Praljak toma un sorbo de cicuta
¿Hay un Tribunal Internacional en La Haya?, ¿siguen los juicios por los crímenes de la Guerra de los Balcanes?, ¿por qué nadie nos informa?
Hay que esperar que se produzcan acontecimientos espectaculares como éste que nos sacan de nuestro estupor, pero después del relámpago, la noche vuelve a quedar tan oscura como antes.
¿Se ha acabado el juicio con la cicuta?, ¿a quién juzgan?, ¿a quién condenan?, ¿con qué pruebas?, ¿cuáles son los veredictos?
El lector puede pasarse el resto del día haciéndose preguntas a las que no encontrará respuesta. En los Balcanes se cometieron crímenes contra la humanidad, pero a la humanidad no nos informan de nada.
Es evidente que la Guerra de los Balcanes aún no se ha acabado.
Sus protagonistas siguen muriendo, aunque ahora el campo de batalla se ha trasladado a la ciudad holandesa de La Haya.
Luego algún payaso dirá ante los micrófonos que en Europa no hay presos políticos, algo que es propio sólo de países difíciles de poner sobre el mapa, como Tanzania o Sri Lanka.
“Los detenidos son acusados que esperan juicio y a quienes, por lo tanto, hay que presumir inocentes, lo que no siempre se comprende bien en el exterior: poseen derechos que no tendrán una vez condenados”, dijo a la prensa Marc Dubuisson, director de los servicios de apoyo judicial del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoeslavia.
Dubuisson es el responsable de la cárcel de máxima seguridad del barrio residencial Scheveningen en la que encierran a los chivos expiatorios de la guerra.
Como todo lo que hacemos en Europa, es una “cárcel modelo”, a diferencia de las de Tanzania o Sri Lanka, que dejan mucho que desear en materia de derechos humanos.
Señores africanos y demás termundistas: fíjense bien cómo somos los europeos en estos asuntos.
Hemos tenido encerrados a los yugoeslavos durante 15 años en espera de juicio, pero es posible que eso no se lo hayan contado.
A uno de los presos (serbio) le tuvieron un año encarcelado con un tumor cerebral antes de enviarle a un hospital de su país, donde murió nada más llegar.
¿Les han contado a Ustedes cuántos altos dirigentes serbios han muerto o se han suicidado en la “cárcel modelo”?
Nada menos que seis: ahorcamientos, paros cardiacos, falta de atención médica...
¿Les han dicho sus nombres?
Se trata de “presuntos inocentes” como Slavko Dokmanovic (1998), Milan Babic (2006)...
Uno de los acusados, el denostado general Mladic, tuvo varios infartos a lo largo del largo proceso judicial.
En una de las sesiones se sintió indispuesto y así se lo hizo saber a esos farsantes togados que componen el Tribunal, que se negaron a interrumpir el juicio por tan pequeña nimiedad para que fuera atendido por un médico. “The show must go on”(el espectáculo debe continuar).
“Todo esto no es más una red de mentiras, es un tribunal de la OTAN”, pudo decir Mladic antes de que le cortaran el acceso al micrófono.
El “modelo europeo” ha alcanzado un nivel muy sofisticado de barbarie, que hubiera sido imposible sin el apoyo de los juristas y las cadenas de intoxicación, cuyo papel queda en evidencia una y otra vez.
En el banquillo sólo están los figurantes, no los criminales; no está Javier Solana, no se puede mencionar el gran tabú, la OTAN, tampoco a Alemania, ni a la Unión Europea...
En La Haya los jueces están construyendo lo que los jesuitas califican como “una verdad formal” que debe culminar la destrucción de Yugoeslavia, la guerra y los asesinatos con algo que luego los políticos de pacotilla se puedan llevar a la boca durante otros tres decenios, un relato oficial de los hechos al que puedan recurrir como “prueba” diciendo:“Como dijo el Tribunal Penal Internacional en su sentencia...”
Cuando un tribunal dicta una sentencia, ya no hay nada más que hablar.
¿Cuántas veces engañaron a sus colegas serbios los políticos occidentales?
El expresidente de Montenegro, ex primer ministro de la República Federal de Yugoslavia y columnista de Sputnik, Momir Bulatovic, afirma que el Tribunal Internacional para la ex-Yugoslavia fue una estafa y que la llamada ‘comunidad internacional’, lejos de querer evitar una guerra civil en los Balcanes, ha engañado sistemáticamente a los serbios.
“Se han servido de mentiras y viles artimañas. La peculiaridad del engaño cuando este lo cometen los poderosos es que al final el engañado no puede hacer nada al respecto”, explica Bulatovic.
El antiguo expresidente de Montenegro recuerda que en su momento el comandante del Ejército serbobosnio, Ratko Mladic, obtuvo todas las garantías de Estados Unidos y de Francia para que no fuese llevado ante un tribunal internacional si los pilotos franceses de la OTAN que participaron en los bombardeos en Serbia y que fueron encarcelados durante la operación Deliberate Force eran liberados.
Los pilotos de las Fuerzas Aéreas francesas fueron puestos en libertad, “pero Mladic fue condenado a cadena perpetua en el Tribunal de la Haya”.
Bulatovic recuerda también el episodio entre el entonces presidente de la República de Srpska, Radovan Karadzic, y Richard Holbrooke, enviado especial del presidente de Estados Unidos al país balcánico.
Con testigos delante —entre los que se encontraba el propio Bulatovic—, Holbrooke aseguró a Karadzic que no acabaría en ningún tribunal si renunciaba a su cargo y permitía a la delegación yugoslava participar en los acuerdos de Dayton —acuerdos que pusieron fin a la guerra en Bosnia—.
“Holdrooke se enfadó muchísimo cuando [Karadzic] le exigió alguna garantía por escrito, y dijo que las palabras del jefe de un Estado con ese —Estados Unidos— eran suficientes”, dice Bulatovic. Al final sí hubo garantías por escrito, pero aun así La Haya no permitió que un documento de esa naturaleza se interpusiese entre Karadzic y su veredicto de culpabilidad.
El expresidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, y con el que el propio Bulatovic tuvo “el honor de trabajar” —según escribe el propio expresidente montenegrino—, también cayó en las trampas de los países occidentales.
Es más: Bulatovic asegura que Milosevic sabía que iba a ser traicionado, pero a la vez que “no le quedaba otra opción”.
“Cuando comenzó la guerra civil en Croacia y después de que Eslovenia proclamara unilateralmente su independencia por la fuerza, Slobodan Milosevic visitó Francia. Le invitó François Mitterrand, presidente popular y socialista. Pidió a Milosevic aceptar la propuesta de establecer una comisión jurídica en el marco de la Conferencia Internacional sobre Yugoslavia (…) El líder francés garantizó que la comisión no iba a adoptar ninguna decisión contra los intereses de los serbios. Yo pregunté a Milosevic: “¿qué pasa si nos engañan?” y él respondió con humildad: “Lo sé, ¿pero cómo le digo yo al presidente de un país como Francia que no confío en él y que temo que me acabe engañando?”.
Al final, Miterrand engañó a Milosevic.
La comisión jurídica adoptó una decisión contraria al derecho y toleró el proceso de descomposición de Yugoslavia, fuente de las perversas interpretaciones del derecho de los pueblos a independizarse, denuncia el columnista de Sputnik.
Miterrand no fue el único presidente francés que no hizo honor a su palabra. Jacques Chirac, su sucesor, mintió a Vojislav Kostunica, también sucesor al frente de Yugoslavia, ya el primer día de su mandato —en los años 2000—.
Chirac logró convencerlo de que era necesario solicitar la admisión del país balcánico en las Naciones Unidas.
La República Federal de Yugoslavia ya era miembro, pero sus derechos habían sido suspendidos. Kostunica, relata Bulatovic, hizo caso a Chirac y así lo hizo, pero la Corte Internacional de Justicia se negó siquiera a considerar la reclamación yugoslava argumentando que, durante el periodo de agresión de la OTAN sobre el país, Yugoslavia no era miembro de la ONU.
“Así fue como se le negó a Yugoslavia que fuese compensada con 100.000 millones de dólares estadounidenses por los daños causados por los bombardeos”, señala Bulatovic.
La reunión entre Slobodan Milosevic y Víktor Chernomirdin, enviado especial del presidente ruso Boris Yeltsin, también cabe mencionarla. Chernomirdin y el entonces presidente de Finlandia, Martti Ahtsaari, le dieron un ultimátum a Milosevic sobre los bombardeos de la OTAN y su cese.
El presidente yugoslavo, tras una serie de negociaciones de lo más dramáticas y a pesar de su situación desfavorable, aceptó la propuesta rusa y finlandesa. Con gran pesar y en contra de las voces del Ejército.
Lo explica así:
“Con estos de la OTAN podríamos luchar y no ganarían. Pero si no estamos de acuerdo con la propuesta del presidente ruso, le daremos una excusa para que vaya contra nosotros. E ir contra Rusia, incluso cuando creemos que no tiene razón, es que simplemente no podemos”.
ESTO es lo que había que destruir.
Yugoeslavia era la única economía capaz de competir con Alemania en una economía de mercado
No hay comentarios:
Publicar un comentario