En los conflictos bélicos que azotan a Medio Oriente, los corresponsales de CNN han tenido un papel clave en transformar a mercenarios y terroristas pagados por las transnacionales en “defensores de la democracia y los derechos humanos”, a guerras fratricidas por recursos energéticos en “intervenciones humanitarias” y a los soldados de Estados Unidos que ocupan parcialmente a países como Irak o Afganistán, en “paladines de la libertad”.
Son básicamente propagandistas de guerra, defensores de los intereses económicos y financieros que promueven conflictos bélicos y las intervenciones a países incómodos a su hegemonía, sobre todo en Medio Oriente.
Los investigadores Óscar Curros y Nuno Leite definen así la propaganda de guerra:
“La propaganda de guerra generalmente está apoyada en información falsa y disimuladora, ya que uno de los propósitos de este tipo de comunicación persuasiva es evitar que los ciudadanos conozcan la verdad. (…)
La propaganda de guerra lleva a la población de un país a sentir que el enemigo sólo comete injusticias y esto puede conseguirse con pura ficción. (..)
Cuando la propaganda es transmitida eficazmente, puede volverse más peligrosa que el propio armamento bélico”.
Esto es específicamente la labor que han realizado los corresponsales de CNN en Libia, Siria, Irak y Afganistán:
cuatro países del Medio Oriente azotados por guerras y conflictos irregulares promovidos por la maquinaria de guerra estadounidense y la OTAN.
En cada uno de estos casos se ven a estos agentes mediáticos (no son periodistas) compartiendo con mercenarios y terroristas, intentando sensibilizar sus masacres ante la opinión pública, manipulando sus acciones y encubriendo sus financistas.
Sin CNN ninguna de esas guerras, “intervenciones humanitarias” u ocupaciones militares se hubieran producido
La guerra empieza con la palabra y la imagen, y en estos países estuvo CNN para ser el primero en exportarlas.
Caso por caso
Ben Wedeman fue el corresponsal de CNN en Libia, cuando empezó el conflicto entre los llamados “rebeldes libios” (mercenarios pagados por Estados Unidos y la OTAN) y el gobierno de Gadafi en 2011.
Sus reportes consistieron en cubrir las incidencias de los bastiones mercenarios y victimizarlos cuando las fuerzas armadas de Libia propinaban daños a sus líneas de ataque, para hacer ver al gobierno de Gadafi como un represor de la “oposición libia”.
En la foto, Ben Wedeman está sentado con mercenarios después de perder uno de sus bastiones al este de Libia.
El jefe de prensa de los terroristas que hasta el sol de hoy mantienen a la nación africana fragmentada y en guerra.
Clarissa Ward fue una de las icónicas corresponsales de CNN en Siria. Ha cubierto el conflicto desde el año 2012.
Sus trabajos “periodísticos” más emblemáticos se titulan “Viviendo con los rebeles” o “Adentro de Siria”, en los cuales recorrió las mal llamadas “ciudades liberadas” (fortines de mercenarios, como Idlib) y entrevistó a los líderes militares del terrorismo en la nación árabe.
En sus reportes (dependiendo de cómo se moviera el teatro de operaciones) recalca que el gobierno de Al-Assad “violaba los derechos humanos” cuando perdían territorio los “rebeldes”.
En la foto a continuación se puede ver a Clarissa marchando junto a mercenarios, reportando en vivo y en directo para todo el mundo el triunfo de la muerte sobre el pueblo sirio.
Alex Quade fue una de las corresponsales de CNN en Irak.
Ella ha cubierto e incluso convivido con los soldados gringos que se mantuvieron ocupados en el territorio iraquí.
También ha realizado entrevistas especiales con los altos mandos que supervisan las operaciones en Irak y en cada una de sus operaciones militares resalta la pertinencia de que se realicen, en menoscabo del pueblo iraquí.
A continuación la podemos ver dentro de un tanque blindado antes de salir a una operación especial del ejército de EEUU en 2008.
Anna Coren es la corresponsal de CNN en Afganistán.
Igual que Alex Quade cubre las maniobras militares de los gringos en Afganistán, respaldando sus masacres, bombardeos y ataques contra la población civil, bajo la excusa de contrarrestar la “amenaza terrorista” y los “grupos insurgentes del país”, por cierto financiados por Estados Unidos durante la era de los Clinton.
Acá la podemos ver cubriendo en vivo y en directo una operación militar del ejército estadounidense en Afganistán.
Todos estos corresponsales han contado con la protección de los soldados gringos o de los mercenarios libios y sirios en momentos álgidos del conflicto militar.
Es lógico: CNN es su principal megáfono y vitrina ante el mundo.
Al igual que sus colegas en Medio Oriente, Fernando del Rincón vino a hacer lo mismo con los mercenarios venezolanos financiados por la ultra opositora, durante el proyecto “La Salida” de 2014.
Los corresponsales de CNN se comportan igual en todos los países, legitiman a los mismos actores, manipulan la realidad de forma similar e invisten con un manto de “lucha por la libertad y la democracia” a agitadores violentos.
No los llame periodistas, sino como lo que son: apologistas de la muerte, propagandistas de guerra y defensores de las causas más horrorosas del Occidente, de sus bancos y empresas multinacionales. Su oficina de prensa a escala global.
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