los corresponsales de CNN se comportan igual en todos los países, legitiman a los mismos actores, manipulan la realidad de forma similar e invisten con un manto de “lucha por la libertad y la democracia” a agitadores violentos.
No los llame periodistas, sino como lo que son: apologistas de la muerte, propagandistas de guerra y defensores de las causas más horrorosas del Occidente, de sus bancos y empresas multinacionales. Su oficina de prensa a escala global.
Europa, la censura y la maquinaria más cruel (Atrapados por el exceso de desinformación)
Somos cautivos de un inefable aparato mediático, que es capaz de convertir al agredido en agresor y al agresor en alma caritativa que va por la vida ofreciendo ayuda humanitaria.
Son tiempos difíciles, pero tremendamente difíciles para la libertad de información y, sobre todo, para la difusión de dicha información.
La tarea es tan ardua y tan complicada que quienes se dedican a investigar e intentar exponer sus análisis en profundidad, con otras miradas, desinteresados, impulsados por la honda motivación de querer entender cómo funciona el mundo en que vivimos, y dispuestos a establecer un diálogo para poner de relevancia las inmundicias de este sistema que nos devora, terminan normalmente siendo cuestionados o, lo que es peor, censurados como meros transmisores de teorías estúpidas o sin ningún sentido.
Ya no importa el tema que vayas a tratar; hables de ecología, agricultura, alimentación, investigación, farmacias, organizaciones no gubernamentales, política, cambio climático, religión, filosofía, deportes o redes sociales, todo está hasta tal punto contaminado que no tenemos casi nada que hacer.
Tan solo esperar la comprensión de quien te lee, creer en su templanza y en su buen hacer, en esa predisposición a construir y argumentar nuevas ideas.
Pero ese margen de confianza está también deteriorado, sencillamente porque los cauces de información general están absolutamente esquilmados.
Mientras vivimos una época en la que la ciudadanía europea hace valer su “supremacía democrática” sobre el resto del mundo (y sobre el mundo árabe en particular), la propia ciudadanía desconoce los acuerdos y pactos que firman sus dirigentes.
Dicha supremacía respalda, como no podía ser de otra forma, el ímpetu del capitalismo.
Un sistema en continua expansión y que, precisamente por ello, está en la necesidad de proveerse de poderosos aparatos de propaganda para construir amplios consensos que justifiquen sus guerras (o lo que es lo mismo, sus nichos de recaudación y reestructuración).
Queda resuelto de este modo el control absoluto de la información.
Por un lado a través de la censura y, por si esto no fuera poco, con el añadido de esa maquinaria capaz de alterar la percepción selectiva de la población.
Que los medios de comunicación están en manos de cuatro grandes grupos lo saben ya muchas personas, pero aun así no percibo una conciencia mayoritaria sobre las consecuencias de dicha intimidación.
Si hiciéramos una encuesta en relación, por ejemplo, a las “revoluciones de colores” o a las “primaveras árabes”, una mayoría absoluta se decantaría precisamente por lo que dichos medios les han contado en todos estos años de embustes y ficción.
Por tanto, superar la asimilación de la supuesta convicción del engaño que vuelve a engañar, es misión imposible.
Desgraciadamente, un claro ejemplo de ello lo tenemos en los informes posteriores a la invasión de Libia.
Periodistas, filósofos, politólogos y analistas de la “vanguardia intelectual de la izquierda” hicieron un flaco favor a los deseos de paz y movilización popular apoyando la injerencia en dicho estado, y clamando por el derrocamiento de Gadhafi.
Y ahora que sabemos lo que ocurrió realmente, ¿qué nos queda?
¿Van a donar sus bienes para regalárselos al pueblo libio, que ha quedado desmantelado? Es tremendo, es desolador tener que convivir una y otra vez con el mismo drama.
He de callar mi boca y mirar a otro lado, para no lanzar misiles con mis palabras para quienes alientan tanta violencia.
¿Qué necesidad tienen, qué consiguen con ello? ¿Son posicionamientos conscientes o tan solo producto de la torpeza u “otros infortunios”?
El Parlamento español también apoyó la invasión (intervención militar para ellos), a petición de José Luis Rodríguez Zapatero.
De un total de 340 diputados presentes, 336 votaron a favor, 3 en contra y una sola abstención.
Cinco años después comienzan a llegar las primeras conclusiones.
Siempre es igual. Siempre tarde.
Y la Corte Penal Internacional de La Haya cubriéndose de medallas con sus deliberaciones nada imparciales, con África en el punto de mira mientras nuestros dirigentes salen ilesos de sus graves decisiones; “la estrategia estuvo basada en conjeturas erróneas”.
A la estrategia también se le puso nombre:
Odisea del amanecer.
Se me humedecen los ojos una y otra vez, en cada ocasión que un nuevo informe demuestra la barbarie que nos rodea.
Libia ya está aniquilada.
No quiero entrar en un debate en el cual se me interpelaría por mis propias observaciones.
Procuro dejar constancia de mis preocupaciones, a ser posible con noticias y argumentos contrastados.
Ahí están diseminadas por la red miles de palabras, pensadas, ordenadas y analizadas, queriendo gritar una realidad que se nos oculta, queriendo dar luz a las oscuras causas que matan y menosprecian.
Palabras que siempre necesitan ser justificadas.
Pero también palabras que a veces pueden ser recordadas.
Como hoy, recordadas para desbrozar la maleza, para celebrar el acontecimiento de una noticia, y para tomar aliento y seguir con tiento cada referencia.
En varias ocasiones escribí sobre Ucrania.
No recuerdo debate ni ningún tipo de acogida. Sí en cambio que me tiraba al monte sin brújula alguna.
La cuestión es que, sabedor de tamaña peripecia, has de buscar información hasta en las ocultas estancias de la memoria, para que quien pueda llegar a leerte tenga elementos suficientes para proseguir tu estela.
Pero es tan engorroso y es tan agotador que muchas veces piensas en dejarlo todo y quedarte solo en la esquina de tu propio balcón.
Es muy cansado verte en la obligación de estar justificando cada frase, cada consideración, y la respuesta que otorgas a cada interrogación.
Es más, estoy convencido de que es una trampa.
Mientras ellos nos devoran con sus continuas falacias, y nos ocultan hasta el código informático del recuento de votos, nos obligan a tener que demostrar la existencia de documentos robados, de disquetes devorados, de entrevistas preparadas, de incendios provocados, de datos escondidos, de violaciones enmascaradas, y hasta de matanzas amañadas.
Mientras ellos juegan nosotros tenemos que averiguar cuál va a ser la próxima tentación de su desmesura, y cuál fue el crimen que cometieron mientras se reunían en la última cena.
Es un delirio estar continuamente a expensas de que nazca un Snowden o de que un tipo insistente descubra el dato que demuestre que el engaño era evidente.
Es un delirio obligarte a tener que buscar allí donde han arrojado toneladas de residuos para que luego tú tengas que limpiar hasta el inodoro del presidente de la comunidad.
Y todo para conseguir un dato, un miserable dato que justifique tu percepción. Hastía, devora, fulmina…
Durante el Festival de Cine de San Sebastián una mañana me encontré con el programa de mano de todas las proyecciones.
Estaba con dos amigas.
En una de las secciones anunciaban un documental sobre Ucrania. En cuanto lo vi me enojé y se lo hice saber a ellas.
¿Éste documental? Pero si es una parodia de lo que aconteció en realidad. ¿Quién se encarga de decidir qué películas se van a proyectar?
No hay derecho!
Allí se quedaron mis palabras… Netflix ganó fácilmente la batalla. Es muy fácil que te la den hasta sin queso.
Este documental (Sub HD, hay que insistir después de las ventanas publicitarias y ya está), estuvo en la Selección Oficial del Festival de Cine de Venecia en el 2015, en la Selección Oficial del Festival de Cine de Telluride del mismo año, en la Selección Oficial del Festival de Cine de Toronto y, claro está, ¿cómo no iba a llegar a la Bella Easo?
Nos lo ponen muy caro. El tráiler ya avanza un subproducto de Hollywood fácil de masticar.
Y así hasta que a veces llega el salvador, y todos tus esfuerzos parecen ser recompensados.
En esta ocasión llega vestido de documental con una nueva producción de Oliver Stone, y dirigida por Igor Lopatonok.
La prensa parece estar ausente, como no podía ser de otra forma.
Lo que trasciende es una bofetada contra los mass-media y contra la verdad oficial, y nos descubre, oh sorpresa, una nueva visión de lo que ha acontecido en Ucrania, una nueva visión de lo que representan las “revoluciones de colores”, y una nueva visión del papel que representan la CIA y los Estados Unidos en el mundo.
Digo parecen porque uno no se siente muy cómodo por el hecho de que su trabajo tenga validez o no en función de lo que un director reconocido o un infiltrado hagan o dejen de hacer.
Pero he de reconocer que a veces, reconforta.
Lo que verdaderamente nos interesa es mostrar la implacable censura de los medios, y denunciar a esta Europa infatigable en su desmantelamiento de la democracia.
Dos días antes del estreno, en la red apareció una petición del ucraniano Andréi Nezvani para que se prohibiera el filme, ya que en él “se tergiversan los hechos” y puede “provocar desórdenes en masa en Ucrania”.
El desorden ya está instalado en este continente corrompido por su avaricia y su modelo de desarrollo.
Somos ahora nosotros quienes debemos ser conscientes de ello, y denunciar además de la censura y a sus confidentes de la manipulación el fraude al que estamos asistiendo.
¿Por qué cuesta llegar tanto al fondo de los hechos, que siempre cuentan con un mismo patrón?
¿Por qué quienes escriben y quienes pretenden informar son, en su mayoría, alentadores de un modelo de gestión donde se permite que el expolio de otras partes del mundo forme parte de nuestra tradición?
Estamos atrapados por el exceso de desinformación, y “forzados magistralmente” a asumir un comportamiento lastrado por las consecuencias del despotismo y el neocolonialismo más cruel.
joséluis vázquez domènech, sociólogo
Tribunal popular de EEUU expone el engaño para invadir a Irak
Por HispanTV
En Washington DC tuvo lugar el ‘Tribunal Popular Sobre la Guerra de Irak’, con el propósito de exponer las mentiras que condujeron a invasión del país árabe.
Decenas de testigos, entre civiles, militares, expertos y activistas, participaron del evento organizado por una coalición de organizaciones pacifistas y de DD.HH.
Marzo del 2003, así se producía la cruenta invasión de EE.UU. a Irak bajo argumentos engañosos.
Casi catorce años después de la guerra promovida por George Bush y Dick Channey, organizaciones pacifistas y de DD.HH. realizaron el denominado tribunal del pueblo, en busca de respuestas.
Decenas de testigos participaron contando historias y presentando evidencia de las mentiras y el engaño. Este ex analista de la CIA vio desde “adentro” cómo se urdió el plan de invasión.
Según los testigos, la invasión a Irak se produjo por intereses económicos vinculados al ex presidente George Bush, que buscaban beneficiarse con el petróleo iraquí. Julio, ex soldado del ejército, convertido en objetor de conciencia tras enterarse del engaño; contó su historia
El costo humano de la invasión, ascendió a cientos de miles de muertos iraquíes y más de cuatro mil estadounidenses a los que se suman soldados que se suicidaron tras su retorno a EE.UU. como el caso del hijo de los esposos Lucey.
Todo el material documental y testimonial obtenido por el tribunal, será entregado al congreso, así como al propio presidente Obama a quien se le pide la creación de la comisión de la verdad y rendición de cuentas sobre la guerra de Irak.
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