Sobre los usos y abusos de la temporalidad en el sector público: los períodos electorales
NeG Visual y Básico
En el sector educativo, se contratan trabajadores para puestos de trabajo estables pero se les cesa en períodos vacacionales, lo contrario que el sector de la hostelería que aumenta su contratación en los períodos no lectivos.
El sector sanitario tiene su propio ejercito de eventuales que acumulan episodios de alta y bajas laborales, emulando al de la construcción. Son modelos de gestión que comparten los sectores público y privado y que alimentan la dualidad laboral.
Pero además, el sector público también tiene sus temporeros.
Al igual que en las campañas agrícolas, las campañas electorales van acompañadas de convocatorias de empleo temporal esperando con ello cosechar unos cuantos votos más.
La flexibilidad en el margen y las campañas electorales
El Gráfico 1 es probablemente uno de los que mejor ilustran los efectos de la larga recesión en el empleo. La parte izquierda muestra que hubo dos fases de ajuste en el margen.
El primero tuvo una mayor incidencia relativa en el sector privado y el segundo en el sector público: en ambos casos se llegó a alcanzar una disminución interanual máxima del empleo temporal cercana al 25%.
Pero este gráfico también presenta unos picos “extraños” en la evolución del empleo temporal. Estos picos coinciden con períodos de elecciones autonómicas y locales.
En concreto, a finales de los meses de mayo de los años 2007, 2011 y 2015, tuvieron lugar las elecciones municipales en toda España y las elecciones autonómicas en 14 CCAA.
Tres de los picos se producen precisamente en torno a los segundos trimestres de estos tres años.
No todas las elecciones autonómicas coincidieron en el tiempo. Andalucía y Cataluña las celebraron en fechas aisladas y Galicia y País Vasco coincidieron en otras fechas, o al menos en los mismos trimestres.
Entre los meses de marzo del 2008 y del 2009 se produjeron elecciones en tres de estas autonomías, y en el primero del 2015, se celebraron de nuevo elecciones a la Junta de Andalucía. Y, precisamente, es durante todos estos períodos que se observan el resto de los picos en las variaciones del empleo temporal.
Sin muchos alardes técnicos, se pueden comparar los variaciones interanuales medias del empleo asalariado de las CCAA según los períodos de elecciones locales y autonómicas durante la última década, obteniendo los siguientes resultados.
Ya sea utilizando las fechas de las elecciones municipales, o las elecciones autonómicas, o ambas, se observan unos aumentos medios considerables (entre el 8 y el 9%) del empleo temporal en dichos períodos, muy superiores a los que se producen en períodos no electorales (sobre el 1%).
Las variaciones medias de los períodos electorales también son mayores (las caídas inferiores) en todos los demás casos, tanto para el empleo indefinido en el sector público, como para el temporal y el indefinido del sector privado.
Sin embargo, ninguna llega a alcanzar los aumentos medios del empleo temporal en el sector público.
Como se muestra en el Gráfico 2, este comportamiento no se observa para todas las CCAA, pero si para la gran mayoría (13/17) llegando incluso a crecimientos del empleo temporal durante períodos electorales tan elevados como en los casos de Canarias o Cantabria que superan tasas de variación interanuales del 20%.
Estos comportamientos tan extremos pueden deberse a errores muestrales debido a los menores tamaño de estas CCAA y su menor representatividad en la EPA.
Lo mismo podríamos decir de otras que muestran variaciones internuales negativas, como La Rioja, Asturias y Baleares.
Para estas CCAA estos resultados deberían confirmarse con datos más fiables como los de la afiliación a la SS. Para otras, como Andalucía, no caben muchas dudas.
De hecho, esta entrada se inspira en conversaciones con José Ignacio García-Pérez que ya documentó el extraño comportamiento del empleo público en Andalucía en torno a las últimas elecciones y en este tuit de @_combarro_.
En cualquier caso, necesitamos de más y mejor investigación para saber más sobre los efectos de la proximidad de las elecciones en el empleo, cómo se produce el mayor volumen de contrataciones temporales, si ha sido presupuestado y se concentra en estos períodos, o simplemente supone un aumento del déficit por motivos electorales, por (creer) que tienen mayor impacto electoral.
No quiero entrar aquí a valorar la responsabilidad fiscal que supondría esta evidencia empírica, sólo recordar que el sector público también se aprovecha de la dualidad laboral a su manera.
De hecho, merecería la pena investigar en qué medida su abuso de los contratos temporales no conlleva otro tipo de responsabilidad fiscal, aquél según el cual el uso excesivo de la temporalidad puede suponer ahorros en los costes salariales en el corto plazo, pero también generar otros gastos en el corto plazo (por ejemplo, en gastos farmacéuticos), o menores ingresos y mayores gastos en el largo plazo (por ejemplo, por sus posibles efectos sobre la calidad de la educación).
En cualquier caso, resulta complicado confiar en propuestas efectivas para erradicar la dualidad laboral si el propio sector público no se aplica el cuento.
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