Totalmente dependiente del Nilo para su aprovisionamiento de agua, Egipto está amenazado de una grave penuria del precioso líquido en el horizonte de 2030.
Principalmente debido a la próxima finalización de los trabajos del mayor pantano hidroeléctrico de África, en el Nilo azul, en Etiopía.
El gobierno egipcio está atento a este desafío inminente, pero, por el momento, su diplomacia y su visión del desarrollo fracasan en aras de cambiar esta perspectiva.
Al llegar a Etiopía el 17 de octubre de 2017 para emprender discusiones sobre el impacto del "Pantano del gran renacimiento etíope" (PGRE), los expertos egipcios hicieron un descubrimiento poco agradable.
El Consejo de ministros de la Iniciativa de la Cuenca del Nilo (ICN), en el que Egipto está a punto de entrar tras haberlo boicoteado desde 2010, acababa de elegir como director para el año siguiente al ministro del agua etíope Sleshe Bekele, sucesor de su homólogo ugandés.
En el año 2018 deberían culminar las crecientes tensiones desde hace un decenio entre Egipto y Etiopía sobre la cuestión del agua. Con el fin cercano de la construcción del PGRE, la preparación por Etiopía del llenado de la presa y los planes de Sudán para utilizar una mayor parte del caudal del Nilo, en Egipto se dibuja una crisis del agua.
Una desgracia más para el país, ya enfrentado a una economía vacilante, a violaciones de los derechos humanos y a la reelección de un presidente impopular.
Además, la crisis del agua abriría la puerta a un posible conflicto en el Cuerno de África.
Penuria absoluta de agua
Egipto es a la vez uno de los países más pobres del mundo en agua y uno de los más dependientes. El Nilo le proporciona la casi totalidad de su aprovisionamiento de agua dulce.
La tasa de dependencia del país (el porcentaje de sus recursos renovables de agua provenientes del exterior de sus fronteras) es del 97%.
Alrededor del 85% del agua que llega a Egipto proviene en su origen de las aguas que caen en los altiplanos etíopes.
Sin embargo, este país pobre en agua y dotado de una población de casi 100 millones de habitantes, que debería franquear el umbral de la "penuria absoluta de agua" antes de 2030, no ha mostrado una gran conciencia del problema en su uso de los recursos hidráulicos.
Utiliza alrededor del 86 % de su agua para la agricultura, con la ayuda de métodos de irrigación arcaicos, por inundación, y no por gota a gota, con pérdidas importantes debidas a la evaporación 1/.
Una vez terminada la que será la mayor presa hidroeléctrica de África 2/, el gobierno etíope anuncia un tiempo de llenado de 5 a 6 años.
Algunos en Egipto plantean que es necesario un tiempo de llenado más lento, entre 12 y 18 años, para garantizar la estabilidad del aprovisionamiento de agua de su país.
Un estudio realizado por la Geological Society of America predice 3/ que con un tiempo de llenado de 5 a 7 años, el torrente de agua dulce del Nilo en Egipto podría disminuir un 25 %.
La constatación es chocante.
No solo la cantidad de agua disponible para el consumo disminuiría brutalmente, sino que la electricidad generada por la presa de Asuán se vería reducida en un tercio.
¿Un acuerdo ilegítimo?
El gobierno egipcio no está ciego ante estos desafíos inminentes, aunque su diplomacia y sus competencias en el terreno del desarrollo sufran ciertamente las consecuencias de la inestabilidad del país desde 2011.
Los sucesivos gobiernos de los depuestos presidentes Hosni Mubarak y Mohamed Morsi, y el del presidente Abdel Fattah Al-Sissi hoy, han intentado desde 2010, en unos quince encuentros diplomáticos, persuadir a Etiopía de respetar un acuerdo que data del período colonial, que reserva a Egipto 55 500 millones de metros cúbicos de agua del Nilo por año y 18 500 millones de metros cúbicos a Sudán 4/.
Etiopía y otras naciones río arriba siguen poniendo en cuestión la legitimidad de ese acuerdo, que les ignora y no tiene en cuenta sus necesidades de agua.
En el marco del ICN, Ruanda, Tanzania, Uganda y Burundi firmaron en 2010 un acuerdo marco sobre la cooperación en la cuenca del río Nilo, que intenta "promover la gestión integrada, el desarrollo sostenible y la utilización armoniosa de los recursos de agua de la cuenca".
Egipto y Sudán se negaron firmar el acuerdo, en parte porque autorizaba a los países situados río arriba a construir pantanos y almacenar el agua. Egipto congeló entonces su adhesión al ICN y sus proyectos técnicos sobre el Nilo.
Un año más tarde, Etiopía comenzó la construcción del PGRE. Egipto, Etiopía y Sudán firmaron un acuerdo de cooperación en 2015, pero éste no ha dado muchos resultados hasta ahora.
Sudán cambia de campo
Egipto ha encajado recientemente un serio revés diplomático cuando Sudán, su vecino del Sur, tradicionalmente bajo su influencia, ha cambiado de campo.
Sudán se ha alineado con la posición etíope tras un estudio que demostraba que el PGRE podría aumentar su potencial agrícola con la ayuda de grandes inversiones de Arabia Saudita y de los Emiratos Árabes Unidos, deseosos de mejorar su propia seguridad alimentaria. Sudán ha firmado también un acuerdo de compra de electricidad a Etiopía.
Buscando un nuevo socio, Egipto se ha dirigido a Sudán del Sur. Sissi ha recibido en El Cairo al presidente de Sudán del Sur. Egipto apoya también el proyecto del canal de Jonglei, que desviaría el agua de Sudan del Sur hacia Egipto.
Al mismo tiempo, Egipto ha buscado aliados en el terreno internacional para ayudarle a resolver la crisis del PGRE. En agosto, por ejemplo, firmó con Alemania un acuerdo de cooperación y estudió conjuntamente la querella sobre la cuestión del agua del Nilo. Alemania mantiene su plan de cooperación de 1 700 millones de euros con el país, para asuntos relacionados con el agua y otros temas.
Ahora bien, a pesar de una cierta recuperación de la atención de los países donantes hacia este problema cada, vez más estridente, del agua egipcia, parece que los proyectos con el objetivo de mejorar la utilización del agua -la verdadera solución, racional, de este problema- no tienen ni la importancia ni la precisión necesarias para abordar la posible pérdida de un cuarto del agua renovable del país.
Hay proyectos de tratamiento de las aguas usadas y de fábricas de desalinización. Sin embargo, la mayor parte de ellos están destinados a zonas urbanas o industriales.
Y en primer lugar a los megaproyectos de construccion, especialidad del ejército egipcio, como el de la nueva capital administrativa que debe ser creada al este de El Cairo.
Estos monumentos en el desierto son no solo de una ineficacia total en la gestión de los recursos como el agua, sino que acaparan capitales y estudios que deberían ser consagrados a una necesidad más urgente: modernizar las prácticas agrícolas para economizar agua.
A la sombra de esta amenaza de una disminución significativa del caudal del Nilo para la que Egipto está mal preparado, informaciones no confirmadas pero inquietantes señalan posibles presiones securitarias para paliar el fracaso de la diplomacia y del desarrollo.
Los rumores de la implantación de una base naval egipcia en Eritrea y de un apoyo egipcio a rebeldes etíopes remiten a la imagen de una región cada vez con mayor tensión.
El Cairo, hasta ahora, ha apostado todo a la diplomacia pero si fracasara en este terreno, podría contemplar otros planes más radicales para presionar sobre Etiopía y atraer la atención de la comunidad internacional.
8/11/2017
http://orientxxi.info/magazine/un-barrage-de-la-discorde-sur-le-nil,2108Artículo original en inglés http://carnegie-mec.org/diwan/73491
Traducción: Faustino Eguberri para viento sur
Michele Dunne es directora y senior fellow del programa Medio Oriente del Carnegie Institute. Experta sobre los cambios políticos y económicos en los países árabes, en particular en Egipto, así como en la política americana en Medio Oriente.
Katherine Pollock es investigadora, junior fellow del programa Medio Oriente del Carnegie Institute.
1/ Todos los datos de este párrafo provienen de la ficha "Egipto" de Aquastat, el sistema de información de la Food and Agriculture Organization (FAO).
2/ Jean-Daniel Stanley, Pablo L. Clemente, "Increased Land Subsidence and Sea-Level Rise are Submerging Egypt’s Nile Delta Coastal Margin", GSA Today, 27/5, mayo 2017.
3/ Ibid.
4/ Mwangi S. Kimenyi, John Mukum Mbaku, "The limits of the new “Nile Agreement”", Brookings, 28 abril 2015.
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