Un grupo de operarios intenta limpiar el cauce del río Guadiana a su paso por MedellínFoto por: archivo
El Guadiana se muere
Así devora una planta del Amazonas el cuarto río de España
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- diciembre 10º, 2017
A su paso por Medellín (Badajoz), el Guadiana parece el Amazonas. No por la amplitud de su cauce ni por el volumen de su caudal, bastante mermado a causa de la sequía, sino por el camalote, una peligrosa planta tropical que ha invadido por completo su superficie de orilla a orilla y que está acabando con uno de los ríos más importantes de España.
Una catástrofe medioambiental que se ha ido gestando en los últimos 10 años ante la pasividad e ineficiencia de las instituciones, que afecta ya a 157 kilómetros de río y que amenaza con llegar al pantano de Alqueva (Portugal), el más grande de Europa.
De ser así, las consecuencias serían fatales.
"Si te digo la verdad, yo estoy en el ajo por pena. Porque me duele en el alma lo que está ocurriendo con un río en el que me he bañado, en el que he ido a pescar o a coger huevos de pato.
Aquí, en Medellín, en ese mismo río, mis hijos hoy no pueden ni meter el pie en el agua. El camalote es un cáncer que hay que eliminar cuanto antes".
Quien habla es Susana Cortés, abogada y portavoz de SOS Guadiana, una plataforma integrada fundamentalmente por vecinos de Medellín que trata de combatir un drama que golpea con fuerza a Extremadura.
"Tras 10 años y cerca de 30 millones de euros de dinero público gastados, la cosa ya no es que esté igual, es que está peor que nunca. Se han hecho las cosas muy mal", lamenta Cortés desde el otro lado del teléfono.
El camalote o jacinto de agua es una planta acuática invasora originaria del Amazonas.
Esta especie, que se expande sin control gracias a su poderosísima capacidad de reproducción, tapiza completamente la superficie del río e impide que pase la luz.
De esta forma, evita que las algas y otras especies vegetales de los ecosistemas fluviales realicen la fotosíntesis y las termina aniquilando.
Los peces mueren por falta de oxígeno y se producen putrefacciones que afectan a la calidad de las aguas.
Especies animales autóctonas que hasta la fecha convivían en el ecosistema del Guadiana como la garza o el cormorán se han visto obligadas a desplazarse a otras zonas para poder sobrevivir.
El camalote sobre la superficie del Guadiana a su paso por el municipio de Don Álvaro, en 2016. SOS Guadiana
Pero la cosa no acaba aquí. La planta, que consume grandes cantidades de agua y merma el ya de por sí castigado caudal del río, provoca que el agua deje de ser apta para el riego y el consumo humano si se descompone.
Además, debido a su altísima capacidad de propagación, el camalote llega a colarse también en los canales de riego, obstaculizándolos e impidiendo el paso del agua.
En la actualidad, la plaga amenaza más de 42.000 hectáreas extremeñas de regadío que dependen directamente del río. Un desastre socioeconómico de enormes dimensiones.
Una especie amazónica en Extremadura
Pero, ¿cómo pudo llegar una planta tropical como ésta, originaria del Amazonas, hasta un río español?
En Extremadura existen dos teorías.
"La versión 'oficial', que sostiene la Confederación Hidrográfica del Guadiana, apunta a que alguien la trajo a Europa desde América para tenerla como planta decorativa en algún estanque o charca. La cosa se le fue de las manos y se cree que llegó hasta el río por algún canal de riego", explica la portavoz de SOS Guadiana.
Sin embargo, desde la plataforma creen que el descuido pudo producirse de otra forma totalmente distinta.
"La primera cepa surgió en el río hace unos años en la zona de la Encomienda. Por aquel entonces se estaban haciendo obras en la autovía y la empresa constructora había estado trabajando en Brasil. Creemos que las semillas podrían haber llegado en las ruedas de los camiones y los tractores".
El camalote, que tiene una flor violeta, es una de las 100 especies invasoras más dañinas de todo el mundo. Wikipedia
Ahora, una década después, la plaga ha alcanzado unas dimensiones bíblicas y ya no hay quien la pare.
El camalote se ha hecho indestructible.
"Es una cosa bestial. Las semillas sobreviven cuatros años fuera del agua y hasta 20 dentro. Basta con dejar una mancha de camalote de 50 centímetros de ancho por 50 de largo sobre el río en febrero o marzo y, en función de las aguas, en agosto ha podido llegar al otro lado", explica la bióloga Trinidad Ruiz, profesora de la Universidad de Extremadura y una de las investigadoras que más ha tratado el problema.
Para más inri, se da la circunstancia de que el Guadiana tiene unas particularidades que favorecen el crecimiento del camalote.
"Además de las altas temperaturas que necesita, la planta requiere unos altos niveles de nitratos y fosfatos que este río posee fruto de haber vertido a su cauce herbicidas y pesticidas que se utilizan en las zonas agrícolas", asegura Ruiz.
Una planificación insuficiente e ineficaz
En Medellín, estos días, el Guadiana es una triste estampa que prácticamente ninguno de sus más de 2.000 habitantes reconoce. Los vecinos se acercan al río para contemplar cómo el camalote se ha adueñado de todo el cauce. Su alcalde, Antonio Parral, asegura que la situación es más que preocupante.
"El motor económico de nuestro pueblo es la agricultura, que se ve afectada por esta plaga. Pero es que, además, uno de los principales atractivos turísticos de Medellín era nuestra playa fluvial, que llegó a tener hasta 50 chiringuitos a los que iban las familias. Ahora, pasas por el puente que cruza el río y es que ni siquiera se puede ver el agua", lamenta el regidor.
Parral apunta que la planificación que ha realizado la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG), organismo que tiene las competencias para luchar contra el jacinto de agua, es insuficiente e ineficaz.
"No queremos que se diga que se van a destinar más recursos, sino que se actúe. Porque los resultados saltan a la vista: el camalote lo está invadiendo todo", advierte.
Desde la CHG, José Martínez, su presidente, asegura que eliminar por completo esta plaga del Guadiana es directamente una "utopía".
El organismo emplea una pequeña flotilla de embarcaciones, vehículos anfibios y hasta una estación mecánica capaz de eliminar cientos de toneladas de camalote en esta batalla.
"Actualmente, alrededor de 80 o 90 personas trabajan entre Medellín y la frontera de Portugal para tratar de quitar el camalote del río y controlar su crecimiento", explica Martínez. Este incremento de personal se ha producido gracias a una encomienda de gestión adjudicada a la empresa pública Tragsa por un importe de 3,7 millones de euros y una duración de un año.
Vista aérea de un tramo del Guadiana lleno de camalote. SOS Guadiana
La paradoja del "oro verde"
Sin embargo, esta adjudicación no ha sido vista con buenos ojos por todos los actores implicados en la lucha.
La Asociación Española de Empresas de Parques y Jardines (Aseja) presentó un recurso -finalmente desestimado- al considerar que este contrato debía salir a licitación.
Por su parte, las asociaciones conservacionistas también tienen la mosca detrás de la oreja y deslizan que no existe un interés real por acabar con el camalote.
"Año tras año hay gente que compite, pero como Tragsa ya tiene la experiencia competitiva, acaba llevándose el gato al agua.
Esta empresa y sus filiales son las encargadas de emplear a decenas de peones de la zona de Medellín, que trabajan durante todo el año.
El camalote se ha convertido en algo así como el oro verde. Si se eliminase del todo, mucha gente se quedaría sin trabajo", advierte la portavoz de SOS Guadiana.
En la prensa extremeña hay quien habla ya del "gran paripé del camalote".
El presidente de la CHG asegura que no hay ningún trato de favor hacia Tragsa y que es una "falacia" que no se quiera eliminar el camalote.
"Las soluciones que plantea Tragsa son las mismas que teníamos con otras empresas anteriores. Es un trabajo similar al que se hace en Estados Unidos. Ojalá pudiéramos eliminarlo al 100%, pero no es posible. Yo me daría con un canto en los dientes si consiguiéramos quitar el 90%.
Decir que no hay un interés real en acabar con el camalote es como decir que quieres que siga habiendo accidentes porque hay empresas que trabajan reponiendo quitamiedos. Ojalá no necesitáramos estas empresas”, sostiene.
Trinidad Ruiz fue una de las expertas que participó en el informe que el Grupo de Investigación en Biología de la Conservación de la Universidad de Extremadura elaboró para la CHG en 2006, cuando el problema era mucho menor.
En él se señalaban distintas estrategias integrales para controlar esta plaga que "o no se han llevado a cabo, o se han abordado tarde", apunta la experta.
"Recuerdo, por ejemplo, que uno de los aspectos del informe señalaba el tema de la maquinaria. Les dimos la dirección, los contactos y hasta los representantes con los que podían contactar fuera de España para comprarla.
Por aquel entonces no hicieron caso y, ahora, a los 10 años, han decidido adquirirlas, cuando tenemos más de 150 kilómetros de camalote en el río".
Sin embargo, según Ruiz, el gran caballo de batalla no tiene tanto que ver con la maquinaria sino con la dejadez de la Administración y la poca eficiencia de los trabajos.
"No se limpia el cauce como debiera en el mes de febrero, cuando la planta está empezando a crecer.
Luego meten las máquinas pero la planta sigue emitiendo semillas y eso es incontrolable", lamenta. La profesora sólo atisba una drástica solución: “Que venga la UME (Unidad Militar de Emergencias) y limpie el río de arriba a abajo, como si fuera una situación extraordinaria”.
La petición no es nueva. La Junta de Extremadura ya solicitó el año pasado la ayuda militar para acabar con la invasión del jacinto de agua. Sin embargo, el Gobierno se la denegó.
Este año, el camalote se ha vuelto a multiplicar a causa de las altas temperaturas. "Hemos expuesto el problema a la CHG y, pese a la ausencia de resultados, vuelven a reiterar el mismo método con las mismas contratas. Cambia el método y cambia las contratas. Porque si en 10 años has gastado 30 millones de euros y estamos desbordados, no podemos seguir cayendo en los mismos errores", explica la portavoz de SOS Guadiana.
"Este desastre le está saliendo gratis a mucha gente y hay que hablar ya en términos de irresponsabilidad. Igual alguien tendría que ir a la cárcel por la pésima gestión que se ha hecho", finaliza.
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