domingo, 3 de julio de 2016

Seis Lecciones del 26J a tener en cuenta



Seis lecciones del 26J


Cuarto Poder


“Cuando alguien está defendiendo a quien le explota, a los ‘mercados’ o a la clase política corrupta, ha llegado al nivel más bajo al que puede llegar un ser humano: bendecir la porra que le golpea, besar las botas que lo pisan”

Julio Anguita sobre la moral del esclavo

La sensación en la izquierda tras las elecciones del 26-J es parecida a la que se produjo hace 30 años con el referéndum de la OTAN. 

Cuesta creer los datos, porque no salen las cuentas. Y con ello se extiende la sospecha de que el poder de verdad ante las grandes cuestiones está dispuesto a todo. Pasar de acariciar con la punta de los dedos una victoria histórica a una quiebra de expectativas conduce a la melancolía y al reproche. 

Es lo más peligroso, lo que hay que evitar a toda costa para seguir resistiendo a la barbarie del neoliberalismo y de la austeridad. Pero dejemos el duelo y analicemos los hechos para intentar explicarnos lo sucedido.



1. No habrá cambio sin movilización social

Creo que esta es la principal razón por la que no se ha producido una victoria electoral. Desde hace dos años la movilización ha caído en picado y sin ella es muy difícil ganar en las urnas. 

No han ocupado masivamente las plazas y las calles las mareas sectoriales y ciudadanas, ni las marchas de la Dignidad, ni el rechazo al TTIP o la solidaridad con los refugiados, ni un movimiento sindical anestesiado (salvo honrosas luchas como la de los trabajadores de Coca Cola y alguna otra) que no ha sido capaz de movilizarse en solidaridad con los trabajadores franceses que luchan por ellos y por nosotros. 

Bien es verdad que muchos colectivos han seguido peleando a diario, como las PAH por salvar a familias concretas de los desahucios. Pero el cambio político no llegará si no es sobre los hombros de la movilización obrera y ciudadana.


2. La eficacia de la campaña del miedo.

De todos los miedos juntos y debidamente agitados: Grecia, Venezuela, el ‘Brexit’, la unidad de España… 

El miedo siempre hace carambola. 

Por una parte, el que tienen las élites económicas y políticas a la pérdida de privilegios; por otro, el de sectores de la población ante la incertidumbre por el cambio que pudiera producirse. 

Avergüenza a cualquiera la zafia campaña de Rajoy que parecía dirigida a niños de siete años, como cuando hablaba de “los malos”, por no decir los “rojos”. 

Pero es eficaz si un elector vota con una emoción tan poderosa que es capaz de perdonar la corrupción y los recortes. 

A ella se une la agresividad y el anticomunismo del PSOE. obsesionado con evitar el avance de la izquierda o la brutal campaña de medios como El País, que todos los días, incluido el 26-J, atacaba a Unidos Podemos reflejando su falta de ética periodística y su temor al cambio.

La demonización del líder de la coalición Unidos Podemos, Pablo Iglesias, consiguió inducir un nivel de rechazo equivalente al del peor presidente de gobierno que ha tenido este país. 

Algo que no tiene ninguna lógica, pero que manifiesta el poder de los medios y la dureza de la campaña desde el primer momento. 

Era algo tan evidente que, sin ser de Podemos, escribí hace mucho tiempo un artículo titulado ‘Podemos somos todos’, porque tenía muy presente la campaña del poder contra Julio Anguita

Lo cierto es que el PP ha quedado primero y recupera votos y diputados, el PSOE desciende pero evita el cantado sorpasso, y el bipartidismo se alivia. Quizá la izquierda ha pecado de ingenuidad. 

Hay que tomar conciencia de que el poder económico y político va a resistirse con uñas y dientes para no ser asaltado por ni



nguna fuerza que intente mirar por el bien común y por la mayoría de la población.



3. La derecha gana 
cuando la izquierda se abstiene

Así lo indica un recorrido por la historia reciente y menos reciente de este país. Así lo confirman los datos comparativos entre las elecciones del 20-D y las del 26-J: Unidos Podemos pierde 1.089.760 votos y el PSOE 120.606 votos, lo que da un total de 1.210.366 votos progresistas menos. 

Mientras, el PP recuperó 669.220 votos, por la mayor unidad y disciplina de su electorado, que, esta vez, ha preferido votar al original y no a la copia de Ciudadanos (C’s) que también baja 390.759 votos. 

La pérdida de votos de la izquierda es el gran misterio de estas elecciones y seguramente tiene muchas causas que tendrán que analizar las fuerzas afectadas. 

Pero es evidente que la derecha ha sido capaz de movilizar a su tropa, mientras que una parte de la izquierda dolida o enojada se negaba a votar ya el 20-D y otra parte se quedaba en casa poco ilusionada, confundida por los discursos o por el miedo.


4. La unidad no ha perjudicado a Unidos Podemos

Aunque es difícil saber exactamente cómo ha influido, la tendencia de Podemos antes de alcanzarse el acuerdo de unidad era a la baja, poco más del 15% en abril de 2016. IU, con su 6%, tampoco hubiera sacado mucha representación. 

El 21,1% alcanzado el 26-J, es bastante más que salvar los muebles: es consolidar una fuerza política de izquierdas que es votada por uno de cada cinco electores y eso no había pasado nunca en el actual periodo democrático.

En el electorado de IU había más reticencias a la unidad quizá por no verse representado en parte del discurso o por la forma de abordarse conflictos como el de Madrid, que ha dejado a valiosos militantes fuera de la organización. Pero también había un electorado de baja intensidad y demasiado emocional que no estaba consolidado. 

Es verdad que no ha habido sorpasso, pero nunca ha estado más cerca de él la izquierda transformadora tanto en votos como en diputados. 

La izquierda no se puede sentir derrotada por expectativas no cumplidas ni debe sacar conclusiones precipitadas, porque es muy probable que de haber concurrido por separado no hubiera alcanzado 71 escaños.


5. Habría 
que desahuciar las encuestas de opinión

Todos, absolutamente todos los sondeos electorales han fallado con sus predicciones. Las previas y las de a pie de urna, las del CIS y las de Metroscopia, Sigma Dos, etc. 

No han acertado ni el reintegro. 

Las explicaciones que están dando las propias empresas de opinión no son nada convincentes e indican que no tenían ni idea. 

Pero lo más grave de lo sucedido está en que sectores importantes de la población puedan llegar siquiera a pensar en la posibilidad de pucherazo. 

Que en 24 horas se hayan recogido 100.000 firmas pidiendo una auditoría internacional indica un serio deterioro de la credibilidad de la democracia. 

Algo que no pasaría si no tuviéramos un ministro del Interior bajo todas las sospechas como un amoral y manipulador sin límites. 

O por otro tipo de “pucherazo” –este sí real- con el voto rogado-robado de dos millones de españoles que están fuera del país y que no pueden ejercerlo, según la Marea Granate .


6. Aún queda mucho partido por jugar 

y la izquierda tiene una base muy sólida

El PP no puede ser investido si no es con la complicidad de terceros. 

Y ahí es donde se le ponen las cosas complicadas al PSOE, que entrará en crisis, no puede reeditar su acuerdo con C’s (tendría ahora menos escaños) y que sigue rechazando el gobierno de progreso que no quiso tras el 20-D. 

Después de que Pedro Sánchez calificase a Rajoy de “indecente”, parece inevitable que el PSOE acabará permitiendo el gobierno del PP, algo que no quisieron desvelar en la campaña

Susana Díaz ha tardado solo 48 horas en hablar de abstención ante un gobierno de Rajoy, con la excusa de que “el PSOE debe pasar a la oposición”. 

Pero Rajoy no tiene fácil gobernar y sacar adelante leyes obligadas como los PGE, aunque podrá bloquear en el Senado los intentos de derogación de nefastas leyes de la anterior legislatura (LOMCE, ‘ley mordaza’, reforma laboral…). Estamos, pues, ante una legislatura muy breve.

El gobierno de la derecha que se forme, bajo la presión de la Troika y a pesar de su precariedad, va a seguir con la austeridad (8.000 millones de recortes), las privatizaciones, el ataque a los derechos de los trabajadores, a las pensiones y el desmantelamiento del débil Estado de Bienestar. 

Urge analizar lo sucedido, ser autocríticos, pero reforzar la unidad, tomarse en serio la regeneración del sindicalismo, fortalecer a los movimientos sociales y la participación ciudadana para reconstruir espacios de resistencia. 

La unidad de la izquierda, con mayor integración y creando organización, es la condición necesaria para la victoria. 

Pero la condición suficiente para el cambio político real es recuperar la movilización y la confluencia con los movimientos sociales frente a los recortes que vienen y al endurecimiento de la política neoliberal

Y sobre todo ser capaces de formular una alternativa creíble de país que nos saque de la degradación y la mediocridad. Hay dos años para hacerlo.

Fuente: cuartopoder.es


Algo va mal en nuestra democracia

José Antonio Pérez Tapias *


perez_tapiasLa democracia del Estado que tenemos, la democracia de nuestras instituciones, la democracia de los ciudadanos que somos, la democracia nuestra de cada día… deja mucho que desear, por más que también tengamos motivos para valorarla y, por supuesto, defenderla. 
Eso no quita que tengamos presente el irónico dictum de Churchill declarando a la democracia el menos malo de los sistemas políticos –“el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás”- o que, más aún, estemos convencidos de que es el mejor sistema político, y no ya sólo por el rendimiento de sus mecanismos institucionales, sino por el núcleo ético que la democracia conlleva, el cual no es otro que el reconocimiento igualitario de la dignidad de todos los individuos como ciudadanos o ciudadanas, esto es, como sujetos de derechos.
Estribando en ello el radical valor de la democracia y estando bien que se subraye, suele darse a la vez cierta tendencia a considerar esa concepción de la democracia que debe ser, no reparando tanto en los déficits que con frecuencia acarrea la democracia que de hecho es. 
Así, hasta que determinadas circunstancias hacen salir de cierta visión ilusoria y obligan a una confrontación seria con la realidad. Tal cosa es lo que empezó a suceder hace cinco años al hilo del 15M, cuyas movilizaciones contaban, entre otros, con el lema positivo “¡democracia real ya!” o con el negativo “no nos representan”, acusando las insuficiencias de nuestra democracia parlamentaria. 
También es cierto que con la arraigada manía de ver la paja en el ojo ajeno, sin ver la viga en el propio, solemos estar prestos a señalar las limitaciones de las democracias de otros Estados, sin pararnos a analizar críticamente la propia del nuestro. 
Y hoy por hoy, a la vista de lo que puede ocurrir tras las elecciones generales del pasado 26 de junio, con la mayoría relativa de 137 diputados obtenida por el PP en victoria hasta ese punto imprevista, cabe preguntarse si va a ser el caso de vernos en tan fuerte autocontradicción de nuestra democracia que ello mismo suponga algo más que un déficit de la misma.
Quizá pueda producir notable extrañeza hablar de autocontradicción, y grave, de la democracia española como consecuencia de lo que las elecciones nos han proporcionado como representación de la ciudadanía española en el Congreso de los Diputados. 
La contradicción aludida no está en la composición del hemiciclo, la cual, aun con las distorsiones que produce la ley D’Hont con la que se rige la normativa electoral, responde a lo que los votantes han decidido. 
No hace falta decir que, como exige la democracia desde su núcleo ético, merecen todo el respeto del mundo los ciudadanos y ciudadanas que han ejercido su derecho a elegir a sus representantes por el cauce político jurídicamente establecido, que es ese acto mayor de la democracia consistente en votar libremente.
Subrayado eso, lo que a continuación cabe formular es la crítica a lo que puede seguirse a partir de los 137 escaños del PP, que no es otra cosa que la crítica a lo que significa la candidatura de Mariano Rajoy para formar un gobierno del PP o en torno a él, dado que sobre el candidato popular recae la tarea de intentarlo en primera instancia. 
Pues lo que significa dicha candidatura es el intento de llevar a la presidencia del gobierno de España, de nuevo, a quien ha estado al frente no sólo de políticas antisociales y marcadamente autoritarias, sino también al frente del partido que se halla sumido en una cascada de casos de presunta corrupción que obligan a hablar de corrupción sistémica en el Partido Popular. 
Para colmo es el candidato que puede llegar a la investidura como presidente en funciones del gobierno anterior, el gobierno que ha amparado actuaciones tan deleznables moralmente y tan impresentables políticamente como las de un ministro del Interior involucrado en conversaciones para utilizar recursos del Estado contra adversarios políticos. 
Para cualquier democracia que se precie de serlo en un Estado de Derecho es causa de escándalo político mantener esa candidatura, aunque sea con el apoyo recibido por millones de votantes –no dejan de ser inquietante incógnita los motivos para apoyarla-.
Presentarse de nuevo a presidir el ejecutivo sin haber asumido ninguna responsabilidad política por todo lo sucedido en el Partido Popular siendo Rajoy su presidente, no hace sino poner al país en el aprieto de tener un primer ministro deslegitimado desde el primer día. 
Tan deslegitimado estaba de antemano que en su momento, ya hace años, tendría que haber dimitido de la presidencia del gobierno, como hubiera ocurrido en la democracia de un país decente, más allá de la mecánica de los contables apoyos parlamentarios. 
La legitimidad de origen en cuanto a cómo se desempeña la responsabilidad de un cargo, asumido conforme a los procedimientos legalmente establecidos, no garantiza esa legitimidad de ejercicio que hay que mantener a lo largo del tiempo. 
La situación es especialmente grave cuando la legitimidad para el cargo viene ya dañada antes de presentarse para el mismo a tenor de los mecanismos que la norma legal señala. La legalidad no anula ese déficit de legitimidad.
Por todo ello, la autocontradicción que puede darse en nuestra democracia es la consistente entre lo que de positivo supone el ejercicio del voto por parte de ciudadanos y ciudadanas que optan por candidaturas del PP y lo negativo que se sigue de la mayoría relativa con la que inicialmente cuenta el candidato popular para la presidencia del gobierno. 
Porque la corrupción –aparte lo que establezcan los jueces respecto a presuntos casos que han estado o están en los tribunales- no puede quedar políticamente impune. 
Millones de votos no pueden suponer borrón y cuenta nueva de todo lo ocurrido hasta el punto de provocar un grave daño a las instituciones democráticas, al patrimonio público y a la misma sociedad española. 
Por eso, nos debemos negar a que nuestra democracia se vea lastrada por un gobierno al que sigue persiguiendo la corrupción. Es una cuestión de fondo, no marginal, que requiere, por dignidad política, una respuesta firme.
Estando presente la posibilidad de la contradicción expuesta, tiene plena razón de ser la posición del PSOE en cuanto a mantener su “no” –se sigue de defender que ni apoyo, ni abstención- a la investidura de Rajoy y a la formación de un gobierno del PP. 
Por otra parte, habida cuenta de la mucho menor representación parlamentaria obtenida por fuerzas políticas de izquierda, presentes en la cámara baja con los 85 escaños del PSOE –ha perdido cinco desde las pasadas elecciones del 20 de diciembre- y con los 71 de Unidos Podemos –coalición varada en lo que no pasa de ser resultado igual a la suma de los 69 de Podemos y los 2 de IU obtenidos por separado en los comicios anteriores-, es cierto que tal representación, aun contando con la posibilidad del apoyo de otras fuerzas políticas como Ciudadanos, con sus 32 diputados, o como la de otros partidos minoritarios, hace muy difícil –no es hipótesis teóricamente imposible- un pacto de izquierda para que Pedro Sánchez, el candidato socialista, se presente a la investidura para la presidencia del gobierno. 
La verdad es que la dificultad no estriba sólo en lo que arroja un mero cálculo aritmético, sino en la sobrecarga de mensajes negativos que recíprocamente se han lanzado durante las campañas –la anterior y la última- partidos políticos que de suyo estaban llamados a entenderse y convocados por la ciudadanía a que así fuera.
Parece que un clima de derrotismo y el estado anímico de resignación que algunos cultivan, no sin cierto cálculo interesado, contribuyen a situar en el lado de lo imposible lo que, ciertamente, es difícil. 
Pero aún hay cuestiones pendientes que resolver, y más habrá sí el candidato de la derecha no logra mayoría suficiente. 
La responsabilidad no debe invocarse sólo por parte de quienes apuestan por el orden –su orden- y la seguridad –su seguridad- por encima hasta de la decencia; la responsabilidad convoca también a hacer todo lo posible, incluso intentándolo in extremis, para el pacto a favor de un gobierno alternativo a uno que sería de nuevo neoliberal, conservador y con la piedra de molino de la corrupción colgada al cuello. 
En nuestra democracia algo va mal, pero si reflexionamos sobre ello, inspirados por ese título con el que el historiador británico Tony Judt describió –demasiado amablemente- la crisis de la socialdemocracia, es para que nuestra democracia no vaya a peor –y para que políticas de cuño socialdemócrata puedan recuperarse-.
(*) José Antonio Pérez Tapias es miembro del Comité Federal del PSOE.


Fuente: cuartopoder.es



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Si nos han de robar, 
que sean otros y no los mismos de siempre

Si como votantes, no nos escuchan
como consumidores, lo harán
boicoetemos sus empresas.
Llevamos las de ganar. 

Como acabar con la ESTAFA de las ELÉCTRICAS... de una puta vez pasando de los Vendepatrias del Bipartidismo

Ante el robo continuo y escandaloso por parte de las eléctricas y sus abusos en el recibo de la luz
propongo... 
actuar todos unidos como consumidores
contratando TODOS 
o en su defecto una gran mayoría,
  otra compañia eléctrica que no sea ninguna de estas dos (ENDESA - IBERDROLA) y cambiarnos a otra cualquiera de las muchas ofertas que existen hoy en día.

De tal forma que no les quede otra a las grandes que plegarse a nuestras demandas de una tarifa más justa y mucho más barata
o atenerse a las consecuencias 
de seguir con su estafa.

En nuestra mano está que siga este robo o cortar por lo sano para que no nos sigan mangoneando

ARMAK de ODELOT

Canción del Indignado Global

(solo pá Mentes preclaras 

libres de Polvo y Cargas)

Si me han de matar que sea,
 un Trump que de frente va

  no un Obama traicionero, 

que me venga por detrás.


Éstos del bipartidismo, 

a nadie ya se la dan

Tanto monta, monta tanto,

ser sociata o liberal.


Que harto me tienen sus cuentos, 

de crisis y guerras sin más

Cuando no hay bandera que tape, 

la ansia de un criminal.


Daños colaterales son, 

inocentes masacrar

si lo hiciéramos con ellos, 

no habría ni una guerra más.


Por eso pasa que pasa, 

que nadie se alista ya

a no ser que la CIA pague,
 
como al ISIS del MOSAD


A mí, que nunca me busquen, 

ni me llamen pá luchar.

Que yo no mato por nadie. 

Yo mato por no matar.


La paz de los cementerios 

es la paz del capital

Si soy rojo es porque quiero, 

en vida, vivir en paz.


Hoy tan solo mata el hambre, 

del rico por tener más 

Con el cómplice silencio, 

de toítos los demás.


Que preferimos taparnos, 

los ojos pá no pensar

O mirar pá otro lado, 

pensando que el mal se irá.


Creer que lo que a otro pasa, 

no nos tiene que importar.

Cá palo aguante su vela, 

repetimos sin cesar.


Éste es el mantra egoísta 

que rula por la sociedad

como si lo que le pase a otro, 

no te pueda a tí pasar


Más todo, cuán boomerang vuelve, 

al sitio de donde partió

y tal vez ocupes mañana, 

el sitio que otro dejó.


Mil pobres ceban a un rico, 

otros mil le dan jornal,

y otros cuantos dan su vida 

porque todo siga igual. 


Que no me coman la oreja, 

que no me creo ya ná

de sus guerras, sus estafas, 

ni su calentamiento global


Tan solo vuestras mentiras, 

esconden una verdad

que unos pocos están arriba 

y abajo tós los demás.


Da igual que seas ateo, 

cristiano o musulmán.

Solo los elegidos, 

el paraíso verán.


Hay medios alternativos, 

amarillos muchos más.

Unos más rojos que otros. 

Los menos, de radikal.


Más todos tienen su cosa, 

y a todos hay que hojear

Que comparando se tiene 

opinión más general.


Qué de tó aprende uno. 

Nadie tiene la verdad.

Ser más papista que el Papa, 

no es garantía de ná.


Solo creo en lo que veo, 

díjome santo Tomás, 

que el que a ciegas se conduce, 

no para de tropezar.


Y al enemigo, ni agua, 

ni nunca contemporizar

No dudes, tarde o temprano, 

siempre te la jugará.


No hay que seguir a nadie 

y a todos hay que escuchar.

Si tu conciencia te guía, 

de nada te arrepentirás.


Dá gusto ver a los ricos, 

pegarse por serlo más

mientras en eso se hallen, 

quizás nos dejen en paz.


Si te crees o no sus mentiras, 

a ellos les dá igual.

Con tomarlas por veraces, 

les basta para actuar. 


Que no me cuenten más cuentos, 

que tós me los sé yo ya.

Se demoniza a cualquiera

que no se deje robar.



No basta con ser un santo, 

sino ser de"su santoral"

Como la cojan contigo, 

no te valdrá ni el rezar.


Pensamiento único llaman. 

Anteojeras pá no pensar

más que en la zanahoria. 

El palo irá por detrás.


Si no crees en lo dictado, 

anti-sistema serás

Y por mucho bien que hagas, 

te van a demonizar.


Que no me coman la oreja, 

que a mí, no me la dan.

Que me sé todos sus cuentos 

y también, cada final.


Si de cañon, quieren carne, 

pál matadero llevar

que busquen a otro tonto, 

que este tonto no va más



No se ha visto en tóa la historia, 

otra estafa sin igual.

Que la madre tóas las crisis, 

que creó el capital


Y cuando tan ricamente, 

uno estaba en su sofá

Relajado y a cubierto, 

de inclemencias y demás,


te cortan sin previo aviso

el grifo de tu maná. 


Y te dejan sin tus sueños,
 
sin trabajo y sin hogar


y pá colmo y regodeo 

de propios y extraños, van

y te dicen como aviso

que al rojo no hay que escuchar


que son peores que el lobo,

del cuento y mucho más

y que si vas y los votas

toíto te lo robarán.



Si como votantes, no nos escuchan

como consumidores lo harán.

Boicoetemos sus empresas

Llevamos las de ganar. 


Si no queda más remedio

que dejarnos de robar

que sea otro y no el de siempre

tal vez así, aprenderá


No hay pan pá tanto chorizo,

dicen, cuando lo que sobra es pan.

Lo que no hay es un par de huevos
 
pá que no nos choriceen más.


Resultado de imagen de eladio fernandez refugiados suecia

Ellos tienen de tó

los demás, cuasi-de-ná

mas ellos son cuatro mierdas

y nosotros sémos más.


La próxima revolución 

contra las corporaciones será

y si ésta no se gana 

no habrá ninguna ya más.

Quien sepa entender que entienda

lo que digo es pá mascar

despacio y con buena conciencia.

Mi tiempo no dá... pá más


Armak de Odelot


Dicen: 

No será televisada, 

la próxima revolución.

Más como nadie se fía 

de lo que se nos dice hoy en día,

pasamos los días enteros, 

tumbados en el sofá

delante la caja tonta,

 por no perder el momento
del pase de la procesión 
que tós llevamos por dentro