Primero vinieron a por los estibadores, y yo no dije nada porque los medios me convencieron de que eran unos privilegiados. Y que ganaban mucho haciendo poco, perjudicando con ello a nuestra frágil economía.
Me explicaron que eran un grupo cerrado, casi aristocrático, en el que los puestos se heredaban de padres a hijos.
Desde luego los estibadores no se merecían que yo moviese un dedo por ellos, y menos después de las violentas amenazas que habían lanzado con la excusa de defender sus puestos de trabajo. Y por eso, y porque yo no era estibador, enmudecí cuando acabaron con ellos.
Después vinieron a por los taxistas, y yo tampoco dije nada porque los medios me advirtieron que ese colectivo era un peligro para el progreso económico. Y yo no lo dudé, porque también me aleccionaron en que todo lo que perjudicara la libre competencia me dejaba huérfano como usuario ante los caprichos de unos pocos. Era necesario dar paso a empresas como Uber o Cabify, que iban a crear empleo para gente que estaba fuera de ese gremio anquilosado en el pasado y que impedía el progreso. Y por eso, y porque yo no era taxista, miré para otro lado cuando acabaron con ellos.
Más tarde vinieron a por los docentes y, por supuesto, tampoco dije nada porque los medios me dijeron que trabajaban muy pocas horas, y suponían un gasto enorme para la administración.
Después vinieron a por los taxistas, y yo tampoco dije nada porque los medios me advirtieron que ese colectivo era un peligro para el progreso económico. Y yo no lo dudé, porque también me aleccionaron en que todo lo que perjudicara la libre competencia me dejaba huérfano como usuario ante los caprichos de unos pocos. Era necesario dar paso a empresas como Uber o Cabify, que iban a crear empleo para gente que estaba fuera de ese gremio anquilosado en el pasado y que impedía el progreso. Y por eso, y porque yo no era taxista, miré para otro lado cuando acabaron con ellos.
Más tarde vinieron a por los docentes y, por supuesto, tampoco dije nada porque los medios me dijeron que trabajaban muy pocas horas, y suponían un gasto enorme para la administración.
Los profesores y maestros de la pública eran miles de funcionarios e interinos, que abusaban de sus envidiables condiciones laborales sin que esto se reflejara en resultados.
Era imprescindible acabar con esta situación por el bien de nuestros hijos, y dar el paso a la escuela privada a través de conciertos, y prescindir así de docentes costosos que parasitaban un sistema que no podría resistir ante tanto derroche. Y por eso, y porque yo no era docente, me alegré cuando acabaron por ellos.
Al cabo de un tiempo fueron a por otros colectivos y yo tampoco dije nada. Y ni siquiera cuando vinieron a por mí se me ocurrió protestar. Por fin habíamos conseguido llegar al paraíso que nos prometieron los medios.
Al cabo de un tiempo fueron a por otros colectivos y yo tampoco dije nada. Y ni siquiera cuando vinieron a por mí se me ocurrió protestar. Por fin habíamos conseguido llegar al paraíso que nos prometieron los medios.
Ya no había sanidad, ni educación, ni pensiones públicas que impidieran el crecimiento económico; ni tampoco leyes herméticas que regulasen las relaciones laborales. No había sindicatos, ni huelgas, ni salarios mínimos que desincentivaran la creación de empleo. Y así todo era perfecto, pues el estado se había reducido al mínimo para dar paso a la libertad total.
Ahora tengo un trabajo agotador, sin derecho a seguro médico, ni un sueldo suficiente con el que poder mantener a los míos. Como no he tenido suerte, a veces dudo sobre las bondades de este sistema, pero no me preocupo demasiado y al rato se me pasa.
Ahora tengo un trabajo agotador, sin derecho a seguro médico, ni un sueldo suficiente con el que poder mantener a los míos. Como no he tenido suerte, a veces dudo sobre las bondades de este sistema, pero no me preocupo demasiado y al rato se me pasa.
Entiendo que mi situación personal y la de la gente que conozco no debe ser la normal, porque todo va bien. Y a pesar de que la liberalización no hizo que bajaran los precios, ni aumentaran los sueldos, ni disminuyera el paro; los medios me han dicho que la economía funciona como nunca.
Y que estamos en un camino ascendente que no tendrá nunca fin. Y eso debe ser verdad, porque los medios nunca mienten.
Alejandro Sánchez
Los estibadores convocan tres semanas de paros en los puertos a partir del 6 de marzo
Los sindicatos de estibadores han convocado un calendario de huelgas en los puertos, que contempla nueve días de paros parciales a partir del próximo 6 marzo que, al estar programados en días alternos, se extenderán durante tres semanas.
Así lo anunció Antolín Goya, coordinador de la Coordinadora de Trabajadores del Mar, principal sindicato del sector, al término de la reunión mantenida con la patronal y el mediador designado por el Gobierno.
El nuevo calendario de huelga arrancaría el próximo lunes 6 de marzo, y contempla nueve días (los lunes, los miércoles y los viernes de tres semanas consecutivas) de paros parciales, esto es, que tendrían lugar en las horas impares.
La convocatoria no supone una nueva ruptura de las negociaciones que, de hecho, continúan mañana miércoles.
Con los paros, los sindicatos exigen al Gobierno que no apruebe la reforma de la estiba en el Consejo de Ministros de este viernes, tal como tiene previsto el Ministerio de Fomento, sino que la posponga hasta que haya un acuerdo con el sector.
Asimismo, con la nueva huelga los estibadores reclaman que el Gobierno vuelva a estar representado en la mesa de negociación.
Goya trasladó la sorpresa de los sindicatos por el hecho de que el Ministerio de Empleo, el Departamento inicialmente asignado por el Ejecutivo para mediar, haya a su vez delegado este papel en el presidente del Consejo Económico y Social (CES).
"En la reunión, el mediador ha confirmado que su papel es sólo mediar y además ha trasladado la intención del Ministerio de Fomento de aprobar la reforma este viernes", explicó el representante de Coordinadora tras la reunión.
"Ante eso, nuestra única forma de defendernos es presentando un nuevo preaviso de huelga", añadió.
Pipe Díaz - Ni un paso atrás (#SOSESTIBA)
La lucha de los estibadores es una lucha de todos los trabajadores porque cuando un trabajador pierde un derecho lo perdemos todos.
No permitamos que el gobierno y la patronal se salgan con la suya... quieren acabar con el oficio de estibador, llevar la precariedad más salvaje a los puertos, arruinar a miles de familias.
No permitamos que los medios de desinformación al servicio de la oligarquía financiera nos enfrenten entre nosotros. Apoyemos la lucha de los estibadores!
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