DEUTSCHE BANK
LA QUIEBRA QUE TODOS TEMEN
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Peligro: Deutsche Bank hace cundir la amenaza de un nuevo Lehman Brothers
Las primeras señales de alarma sobre las malas prácticas y el alto apalancamiento de Deutsche Bank las hicimos hace tres años cuando dimos a conocer la alta exposición del principal banco privado de Europa a los derivados financieros: 75 billones de dólares, una suma que supera 20 veces al PiB de Alemania y cinco veces al de la zona euro.
No hay otro banco en el mundo que se pueda comparar con Deutsche Bank sobre este indicador, ni JP Morgan ni Goldman Sachs. Y el banco alemán está en la primera linea para ser el próximo Lehman Brothers.
Las acciones de este banco se han hundido un 40 por ciento en lo que va del año y más del 95 por ciento desde 2008 dando cuenta de lo mal que están las cosas en Europa y cómo el síndrome de la tormenta perfecta está al acecho.
Los problemas del Deutsche Bank no salieron a la palestra en 2013 y se mantuvieron ocultos porque lo que importaba entonces era la crisis griega, la madre de todos los problemas europeos según la troika (FMI, BCE, CE). Ahora que se ha destapado que Volkswagen no es el único problema de alemania, y que las autoridades financieras de la eurozona comienzan a cerrar bancos por los fraudes y el lavado de dinero, Deutsche Bank se ve sacudido hasta sus propios cimientos.
El principal banco privado de Alemania, y también el mayor de Europa, debió confesar pérdidas por 6.800 millones de euros en 2015 y anunciar que deberá reducir su plantilla en más de 35 mil puestos de trabajo.
Deutsche Bank fue multado con 2.500 millones de dólares por autoridades estadounidenses y británicas después de una investigación de siete años por su papel en la manipulación de las tasas de interés.
Como a este banco se le siguen descubriendo escándalos contables, no se descarta que sea nuevamente sancionado y de ahí el nerviosismo de muchos inversores.
La acción de Deutsche Bank se ha hundido a niveles nunca vistos bajando desde los 180 euros del 2008 previo a la crisis, a los 13 euros de los últimos días. ¡Una caída del 95 por ciento!
A la espera de un milagro
La entidad germana se verá obligada a abandonar varios países y su nuevo presidente debió reconocer que sólo un milagro puede salvar a Deutsche Bank. A estas alturas, y tras siete años de ayudas del BCE, la metástasis se ha expandido.
De ahí que muchos esperen un milagro. Pero no estamos en temporada de milagros sino de auténticos cisnes negros.
Todo aquello que se pensaba como altamente improbable que ocurriera está ocurriendo. Todo aquello que la teoría económica negó durante décadas que podía ocurrir, ha ocurrido en estos ocho años de crisis.
Si en 2013 los medios preferían ignorar la debacle del banco alemán por dar prioridad a la crisis griega, era solo para dar tiempo a Deutsche Bank a recuperarse.
Pero la realidad económica y el pasado criminal del banco ha empeorado la situación haciendo imposible su recuperación. Deustsche Bank es tal vez el más claro ejemplo del antes y después de la banca con la crisis financiera. De la euforia de los préstamos y el dinero fácil a la oscuridad de la deflación y el inmovilismo crediticio.
Si las billonarias inyecciones de liquidez del BCE no han logrado recuperar a la banca y dar dinamismo a la economía real, es porque el sistema ha colapsado. La banca no volverá a ser lo que fue y esto tarde o temprano deberá asumirse.
La contracción de entidades que eran "demasiado grandes para caer" se ha producido de manera inevitable. Los derivados financieros no solo distorsionaron toda la economía por la vía de los precios, sino que incubaron burbujas financieras para cubrir posiciones y ganar tiempo. Pero no esperaban la trampa deflacionaria porque de acuerdo al modelo económico vigente ese término no existe.
El esquema ponzi del Deutsche Bank
Lo que hoy se desmorona es la descomunal pirámide del esquema ponzi desatada en los años 90 con la desregulación financiera global que nunca tuvo en cuenta los riesgos reales.
Se pensaba, como apuntamos en 2008, que todos los cisnes eran blancos cuando estábamos ante una manada de cisnes negros.
La crisis fermentó bajo las narices de todos porque mientras Merkel, Schauble, Juncker, Lagardé y Dijsselbloem sostenían que el problema era de los bancos de la periferia (Grecia, Irlanda, Portugal y España), no miraron el problema real de la gigantesca deuda tóxica del Deutsche Bank, el mayor banco privado europeo.
Los problemas del Deutsche Bank tendrán un alto impacto negativo en la economia mundial por su abultada exposición al mercado de derivados y es imposible, literalmente imposible, imaginar un rescate del Deutsche Bank si el declive continúa.
La sorprendente exposición a los derivados financieros por 75 billones de dólares (millones de millones) es 20 veces el PIB de Alemania y cinco veces el PIB de toda la zona euro. Y para poner las cosas en perspectiva, la deuda pública total de Estados Unidos es menos de un tercio la exposición de Deutsche Bank.
El colapso del Deutsche Bank está remeciendo a todo el sistema financiero. En las primeras seis semanas del año el Deutsche Bank ha perdido un 40 por ciento de su valor y no vuela solitario en este desplome.
CitiBank ha caído 25 por ciento, Bank of América, UBS y Credit Suisse 23 por ciento, Goldman Sachs 20 por ciento y JP Morgan 18 por ciento. El sistema financiero está en caída libre.
Los intestinos de la banca están haciendo mucho ruido y Deutsche Bank lleva la delantera para convertirse en el próximo Lehman Brothers.
Sólo que esta vez, ni los bancos centrales ni los gobiernos cuentan algún ningún tipo de munición, a menos que saqueen de cuajo y hagan desaparecer los fondos de pensiones.
La economía mundial está atrapada en una espiral de la muerte y todo comienza a oler muy mal.
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Las primeras señales de alarma sobre las malas prácticas y el alto apalancamiento de Deutsche Bank las hicimos hace tres años cuando dimos a conocer la alta exposición del principal banco privado de Europa a los derivados financieros: 75 billones de dólares, una suma que supera 20 veces al PiB de Alemania y cinco veces al de la zona euro.
No hay otro banco en el mundo que se pueda comparar con Deutsche Bank sobre este indicador, ni JP Morgan ni Goldman Sachs. Y el banco alemán está en la primera linea para ser el próximo Lehman Brothers.
Las acciones de este banco se han hundido un 40 por ciento en lo que va del año y más del 95 por ciento desde 2008 dando cuenta de lo mal que están las cosas en Europa y cómo el síndrome de la tormenta perfecta está al acecho.
Los problemas del Deutsche Bank no salieron a la palestra en 2013 y se mantuvieron ocultos porque lo que importaba entonces era la crisis griega, la madre de todos los problemas europeos según la troika (FMI, BCE, CE). Ahora que se ha destapado que Volkswagen no es el único problema de alemania, y que las autoridades financieras de la eurozona comienzan a cerrar bancos por los fraudes y el lavado de dinero, Deutsche Bank se ve sacudido hasta sus propios cimientos.
El principal banco privado de Alemania, y también el mayor de Europa, debió confesar pérdidas por 6.800 millones de euros en 2015 y anunciar que deberá reducir su plantilla en más de 35 mil puestos de trabajo.
Deutsche Bank fue multado con 2.500 millones de dólares por autoridades estadounidenses y británicas después de una investigación de siete años por su papel en la manipulación de las tasas de interés.
Como a este banco se le siguen descubriendo escándalos contables, no se descarta que sea nuevamente sancionado y de ahí el nerviosismo de muchos inversores.
La acción de Deutsche Bank se ha hundido a niveles nunca vistos bajando desde los 180 euros del 2008 previo a la crisis, a los 13 euros de los últimos días. ¡Una caída del 95 por ciento!
A la espera de un milagro
La entidad germana se verá obligada a abandonar varios países y su nuevo presidente debió reconocer que sólo un milagro puede salvar a Deutsche Bank. A estas alturas, y tras siete años de ayudas del BCE, la metástasis se ha expandido.
De ahí que muchos esperen un milagro. Pero no estamos en temporada de milagros sino de auténticos cisnes negros.
Todo aquello que se pensaba como altamente improbable que ocurriera está ocurriendo. Todo aquello que la teoría económica negó durante décadas que podía ocurrir, ha ocurrido en estos ocho años de crisis.
Si en 2013 los medios preferían ignorar la debacle del banco alemán por dar prioridad a la crisis griega, era solo para dar tiempo a Deutsche Bank a recuperarse.
Pero la realidad económica y el pasado criminal del banco ha empeorado la situación haciendo imposible su recuperación. Deustsche Bank es tal vez el más claro ejemplo del antes y después de la banca con la crisis financiera. De la euforia de los préstamos y el dinero fácil a la oscuridad de la deflación y el inmovilismo crediticio.
Si las billonarias inyecciones de liquidez del BCE no han logrado recuperar a la banca y dar dinamismo a la economía real, es porque el sistema ha colapsado. La banca no volverá a ser lo que fue y esto tarde o temprano deberá asumirse.
La contracción de entidades que eran "demasiado grandes para caer" se ha producido de manera inevitable. Los derivados financieros no solo distorsionaron toda la economía por la vía de los precios, sino que incubaron burbujas financieras para cubrir posiciones y ganar tiempo. Pero no esperaban la trampa deflacionaria porque de acuerdo al modelo económico vigente ese término no existe.
El esquema ponzi del Deutsche Bank
Lo que hoy se desmorona es la descomunal pirámide del esquema ponzi desatada en los años 90 con la desregulación financiera global que nunca tuvo en cuenta los riesgos reales.
Se pensaba, como apuntamos en 2008, que todos los cisnes eran blancos cuando estábamos ante una manada de cisnes negros.
La crisis fermentó bajo las narices de todos porque mientras Merkel, Schauble, Juncker, Lagardé y Dijsselbloem sostenían que el problema era de los bancos de la periferia (Grecia, Irlanda, Portugal y España), no miraron el problema real de la gigantesca deuda tóxica del Deutsche Bank, el mayor banco privado europeo.
Los problemas del Deutsche Bank tendrán un alto impacto negativo en la economia mundial por su abultada exposición al mercado de derivados y es imposible, literalmente imposible, imaginar un rescate del Deutsche Bank si el declive continúa.
La sorprendente exposición a los derivados financieros por 75 billones de dólares (millones de millones) es 20 veces el PIB de Alemania y cinco veces el PIB de toda la zona euro. Y para poner las cosas en perspectiva, la deuda pública total de Estados Unidos es menos de un tercio la exposición de Deutsche Bank.
El colapso del Deutsche Bank está remeciendo a todo el sistema financiero. En las primeras seis semanas del año el Deutsche Bank ha perdido un 40 por ciento de su valor y no vuela solitario en este desplome.
CitiBank ha caído 25 por ciento, Bank of América, UBS y Credit Suisse 23 por ciento, Goldman Sachs 20 por ciento y JP Morgan 18 por ciento. El sistema financiero está en caída libre.
Los intestinos de la banca están haciendo mucho ruido y Deutsche Bank lleva la delantera para convertirse en el próximo Lehman Brothers.
Sólo que esta vez, ni los bancos centrales ni los gobiernos cuentan algún ningún tipo de munición, a menos que saqueen de cuajo y hagan desaparecer los fondos de pensiones.
La economía mundial está atrapada en una espiral de la muerte y todo comienza a oler muy mal.
Deutsche Bank se hunde un 40% en 2016 y resucita el fantasma del Lehman europeo
- El banco trata de reafirmar su solidez ante un mercado que parece dudar
- Sus acciones se hunden casi un 40% y lidera el desplome europeo
- Desde 2011 ninguna gran entidad había salido en público a defenderse
Getty Images
Deutsche Bank, el mayor banco alemán, está siendo uno de los grandes protagonistas del desplome de inicio de año que lideran los mercados europeos. Ayer tuvo que dar un paso poco habitual: salir en público a decir que estaba "fuerte" y que devolvería sus deudas. Un movimiento que no se veía en un banco de su importancia desde al menos el año 2011. El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, ha asegurado que no está preocupado por el futuro del banco.
Después de que sus acciones cayesen ayer a mínimos de 1984, Deutsche Bank salió al paso de los rumores sobre su solvencia y un comunicado en el que aseguraba que dispone de medios suficientes para afrontar el pago de los intereses de la deuda, tanto los de este año como los de 2017.
Los títulos, que habían cerrado 2015 en 22,53 euros, se colocaban en los 13,82 poco más de un mes después. Un hundimiento cercano al 40% que traía a la mente los peores momentos de la crisis de deuda europea, cuando el gigante alemán era comparado con Lehman Brothers y se especulaba con que la Eurozona viviera su propia pesadilla incubada en el corazón de Alemania. Hoy, a pesar de las explicaciones, tampoco ha ido mejor y el banco alemán ha perdido otro 4,27%, hasta 13,23 euros.
Rumor con poca base
Ante la situación, un comunicado que respondía además a una especulación poco realista: que tuviera problemas para pagar los intereses de sus bonos si sus resultados seguían deteriorándose, algo que puso sobre la mesa Simon Adamson, analista de CreditSights. En declaraciones a Bloomberg, Adamson manifestó su preocupación sobre la capacidad de Deutsche Bank.
"Hay muchas razones para ser crítico con Deutsche Bank, pero la idea de que no paguen un cupón era bastante irreal", explica Michael Huenseler, gestor de Assenagon Asset Management. Sin embargo, la entidad, que en ocasiones ha sido sospechosa de ocultar sus problemas bajo el paraguas del propio gobierno alemán, se vio obligada a salir a defenderse.
Un movimiento que no se veía entre la gran banca desde que en 2011 grandes bancos estadounidenses como Bank of America y Morgan Stanley trataran de frenar la volatilidad que trajo la crisis de deuda europea. En octubre de ese año, el gigante japonés Mitsubishi UFJ Financial también tuvo que ratificar a los inversores su alianza con el propio Morgan Stanley para frenar cualquier tipo de especulación.
De todas maneras, a priori parece difícil que se repita una crisis financiera de la misma intensidad. Como recuerda hoy Goldman Sachs en un informe, la banca europea tiene una buena posición de liquidez, están aumentando los depósitos y tienen mayores colchones de capital que en 2009.
"Hasta ahora, no hay evidencia de tensiones" a la hora de financiarse, explica el banco estadunidense, que calcula que los bancos han añadido 800.000 millones de euros en capital desde el inicio de la crisis financiera y cada vez recurren menos al BCE para financiarse.
Las explicaciones de Deutsche Bank
En particular, la entidad afirmaba que dispone de una capacidad de pago de cerca de 1.000 millones de euros para 2016, una cifra suficiente para cubrir los 350 millones de euros que vencen en abril. Asimismo, recordaba que cuenta con 4.300 millones de euros para 2017 gracias a la posible venta de su 19,99% del banco chino Hua Xia Bank (1.600 millones). El último punto del comunicado apuntaba a que tiene en su haber reservas por valor de 1.900 millones de euros, con los que podría compensar posibles pérdidas en el futuro.
Deutsche Bank también ha publicado una nota de John Cryan, CEO de la entidad, a los empleados. "La volatilidad en el cuarto trimestre afectó los ingresos de la mayoría de los principales bancos, especialmente los de Europa, y los clientes pueden preguntarle acerca de cómo la volatilidad de todo el mercado está impactando el Deutsche Bank", señala Cryan, que añade "les puede decir que Deutsche Bank sigue siendo absolutamente sólido como una roca, dada nuestra fuerte posición de capital y riesgo?.
Sus acciones no fueron las únicas perjudicadas en la jornada de ayer, los credit default swaps (CDS) para cubrir el riesgo de impago de sus bonos a cinco años vuelven a subir con fuerza, hasta los 225 puntos básicos. A finales de enero estaban por debajo de los 100 puntos.
ELECONOMISTA.ES
Europa vive aterrorizada ante su propio Lehman: la banca podría desatar el pánico y un nuevo colapso económico
- ¿Es Deutsche Bank un gran hedge fund fantasma?
El reconocimiento de ayer de los errores cometidos en Grecia por el Fondo Monetario Internacional (FMI) supuso toda una sorpresa, aunque esconde otra verdad: la Unión Europea ha cometido errores más grandes. Simon Johnson, ex economista jefe de la institución, asegura hoy en una columna en Bloomberg que los líderes políticos ven aterrados el estado del sistema financiero europeo. Habrá más rescates de banca: los contribuyentes y los clientes pondrán más dinero.
El FMI habló claro: Grecia había pedido ayuda al FMI más tarde de lo que debía y necesitando más recursos de los que se le podían dar, principalmente por la oposición de sus socios del euro, que además se negaban a reestructurar la deuda helena, un gran hándicap para encontrar una solución.
La UE y Mario Draghi, presidente del BCE, no niegan errores, pero aseguran que se está en camino de corregirlos. El problema, según Johnson, es que el personal del FMI comprende completamente (aunque no puede decirlo abiertamente) que la mayor y más importante debilidad de la Eurozona que amenaza no solo a Grecia sino a toda la periferia es el estado del sistema financiero europeo.
Los bancos europeos están severamente faltos de capital, lo que significa que funcionan con muy poco colchón y financian sus balances fundamentalmente con deuda. Por todo ello, tienen muy poco capacidad de absorber pérdidas, por lo que tienen mucho potencial para desatar una ola de insolvencia en todo el sistema financiero, tanto europeo como mundial.
Terror a que haya problemas en la banca
Por ello, los líderes europeos viven aterrorizados ante la posibilidad de encontrarse con su propio momento Lehman, cuando una caída moderada del valor de la deuda destara un pánico generalizado y otro colapso en la economía real.
Precisamente por ello, cuando se propuso una reestructuración de la deuda griega incluyendo quitas, la élite financiera europea se opuso, siendo Alemania y Francia los más preocupados por las consecuencias de un default griego.
El ex economista jefe pone de ejemplo al alemán Deutsche Bank y a los franceses BNP y Credit Agricole, que han gestionado muy mal sus riesgos, tanto ellos como sus reguladores nacionales. Deutsche Bank, en concreto, es "el peor" y habitualmente se le denomina como un gran hedge fund, y no precisamente como un cumplido. Alemania esconde los escándalos de Deutsche Bank por puro interés económico.
El origen del problema de "este monstruo bancario europeo", según Johnson, es la "locura" que supone pensar que banqueros y políticos pueden determinar conjuntamente los riesgos de los activos.
"¿Qué tiene ahora en el contexto europeo un riesgo bajo o cero?", se pregunta. La deuda soberana, a pesar de lo que pasó en Grecia, y aquellos que prestaron al gobierno griego, es decir, los supuestos poderosos bancos de los grandes países de la Eurozona.
Francia y Alemania son culpables
"¿Y por qué se calla el FMI sobre esta vulnerabilidad?", añade antes de criticar la sobrerrepresentación europea en este organismo, lo que es un gran fallo para el funcionamiento de la institución.
Y es que los grandes países europeos no son los deudores, pero son los que crean los problemas al negar la vulnerabilidad de su sistema financiero.
El ex economista jefe del FMI asegura que la institución no lo hizo mal del todo, ya que los mayores problemas vinieron de la actitud de los grandes países de la Eurozona.
"Los gobiernos francés y alemán son los que deben asumir la responsabilidad por la severidad de la depresión en Grecia y por el excesivo grado de dureza impuesto a la gente vulnerable en la periferia.
Hay mucha retórica sobre la solidaridad, pero la realidad es que se ha permitido que la estrategia insensata sobre la banca ha guiado las decisiones políticas macro", concluye.
Por ello, a menos que el FMI sea capaz de enfrentarse a los europeos directa y públicamente, podemos esperar que haya más desastres al estilo griego.
¡Que vienen los 'cocos'!
Los inversores huyen de los bancos por miedo a nuevas turbulencias
- Los tenedores de 'cocos' venden en masa ante el riesgo de sufrir pérdidas
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A día de hoy, la mayoría de los bancos de la Eurozona cuentan con el capital suficiente para cumplir con la normativa y enfrentar los diversos shocks económicos que se pueden producir.
Sin embargo, muchas de estas entidades pueden ver comprometidos sus niveles de capital en los próximos años si la economía se termina torciendo, lo que está generando serios problemas de confianza en algunos gigantes financieros.
Las acciones y los bonos 'cocos' están siendo los activos más castigados por estas turbulencias. Los inversores huyen y se protegen.
Un buen ejemplo de esta situación es el desplome que está sufriendo el precio de los 'cocos' emitidos por Deutsche Bank en las últimas semanas.
El banco alemán podría dejar de pagar el cupón de este año si la entidad no puede cumplir con ciertos requisitos. Además, algunos inversores ya están cubriendo posibles pérdidas mediante ventas al descubierto de acciones de los bancos implicados y mediante adquisiciones de Credit Default Swaps (CDS).
Los 'cocos' son bonos convertibles, que como explica el Financial Times, pueden generar grandes problemas a los inversores (en esta caso los bancos) si los resultados no son los esperados. Y es que, los bonos 'cocos' están diseñados para convertirse automáticamente en acciones bajo ciertas condiciones.
Así las cosas, los que en un principio eran acreedores de un banco tras comprar estos 'cocos' pasan a ser dueños una vez que sus bonos se convierten en acciones, lo que puede diluir el precio de la acción de los inversores que ya estaban expuestos a la empresa con anterioridad.
Como explica Juan Ramón Caridad, director del Máster de Finanzas e Inversiones Alternativas, "un 'coco' es un producto en el que, a cambio de un cupón atractivo, asumes que vas a ser bonista cuando la bolsa suba y que, además, serás accionista cuando la acción de la compañía sobre la que tienes el 'coco' caiga.
Es un producto que le viene genial a la compañía que lo emite, pero que, salvo que no haya volatilidad en los mercados, es francamente malo para el inversor".
El banco emisor tiene la última palabra
Ahora que el panorama económico no parece tan claro como hace unos meses, las acciones de los bancos están corrigiendo con fuerza, ya que sus beneficios futuros podrían estar en el aire.
Los precios de los 'cocos' (son los bonos calificados con mayor riesgo dentro de la deuda de los bancos) están cayendo en picado en el mercado secundario. Los tenedores de estos instrumentos se sitúan en la segunda posición en el orden de absorción de pérdidas, después de los accionistas.
Los 'cocos' están representando el castigo de los bancos en los mercados financieros. Tal y como señalaban en 2014 desde Asesores Financieros Internacionales, "las emisiones de 'cocos' podrían desincentivar a los actuales accionistas a inyectar capital antes de que fuera necesario, forzando a que los tenedores de 'cocos' asumieran la primera pérdida en condiciones de igualdad con los antiguos accionistas", lo que está podría convertir a este instrumento en una trampa para los inversores.
Estos activos híbridos se convierten en acciones del banco que los ha emitido al precio de la acción en el momento de la conversión, o también pueden pasar a tener valor cero, dependiendo de las condiciones acordadas en el prospecto de emisión.
Estas condiciones de conversión están relacionadas con los ratios de capital de la entidad emisora, explican los profesores de universidad Carlos Rodríguez Monroy y Ángel Huerga en la revista Economía Industrial.
Advertencias sobre su riesgo
La Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros de España (Adicae) advirtió en 2014 sobre los riesgos derivados de los bonos convertibles en acciones (cocos en el argot financiero), los que ha denominado las "nuevas preferentes" de la banca. Las emisiones de 'cocos' llegaron a España en 2012, con BBVA, Popular y Banco Santander como principales responsables de las emisiones de estos productos.
Adicae informó de que el Supervisor Europeo de los Mercados (ESMA) había lanzado una comunicación en la que "duda que los inversores sean plenamente conscientes de los peligros de los cocos", al tiempo que pedía que "se evaluasen los riesgos de manera adecuada para su valoración".
"Los cocos ahora suponen la principal ofensiva de la banca para recapitalizarse a costa de sus clientes con las preferentes fuera de la comercialización para los pequeños ahorradores", explicaba la asociación en un comunicado.
Masacre en Silicon Valley:
la burbuja pincha arrastrando a titanes y enanos
- Las vacas sagradas como Alphabet y Facebook aguantan a duras penas
- Twitter y LinkedIn se hunden recordando lo que sucedió en el año 2000
- Los proyectos extravagantes son síntomas del exceso, según JP Morgan
La incertidumbre con la que hemos comenzado 2016, con sospechosos habituales como China o el petróleo generando importantes vaivenes en los mercados, ha servido de excusa para pinchar la burbuja tecnológica a este lado del Atlántico. Un hecho del que ya se ha venido hablando desde hace tiempo pero del que ya se pueden encontrar señales evidentes.
El más contundente de ellos está en el desplome que sufre el Nasdaq Compuesto, que desde el pasado mes de julio se ha derrumbado un 18% y es el indicador bursátil que acelera la posibilidad de un mercado bajista.
No es para menos. Incluso las vacas sagradas de la tecnología han dado más de un susto durante las últimas semanas. Entre ellas destaca Apple, que no sólo proyecta una caída en sus ventas en el trimestre en curso sino que en lo que llevamos de año ha perdido un 10% de su valor y borrado más de 60.000 millones de dólares en capitalización bursátil.
Alphabet, que tras presentar unos resultados trimestrales convincentes y arrebatar a la de Cupertino el título de compañía más valiosa del mundo, acumula pérdidas del 8,5%. Facebook, la red social de Mark Zuckerberg, cuyas cifras trimestrales también superaban expectativas, se dejan, de momento, un 3,5% desde el arranque de 2016.
Masacre en la segunda oleada
Sin embargo, la verdadera masacre llega de mano de las compañías fruto de la segunda oleada de Internet, la web 2.0, donde salvo contadas excepciones como la de Facebook, las pérdidas son evidentes.
Twitter sigue sin encontrar un rumbo claro y se deja en 2016 un 36%. Desde su salida a bolsa, sus inversores han visto como se ha esfumado un 64,5% del valor de sus títulos.
Otro caso sangrante es el de LinkedIn, la red social para profesionales, que se ha dejado desde el 4 de enero un 52% de su valor. En este caso, sin embargo, sus acciones acumulan subidas del 15,9% desde su estreno en el parqué a finales de mayo de 2011.
Desde JP Morgan, el analista estrella del sector tecnológico Marko Kolanovic estimaba en un informe distribuido entre sus clientes que la burbuja tecnológica acumulada durante los últimos años ha terminado por estallar.
"Mientras muchas de estas compañías podrán dar lugar a avances tecnológicos importantes, existen señales de exceso y destrucción de capital para sus accionistas en el futuro", explica.
En este sentido, el experto considera que muchas compañías tecnológicas, especialmente las mejor posicionadas como Apple, Alphabet o Amazon, "pueden poner sus esperanzas en proyectos extravagantes tales como coches, naves espaciales o aviones no tripulados pero estos proyectos son síntomas del exceso acumulado".
¿Se repite el 2000?
Con estas declaraciones, Kolanovic hace hincapié en las conocidas bajo el acrónimo de F.A.N.G (Facebook, Amazon, Netflix y Google), que se convirtieron en las niñas bonitas del mercado a lo largo del año pasado pero cuya euforia ha emulado comportamientos de la burbuja de las puntocom del 2000.
De hecho el analista de JP Morgan cuestiona la prudencia de muchos inversores a largo plazo, especialmente los jubilados estadounidenses, que han apostado por estos valores, cuyos tres principales componentes duplican el valor de todos los valores que componen el US S&P small-cap universe (compuesto por 600 compañías).
"Este tipo de inversiones son cuestionables dado el riesgo que implican", aclara. Estadísticamente, durante un largo periodo de tiempo, las compañías pequeñas suelen aventajar la rentabilidad de las compañías de gran capitalización en un 75% de las ocasiones.
Mala pinta para las más jóvenes
Sobre otros valores más jóvenes y peor posicionados como Twitter o LinkedIn, Kolanovic recuerda que "las preferencias de los usuarios de redes sociales cambian drásticamente". Un hecho importante a tener en cuenta y que JP Morgan ejemplifica con nombres como Friendster o Myspace.
"El corto ciclo de vida de estas compañías está asociado a unas barreras de entrada mucho más bajas y cambios frecuentes que están ligados a las modas de las generaciones más jóvenes", explica el analista del banco estadounidense.
Al respecto añade que los modelos de valoración de estas compañías no suelen tener en cuenta la corta vida de su ciclo de negocio. "Seguimos viajando en aviones diseñados hace 40 años pero los usuarios de las redes sociales son mucho más impulsivos y las tendencias han cambiado radicalmente en la última década", incide en su informe.
"Los aviones, por ejemplo, no pueden construirse en la habitación de una residencia universitaria y no pasan de moda como lo hacen las aplicaciones", sentencia.
A la espera de lo que pueda suceder en los próximos meses, es cierto que los valores tecnológicos han borrado desde que comenzase el año más de medio billón de dólares en capitalización bursátil y el Nasdaq Compuesto se postula como el primer indicador bursátil en EEUU que podría acabar borrando un 20% de su rentabilidad desde sus máximos, un hecho que oficializaría su tendencia bajista.
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