A mitad de su mandato Macri no puede ocultar el monumental abismo entre sus promesas y la realidad.
Auguraba una lluvia de dólares para bajar la inflación, con alto crecimiento, creación de empleos, boom de emprendedores y erradicación del asistencialismo.
También pronosticaba una drástica reducción del déficit fiscal y un manantial de dinero para obras públicas proveniente del fin de la corrupción.
Proclamaba, además, que el “retorno al mundo” sería premiado con un gran financiamiento productivo y una expansión de las exportaciones.
El incumplimiento de estas previsiones fue muy visible desde el principio.
Por eso el gobierno trasladó el despegue para el segundo semestre y luego pospuso el debut para el año siguiente. Ahora disfraza con nuevas artimañas sus magros resultados.
PRETEXTOS Y ENGAÑOS
Los voceros de Cambiemos presentan como un gran logro la reducción de la inflación, que inicialmente duplicaron.
El porcentual del bienio llegó al elevadísimo 73%. La meta del 2016 era 12% y fue 41% y la pauta del 17% para el año siguiente terminó en 24%.
Con la única excepción de un pico en 2014 (38%), la inflación del PRO ha superado todos los promedios desde 1991. La ausencia de datos creíbles durante la década precedente no impide corroborar esa conclusión, con numerosas estimaciones alternativas.
Los datos de algunas investigaciones (CIFRA, 2018) desmienten los anuncios del gobierno. Lo que Macri presenta como un insólito “crecimiento invisible” es el conocido rebote que sucede a las caídas. Computando la recesión del 2016 (-2,2%) con la recuperación del 2017 (2,9%), el resultado es neutro y el nivel de actividad se ubica en el mismo piso del 2015.
El incremento de la ocupación carece de envergadura y simplemente refleja ese vaivén. Incluye, además, el reemplazo de empleos estables por monotributistas precarizados.
El gobierno afirma que el salario se recuperó, olvidando que la recomposición del 2017 no compensó la caída del año anterior.
En el bienio se registró una disminución del 4,2% de esos ingresos en la actividad privada y del 6,3% en el sector público.
El ponderado repunte de la inversión repite los bajos porcentuales de 14-16% de los últimos años. La mejora en el agro o en la construcción apenas compensa el declive en la industria.
Los funcionarios destacan la reducción de la emisión omitiendo su reemplazo por el endeudamiento. Macri ha convertido al país en el principal emisor planetario de títulos públicos, a tasas que superan el promedio regional.
Ya ubicó a la Argentina entre las cinco economías más vulnerables a los efectos de una eventual crisis internacional.
Con cualquier metodología de cálculo el déficit fiscal se ha disparado.
El desbalance primario ascendió levemente al principio por el ingreso extraordinario del blanqueo. Pero el componente financiero del agujero presupuestario trepa con los intereses de la deuda. El bache fiscal (6-7%) ya bordea las mismas cifras de los grandes terremotos de la economía.
Este cúmulo de desajustes condujo a la imprevista devaluación de diciembre.
Los propios banqueros que sostenían el encarecimiento del dinero (para lucrar con la bicicleta de las Lebacs) se atemorizaron.
Observaron con preocupación la desactualización del dólar frente a los precios internos y el potencial volcán que rodea al endeudamiento. El gobierno ya cubrió la mitad de sus necesidades financieras del año, pero despunta la desconfianza en su futura capacidad de pago.
El déficit comercial alcanzó el mayor desnivel de los últimos 40 años y la fuga de capital no cesa. Esta salida involucra a 84 de cada 100 dólares ingresados y se ubica en los mismos niveles del kirchnerismo.
Este escenario acrecienta el pase de facturas dentro del equipo económico. Los que exigen mayores tasas de interés y freno de la emisión chocan con los partidarios de la devaluación y el bombeo del nivel de actividad. Es una discusión sin salida entre los causantes del mismo desastre. Como no hay crecimiento ni inversión, la frazada es corta para cualquier alternativa.
Macri anuncia que “lo peor ya pasó” cuando lo peor está por venir. Al comienzo del 2018 la recuperación del PBI tiende a frenarse y los precios se despistan. La previsión oficial de inflación (15%) carece de credibilidad, frente a una oleada de tarifazos que retroalimenta la carestía.
Como el gobierno convalida el repunte del dólar la hoguera inflacionaria se expande.
El oficialismo sólo apuesta a frenar los precios con el cepo al salario. Pero ese techo resiente el consumo y apaga el único motor del PBI, ante el estancamiento de la inversión y el declive de las exportaciones. Para colmo, el bache fiscal amenaza la continuidad de la obra pública como sostén del nivel de actividad.
DESCONCIERTO Y JUSTIFICACIONES
Frente al sombrío escenario económico los funcionarios improvisan justificaciones. Repiten el pretexto de la demora y resucitan la llegada del segundo semestre con dos años de retardo. Esperan ese futuro venturoso para medidos del 2018, como fruto del ajuste realizado en las tarifas y el tipo de cambio. Pero esa leyenda ignora que la inflación continúa socavando ambas variables, hasta situarlas en el mismo punto de partida.
Los economistas de todos los palos alzan la voz. El empantanamiento del programa actual es evidente y se debate si el fracaso es reversible o encendió una bomba con incierta fecha de explosión.
También los estrategas del PRO buscan nuevas explicaciones de su inoperancia. Argumentan que la “herencia fue más pesada de lo imaginado” y que no dijeron “toda la verdad”. Pero ese lugar común -repetido por todos los gobiernos para exportar culpas- tiene poco auditorio. Olvida que los desequilibrios recibidos no presentaron la escala de la hiperinflación de 1989 o del colapso del 2001 y fueron acentuados por las propias medidas que adoptó Cambiemos.
El costo del gradualismo es la justificación más corriente de los fallidos oficiales. Afirma que una lenta marcha de los cambios genera resultados también aletargados. Pero ese diagnóstico no aclara nada. Sólo justifica lo que no funciona, suponiendo que apretando el acelerador se observarían otros efectos. Más sencillo es percibir lo contrario: el desastre actual sería infinitamente superior con una dosis mayor de la misma receta.
Si el rumbo fuera el correcto ya deberían notarse los brotes verdes del magnífico porvenir que augura Macri. En los hechos se observa lo opuesto: el anticipo de la hecatombe futura que prepara su gestión. El gradualismo es tan sólo un pretexto para justificar el endeudamiento. Antes era presentado como el cimiento de las inversiones productivas y ahora se lo acepta como una canilla para solventar gastos corrientes.
El argumento gradualista constata en los hechos la enorme dimensión de la resistencia popular. Cuando el gobierno afirma que un “ajuste abrupto desataría la guerra social”, reconoce la frontal oposición que existe a sus atropellos. Ese rechazo explica el perfil acotado de las permanentes agresiones del gobierno.
La impotencia de Macri ha multiplicado también las críticas de la derecha cavernícola. Cuestionan la lentitud del ajuste desde una perspectiva de salvajismo puro. Despotrican contra los funcionarios que “no se atreven a despedir empleados públicos” y proclaman la inexistencia de soluciones “sin un shock doloroso”. Obviamente se eximen de padecer la tragedia que promueven para el resto. Entre sus allegados de las clases acomodadas, no figura ninguna víctima potencial del empobrecimiento que publicitan.
Los derechistas tampoco ofrecen algún indicio del prometido renacimiento que sucedería al shock. Suelen omitir que en los 90 se ensayó la “cirugía sin anestesia”, que ahora presentan como una gran invención. Tampoco recuerdan que el colapso del 2001 fue un efecto de ese experimento. El trasfondo del problema no radica en el ritmo del modelo. Tanto el gradualismo como su aceleración conducen a un tenebroso resultado.
MITOS DEL LIBERALISMO
El macrismo también reflota viejas creencias liberales para justificar sus contratiempos. Atribuye el declive de la economía al gigantismo del estado y a la consiguiente endeblez del sector privado. Pero olvida que la expansión estatal siempre obedeció a algún fracaso del empresariado.
El estado rescató en incontables oportunidades a los banqueros, industriales o agro-propietarios en quiebra. Intentó compensar el comportamiento estéril de una burguesía que invierte poco, fuga capital y remarca precios. Los problemas de la economía no se originan en el estado, sino en los negocios fallidos de las clases dominantes.
Los líderes de Cambiemos reemplazan este diagnóstico por diatribas contra el populismo. Contraponen la demagogia de esa ideología con la actitud laboriosa de los modernizadores de Argentina. Macri enaltece especialmente a la generación del 80 y despotrica contra los populistas que arruinaron al país.
Pero nunca define el significado de esa demonizada condición. Sólo sugiere que alguna maléfica presencia popular destruyó el paraíso de la oligarquía vacuna. Los liberales no asignan al populismo un significado concreto. Lo identifican con las desventuras generadas por Maduro, Kirchner o cualquier adversario del momento.
Los ideólogos del PRO desconocen especialmente la gran responsabilidad de sus antecesores en las desgracias que denuncian. Suponen que desde 1930 Argentina fue gestionada por enemigos del liberalismo, olvidando a todos los gobernantes que anticiparon la política económica actual. Macri no inventó la apertura comercial, la agresión al sindicalismo o el deslumbramiento por el capital extranjero.
Es un dislate ubicar en el casillero populista a los conservadores, militares, gorilas o menemistas que manejaron el estado. Cambiemos recurre a una gran cuota de amnesia parar recrear sus engañosas ilusiones fundacionales.
Sus voceros proclaman que necesitan tiempo para extirpar la “cultura de la desmesura”, que busca soluciones fáciles con caudillos salvadores (Llach, 2014). Pero el intento más reciente de esa redención fue encarado por el propio Macri, cuando supuso que su figura despertaría la confianza requerida para resolver los problemas de la economía.
Los autores más sofisticados plantean las mismas tesis con cierto despecho. Acusan a los argentinos de “vivir por encima de sus posibilidades”, entrampando al país en un nostálgico apego a riquezas ya extinguidas (Gerchunoff, 2016). Atribuyen ese espejismo a la “psicología de la clase media” (Levy Yeyati, 2015) e impugnan con gran enojo la “fantasía de consumo” de la década pasada (González Fraga, 2016). Por eso convocan a un gran ajuste del cinturón.
Pero generalizan a toda sociedad comportamientos de los enriquecidos, omitiendo que el despilfarro no es un hábito del pueblo. Es un privilegio de las minorías que derrochan los recursos negados a los trabajadores. Argentina no se convirtió en un desierto. Preserva los mismos activos del pasado, pero sometidos a una mayor depredación o inutilización. Los teóricos del PRO encubren a los responsables de ese estancamiento y culpabilizan a sus víctimas.
Los liberales suelen combinar diagnósticos sombríos con entusiastas augurios de oportunidades para todos. El mito del emprendedor sintetiza esa ensoñación. Supone que con algún ahorro, cualquier individuo puede enriquecerse en la actividad privada. El propio despido es presentado como una ventajosa posibilidad para crear parrillas o cervecerías.
Con esa ilusión enaltecen la conversión de los trabajadores estables en precarizados. Evitan cualquier balance de lo ocurrido en los 90, cuando el desempleo generado por las privatizaciones empujó a millones de argentinos a la informalidad laboral.
Con ese mismo elogio del individualismo se recortan los planes sociales o se promete reducir la marginalidad con mayor esfuerzo escolar de los asistidos. Basta con observar la brutal agresión contra la docencia para notar la hipocresía de esa iniciativa. ¿Cómo esperan capacitar a los desocupados si al mismo tiempo destruyen la educación pública?
Pero incluso mejorando sus calificaciones educativas el grueso de los parados seguirá sin trabajo. La carencia de empleo proviene del estancamiento de la economía y no de la ausencia de graduados en los colegios primarios o secundarios.
La ceguera liberal no sólo impide registrar esa evidencia. También induce a suponer que los ciudadanos aceptan los sacrificios del modelo actual. Los macristas afirman que esa comprensión se refleja en la expectativa de mejoras futuras registrada por algunas encuestas.
Pero esa actitud en todo caso obedece al miedo a un estallido y no a la esperanza en un imperceptible bienestar. El temor a la repetición del 2001 es un trauma aún presente en gran parte de la sociedad.
Los críticos ultra-derechistas aprovechan esa combinación de malestar y temor para desplegar su demagogia. Los medios hegemónicos auspician su prédica y dan cabida a los personajes que proclaman la insuficiencia del ajuste. Milei, Gaicomino, Espert, Broda, Artana siempre encuentran algún micrófono para explicar la conveniencia de un virulento corte del gasto publico.
Todos ubican la poda en los salarios y no en los intereses de la deuda. Adoptan poses de gran irritación para canalizar la inconformidad general hacia un proyecto más regresivo. Posteriormente suelen amoldarse a lo que necesita el establishment. Alsogaray gestionó con Menem, López Murphy con la Alianza y Melconian con Macri.
BANQUEROS OFF SHORE AL COMANDO
Cambiemos ha reciclado la vieja creencia liberal que atribuye la crisis argentina a la corrupción. Repite que el país no atrajo capitales por el rechazo que suscitan los grandes negociados con el erario público. Pero olvidan que ese flagelo es frecuentemente observado como una ventaja por los capitalistas. Como permite hacer ganancias rápidas, en muchas economías hay alto crecimiento con baja transparencia en la administración pública. El motor del sistema es la rentabilidad y no la honestidad.
La falsa equiparación de la pulcritud institucional con la prosperidad es un mito de la derecha para manipular la opinión pública. El tradicional pretexto de los golpes militares es últimamente utilizado para señalar, que el dinero faltante en los hospitales y colegios fue acaparado por el funcionariado kirchnerista.
Pero esa creencia choca con la escala actual de hurtos al fisco. La cleptocracia que maneja el gobierno privilegia descaradamente sus negocios particulares.
La venta de empresas capitalizadas con información confidencial es un mecanismo en boga de esas estafas. Varias firmas vinculadas a la familia presidencial favorecidas por medidas oficiales se vendieron a precios elevados (peajes, parques eólicos, transporte aéreo). Con un recurso parecido el íntimo de Macri (Nicolás Caputo) se desprendió de su constructora y su primo (Calcaterra) negocia un trato semejante.
Todos los miembros del gabinete apuntalan sus empresas desde ambos lados del mostrador. Aranguren premia a Shell, Quintana a Farmacity y Braun a los supermercados. Mientras proclaman la ausencia de conflicto de intereses, transfieren fortunas a sus propias compañías. Sólo la manipulación de los jueces y el blindaje de los medios taponan la difusión de esos escándalos.
Es evidente que Macri encabeza un gobierno de los capitalistas. Delegó la gestión del país en sus propios dueños, conformando un gabinete de CEOs que trasladó su modelo de gerenciamiento a todos los estamentos de la función pública.
Un gran segmento del electorado avaló ese desembarco, imaginando que estimularía la inversión de la burguesía. Cambiemos alentó esa creencia presentado a sus ministros como patriotas, que renunciaban a grandes ingresos en la actividad privada para servir a la nación.
Dos años han sido suficientes para desmentir esas fantasías. Cada ministro maneja su radio de influencia como un plan de negocios. Pero ese desfalco no ha sido tan inesperado como la inoperancia de los CEOs. Exhiben un grado de ineficiencia muy superior a sus pares de la política. El descontrol de gastos y la ausencia de un comando nítido en el área económica potencia ese desorden.
El desmadre actual también obedece al predominio de los financistas. La crema de los banqueros impone el alocado endeudamiento que afrontarán las próximas generaciones. No actúan como simples comisionistas. Manejan sus fortunas con empresas off shore para evadir impuestos, encubrir fraudes o lavar dinero.
Todos los popes del PRO (Macri, Caputo, Aranguren, Grindetti, Avruj, Clusellas) ocultan su dinero en paraísos fiscales, que cobraron notoriedad por filtraciones externas. Los acusados alegan ausencia de delito en una actividad contrapuesta con cualquier principio de honestidad. En los hechos reproducen la conducta de los principales capitalistas (Mindlin, Elsztain, Galperín), que realizan sus grandes operaciones a través de las cuevas off shore.
Por su parte los ministros localizan su patrimonio personal en el exterior, mientras convocan a fortalecer el ahorro nacional. En el colmo de la hipocresía la recaudación ha sido delegada a un experto en evasión. El nuevo jefe de la AFIP (Cuccioli) se especializa en proteger millonarios que eluden las obligaciones fiscales. Argentina ya ocupa el quinto lugar en el ranking mundial de evasión y con Macri seguirá ubicada en ese podio.
LA COMPARACIÓN CON LOS 90
La enorme gravitación de los banqueros ensombrece el favoritismo inicial que tuvo el lobby agro-minero. La soja, el litio y el petróleo son los principales negocios en agenda, pero ningún subsidio compensa el torrente de dinero que capturan los financistas. Además, persisten viejos conflictos con proveedores internacionales de semillas (Monsanto) y los gobiernos ensalzados por Macri cierran sus mercados en Europa y Estados Unidos.
La continuada apreciación del tipo de cambio y los efectos de la sequía anticipan nuevas tensiones.
Pero los choques de mayor porte involucran a la industria. Aunque la cúpula de la UIA sostiene al gobierno -apostando a una drástica demolición de los derechos laborales- el grueso del sector sufre la apertura importadora.
El descomunal déficit comercial ilustra la magnitud de esa invasión. En lugar de abastecer a las góndolas del mundo, Argentina absorbe todo tipo de excedentes del resto del planeta.
El conflicto con la industria asume contornos dramáticos con el cierre de empresas. Una hemorragia de suspensiones, quiebras y despidos afecta a todas las zonas fabriles. El proyecto de convertir las plantas de Tierra del Fuego en espacios vacios para el turismo ilustra esa devastación.
Este escenario presenta muchas semejanzas con el menemismo. Macri retoma la misma adaptación de la economía argentina a los requerimientos de la mundialización neoliberal. Las analogías se extienden incluso al personal que implementa ese amoldamiento. Los mismos derechistas vuelven a ocupar estamentos claves del estado. Como la difusión de esos parecidos suscita incomodidades Durán Barba censura cualquier comparación. Pero es evidente que con una nueva retórica el macrismo repite los 90.
Esa política demuele el tejido social y expande la miseria. La difundida imagen de un proyecto para un tercio de la población (sin lugar para el resto) retrata el modelo actual. La destrucción del empleo estable reproduce el desamparo que legó Menem.
Pero existen varias diferencias con ese precedente. Cambiemos enfrenta una resistencia popular muy superior a la imperante en los años del riojano. No pudo doblegar los paros, marchas y piquetes que erosionan su proyecto y pagó un alto costo por cada agresión.
En diciembre perpetró el saqueo a los jubilados en el Congreso, pero perdió la batalla en las calles. Como la actual relación de fuerzas le impide avanzar, apuesta a la reelección para imponer el ajuste. Pero necesitará alinear muchos planetas para materializar ese operativo.
Macri compra las mismas fantasías de Menem. Supone que el mundo lo apoya y se toma en serio los patéticos piropos que recibe de Occidente. No registra cuánto ha cambiado el escenario internacional en las últimas décadas. La euforia con las privatizaciones de América Latina ya es historia y los mercados de las grandes potencias están cerrados para las exportaciones argentinas. Los poderosos del mundo tantean sus negocios en el país sin ofrecer nada a cambio.
Luego de prodigarle a Macri un trato despectivo, Trump incumplió su promesa de reabrir las compras estadounidenses de limones. Bloqueó además las ventas de biodiesel que ahora extendería al acero. En Europa predomina la misma conducta. Ningún gobierno acepta adquirir carne o biodiesel a cambio de un acuerdo con el MERCOSUR, que anularía prerrogativas del estado en el manejo de las licitaciones públicas.
Las decepciones con Occidente obligaron al timonel del PRO a olvidar sus críticas a Rusia y China. Improvisó visitas de emergencia a esos países para mendigar ventas, créditos e inversiones. El “retorno de Argentina al mundo” entraña un inagotable cúmulo de sinsabores.
También en el plano interno la comparación con los 90 desfavorece a Cambiemos. Como Macri asumió sin la pesadilla de una hiperinflación previa, no ha podido lucrar con el espejismo que generó la convertibilidad. En lugar de la abrupta estabilización de precios que apuntaló a Cavallo, carga con el continuado agravamiento de la carestía. La inflación estructural que padeció el kirchnerismo -por restricción de la oferta ante una demanda recompuesta- ha sido sustituida por las típicas remarcaciones que suceden a la devaluación y los tarifazos.
Al igual que en los 90 la apreciación del tipo de cambio destruye la producción nacional y debilita las exportaciones. El impactante bache generado por el despilfarro de dólares en el turismo repite la experiencia de Martínez de Hoz y Cavallo.
Pero la semejanza más dramática con el pasado se localiza en el endeudamiento. El gobierno cuenta con reservas y margen para seguir tomando préstamos, pero alimenta una peligrosa caldera. Cualquier desconfianza de los acreedores o una imprevista adversidad internacional pueden desatar el descalabro. Macri ha colocado nuevamente al país en esa trampa.
EL TRASFONDO DEL DECLIVE
Los neoliberales encubren con ensoñaciones los problemas de la economía. La última moda es presentar a Colombia y Perú como los modelos a seguir (Espert, 2017). Curiosamente esa comparación sudamericana soslaya a Bolivia, que tuvo el ritmo de crecimiento más intenso de la última década.
Tradicionalmente los derechistas emulaban a Estados Unidos o más recientemente a España e Italia. Que ahora postulen la imitación de economías subdesarrolladas es una confesión de lo que imaginan para el futuro. Intentan transmitir una visión edulcorada de los modelos extractivistas, ocultando cómo masifican la exclusión social.
Pero no explican además, por qué razón Argentina atrae inmigrantes de esas naciones (y no al revés). En sus relatos también omiten que Colombia o Perú carecen de la estructura industrial, que el neoliberalismo pretende demoler en nuestro país.
Otros exponentes del libreto marcrista convocan a seguir el sendero de Australia (Levy Yeyati, 2016), como si Argentina tuviera posibilidades de elección. Desconocen que la lejana nación de Oceanía tiene una densidad demográfica inferior y un porcentaje superior de recursos naturales por habitante. Ha sido ajena a la complementariedad y rivalidad agrícola con Estados Unidos y su proximidad con el Sudeste Asiático le permitió reconvertir sus exportaciones primarias. Mantiene, además, una estructura social más igualitaria y nunca afrontó las tensiones de cualquier país latinoamericano.
En su afán comparativo los propagandistas del PRO eluden evaluar las semejanzas con Brasil. Allí se verifica la misma regresión industrial y primarización exportadora que padece Argentina. También se observan volatilidades del capital y serruchos del PBI muy parecidos.
Pero el retroceso fabril de nuestro país es mucho mayor. Basta observar la balanza comercial entre las dos naciones para registrar ese declive. Argentina se industrializó antes con un mercado interno más solvente y conquistas sociales de envergadura superior. Por eso afronta una inadaptación mayor a las exigencias de rentabilidad de la globalización capitalista. Los principios de competitividad y productividad -que tanto endiosan los neoliberales- son las desgracias que impone ese sistema a la mayoría popular.
Argentina ha perdido el privilegiado lugar que tenían en el pasado sus exportaciones de carne y trigo. La soja no cumple la misma función multiplicadora de otras actividades productivas. La quiebra de la agricultura integral y la irrupción del extractivismo minero acentúan la eliminación de puestos de trabajo
La mundialización neoliberal es una pesadilla para la reestructuración capitalista del país. Por eso se ha estabilizado un retroceso permanente que condena a un tercio de la población a la informalidad laboral. El asistencialismo estructural que han incorporado las cuentas públicas ilustra esa dura realidad. Es una erogación surgida de la lucha popular, que se ha tornado indispensable para la reproducción social. Mientras Macri divaga con el espejo de Europa, los datos sociales asemejan al país al resto de América Latina
LA CRÍTICA NEODESARROLLISTA
Muchos objetores del curso actual eluden evaluar las dificultades que afronta una reconversión expansiva de Argentina. Observan al capitalismo como un dato inamovible y reducen todas las desventuras de la economía a los desaciertos del modelo vigente. Contraponen el proyecto del macrismo a una política neo-desarrollista, que permitiría apuntalar un sendero de crecimiento e inclusión.
Ese contraste es difundido por los defensores del kirchnerismo. Subrayan especialmente las diferencias entre ambos modelos en la evolución de los salarios, el endeudamiento, las importaciones y las tarifas (Scaletta, 2017).
Pero ese abordaje olvida el sustrato capitalista común de los dos esquemas y su consiguiente adaptación a momentos diferentes de la acumulación. El neo-desarrollismo irrumpió para enmendar el descalabro legado por el 2001. Intentó revitalizar la industria con auxilios estatales, bajas tasas de interés y tipos de cambio competitivos, sin remover el esquema agro-exportador .
Por esa limitación volvió a depender de la coyuntura internacional y sólo pudo mantener la bonanza durante los altos precios de las exportaciones. En ese periodo recompuso la producción y sostuvo el crecimiento con la afluencia de dólares. Pero al mantener intactos los cimientos del subdesarrollo, quedó paralizado frente al cambio adverso del contexto internacional. En ese momento reaparecieron los cuellos de botella, el incentivo al consumo dejó de funcionar y el déficit fiscal resurgió con alta inflación.
Este balance es habitualmente omitido por los partidarios del kirchnerismo. En su mayoría soslayan cualquier caracterización de lo sucedido en el terreno económico. Estiman que el macrismo se impuso por errores en el plano político o cultural y sólo extienden esos desaciertos a la relación con la clase media o al manejo de la estrategia comunicacional.
Con esa mirada idealizan la gestión K y limitan el cuestionamiento del macrismo a sus atropellos más groseros. Evitan definir, además, su propuesta a futuro, en plena gestación de alternativas más conservadoras del peronismo. Esta actitud sintoniza con las preocupaciones estratégicas de la clase dominante, que busca asegurar la continuidad del curso actual en la variante del PRO o en una opción justicialista sustituta.
Para concebir otro camino hay que partir de otro diagnóstico, registrando cómo enlaza el declive argentino con la crisis del capitalismo dependiente. Esa caracterización induce a buscar alternativas comprometidas con la erradicación de un sistema, que empobrece a las mayorías populares.
REFERENCIAS
-CIFRA (2018) Informe de coyuntura, nº 26 Febrero. Mariano Barrera, Ana Laura Fernández, Mariana González y Pablo Manzanelli.
-Llach, Juan J; Lagos, Martín (2014). En el país de las desmesuras, La Nación, 26-9.
- Gerchunoff, Pablo (2016). La Argentina está en una trampa y no está condenada al éxito,
Clarín, 2-10.
-Levy Yeyati, Eduardo (2015), Una explicación psicológica a la decadencia económica argentina, Infobae, 12-7.
- González Fraga, Javier (2016). “Le hicieron creer al empleado medio que podía comprarse plasmas y viajar al exterior”, La Nación , 27-5.
-Levy Yeyati, Eduardo (2016) La trampa del desarrollo argentino, La Nación , 17-9
-Espert, José Luis (2017). Ar gentina debe imitar a Perú y Colombia,
https://www.youtube.com/watch?v=DcaGZfizRz0 , 13-3. -Scaletta, Claudio (2017) El shock macrista, Página 12 , 24-9.
Claudio Katz. Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=239440
Fuera el FMI - Paro activo y plan de lucha
Por Redacción
La vuelta del FMI ya merece el repudio de todas las clases populares.
Es que se trata de un rescate a la especulación financiera, la responsable de la corrida cambiaria, la beneficiaria de la bicicleta.
Es que se trata de un rescate a la especulación financiera, la responsable de la corrida cambiaria, la beneficiaria de la bicicleta.
El acuerdo stand-by que se cocina en Washington es una de las líneas de crédito más leoninas.
El martes 15 vence la friolera de 680 mil millones de pesos en Lebacs,esos papeles de especulación financiera que ya registran una tasa de interés del 42 por ciento.
El martes 15 vence la friolera de 680 mil millones de pesos en Lebacs,esos papeles de especulación financiera que ya registran una tasa de interés del 42 por ciento.
Si se renuevan a esos intereses, costarán sudor y sangre de los trabajadores argentinos.
Si se van al dólar, la devaluación puede alcanzar niveles hiperinflacionarios.
Si se canjearan por deuda del Tesoro, el ajuste fiscal para pagarla, que exigirá el FMI, será todavía mayor.
La oposición pejotista, en medio de la tormenta, le votó una de las leyes pedidas por Wall Street, la completa liberalización del mercado de capitales, justamente a los saqueadores.
La "ley de tarifas" es una gota en el océano, camino al veto, para la tribuna electoral de 2019.
La oposición pejotista, en medio de la tormenta, le votó una de las leyes pedidas por Wall Street, la completa liberalización del mercado de capitales, justamente a los saqueadores.
La "ley de tarifas" es una gota en el océano, camino al veto, para la tribuna electoral de 2019.
La única oposición de fondo es la de la clase obrera, que es la que enfrentó los planes del FMI en el pasado y los enfrentó en diciembre.
Organicemos la reacción de los trabajadores y el movimiento popular.
No se trata de un parito aislado contra el veto, como está pensando la burocracia sindical.
Organicemos la reacción de los trabajadores y el movimiento popular.
No se trata de un parito aislado contra el veto, como está pensando la burocracia sindical.
Se trata de un gran paro activo nacional y un plan de lucha por lo nuestro, contra la salida del FMI.
Por la unidad de los trabajadores y la izquierda.
Por la unidad de los trabajadores y la izquierda.
Fuente:http://www.prensaobrera.com/prensaObrera/1501/politicas/fuera-el-fmi
Macri toca Fondo
“Tenemos un problema, Houston”.
Por Jorge Altamira
El anuncio de que Argentina recurriría al FMI es el último (o el penúltimo) clavo en el ataúd de la política económica del macrismo – y del macrismo mismo. Christine Lagarde, la directora gerente del Fondo, se limitó a aceptar el inicio de “una conversación”, sin la menor urgencia por la caída de la Bolsa (un 20% desde febrero), la devaluación del peso, el remonte de la carestía, la corrida cambiaria o la renovación de los vencimientos de Lebac, por $600 mil millones, el miércoles que viene.
En el horizonte inmediato asoma un retiro de depósitos y una corrida bancaria- El FMI no puede incinerar sus recursos en un rescate financiero inviable, como ha quedado probado por la pérdida de reservas el Banco Central en estas semanas. “Háganlos ustedes mismos”, como en las camisetas, le ha respondido: “Do it yourself”. ‘Procedan al rodrigazo’, después llamen a los bomberos. El macrismo, después de todo, tiene más ‘Jefes Ejecutivos’ (Chief Executive Managers, Ceo’s) que todo el directorio del FMI.
Ancla o naufragio
La apelación al Fondo pone de manifiesto una opción política significativa. Los medios de comunicación y los ‘formadores de opinión’ no reclamaban tanto – sólo pedían que Marcos Peña y el elenco de ministros económicos fueran sustituidos por un mandamás único que unificara las decisiones de estrategia económica. Otros pretendían una coalición, con más participación radical, por un lado, y algo de pejota, por el otro. Macri interpretó que esto liquidaba la posibilidad de una postulación para la reelección en 2019.
Decidió entonces que el FMI sería la alternativa menos costosa; que era un ancla más conveniente que asociar a quienes le votaron todas sus leyes. En medio de un colapso eligió atrincherarse en el inmovilismo – luego, claro, de dar vueltas como una calesita. ¿Habrá consultado a Durán Barba, quien este fin de semana aseguró que el legado de Macri será más sólido que el de Carlos Marx? Las encuestas de opinión dirán algo, en los próximos días, sobre las ventajas electorales que puede brindar el FMI. Consciente de la situación, hasta el FMI podría llegar a exigirle que forme un gobierno de coalición.
El gobierno necesita desarmar una bomba de un billón doscientos mil millones de pesos de Lebac, el 60% a 35 días de plazo que anda merodeando en el mercado monetario, para echarle un zarpazo al dólar. Los intereses de esta deuda, ahora del 40% al año, pueden llegar a medio billón de pesos. La plata no la va a poner el FMI, cuya caja no alcanza para tanto.
Muchos fanáticos del mercado, como Cavallo, el rector del Cema, Carlos Rodríguez, diversos periodistas económicos, aconsejan una amputación: reemplazar las Lebac por un título compulsivo menos costoso y a mayor plazo – o sea declarar un nuevo ‘defol’.
Como alternativa también sugieren un ‘defol’, pero sin declararlo, como sería una devaluación a 30 pesos el verde. Después del trabajo sucio podría venir un ‘plan de estabilización’ del FMI, ya no para salvar a este gabinete, ni eventualmente al gobierno.
Mercado de capitales
Este horizonte un tanto siniestro no amilana, sin embargo, a los oficialistas convencidos que todo se para el miércoles, cuando macristas, pejotistas y massistas aprueben la ley más pedida por los fondos financieros internacionales – la de mercado de capitales.
Alguien debería explicar a esta gente que la gama de especulaciones financieras que habilitaría esa ley, tendría un efecto negativo en las condiciones actuales.
Es sencillo: el capital, en Argentina, especula ahora a la baja, lo cual potenciaría las tendencias al derrumbe de la Bolsa o del peso. Es lo que ocurre en el mercado norteamericano, donde se venden a la baja los títulos del Tesoro de EEUU, por la misma razón que en Argentina: un déficit fiscal monumental y un déficit comercial gigantesco. Lo mismo ocurrirá en poco tiempo más con las acciones que cotizan en Wall Street.
Algunos optimistas, que no ven el alcance de la guerra comercial que se ha desatado entre EEUU-China, EEUU-UE y EEUU-Rusia, aseguran una reversión de esta tendencia, pero para el tercer/cuarto trimestre del año. ‘Too Little, too late’, para que entiendan.
Ni público, ni privado
El derrumbe financiero de Argentina ha afectado el plan de obras públicas del gobierno desde mucho antes del anuncio de un recorte de u$s30 mil millones. El Cronista cuenta que las licitaciones se vienen postergando desde fines del año pasado, y que lo mismo ocurre con el pago de los certificados de obra.
La posibilidad de superar esta contingencia por el esquema de obras Público/Privado deberá esperar, porque el 90% de las inversiones exige un endeudamiento.
El Cronista estima el encarecimiento financiero de la construcción en estos términos, en tres a cuatro veces mayor que los emprendimientos del Estado, pero que aún podría subir otras tantas veces cuando se concedan las obras finalizadas a las compañías que las pongan en servicio.
La teta no da tanta leche.
Lo anterior vale para los tarifazos, que no son más que la dolarización de los servicios, cuando el salario mínimo no cubre la tercera parte de la canasta familiar.
El gobierno de Macri ha mostrado la vulnerabilidad de su posición al ‘pedir’ que los combustibles no sean aumentados hasta dentro de dos meses, ¡mientras mantiene la amenaza del veto a la ley que disminuya el porcentaje de estos mazazos!
Un diario recuerda que CFK ya había enfrentado esta situación en enero de 2014, cuando el entonces titular del Banco Central Juan Carlos Fábrega reaccionó como ahora lo hace Macri-Sturzenneger ante una devaluación, con ídem resultado. Los K terminaron reforzando el cepo.
Entonces, las Lebac recién arrancaban – ahora floran los u$s60 mil millones, con tasas usurarias. La situación se repitió cuando Macri levantó el cepo, pero la devaluación se detuvo por la emisión de Lebac, que ahora potencian la crisis.
Algunos consejeros no solicitados proponen resucitar el mercado del dólar futuro – el mismo que le ha costado a CFK un proceso judicial por parte de Bonadío.
Pero el compromiso de comprar dólares más adelante a un precio más bajo que el que alcance en ese plazo, es como endeudarse a pérdida. El reequilibrio previo de todas las variables supone un golpe de estado social monumental contra los trabajadores, y una crisis política del mismo alcance.
Clase obrera y nueva situación
En las condiciones de un rodrigazo potencial, de un lado, y una crisis política importante, del otro, el movimiento obrero debe ponerse en estado de preparación para responder con el mismo alcance.
El ajuste que se impone por medio de una ofensiva política del Estado no debe confundirse con el que produce el colapso económico de ese Estado -este último lo ejecuta una burguesía que ha perdido autoridad ante las masas, está confundida y se divide entre ganadores y perdedores.
Desafía a los trabajadores a tomar una iniciativa de gran porte. Es fundamental comprender que la quiebra del macrismo no es un resultado de un desajuste ‘macroeconómico’, sino de una lucha de clase emprendida desde el comienzo de este gobierno: movilizaciones contra ‘reformas educativas’, contra los despidos, contra impuesto a ganancias, ocupación de Clarín Pepsico y otras empresas, 2x1, “ni una menos”, dos 8 de marzo, las movilizaciones del 14 y el 18 de diciembre, etc. El gobierno y sus mandantes están contra sus propias cuerdas debido a una insistente lucha popular. Ahora se presenta un desafío mayor.
El cambio de la situación política encuentra a la burocracia sindical en un estado de mayor bancarrota que el Banco Central. No tiene ninguna condición para ofrecer una respuesta eficaz o tomar la menor iniciativa.
Solamente una gran acción de la vanguardia puede poner en movimiento a los sindicatos e incluso forzar a la burocracia a una adaptación mentirosa a la presión de las masas. Es hora de asambleas y congresos de delegados de base para adoptar un programa y un plan de acción.
El programa debe insistir en el ajuste de salarios y jubilaciones y la oposición a despidos y suspensiones, de acuerdo a las consecuencias de la crisis.
Pero debe ir más allá: contra todas las usinas provocadoras del colapso: los bancos que conspiran contra la moneda; los monopolios estratégicos responsables de los tarifazos; el negocio internacional, que retiene materias primas y acapara divisas. Nacionalización integral de estas industrias, bajo el control colectivo de los trabajadores. Es este programa o el de FMI.
Es la hora de multiplicar plenarios y asambleas para impulsar un Congreso de bases de las Centrales sindicales, y formar comités de huelga en todos los escalones del movimiento obrero, para lanzar un paro activo de advertencia y preparar la huelga general.
La acción histórica de las masas aparece con frecuencia como una aspiración imposible hasta que se vuelve inevitable.
“Tenemos un problema, Houston”.
Por Jorge Altamira
El anuncio de que Argentina recurriría al FMI es el último (o el penúltimo) clavo en el ataúd de la política económica del macrismo – y del macrismo mismo. Christine Lagarde, la directora gerente del Fondo, se limitó a aceptar el inicio de “una conversación”, sin la menor urgencia por la caída de la Bolsa (un 20% desde febrero), la devaluación del peso, el remonte de la carestía, la corrida cambiaria o la renovación de los vencimientos de Lebac, por $600 mil millones, el miércoles que viene.
En el horizonte inmediato asoma un retiro de depósitos y una corrida bancaria- El FMI no puede incinerar sus recursos en un rescate financiero inviable, como ha quedado probado por la pérdida de reservas el Banco Central en estas semanas. “Háganlos ustedes mismos”, como en las camisetas, le ha respondido: “Do it yourself”. ‘Procedan al rodrigazo’, después llamen a los bomberos. El macrismo, después de todo, tiene más ‘Jefes Ejecutivos’ (Chief Executive Managers, Ceo’s) que todo el directorio del FMI.
Ancla o naufragio
La apelación al Fondo pone de manifiesto una opción política significativa. Los medios de comunicación y los ‘formadores de opinión’ no reclamaban tanto – sólo pedían que Marcos Peña y el elenco de ministros económicos fueran sustituidos por un mandamás único que unificara las decisiones de estrategia económica. Otros pretendían una coalición, con más participación radical, por un lado, y algo de pejota, por el otro. Macri interpretó que esto liquidaba la posibilidad de una postulación para la reelección en 2019.
Decidió entonces que el FMI sería la alternativa menos costosa; que era un ancla más conveniente que asociar a quienes le votaron todas sus leyes. En medio de un colapso eligió atrincherarse en el inmovilismo – luego, claro, de dar vueltas como una calesita. ¿Habrá consultado a Durán Barba, quien este fin de semana aseguró que el legado de Macri será más sólido que el de Carlos Marx? Las encuestas de opinión dirán algo, en los próximos días, sobre las ventajas electorales que puede brindar el FMI. Consciente de la situación, hasta el FMI podría llegar a exigirle que forme un gobierno de coalición.
El gobierno necesita desarmar una bomba de un billón doscientos mil millones de pesos de Lebac, el 60% a 35 días de plazo que anda merodeando en el mercado monetario, para echarle un zarpazo al dólar. Los intereses de esta deuda, ahora del 40% al año, pueden llegar a medio billón de pesos. La plata no la va a poner el FMI, cuya caja no alcanza para tanto.
Muchos fanáticos del mercado, como Cavallo, el rector del Cema, Carlos Rodríguez, diversos periodistas económicos, aconsejan una amputación: reemplazar las Lebac por un título compulsivo menos costoso y a mayor plazo – o sea declarar un nuevo ‘defol’.
Como alternativa también sugieren un ‘defol’, pero sin declararlo, como sería una devaluación a 30 pesos el verde. Después del trabajo sucio podría venir un ‘plan de estabilización’ del FMI, ya no para salvar a este gabinete, ni eventualmente al gobierno.
Mercado de capitales
Este horizonte un tanto siniestro no amilana, sin embargo, a los oficialistas convencidos que todo se para el miércoles, cuando macristas, pejotistas y massistas aprueben la ley más pedida por los fondos financieros internacionales – la de mercado de capitales.
Alguien debería explicar a esta gente que la gama de especulaciones financieras que habilitaría esa ley, tendría un efecto negativo en las condiciones actuales.
Es sencillo: el capital, en Argentina, especula ahora a la baja, lo cual potenciaría las tendencias al derrumbe de la Bolsa o del peso. Es lo que ocurre en el mercado norteamericano, donde se venden a la baja los títulos del Tesoro de EEUU, por la misma razón que en Argentina: un déficit fiscal monumental y un déficit comercial gigantesco. Lo mismo ocurrirá en poco tiempo más con las acciones que cotizan en Wall Street.
Algunos optimistas, que no ven el alcance de la guerra comercial que se ha desatado entre EEUU-China, EEUU-UE y EEUU-Rusia, aseguran una reversión de esta tendencia, pero para el tercer/cuarto trimestre del año. ‘Too Little, too late’, para que entiendan.
Ni público, ni privado
El derrumbe financiero de Argentina ha afectado el plan de obras públicas del gobierno desde mucho antes del anuncio de un recorte de u$s30 mil millones. El Cronista cuenta que las licitaciones se vienen postergando desde fines del año pasado, y que lo mismo ocurre con el pago de los certificados de obra.
La posibilidad de superar esta contingencia por el esquema de obras Público/Privado deberá esperar, porque el 90% de las inversiones exige un endeudamiento.
El Cronista estima el encarecimiento financiero de la construcción en estos términos, en tres a cuatro veces mayor que los emprendimientos del Estado, pero que aún podría subir otras tantas veces cuando se concedan las obras finalizadas a las compañías que las pongan en servicio.
La teta no da tanta leche.
Lo anterior vale para los tarifazos, que no son más que la dolarización de los servicios, cuando el salario mínimo no cubre la tercera parte de la canasta familiar.
El gobierno de Macri ha mostrado la vulnerabilidad de su posición al ‘pedir’ que los combustibles no sean aumentados hasta dentro de dos meses, ¡mientras mantiene la amenaza del veto a la ley que disminuya el porcentaje de estos mazazos!
Un diario recuerda que CFK ya había enfrentado esta situación en enero de 2014, cuando el entonces titular del Banco Central Juan Carlos Fábrega reaccionó como ahora lo hace Macri-Sturzenneger ante una devaluación, con ídem resultado. Los K terminaron reforzando el cepo.
Entonces, las Lebac recién arrancaban – ahora floran los u$s60 mil millones, con tasas usurarias. La situación se repitió cuando Macri levantó el cepo, pero la devaluación se detuvo por la emisión de Lebac, que ahora potencian la crisis.
Algunos consejeros no solicitados proponen resucitar el mercado del dólar futuro – el mismo que le ha costado a CFK un proceso judicial por parte de Bonadío.
Pero el compromiso de comprar dólares más adelante a un precio más bajo que el que alcance en ese plazo, es como endeudarse a pérdida. El reequilibrio previo de todas las variables supone un golpe de estado social monumental contra los trabajadores, y una crisis política del mismo alcance.
Clase obrera y nueva situación
En las condiciones de un rodrigazo potencial, de un lado, y una crisis política importante, del otro, el movimiento obrero debe ponerse en estado de preparación para responder con el mismo alcance.
El ajuste que se impone por medio de una ofensiva política del Estado no debe confundirse con el que produce el colapso económico de ese Estado -este último lo ejecuta una burguesía que ha perdido autoridad ante las masas, está confundida y se divide entre ganadores y perdedores.
Desafía a los trabajadores a tomar una iniciativa de gran porte. Es fundamental comprender que la quiebra del macrismo no es un resultado de un desajuste ‘macroeconómico’, sino de una lucha de clase emprendida desde el comienzo de este gobierno: movilizaciones contra ‘reformas educativas’, contra los despidos, contra impuesto a ganancias, ocupación de Clarín Pepsico y otras empresas, 2x1, “ni una menos”, dos 8 de marzo, las movilizaciones del 14 y el 18 de diciembre, etc. El gobierno y sus mandantes están contra sus propias cuerdas debido a una insistente lucha popular. Ahora se presenta un desafío mayor.
El cambio de la situación política encuentra a la burocracia sindical en un estado de mayor bancarrota que el Banco Central. No tiene ninguna condición para ofrecer una respuesta eficaz o tomar la menor iniciativa.
Solamente una gran acción de la vanguardia puede poner en movimiento a los sindicatos e incluso forzar a la burocracia a una adaptación mentirosa a la presión de las masas. Es hora de asambleas y congresos de delegados de base para adoptar un programa y un plan de acción.
El programa debe insistir en el ajuste de salarios y jubilaciones y la oposición a despidos y suspensiones, de acuerdo a las consecuencias de la crisis.
Pero debe ir más allá: contra todas las usinas provocadoras del colapso: los bancos que conspiran contra la moneda; los monopolios estratégicos responsables de los tarifazos; el negocio internacional, que retiene materias primas y acapara divisas. Nacionalización integral de estas industrias, bajo el control colectivo de los trabajadores. Es este programa o el de FMI.
Es la hora de multiplicar plenarios y asambleas para impulsar un Congreso de bases de las Centrales sindicales, y formar comités de huelga en todos los escalones del movimiento obrero, para lanzar un paro activo de advertencia y preparar la huelga general.
La acción histórica de las masas aparece con frecuencia como una aspiración imposible hasta que se vuelve inevitable.
La noticia es tema del día y quizás de la semana, el anuncio del presidente argentino, Mauricio Macri, de pedir ayuda financiera al FMI recibió duras críticas de la oposición, mientras otros se muestran preocupados.
Por Maylín Vidal*
Y es que la gran mayoría de los argentinos mira con recelo esta vuelta al Fondo Monetario Internacional que en 2001 dejó dañada y convulsa la economía en el país.
Durante su mensaje desde la Casa Rosada, Macri apuntó que esta decisión la tomó pensando en el mejor interés de todos los argentinos.
Asimismo, manifestó que la nación depende mucho del financiamiento externo. ‘Durante los dos primeros años de Gobierno hemos contado con un contexto muy favorable, pero eso hoy está cambiando, las condiciones mundiales están cada día más complejas por varios factores, está subiendo la tasa de interés, el petróleo, se ha devaluado la moneda de países emergentes’.
‘El problema que tenemos es que somos de los países del mundo que más dependemos del financiamiento externo por el enorme gasto público que heredamos y que estamos ordenando’, acotó en su alocución.
Por otro lado, señaló que su convicción ‘es que estamos recorriendo el único camino posible para salir del estancamiento, buscando siempre evitar una gran crisis económica que nos haría retroceder y dañaría a todos’.
Subrayó a los argentinos y en especial a toda la dirigencia, que ‘cumpliendo con los compromisos y alejándonos de la demagogia y la mentira estoy convencido que el camino que tomamos va a lograr un mejor futuro para todos’.
Tras el mensaje del mandatario al filo del mediodía de ayer, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, dio una conferencia de prensa en la que envió un mensaje de tranquilidad. Hemos hecho progresos, creció el empleo, ha bajado la pobreza, está aumentado las exportaciones, hemos lanzado una reforma tributaria que bajará progresivamente los impuestos, dijo.
Sin embargo, añadió, hoy hay un cambio de contexto internacional, con una fuerte reversión en los flujos financieros desde los países emergentes hacia los centrales, hay un proceso de apreciación del dólar contra el resto de las monedas, del cual Argentina forma parte y estamos expuestos a la volatilidad de los mercados.
Decidimos buscar financiamiento preventivo para dotar de estabilidad al mercado e iniciamos conversaciones con el FMI para obtener una línea de crédito, enfatizó Dujovne, quien en horas de la noche partió con rumbo a Estados Unidos a negociar un entendimiento, que podría tener distintos tipos de montos y condicionalidades, reflejaron medios de prensa locales.
Empero, algunos expertos y economistas ven la medida como un fracaso del plan gradualista impulsado por el Gobierno actual en tanto la oposición y sectores sindicales se volcaron con duros mensajes.
Argentina vive desde hace días una incertidumbre cambiaria por la fluctuación del dólar en alza, que la víspera tuvo otro repunte.
‘Ir al FMI muestra que se busca la credibilidad perdida, fuera del país. Es un paso atrás. Atención a las condicionalidades. No se trabajó de manera preventiva con otros multilaterales como Banco Mundial o BID. Oportunidad perdida’, apuntó en uno de sus varios mensajes en twitter el economista y expresidente del Banco Central, Martín Redrabo.
‘Que el gobierno de Macri pida salvataje al Fondo Monetario Internacional es muestra del proyecto de recolonización que vive Argentina. El FMI fue y siempre será pérdida de soberanía: más pagamos, más debemos y menos tenemos’, escribió por su parte en esa plataforma el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel.
Desde ayer la etiqueta #Regresoalfondo se mantuvo en primer lugar en tendencia en twitter, donde voces de la oposición, gremios sindicales y ciudadanos del común se hicieron eco del anuncio con frases, fotos y videos.
Aunque no ha trascendido nada oficialmente, medios especulan que Argentina pedirá ‘un piso de 30 mil millones de dólares’.
En un comunicado, el bloque de diputados y diputadas nacionales del Frente para la Victoria rechazó el anuncio gubernamental y exigió al Poder Ejecutivo que cualquier posible acuerdo con el FMI, previo a su aprobación, sea discutido ampliamente en el Congreso de la Nación.
‘La decisión de hoy significa un grave retroceso. A los dos años y medio de gestión de Néstor Kirchner la Argentina canceló la deuda con el FMI, 13 años después, a dos años y medio de gobierno, Mauricio Macri nos manda al Fondo’, subrayó ese brazo político.
Muchos miran con cautela la decisión y siguen atentos a la movida del dólar que tras tocar un nuevo máximo con 23,66 pesos cerró la víspera con un alza de 61 centavos a 22,94 en agencias y bancos de la city porteña.
Varios medios ya especulan sobre la posible consecuencia de la subida de la moneda que, además de traer eudeudamiento, comienza a impactar aún más en la canasta básica.
Según el portal Minuto Uno, el alza de la moneda estadounidense empezó a trasladarse a las góndolas de los comercios con un incremento en los precios de hasta un seis por ciento con respecto a la semana pasada.
La Argentina de Macri en crisis: barranca abajo
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- mayo 5º, 2018
Carlos A Villalba |
El gobierno argentino de Mauricio Macri y las principales corporaciones económicas asentadas en el país, a diferencia de los procesos constitucionales que se caracterizan por tener planes políticos, actúa en función de un plan de negocios -favorable a esos grupos- y opera públicamente en base a un guión de comunicación y expresión simbólica, con el que relata situaciones inexistentes, sin anclajes concretos en la coyuntura.
En medio de su primera crisis político-económica profunda y multideterminada, sus principales funcionarios la niegan, a pesar de que los más despiertos o los menos implicados en enriquecimientos irregulares o atesoramiento de sus fortunas en guaridas fiscales ya escuchan los primeros crujidos de una alianza construida en función de un enemigo a derrotar y no de una propuesta de gobierno y avizoran las -para ellos preocupantes- primeras imágenes de un futuro con posibilidades de retorno del “monstruo populista” que les horroriza.
¿Halley o Titanic?
No importa si se utiliza la definición de crisis del diccionario de la Real Academia o se recurre al concepto griego de krísis; en cualquier caso se está frente a un “cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación”, a “algo que se rompe”, aunque e
Los estudios cualitativos de opinión, bien analizados, avizoran que mentiras como el crecimiento de puestos de trabajo, anuncios de inflación muy por debajo de lo que sufren vecinas y vecinos de a pie, falsas “compras por internet” que vacían a cada vez más comercios, empiezan a hartar a los propios votantes del PRO, en un fenómeno semejante a la fatiga provocada por las “cadenas nacionales” de Cristina Kirchner.
coordinadores globales de la operación, con 4.000 de los u$s 16.500 millones destinados al pago a los fondos buitre. También prestó a Macri parte de los u$s5.000 millones iniciales de la banca internacional destinada a “reforzar reservas” a poco de que asumiese la Presidencia del país.
En pocas semanas, cuando el frío recrudezca y las facturas de gas y electricidad que se usan para dar calor a los hogares y oficinas y para sectores de la producción fabril y se multipliquen la cantidad de usuarios sin capacidad de pago, la tensión llegará a su punto de máxima tensión.
El gobierno atraviesa su peor momentotambién en este plano, con una imagen presidencial negativa cada vez más pronunciada hasta llegar de 10 o 15 puntos por debajo de la positiva
funcionarios del gobierno anterior acusados de una corrupción de la que nunca se supo quiénes fueron sus corruptores o, directamente, con la que no tuvieron que ver.
Concurren distintos factores al diseño de la actual coyuntura, la más negativa para el gobierno que instaló sus reales y sus empresas en la Casa Rosada el 10 de diciembre de 2015.
A lo incontrolable de las variables económicas se sumaron problemas de índole política.
El coctel que apareció con furia en los últimas dos semanas incluye la incapacidad gubernamental para controlar la inflación por más que se la maquille, corrida bancaria todavía en curso, puja entre distintos sectores económicos, diferencias en el gabinete, denuncias reiteradas y en sede judicial contra muchos funcionarios de alto nivel, diferencias dentro de la alianza gobernante, aumento de la protesta socio-gremial, crecimiento del malhumor social, acercamiento entre distintos sectores opositores e indicios de que el tiempo de responsabilizar al gobierno anterior por las penurias actuales empezó a perder peso en el pensamiento colectivo.
- Incapacidad para controlar la inflación, un elemento que, para Macri y sus cuadros, es una variable determinante en sí misma y no un síntoma de la correlación de fuerzas entre sectores en pugna.
- Por lo demás, algo sencillo de controlar ya que, según lo expresó días antes de llegar a la Rosada, “es la demostración de tu incapacidad para gobernar. En mi gobierno la inflación no va a ser un tema”. Dos años después la inflación sumó un 76% y se calcula un fin de año con otro 25%, guarismos que lo condenan a la enfrentarse con su propia “incapacidad para gobernar”.
- Corrida bancaria,aún en curso y desarrollada por los especuladores alentados desde la cima del poder, que convirtieron dólares en Letras del Tesoro (Lebac), retomaron su capital con los jugosos intereses que ofrece el Banco Central y desataron una ola de compras a precio vil que hizo escalar la moneda estadounidense por encima de los $21 pesos el viernes 27 de abril, orillar los 22 el lunes 2 de mayo y superar los $23 el jueves 3, para cerrar a 21,52 al día siguiente, con un alza del 13,4% en solo 96 horas. Desde marzo el Banco Central perdió u$s 7.700 millones de sus reservas, además de hacer escalar cinco veces su tasa de referencia en otros tantos días hábiles, hasta remontarla al 40% anual, lo que en el mercado de créditos para pequeñas y medianas producciones, comercios y familias de menores recursos llevará los intereses hasta 100% y más a doce meses.
A diferencia de las corridas lanzadas contra las administraciones de Néstor y Cristina Kirchner, la actual no tiene carácter “destituyente”, ya que ni apuntan a la caída del gobierno de la alianza Cambiemos ni a correr los ejes estratégicos de sus políticas, sino al aumento dela rentabilidad de los diferentes sectores representados en el Ejecutivo nacional, vía precios, recortes y profundización del ajuste. Constituye una corrida contra el Banco Central que se puede llevar puesto a medio gabinete y, como siempre, a la economía real, en la que mal vive o sobrevive más del 50% de los argentinos.
- UNA DE PIRATAS. Un dato grave fue que el primero en huir de la bicicleta de letras ofrecida por el gobierno haya sido el JP Morgan (u$s 678 millones en solo dos días), primer banco de Estados Unidos y líder mundial en inversiones bancarias, servicios financiero se inversiones privadas, además de alma mater de miembros del gabinete nacional, empezando por alguien poco conocido como Vladimir Werning, director ejecutivo para América latina de ese gigante financiero hasta un día antes de sumarse a la administración Macri como jefe de asesores del entonces ministro de Hacienday Finanzas, también pupilo de los Morgan, Alfonso Prat Gay.
El economista es el verdadero artífice de las políticas económicas desarrolladas a partir del 28 de diciembre de 2017, cuando Marcos Peña Braun -guionado por él- anunció que la meta de inflación subiría al 15% en 2018, lo que permitiría bajar la tasa de interés al Central. El descalabro estaba en marcha.
Funcionarios como el ministro de Hacienda, Luis Caputo o su secretario de Finanzas, Santiago Bausili, quien percibió un bono del Deutsche Bank en 2016 y 2017 mientras se desempeñaba como funcionario público, también abrevaron en las mismas aguas del Morgan.
Esa banca, casi “naturalmente”, terminó constituyéndose en el principal colocador de bonos de deuda Argentina entre los cuatro
Los ministros Nicolás Dujovne y Luis Caputo son dos de los funcionarios con mayor cantidad de recursos desviados a las guaridas fiscales,denunciados por incompatibilidades y evasiones; sin embargo y con cara de póker, desde los noticieros televisivos de la mañana del 4 de mayo le hablaron a los mercados, aprovecharon para trasladar responsabilidades desde “la pesada herencia” a “la oposición” y confirmaron la meta inflacionaria de 15% anual, guarismo que será superado antes de cumplir la mitad de ese período.
Minutos después, el JP Morgan los desmintió sin consideración hacia el pasado compartido y evaluó que, como consecuencia de la salida de capitales producida en la última semana, se avizora un “peso más débil y una inflación más alta”, con $24 para el billete estadounidense, que se trasladará a precios y una inflación de 22%.
Estas diferencias tienen el agravante del interés de cada sector sobre el valor del peso, con unos que pretenden que haya una evolución devaluatoria gradual, con control del Banco Central y otros que pretenden un ascensor que lo libere hasta los $30 antes de fin de año, como ya le planteó a los asesores más directos de Macri el funcionario de la última dictadura y de la Alianza del estallido de 2001, Domingo F Cavallo.
La baja interanual de la venta de soja, por ejemplo, presentada por el gobierno y sus medios como resultante de los factores “climáticos”, en realidad tiene más relación con la retención de la cosecha en silobolsaspor parte de los productores agropecuarios, sobre todo a la espera de las subas del dólar.
El cálculo teórico del valor del billete verde, en función de la correlación entre emisión, reserva y deuda externa, trepa hasta los siderales $38. Desde ese guarismo, los sectores relacionados con el producto, aspiran a una trepada que, aunque no llegue a esas nubes, sea muy superior a la reciente.
- Diferencias en el gabinete, con visualización de las mismas a través de la filtración hacia los medios por parte de los distintos referentes, hecho que llevó a Marcos Peña Braun a preparar “una campaña para eliminar el off the record” porconsiderar que los periodistas “lo usan para hacernos decir cualquier cosa”.
Esas diferencias nacen en los intereses de las corporaciones a las que representan -desde la Shell hasta la gran banca internacional, pasando por La Anónima S.A. y los complejos agroexportadores- y cobran fuerza los roces y malestares que generan la exposición pública de las denuncias contra las principales figuras del elenco presidencial, en particular entre quienes en los paraísos offshore y pretenden salvar sus apariencias más tecnocráticas y menos gerenciales.
- Discrepancias intraalianza gobernante, que ya involucran a funcionarios orgánicos del radicalismo, que van más allá de las posturas de divergencia de oportunidad -con inmediata “corrección” y eximición de responsabilidades presidenciales- que caracterizan a la diputada nacional Elisa Carrió.
El titular de la UCR Y gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, le pidió a Macri, de modo directo, que releve al ministro Aranguren, no solo por el volumen de los aumentos de tarifa dispuestos desde el inicio del mandato de Cambiemos sino, además, por considerar que su política energética “fracasó”.
Más grave aún, por primera vez se registraron reclamos de recambios en el gabinete, que incluyen la remoción de Marcos Peña.
- Denuncias reiteradas y en sede judicial contra los funcionarios más importantes, sobre todo del área económica, desde el propio Macri hasta el ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, atravesando figuras como las de sus colegas de Finanzas, Luis Caputo, o de Hacienda, Nicolás Dujovne, entre decenas de altos jerarcas del Estado con causas abiertas en sede judicial (Panamá Papers, Paradise Papers, incompatibilidades con sus funciones, beneficios para Shell, Odebrecht, IECSA, Correo Argentino… y un largo etcétera).
Esa “grieta” interna se agrava a partir de que el discurso de quienes reclaman inversiones para la Argentina, son los que tienen sus fondos depositados fuera del país, eludiendo impuestos nacionales, debilitando las reservas y, muchas veces, a partir de recursos obtenidos a través de hechos delictivos como evasión, contrabando, sobreprecios y fuga ilegal de divisas.
Los hechos se potencian cuando se realizan los cálculos de los grupos beneficiarios de, por ejemplo, los aumentos de tarifas y aparecenNickyCaputo (Central Puerto) -hermano del ministro de Finanzas- y el amigo presidencial y socio del inglés Joe, Marcelo Mindlin, accionista visible de Pampa Energía, que ganaron en conjunto $9.076 millones en 2017, a razón de un millón de pesos por hora diarios a los largo de 365 días.
Color de hormiga
Los resortes sociales que dispare la suma de falta de alimentos e imposibilidad de calefaccionar hogares y hasta de producir, sobre todo de pequeñas y medianas empresas, son imprevisibles.
Sin embargo, el grado de organización social y gremial y la experiencia en movilización popular, espontánea o planificada, permiten vislumbrar una coyuntura aún más compleja para la que el gobierno no se prepara, ni con políticas de contención ni redistributivas, nacionales y productivas, sino con la compra de equipamiento militar para las fuerzas de “seguridad” que comanda Patricia Bullrich.
Con tarifas con alzas de 1000%, paritarias aplastadas en el 15% y nuevos recortes presupuestarios regresivos, los hechos que produce el conjunto diverso de sectores opositorescomplican más el panorama para el gobierno:
En el mismo período, el monotributismo creció del 8 al 55% de la población “empleada” y es presentado por el gobierno como descenso de la desocupación, cuando en realidad constituye pérdida de derechos, inestabilidad, menos salario y disminución del trabajo “calificado” del 28 al 14%.
Estos hechos, causados por la política económica y laboral oficial, además de impulsar la protesta callejera, producen una movilización gremial interna -en muchos casos poco visible- que empuja un recambio generacional en las conducciones gremiales, mayor peso de las expresiones de izquierda yaumento delaimportancia de las regionales de la CGT, un cóctel con posibilidad de imponer condiciones a las conducciones dialoguistas con la Casa Rosada, tolerantes de políticas de reformas laborales y previsionales regresivas y perjudiciales para trabajadores y jubilados que se impulsan desde allí.
Daniel Corvino
- Mal humor social, que también se refleja en las mediciones que realizan propios y extraños, con distintas excusas pero siempre mirando el devenir de las voluntades relacionadas con los comicios presidenciales del año próximo.
-según la consultora a la que se acuda-, a partir de una caída de 10 puntos en tres meses, lo que llevó a los “timbreros” del PRO a enfrentar respuestas airadas de vecinos antes agradados por la llegada de “chicas y chicos” del gobierno, al punto de poner esa técnica de falso acercamiento popular al borde del “ring raje” partidario.
Estos hechos incluso se expresan en el fastidio expresado en el interior bonaerense y abarcan hasta a los distritos de las figuras más sólidas del PRO, como Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, a partir de mediciones realizadas incluso antes de las recientes inundaciones del conurbano, semejantes a aquellas de la que se valió la gobernadora bonaerense, calzada en botitas recién estrenadas, para atacar a su antecesor y por entonces precandidato presidencial, Daniel Scioli.
La potencia de las circunstancias permeó incluso la protección mediática de la gozan Macri y los suyos y las principales plumas del Grupo Clarín, al igual que los analistas de mayor peso de La Nación, llevan varias semanas filtrando las realidades que preocupan a Peña Braun.
Así como los indicadores económicos, sanitarios y sociales se desbarrancan mensualmente; el gobierno soporta un trimestre de valoraciones negativas sobre su gestión, más del 59% se expresa en contra de sus acciones; el 60% de los consultados afirman que sus recursos “no les alcanzan” y que está peor que hace 2 años y un 40% asegura que “va a estar peor”.
Las expectativas de 6 de cada 10 interpelados son negativas sobre la economía.
Los comunicadores que abrevan en los estudios del oficialismo y sus servicios de inteligencia ya reconocen que “aproximadamente 48% -casi la mitad de los encuestados-, cree que el Gobierno ha perdido la oportunidad para resolver los problemas que tiene entre manos”, porque “ya fracasó”, contra el 30% que lo decía durante la previa a las elecciones del año pasado; del mismo modo quienes creen que, “con tiempo”, el Gobierno podrá resolver los problemas, bajó de 45% al 35%.
La revista Forbes, un referente mundial para los decisores internacionales, expresó lo mismo con la frase “Es hora de irse de Argentina y salir corriendo”, mucho más dura que la edulcorada expresión publicada por los medios nacionales con el relativo “Puede que sea momento de salir de la Argentina”.
El peor de los datos para Macri, Durán Barba, Peña Braun y su Unidad de Opinión Pública
-creada para darle “seguimiento” a la misma y “conocer las demandas de la población” es que, tras dos años y cinco meses, por primera vez las encuestas indican que el Presidente perdería por entre 7 y 10 puntos cualquier ballotage posible en 2019.
- Acercamiento entre distintos sectores opositores, en principio de carácter parlamentario, que abarca al “panperonismo” e incluye hasta a expresiones de izquierda.
Los acuerdos legislativos son empujados por el espanto que provoca la gravedad de la situación -una coyuntura que se apoya en un endeudamiento solo posible por la bajísima relación entre deuda externa y PBI heredada de los gobiernos kirchneristas-, con descontrol cambiario, déficit fiscal acelerado y desbalance comercial, destrucción de la producción nacional, aumento de la indigencia y la pobreza en los cordones poblacionales de las principales ciudades del país y tarifazos imposibles de afrontar, como el 1490% de la electricidad, el 1297% del gas, los 996 de agua corriente o los 677% para los peajes, en los últimos dos años.
Observatorio de Políticas Públicas; Universidad Nacional de Avellaneda. Marzo 2018
Esos guarismos obligan a los argentinos a destinar un promedio del 19% del salario mínimo ($ 9.500), que sube al 21% de los ingresos de sectores vulnerables y no guardan proporción con el nivel salarial de la mayoría de la población, al punto que el propio gobierno, condimentó el sainete del pago de las facturas en cuotas cargadas de intereses, con una falsa propuesta de disminución o eliminación de impuestos o tasas provinciales o municipales que, en realidad, no se estaban recaudando.
Los usuarios también contrastan los perjuicios que les causa esa catarata de cifras con los números de las ganancias de las empresas distribuidoras, como la transferencia en dos años de $ 21.000 millones dese los consumidores hacia las compañías de gas.
Opositores de distinto pelaje, en consonancia con las expresiones callejeras de protesta, decidieron votar en conjunto contra las propuestas del oficialismo, impusieron sus criteriosconsensuados y consiguieron dictamen para tratar en el recinto el freno a las medidas abusivas, con buenas perspectivas de imponerse en el pleno, lo que pondrá a Mauricio Macri entre la espada del veto más impopular de toda su carrera de obstructor de decisiones parlamentarias y la pared de su propio plan de negocios, que ya obtuvo sus dividendos y al que los mandantes le pusieron fecha de salida, como hizo el JO Morgan.
Nada ni nadie dice que esas decisiones acercan el momento de un acuerdo multipartidario y multisectorial capaz de poner fin a la rapiña, el dislate, la destrucción de la producción, delos más pequeños bienestares y hasta del pan de cada día de argentinas y argentinos. Sin embargo, es un primer paso en la puesta de límites a los gobernantes.
“Me gustaba más como nos robaba el gobierno anterior”
Durante largos mesesla administración Macri gozó de las expectativas de “cambio” despertadas en un porcentaje importante de la población, del blindaje mediático que soportaba la versión oficial del supuesto daño causado por “la pesada herencia” kirchnerista y del desfile judicial de distintos
Así surgió el uso de Cristina Kirchner como el espantapájaros del pasado que ahuyentaba a los pajarracos del presente.
El tiempo pasa. Cambiemos está más cerca de irse que del comienzo de su mandato, la situación es ostensiblemente peor que la del pasado reciente, impericias en la gestión y corrupciones peores que las denunciadas por parte de sus funcionarios, hicieron que gritos como el del jefe del bloque de diputados del FpV, Agustín Rossi, recordándoles que “¡Tienen un gobierno que está más sucio que los baños de Retiro!” y un presidente “contrabandista”, ya no suenen en el desierto.
Si se cumplen las predicciones de los propios grupos financieros que comandan a los funcionarios que toman las decisiones que arrastran a los argentinos hacia peores días, más pobreza e indigencia masiva, el malestar social puede empezar a convertirse en los cambios electorales de mañana.
* Periodista y Psicólogo. Investigador argentino asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la). Foto principal: “Reflejos de cocodrilo”, Borut Furlan. Ganador categoría blanco y negro “Fotógrafo Submarino del Año” (2018)
Ignacio Damiani y Julián Maradeo descifran en 'Radiografía de la Corrupción PRO' el sistema de negocios con el que el actual presidente de Argentina, Mauricio Macri, pudo llegar a la cima del poder bajo una proyectada aura de transparencia.
Dos años de investigación necesitaron los periodistas Ignacio Damiani y Julián Maradeo para desvelar la identidad de quienes hoy gobiernan Argentina en Radiografía de la Corrupción PRO.
El libro recorre la trayectoria de un ingeniero llamado Mauricio Macri, que en 1994 saltó de la red empresarial gestionada por su padre y pasó a dirigir uno de los clubes de fútbol más importantes del país, Boca Juniors, hasta que se convirtió en alcalde de Buenos Aires y, desde 2015, en presidente de Argentina.
Al cotejar los hechos con el discurso del que hace gala el macrismo es cuando “puede entenderse el sistema que despliega en toda su complejidad para gerenciar la corrupción, ordenarla y hacerla más eficaz” explica Maradeo, de 36 años.
Los autores examinan un modelo perfeccionado durante la etapa de Macri como alcalde de Buenos Aires (2007-2015) que después fue trasladado a la nación.
Una de sus incursiones fue en la justicia. “No bien Macri asume como jefe de Gobierno, se impulsan 800 recusaciones en apenas año y medio contra el juez del tribunal contencioso administrativo Roberto Gallardo, uno de los más díscolos, que atiende temas tan complejos y sensibles como el de las soluciones habitacionales”, relatan.
Desde que se reformó la Constitución en 1994, es la primera vez que, ya sea a través del sello propio de Macri, PRO, o de la coalición Cambiemos, una misma fuerza gobierna tanto a nivel nacional como en la ciudad y en la provincia de Buenos Aires, donde viven 20 de los 44 millones de habitantes que tiene Argentina.
Las presiones del oficialismo en el ámbito judicial se extienden no sólo sobre jueces, sino sobre jefes de los fiscales en las jurisdicciones que controlan.
A nivel nacional, Macri consiguió que el año pasado renunciara como procuradora general del país Alejandra Gils Carbó, considerada una incondicional del kirchnerismo.
Pese a que el poder legislativo de la capital no ha votado todavía su currículum para convalidarlo en el cargo, desde hace dos años se encuentra en funciones como tal el fiscal general Luis Cevasco, que reemplaza a quien pidió una excedencia en ese puesto para convertirse en el actual ministro de Justicia y Seguridad porteño, Martín Ocampo.
El jefe de los fiscales en la provincia de Buenos Aires es Julio Conte Grand, que también proviene del riñón del macrismo y que además accedió a ese destino sin tener cumplidos los dos años de residencia necesarios en ese distrito.
“Estos ejemplos no muestran sólo anomalías técnicas, sino que entran en colisión con el discurso macrista de respetar la independencia de quienes deben impulsar las investigaciones”, sostuvo Maradeo.
La transparencia en el uso de los recursos del Estado es otra de las áreas en la que los autores del libro contraponen el relato macrista con los hechos.
Como alcalde de Buenos Aires, Macri emitió en 2010 los bonos de deuda Tango 08 por valor de 600 millones de pesos (120 millones de euros por entonces) que iban a destinarse a obras y que terminaron en depósitos fijos y en productos financieros con los que la capital terminó perdiendo dinero.
A partir de 2012-2013, el considerado banquero de Macri, Federico Tomasevich, le aconsejó a la jefatura de Gobierno a través de su empresa Puente Hermanos en qué obras de infraestructura debía endeudarse la ciudad, según denunciaron los propios legisladores de la oposición.
Damiani y Maradeo también descubrieron las artimañas del macrismo para financiarse de manera espuria en la política. “Las consultoras se usan para blanquear dinero y para financiar aliados, mientras que sus fundaciones no registran empleados ni balances, y la justicia tiene un mecanismo exprés para sobreseer a los personajes de poder”, cuentan ambos.
“Aquí surge un personaje importante: Juan José Gómez Centurión, director general de Aduanas cuando Macri asumió como presidente y hoy número dos del Banco público Nación, al que se lo ha señalado como el cajero y el hombre que conoce todos los negociados cloacales del sistema de recaudación del macrismo”, destaca Damiani, de 34 años.
En estas redes de financiación no se hace ascos ni a los talleres clandestinos de ropa ni a los prostíbulos.
“La hija de un exagente de inteligencia, Lorena Martins, denunció públicamente en 2011 que su padre regenteaba prostíbulos bajo el paraguas del Gobierno de la ciudad. Están en el anexo del libro los correos en los que se tarifaba la corrupción”, continúa Maradeo.
Radiografía de la Corrupción PRO revela el testimonio de un inspector de la ciudad de Buenos Aires, Edgardo Castro, quien descubrió que era falso el expediente de habilitación de Iron Mountain, una empresa estadounidense de gestión de documentos en cuyo depósito murieron 10 personas, entre bomberos y rescatistas, al ser incendiado en 2014.
En el dictamen de la fiscal que investiga el caso, en cambio, consta que el expediente está perdido.
A través de una cámara oculta, el fiscal llegó a grabar a su superior, Fernando Cohen, reconociendo que Macri llegó a intervenir personalmente para levantar clausuras que afectaban a dirigentes afines.
En el entramado de corrupción no faltan negocios inmobiliarios realizados mediante la usurpación de tierras fiscales.
Al reducir de 1.100 a 20 sus inspectores en pocos meses, el macrismo también ha disuelto el registro de verificadores que supervisa las obras de construcción en la capital, y que nació a raíz de la tragedia de Cromagnon, una discoteca en la que murieron 194 personas en 2004 a causa de un incendio.
A lo largo del libro, la investigación vuelve sus ojos hacia el pasado para contextualizar el presente y descubrir que “están ubicados en lugares estratégicos sujetos que son parte del entorno empresarial con un rol aceitado”, señala Damiani.
“El sistema de Macri es muy virtuoso, en este sentido, porque muchas veces se lo ha subestimado”.
Así reaparecen actores de la vieja política involucrados en la quiebra de empresas o denunciados por haber recibido sobornos que volvieron a la función pública o a los servicios de inteligencia.
Un ejemplo es el abogado Siro Astolfi, que representó a Marsans ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferendos e Inversiones (Ciadi) en el juicio que condenó en 2017 a Argentina a pagar 348 millones de dólares por expropiar en 2008 Aerolíneas Argentinas, y que hoy es vicepresidente de la empresa estatal.
Por eso los autores de “Radiografía de la Corrupción PRO” se refieren a un sistema de corrupción “que no se concentra en un área en particular, sino que está en las cajas donde se recauda la política, en el manejo de organismos de control y en el control de la justicia”, resume Maradeo.
Este dominio ha pasado hasta ahora muy desapercibido en la sociedad gracias a un blindaje mediático que garantiza la alianza del Gobierno con los principales empresarios de medios de comunicación, como los autores han podido constatar al momento de difundir su obra.
Prueba de ello es que la mayoría de los casos de corrupción que el macrismo no ha podido soslayar provienen de investigaciones periodísticas internacionales, sea los papeles de Panamá, los papeles del Paraíso, o las derivaciones del escándalo de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht.
Esta estructura de impunidad viene coronada por una mercadotecnia política en extremo eficaz.
“Pese a aliarse con parte del peronismo, con el radicalismo, con la derecha católica y con fuerzas de centro derecha, el macrismo tiene la capacidad de presentarse como lo nuevo, y eso es creído por buena parte de la sociedad”, recuerdan Damiani y Maradeo.
El mensaje es tan efectivo que los autores no dejan de asombrarse ante la facilidad con la que Macri ha instaurado una aparente dicotomía entre la vieja política y la nueva que dice encarnar.
“Por eso cada vez que se conoce un caso de corrupción, tratan de separarlo como una cuestión circunscrita al pasado en la vida de la persona, como si no hubiera una coherencia en su actividad privada y su gestión como funcionario.
Esto es lo que más nos sorprende”, concluyen.
http://www.publico.es/internacional/macrismo-entranas-corrupcion-blindada.html