domingo, 1 de noviembre de 2015

El cierre del cerco estadounidense alrededor de Rusia

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El cierre del cerco estadounidense alrededor de Rusia


por Michael Jabara Carley
La guerra en Ucrania sigue su curso y no se avizora solución. 

Pero, más que una guerra civil ucraniana es una guerra de agresión contra Rusia, una guerra en la que Estados Unidos utiliza a sus satélites europeos y anglosajones. 

Las razones de Washington para seguir adelante con esta política extremadamente peligrosa pueden parecer poco claras. Para explicarlas hay que recordar los orígenes de este conflicto.

Red Voltaire | Montreal (Canadá) 
En 1990, se prometía a la Unión Soviética que la OTAN no trataría de extenderse hacia el este aprovechándose del vacío que dejaba la URSS al retirarse del este de Europa. 
Hoy en día, Estados Unidos niega haber aceptado ese arreglo, pero el peso de las pruebas sugiere que –en efecto– Washington rompió las promesas que había hecho al entonces líder soviético Mijaíl Gorbatchev [1].
En 1991 se concretaba el derrumbe de la URSS y las republicas ex soviéticas se convertían en países independientes. 
En Estados Unidos, los triunfalistas cantaban victoria al referirse a la guerra fría mientras que la economía rusa se caía a pedazos, gracias a los llamados “liberales” rusos, que seguían los consejos occidentales favorables a las políticas económicas “de choque” y las privatizaciones, que en realidad no eran otra cosa que un verdadero saqueo de los recursos naturales rusos. 
El gobierno de la Federación Rusa cayó en manos de Boris Yeltsin, quien hizo el papel de bufón en la corte del entonces presidente de Estados Unidos Bill Clinton. 
Yeltsin invitó a sus amigos a enriquecerse, en detrimento del pueblo ruso. Los socios de Yeltsin se paseaban por Moscú en limusinas escoltadas por guardaespaldas enfundados en trajes de lujo que apenas disimulaban las pistolas que portaban.
La mayoría de la población rusa perdió sus ahorros cuando el rublo se desplomó, en dos ocasiones, durante los años 1990. 
Abuelas de rostros arrugados vendían zanahorias y patatas en las calles mientras que otras trataban de vender zippers y cintas a la salida del metro. 
Exceptuando a los oligarcas, Rusia estaba depauperada y arruinada. 
Su pueblo estaba desesperado y en la televisión rusa los predicadores fundamentalistas estadounidenses se apoderaban de los horarios de la madrugada. Estados Unidos se convertía en superpotencia única. 
Ningún otro Estado podía ya enfrentar la voluntad de Washington, como la URSS lo había hecho en el pasado.
Entre 1999 y 2009, 12 países de Europa oriental se convierten en miembros de la OTAN, entre ellos varias regiones de la ex Yugoslavia, destruida y despedazada por Estados Unidos y sus “aliados” de la OTAN, que utilizaron como pretexto la llamada «responsabilidad de proteger» (R2P). 
Con sólo mirar un mapa, cualquier persona medianamente inteligente, sin hablar de cualquier miope ruso, puede ver que Estados Unidos ya estaba aplicando una política agresiva que tendía un cerco alrededor de Rusia.
La OTAN y –algo que resulta una ironía– la Unión Europea se han convertido en dóciles instrumentos de una política anti-rusa, a pesar de que una relación de beligerancia con la Federación Rusa no beneficia en nada a la mayoría de los países de Europa occidental. 
Antes del inicio de esa política, los negocios entre las naciones de Europa occidental y Rusia marchaban viento en popa y a toda vela y Rusia incluso se había convertido en el principal proveedor de gas natural a los mercados europeos. La situación económica de la Federación Rusa había mejorado visiblemente bajo la presidencia de Vladimir Putin.
Putin había llegado a la presidencia de la Federación Rusa a finales de 1999, después de la dimisión de Yeltsin. Aspiraba nada más y nada menos que a insertar la Federación en la comunidad internacional, tanto política como económicamente hablando. 
Después de los acontecimientos sucedidos en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, Putin expresó de inmediato sus condolencias al entonces presidente George W. Bush, ofreciendo además la solidaridad y respaldo de Rusia.
La historia es bastante conocida. De parte de Moscú, la apertura estaba sobre la mesa, si Estados Unidos la deseaba. Desgraciadamente, Washington siguió actuando según el siguiente principio: «Lo que es mío, es mío. Y lo que es tuyo también.»
En 2003, Estados Unidos y varios de sus satélites de la OTAN atacaron Irak, en lo que fue una flagrante guerra de agresión, sembrando en ese país la destrucción y perpetrando verdaderos baños de sangre… que, por cierto, todavía prosiguen actualmente. 
En Europa, mientras tanto, la OTAN proseguía su expansión hacia el este. Alarmado, Putin finalmente calificó la política de Estados Unidos y la alianza atlántica de «democracia de los bombardeos» tendiente a imponer la «democracia» por la fuerza en otros Estados. 
La fuerza era de verdad… pero la democracia era falsa.
La preocupación de Putin ante las llamadas «revoluciones» de colores orquestadas y financiadas por Estados Unidos y sus satélites en Georgia (2003) y en Ucrania (2004) era completamente justificada. 
En 2008, Georgia emprendió una ofensiva tendiente a conquistar el territorio independiente de Osetia del Sur, lo cual provocó una intervención rusa y la destrucción del ejército georgiano. 
Tampoco duró mucho la «revolución» de color ucraniana. En 2010, Viktor Yanukovich fue electo presidente de Ucrania. 
Pero el gobierno de Estados Unidos intensificó sus actividades alrededor de las fronteras rusas, hasta el momento del golpe de Estado contra el presidente Yanukovich, en febrero de 2014. Pareció, por un momento, que Estados Unidos había logrado cerrar el cerco alrededor de Rusia.
La vanguardia de la junta golpista de Kiev se compone de la organización paramilitar de corte fascista Pravy Sektor y del partido político fascista Svoboda. 
Rápidamente corrieron rumores de que la CIA y otras agencia estadounidenses se habían apoderado de todo un piso en la sede de los servicios de seguridad ucranianos (SBU) en Kiev. 
Sobre el edificio ondeaban, simbólicamente juntas, banderas ucranianas y estadounidenses. Banderas, estandartes y símbolos del fascismo aparecieron muy rápidamente en manifestaciones callejeras registradas en Ucrania y el colaborador pronazi de la Segunda Guerra Mundial Stepan Bandera fue promovido a la categoría de “padre” de la nación ucraniana. 
Por supuesto, ahora hay en Ucrania consejeros militares de Estados Unidos, Canadá y Polonia y quién sabe de qué otros países más.
El ministro “ucraniano” de Finanzas es un ciudadano estadounidense; el gobernador de Odesa, Mijaíl Saakashvili, es un prófugo reclamado por la justicia de Georgia; el embajador de Estados Unidos en Kiev se comporta como un procónsul. 
Y el encargado de aplicar las órdenes de Estados Unidos es el actual “presidente” Petro Porochenko, alias «el rey del chocolate». 
Se sabe que el equipamiento militar que envían Estados Unidos y otros países occidentales llegan a cambio de un ucraniano granero vacío de recursos. 
¿No es una ironía que un movimiento «nacionalista» ucraniano se someta tan fácilmente ante las potencias extranjeras occidentales? 
Putin comentaba recientemente que el control extranjero sobre Kiev constituye un insulto para los pueblos de Ucrania. Es cierto, pero además los arruina.
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Pero no todos recibieron a la junta fascista con los brazos abiertos. 
En Crimea, la resistencia fue inmediata y encontró apoyo ruso. 
Se organizó un referéndum y Crimea se reintegró a Rusia. 
Occidente acusó a Putin de agresor, pasando por alto que fueron Estados Unidos y sus satélites quienes precipitaron la crisis con su respaldo a los golpistas de Kiev. 
Es la historia del cazador cazado. Por cierto, ya es muy viejo el truco del agresor que acusa a su víctima de haberle agredido… para justificar su futura agresión.
La resistencia popular en Ucrania no se limitó a Crimea. En Odesa, Mariupol, Jarkov, Donetsk, Lugansk, por ejemplo, la oposición a la junta de Kiev rápidamente comenzó a manifestarse. Violencia y represión fueron las respuestas. Kiev ordenó a su ejército liquidar a los disidentes, y estos tomaron las armas para defenderse. Se organizó una resistencia antifascista inspirada en la Guerra Civil Española de 1936. Putin advirtió a la junta de Kiev que utilizar los tanques contra su propio pueblo era una locura. Y tenía razón.
En junio de 2014, el vuelo MH17 de la Malaysia Airlines se estrelló en la región de Donbass. Sin presentar ni la sombra de una prueba, Estados Unidos y la Unión Europea de inmediato atribuyeron la responsabilidad a Putin y las milicias del Donbass. 
La prensa occidental recurrió a un lenguaje ultrajante, a la propaganda negra y al lavado de cerebro en contra de la Federación Rusa y de Vladimir Putin. 
Hasta el sol de hoy, Washington y la junta de Kiev siguen ocultando elementos probatorios fundamentales sobre la catástrofe del vuelo MH17 y si lo hacen es porque están tratando de esconder el hecho que fue la junta fascista quien derribó el avión de pasajeros. [2].
La propaganda negra funcionó tan bien que Estados Unidos y la Unión Europea pudieron darse el lujo de adoptar sanciones económicas contra la Federación Rusa, sanciones que todavía están en vigor. 
Esas sanciones, y las contramedidas que Rusia adoptó en respuesta, han costado miles de millones de euros a los países miembros de la Unión Europea… pero no han costado ni solo centavo a Estados Unidos, que al parecer está desarrollando sus intercambios con Rusia. 
Los europeos han comenzado a preguntarse 
por qué son ellos quienes tienen que pagar 
por la actitud agresiva de Estados Unidos contra Rusia. 
Pero Washington, actuando siempre a favor de sus propios intereses, sigue controlando con mano firma sus satélites europeos, que hasta ahora siguen obedeciendo la voz de su amo. 
La aplanadora Estados Unidos/OTAN sigue haciendo su trabajo.
La región de Donbass ha demostrado ser un hueso demasiado duro de roer para la junta de Kiev. 
Las milicias de esa región, con gran cantidad de combatientes y bien armadas, infligieron severas derrotas a las fuerzas de la junta, que incluso pidieron –y obtuvieron– dos treguas, negociadas en los llamados Acuerdos de Minsk, acuerdos que la junta nunca respetó. 
Era fácil adivinar que el régimen de Kiev utilizaría los Acuerdos de Minsk para reabastecer sus fuerzas y atacar nuevamente. 
Las milicias ganaron en el campo de batalla pero perdieron en Minsk. 
Hay que preguntarse por qué nadie previó que era imposible instaurar la paz y la reconciliación entre las fuerzas fascistas y los antifascistas.
Incluso es posible plantear la cuestión de manera mucho más simple: ¿Por qué aceptarían las víctimas de la masacres perpetradas por la junta someterse a esta si son capaces de resistir? 
Algunos dicen que Minsk es la única solución pero… ¿para quién exactamente? 
¿Cree Moscú que Estados Unidos respetará un acuerdo firmado cuando la experiencia demuestra que no lo hará?
Ucrania sigue siendo el campo de batalla donde Estados Unidos sigue tratando de cerrar el cerco alrededor de Rusia. Washington atribuye a Rusia la responsabilidad de la guerra y la acusa de ser el agresor. 
Espera que el gobierno ruso acepte la existencia en Kiev de un régimen fascista y bajo tutela estadounidense que constituye una amenaza permanente para la seguridad rusa. 
Washington acusa a Rusia de no respetar el protocolo de Minsk, cuando en realidad es la junta de Kiev, bajo la dirección de Estados Unidos, quien nunca ha respetado esos acuerdos [3]. 
Estados Unidos y Europa cierran sistemáticamente los ojos para no ver a los fascistas en Kiev, a pesar de que es difícil no percibir su presencia. Como en la novela de George Orwell 1984, la realidad es lo contrario de lo que se dice.
El gobierno de Estados Unidos trabaja con falsas presunciones, exageradas por exceso de orgullo, olvidando seguramente que toda guerra está llena de sorpresas. Es muy difícil que el cerco estadounidense alrededor de Rusia pueda cerrarse rápidamente en el polvorín ucraniano, a no ser que Moscú capitule creyendo alcanzar así algo de “tranquilidad”.
Separar Ucrania de Rusia, rompiendo así con la historia, la cultura, la religión y las relaciones de sangre, que databan de más de mil años, es un proceso que ha encontrado firme oposición.

El primer ministro ucraniano Arseny Yatseniuk puede erigir, si encuentra dinero para hacerlo, una nueva Muralla China alrededor de Rusia, pero ni él ni sus camisas pardas lograrán mantener esta separación de otra manera que no sea recurriendo a la fuerza y a la represión contra el pueblo ucraniano. 

Los europeos deberían tener eso muy presente antes de ir más lejos en el camino que Estados Unidos está imponiéndoles.


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Si nos han de robar, 
que sean otros y no los mismos de siempre

Si como votantes, no nos escuchan
como consumidores, lo harán
boicoetemos sus empresas.
Llevamos las de ganar. 

Como acabar con la ESTAFA de las ELÉCTRICAS... de una puta vez pasando de los Vendepatrias del Bipartidismo

Ante el robo continuo y escandaloso por parte de las eléctricas y sus abusos en el recibo de la luz
propongo... 
actuar todos unidos como consumidores
contratando TODOS 
o en su defecto una gran mayoría,
  otra compañia eléctrica que no sea ninguna de estas dos (ENDESA - IBERDROLA) y cambiarnos a otra cualquiera de las muchas ofertas que existen hoy en día.

De tal forma que no les quede otra a las grandes que plegarse a nuestras demandas de una tarifa más justa y mucho más barata
o atenerse a las consecuencias 
de seguir con su estafa.

En nuestra mano está que siga este robo o cortar por lo sano para que no nos sigan mangoneando

ARMAK de ODELOT

Canción del Indignado Global

(solo pá Mentes preclaras 

libres de Polvo y Cargas)

Si me han de matar que sea,
 un Trump que de frente va

  no un Obama traicionero, 

que me venga por detrás.


Éstos del bipartidismo, 

a nadie ya se la dan

Tanto monta, monta tanto,

ser sociata o liberal.


Que harto me tienen sus cuentos, 

de crisis y guerras sin más

Cuando no hay bandera que tape, 

la ansia de un criminal.


Daños colaterales son, 

inocentes masacrar

si lo hiciéramos con ellos, 

no habría ni una guerra más.


Por eso pasa que pasa, 

que nadie se alista ya

a no ser que la CIA pague,
 
como al ISIS del MOSAD


A mí, que nunca me busquen, 

ni me llamen pá luchar.

Que yo no mato por nadie. 

Yo mato por no matar.


La paz de los cementerios 

es la paz del capital

Si soy rojo es porque quiero, 

en vida, vivir en paz.


Hoy tan solo mata el hambre, 

del rico por tener más 

Con el cómplice silencio, 

de toítos los demás.


Que preferimos taparnos, 

los ojos pá no pensar

O mirar pá otro lado, 

pensando que el mal se irá.


Creer que lo que a otro pasa, 

no nos tiene que importar.

Cá palo aguante su vela, 

repetimos sin cesar.


Éste es el mantra egoísta 

que rula por la sociedad

como si lo que le pase a otro, 

no te pueda a tí pasar


Más todo, cuán boomerang vuelve, 

al sitio de donde partió

y tal vez ocupes mañana, 

el sitio que otro dejó.


Mil pobres ceban a un rico, 

otros mil le dan jornal,

y otros cuantos dan su vida 

porque todo siga igual. 


Que no me coman la oreja, 

que no me creo ya ná

de sus guerras, sus estafas, 

ni su calentamiento global


Tan solo vuestras mentiras, 

esconden una verdad

que unos pocos están arriba 

y abajo tós los demás.


Da igual que seas ateo, 

cristiano o musulmán.

Solo los elegidos, 

el paraíso verán.


Hay medios alternativos, 

amarillos muchos más.

Unos más rojos que otros. 

Los menos, de radikal.


Más todos tienen su cosa, 

y a todos hay que hojear

Que comparando se tiene 

opinión más general.


Qué de tó aprende uno. 

Nadie tiene la verdad.

Ser más papista que el Papa, 

no es garantía de ná.


Solo creo en lo que veo, 

díjome santo Tomás, 

que el que a ciegas se conduce, 

no para de tropezar.


Y al enemigo, ni agua, 

ni nunca contemporizar

No dudes, tarde o temprano, 

siempre te la jugará.


No hay que seguir a nadie 

y a todos hay que escuchar.

Si tu conciencia te guía, 

de nada te arrepentirás.


Dá gusto ver a los ricos, 

pegarse por serlo más

mientras en eso se hallen, 

quizás nos dejen en paz.


Si te crees o no sus mentiras, 

a ellos les dá igual.

Con tomarlas por veraces, 

les basta para actuar. 


Que no me cuenten más cuentos, 

que tós me los sé yo ya.

Se demoniza a cualquiera

que no se deje robar.



No basta con ser un santo, 

sino ser de"su santoral"

Como la cojan contigo, 

no te valdrá ni el rezar.


Pensamiento único llaman. 

Anteojeras pá no pensar

más que en la zanahoria. 

El palo irá por detrás.


Si no crees en lo dictado, 

anti-sistema serás

Y por mucho bien que hagas, 

te van a demonizar.


Que no me coman la oreja, 

que a mí, no me la dan.

Que me sé todos sus cuentos 

y también, cada final.


Si de cañon, quieren carne, 

pál matadero llevar

que busquen a otro tonto, 

que este tonto no va más



No se ha visto en tóa la historia, 

otra estafa sin igual.

Que la madre tóas las crisis, 

que creó el capital


Y cuando tan ricamente, 

uno estaba en su sofá

Relajado y a cubierto, 

de inclemencias y demás,


te cortan sin previo aviso

el grifo de tu maná. 


Y te dejan sin tus sueños,
 
sin trabajo y sin hogar


y pá colmo y regodeo 

de propios y extraños, van

y te dicen como aviso

que al rojo no hay que escuchar


que son peores que el lobo,

del cuento y mucho más

y que si vas y los votas

toíto te lo robarán.



Si como votantes, no nos escuchan

como consumidores lo harán.

Boicoetemos sus empresas

Llevamos las de ganar. 


Si no queda más remedio

que dejarnos de robar

que sea otro y no el de siempre

tal vez así, aprenderá


No hay pan pá tanto chorizo,

dicen, cuando lo que sobra es pan.

Lo que no hay es un par de huevos
 
pá que no nos choriceen más.


Resultado de imagen de eladio fernandez refugiados suecia

Ellos tienen de tó

los demás, cuasi-de-ná

mas ellos son cuatro mierdas

y nosotros sémos más.


La próxima revolución 

contra las corporaciones será

y si ésta no se gana 

no habrá ninguna ya más.

Quien sepa entender que entienda

lo que digo es pá mascar

despacio y con buena conciencia.

Mi tiempo no dá... pá más


Armak de Odelot


Dicen: 

No será televisada, 

la próxima revolución.

Más como nadie se fía 

de lo que se nos dice hoy en día,

pasamos los días enteros, 

tumbados en el sofá

delante la caja tonta,

 por no perder el momento
del pase de la procesión 
que tós llevamos por dentro