El resurgir de la extrema derecha en Europa
Hoy en día la denominada extrema derecha está presente en la mayoría de los parlamentos nacionales de la UE, con las notables excepciones de Portugal, España, Eslovenia, Irlanda y los micro-Estados.
También ha calado hondo en sus socios europeos más importantes como Serbia, Ucrania, Noruega y Suiza.
¿Cómo se explica este giro hacia la derecha en los últimos cinco años en Europa, un continente caracterizado por un modelo social de bienestar y unos valores democráticos compartidos?
El incremento en lainmigración es quizá el tema más mediático pero detrás del discurso xenófobo e iliberal del que algunos hacen gala, los partidos de más éxito (como son Ley y Justicia –PiS– en Polonia, el Partido de la Libertad Austriaco –FPÖ–, Fidesz en Hungría y el Frente Nacionalfrancés de Marine Le Pen) proponen también ambiciosos programas económicos basados en los subsidios a las familias, pequeños empresarios y programas de nacionalización del sector privado que están atrayendo el voto tradicional de izquierdas.
El resurgimiento de la derecha radical y populista es más que la manifestación de un pensamiento racista: es la manifestación del localismo frente al actual orden mundial de internacionalismo. La soberanía frente a la globalización.
Así pues, en Polonia, la política estrella del PiS durante las elecciones fue su apoyo a las familias mediante la reforma del sistema de subsidios, el incremento de las bajas maternales y la futura introducción de una paga mensual de 500 złotych (113 euros) por hijo.
En Hungría, Orbán y su partido populista Fidesz nacionalizaron fondos de pensiones, aprobaron impuestos sobre transacciones financieras y redujeron el precio de la energía en el mercado para beneficiar a hogares e industrias.
Sin embargo, la contracción del PIB del 0,8% en este trimestre, la decreciente calidad de los servicios públicos y la alta tasa de pobreza (con el 40% de húngaros en riesgo de exclusión) han dado alas a Jobbik, partido aún más a la derecha de Fidesz, que apuesta por un incremento del gasto público y que se ha convertido en el primer partido de oposición en el país.
En Francia, Marine Le Penpropone un incremento del salario mínimo del 13%, una revalorización de las pensiones, una bajada de impuestos en las tarifas energéticas y un proteccionismo económico generalizado.
Por último, el FPÖ austriaco esgrime el rechazo al libre comercio, con medidas proteccionistas para proteger a los empleados nacionales e incremento de viviendas públicas y del gasto en sanidad, cosechando así el 86% del voto de la clase obrera en las últimas elecciones presidenciales.
El cambio en la presentación de estos partidos también está siendo clave.
La cara “oficial” del PiS es la primera ministra Beata Szydło, poco conocida en política nacional pero cuyo carácter moderado y conciliador contrasta con el estilo abrasivo del fundador del partido, Jarosław Kaczyński.
Algo similar sucede en el FPÖ con el candidato presidencial Norbert Hofer y el actual líder del partido, Heinz-Christian Strache. En el Frente Nacional, Marine Le Pen expulsó en 2015 a su padre, Jean-Marie Le Pen, citando sus numerosas “faltas” y distanciándose de su retórica anti-semita.
A estas caras nuevas hay que sumar una superficial y calculada suavización del discurso xenófobo.
Así pues, estos partidos aceptan públicamente el derecho de asilo y la necesidad de inmigración laboral, y resaltan las virtudes de los inmigrantes “bien integrados” –excluyéndolos inicialmente y provisionalmente de sus críticas como ejercicio de imagen–.
Sus plataformas dicen promover medidas, con dudosos criterios, para separar a los “verdaderos” refugiados de aquellos que “abusarán” del Estado de Bienestar, la restricción de la inmigración de baja cualificación y la puesta en marcha de requisitos de integración basados en la asimilación cultural y el conocimiento del idioma.
Finalmente, los partidos suelen justificar sus posiciones a base de argumentos económicos, como la reducción de salarios y el supuesto incremento del gasto público, transformando el discurso xenófobo en otra vertiente de proteccionismo, que apela a la desilusión y precariedad laboral de la clase obrera.
En definitiva, la interconectividad de los mercados y los marcos económicos establecidos, como el Tratado de Maastricht y la zona euro, han contribuido a la creación de una percepción en la que cristiano-demócratas y social-demócratas se diferencian más por sus valores y defensa de ciertos derechos que por su programa económico.
Esta percepción, junto al rechazo de las medidas de austeridad propiciadas por la crisis económica por una parte importante del electorado, ha suscitado una fuga de votos hacia otras opciones más radicales y que ha afectado con especial fuerza a los partidos social-demócratas.
Por lo tanto, el auge de los movimientos de derecha populistas en Europa no es simplemente una reacción a la crisis migratoria, sino una protesta generalizada hacia la globalización por parte de una población que no se siente participe de sus beneficios y que se escuda en la soberanía y en una supuesta protección y seguridad que estos partidos prometen traer.
Hoy en día la denominada extrema derecha está presente en la mayoría de los parlamentos nacionales de la UE, con las notables excepciones de Portugal, España, Eslovenia, Irlanda y los micro-Estados.
También ha calado hondo en sus socios europeos más importantes como Serbia, Ucrania, Noruega y Suiza.
¿Cómo se explica este giro hacia la derecha en los últimos cinco años en Europa, un continente caracterizado por un modelo social de bienestar y unos valores democráticos compartidos?
El incremento en lainmigración es quizá el tema más mediático pero detrás del discurso xenófobo e iliberal del que algunos hacen gala, los partidos de más éxito (como son Ley y Justicia –PiS– en Polonia, el Partido de la Libertad Austriaco –FPÖ–, Fidesz en Hungría y el Frente Nacionalfrancés de Marine Le Pen) proponen también ambiciosos programas económicos basados en los subsidios a las familias, pequeños empresarios y programas de nacionalización del sector privado que están atrayendo el voto tradicional de izquierdas.
El resurgimiento de la derecha radical y populista es más que la manifestación de un pensamiento racista: es la manifestación del localismo frente al actual orden mundial de internacionalismo. La soberanía frente a la globalización.
Así pues, en Polonia, la política estrella del PiS durante las elecciones fue su apoyo a las familias mediante la reforma del sistema de subsidios, el incremento de las bajas maternales y la futura introducción de una paga mensual de 500 złotych (113 euros) por hijo.
En Hungría, Orbán y su partido populista Fidesz nacionalizaron fondos de pensiones, aprobaron impuestos sobre transacciones financieras y redujeron el precio de la energía en el mercado para beneficiar a hogares e industrias.
Sin embargo, la contracción del PIB del 0,8% en este trimestre, la decreciente calidad de los servicios públicos y la alta tasa de pobreza (con el 40% de húngaros en riesgo de exclusión) han dado alas a Jobbik, partido aún más a la derecha de Fidesz, que apuesta por un incremento del gasto público y que se ha convertido en el primer partido de oposición en el país.
En Francia, Marine Le Penpropone un incremento del salario mínimo del 13%, una revalorización de las pensiones, una bajada de impuestos en las tarifas energéticas y un proteccionismo económico generalizado.
Por último, el FPÖ austriaco esgrime el rechazo al libre comercio, con medidas proteccionistas para proteger a los empleados nacionales e incremento de viviendas públicas y del gasto en sanidad, cosechando así el 86% del voto de la clase obrera en las últimas elecciones presidenciales.
El cambio en la presentación de estos partidos también está siendo clave.
La cara “oficial” del PiS es la primera ministra Beata Szydło, poco conocida en política nacional pero cuyo carácter moderado y conciliador contrasta con el estilo abrasivo del fundador del partido, Jarosław Kaczyński.
Algo similar sucede en el FPÖ con el candidato presidencial Norbert Hofer y el actual líder del partido, Heinz-Christian Strache. En el Frente Nacional, Marine Le Pen expulsó en 2015 a su padre, Jean-Marie Le Pen, citando sus numerosas “faltas” y distanciándose de su retórica anti-semita.
A estas caras nuevas hay que sumar una superficial y calculada suavización del discurso xenófobo.
Así pues, estos partidos aceptan públicamente el derecho de asilo y la necesidad de inmigración laboral, y resaltan las virtudes de los inmigrantes “bien integrados” –excluyéndolos inicialmente y provisionalmente de sus críticas como ejercicio de imagen–.
Sus plataformas dicen promover medidas, con dudosos criterios, para separar a los “verdaderos” refugiados de aquellos que “abusarán” del Estado de Bienestar, la restricción de la inmigración de baja cualificación y la puesta en marcha de requisitos de integración basados en la asimilación cultural y el conocimiento del idioma.
Finalmente, los partidos suelen justificar sus posiciones a base de argumentos económicos, como la reducción de salarios y el supuesto incremento del gasto público, transformando el discurso xenófobo en otra vertiente de proteccionismo, que apela a la desilusión y precariedad laboral de la clase obrera.
En definitiva, la interconectividad de los mercados y los marcos económicos establecidos, como el Tratado de Maastricht y la zona euro, han contribuido a la creación de una percepción en la que cristiano-demócratas y social-demócratas se diferencian más por sus valores y defensa de ciertos derechos que por su programa económico.
Esta percepción, junto al rechazo de las medidas de austeridad propiciadas por la crisis económica por una parte importante del electorado, ha suscitado una fuga de votos hacia otras opciones más radicales y que ha afectado con especial fuerza a los partidos social-demócratas.
Por lo tanto, el auge de los movimientos de derecha populistas en Europa no es simplemente una reacción a la crisis migratoria, sino una protesta generalizada hacia la globalización por parte de una población que no se siente participe de sus beneficios y que se escuda en la soberanía y en una supuesta protección y seguridad que estos partidos prometen traer.
Los 6 partidos xenófobos más importantes de Europa
A raíz de los últimos atentados yihadistas ocurridos en Bruselas el pasado 22 de marzo, unidos a los que hace unos meses sacudieron la capital parisina, es evidente que la extrema derecha se ha visto reforzada en una gran cantidad de países europeos, en gran medida por su evidente xenofobia y su desmedido racismo.
Sin ir más lejos, este mismo 24 de abril el FPÖ venció con un amplio margen en la primera vuestra de las elecciones austríacas.
España, quizás por su historia, quizás porque suficiente tenemos con lo nuestro, es ajena a una tendencia que, citando el comienzo del Manifiesto Comunista de Karl Marx, comienza a ser "un fantasma que recorre Europa".
Esta vez, sin embargo, no es el fantasma del comunismo, sino su antagonista: es la extrema derecha la que está ganando terreno en el viejo continente.
Aquí os presentamos los que son posiblemente los 6 partidos xenófobos más importantes de Europa en 2016, muchos de los cuales han ganado fuerza a partir del pánico social generado por la amenaza del fundamentalismo islámico.
Su mayor apoyo electoral se encuentra entre los desempleados y los sectores más pobres de la sociedad, a quienes se les ofrece un enemigo al que culpar de su miseria: el inmigrante.
1 Front national (Frente Nacional) - Francia
El que promete ser el partido revelación de los comicios franceses que se celebrarán en el próximo año (al cual las últimas encuestas otorgan entre un 26 y un 29% de los votos) y se ha hecho conocido de la mano de la siempre polémica Marine Le Pen, fue fundado por su progenitor en 1972, aunque no fue hasta el año 88 cuando comenzó a cosechar resultados significativos, rozando el 15% de sufragios.
Desde entonces siempre se ha movido en esa franja, hasta que, según apuntan todas las encuestas, alcance su techo en 2017.
"Las encuestas otorgan hasta un 29% de los votos de las elecciones francesas de 2017"
Se trata de un partido fundamentado en una profunda xenofobia: las perlas dialécticas de Jean Marie pasan por minimizar el Holocausto, declarar que la presencia de gitanos en Francia era "olorosa" o que el ébola "solucionaría el problema de la inmigración en tres meses", mientras que su hija y sucesora ha defendido en numerosas ocasiones que "hay que impedir la entrada de inmigrantes en Francia".
Sus cruzadas, además de contra los inmigrantes, abarcan desde el matrimonio homosexual, hasta el aborto, pasando por la Unión Europea.
Pese a esta evidente muestra de ideología ultra y las continuas acusaciones de 'filonazi', el partido se autodefine como de centro-derecha y nacionalista, atacando a la "casta" tradicional conservadora y reivindicando el poder del Estado y el orgullo patrio.
El ejemplo perfecto del populismo como respuesta al miedo.
2 Amanecer Dorado - Grecia
"Amanecer Dorado no oculta su conformidad con el nazismo"
Es posiblemente el partido filofascista por antonomasia del siglo XXI. No porque sea el más grande de entre la extrema derecha europea, sino porque es de los pocos partidos del sur y oeste de Europa que ha aceptado para sí calificativos como racista y ha dejado evidentes muestras de su complicidad con el régimen de Hitler, gritando consignas nazis en el Parlamento Griego o elogiando a la Alemania nazi.
Su cúpula, por si esto fuera poco, fue condenada a prisión preventiva en 2013, acusada de delitos como organización criminal o posesión de armas.
Los altercados violentos de militantes o líderes de este partido nos darían para escribir unos cuantos artículos.
La situación griega, por otro lado, permite estas licencias que los Le Pen tienen que guardarse.
La discreción en Grecia es, simplemente, una opción.
Y es que en una situación de emergencia social, en donde precisamente la crisis migratoria está jugando un papel fundamental, el discurso ultraxenófobo es cada día más apoyado, hasta tal punto que Amanecer Dorado se está asentando como el tercer partido más votado en el país heleno y como la primera alternativa al establishment representado por una Syriza reconvertida y Nueva Democracia, por encima de los marxistas del KKE.
3 Alternative für Deutschland (Alternativa para Alemania) - Alemania
¿Dónde quedó aquello de "Alemania sí que es un país que ha aprendido de su dictadura, no como España" que tanto hemos oído las últimas décadas?
Pues, si bien es cierto que los partidos germanos nazis son residuales en las elecciones, los comicios regionales de este mismo año nos dejaron una nueva promesa de la extrema derecha europea: AfD.
"Alternative für Deutschland gana fuerza en algunos de los Estados"
Como los dos anteriores, se trata de un partido euroescéptico y profundamente nacionalista.
En este caso, sin embargo, se trata de un partido de ideologías tan plurales que fue fundado por miembros del CDU (derecha), FDP (centro-derecha liberal) y Die Linke (izquierda). Para haceros una idea, imaginad que ex miembros del PP, de Ciudadanos e IU forman un partido con medidas sociales ultraconservadoras y el objetivo de acabar con la inmigración ilegal.
Ha sido esta transversalidad ideológica la que explica su gran auge, sumada a una coyuntura europea en donde los inmigrantes pueden ser vistos por gran parte del tejido empobrecido como una amenaza y en donde Alemania, según AfD, está pagando por los excesos de los países pobres del sur del continente. Una imagen mucho más limpia que la de los antes nombrados Frente Nacional y Amanecer Dorado, muestra del peligroso populismo que la derecha más extrema está implantando en gran parte de Europa, apoyados en movimientos más radicales como el alemán Pegida, los cuales consiguen movilizar a decenas de miles de personas en manifestaciones contra "la islamización de occidente".
4 United Kingdom Independence Party - Reino Unido
"El 'no' a la UE, una de las principales consignas del UKIP"
El partido nacionalista y euroescéptico por antonomasia dentro de la ultraderecha europea.
El UKIP, fundado el 1993, contó con su primera gran victoria, paradójicamente, en unas elecciones europeas en donde, sin embargo, tan solo votó poco más del 30% de los británicos.
Pese a que se autodenominan como liberales, verdaderamente suponen el ala más derechista del Partido Conservador, del cual surgieron en la década de los 90 de la mano de un Alan Sked, que verdaderamente representaba los postulados liberales y que reconoce que, desde que la dirección del partido la ha tomado la "derecha dura" de Nigel Farange, "el UKIP es un puñado de fascistas, racistas, oportunistas e hipócritas".
De hecho, apunta a que la mano derecha del propio Farange (Martyn Heale), fue miembro del Frente Nacional británico, partido fascista que defiende la prohibición de la inmigración, el aborto y la homosexualidad, así como la adopción de la pena de muerte, entre otras medidas.
5 Prawo i Sprawiedliwosc (Ley y Justicia) - Polonia
"Ley y Justicia, el primer partido con mayoría absoluta de Polonia"
Seguramente sea el partido menos conocido de entre los que se han presentado aquí, si bien es el único de los cinco que ha conseguido, por ahora, gobernar. Y no solo eso, sino que se trata del primer partido polaco desde 1989 -año en que el socialismo cayó en el país- que consigue hacerse con la mayoría absoluta.
Ley y Justicia es un partido de corte tradicionalista y que sigue los dictados de la moral cristiana, profundamente homófobo y xenófobo, en un país en donde las manifestaciones anti-inmigración se han disparado.
En la última Marcha Patriótica de Varsovia (se celebra cada 11 de noviembre) se dieron cita 70.000 personas bajo el lema "Polonia para los polacos, polacos para Polonia", lo cual casa mucho con el lema ultra nacionalista del partido que ostenta actualmente el gobierno y que, en estos meses, ha llevado a cabo medidas que rompen con un país que pretendía mostrar una imagen de modernización y que ha dado un giro profundo hacia la derecha más extrema.
6 Freiheitliche Partei Österreichs (Partido de la Libertad de Austria) - Austria
"Tu hogar te necesita ahora"
El FPÖ, partido ultraderechista y -también- xenófobo ganó este 24 de abril la primera vuelta de las elecciones en Austria con un 36,7% de los votos, lo que supone un amplio margen con el segundo candidato Alexander van der Bellen, respaldado por los Verdes, que tan solo cosechó un 19,7%.
En la ideología del FPÖ también figura el euroescepticismo y el nacionalismo, algo que preocupa en la UE.
En la segunda vuelta, celebrada este domingo 22 de mayo, se vivió una igualada disputa por la victoria entre estos dos partidos opuestos.
Por muy poco, el candidato de los verdes, Alexander Van der Bellen, se ha convertido en el nuestro Presidente de Austria.
El recuento de votos por correo ha inclinado la balanza a su favor, ganando con un 50,3% frente al 49,7% de los ultraderechistas del FPÖ.
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