El genocidio de Ruanda: la conexión israelí
Por Gilad Atzmon, 16 de abril de 2016
En el año 2006, el mayor sitio de noticias de Israel, Ynet, publicaba un valiente artículo, firmado por el escritor nacionalista israelí Sever Plocker, quien admitía que “algunos de los más destacados asesinos de nuestro tiempo han sido judíos”.
Del mismo modo que Yuri Slezkine, Plocker admite que la maquinaría de muerte de Stalin estaba operada por judíos como Genrikh Yagoda y Lazar Kaganovich.
En 1934, en el momento de mayor apogeo de las purgas de Stalin: “el 38,5% de los puestos más altos en los aparatos de seguridad soviéticos estaban ocupados por judíos”.
En los últimos años hemos sabido que una cuarta parte de los soldados que formaban parte de las Brigadas Internacionales que lucharon en el Bando Republicano eran judíos, y que la lengua utilizada por esas unidades era el yiddish.
He perdido a algunos amigos antisionistas judíos cuando hemos discutido de este asunto, al tratar de comprender el papel de los combatientes de habla yiddish en el enfrentamiento contra la España católica en esa guerra sangrienta.
Mostrando mucha más integridad que nuestros aliados de la izquierda, el sionista Plocker escribe: “Me parece inaceptable que cuando una persona hace grandes cosas sea considerada como parte del pueblo judío, pero no cuando las cosas que hace son despreciables”.
Resultaría alentador imaginar un genocidio que estuviese totalmente libre de cualquier implicación por parte de los judíos. Por desgracia, el genocidio de Ruanda no encaja en esta categoría mítica.
El diario Haaretz informaba la semana pasada que el Tribunal Supremo israelí decidió confirmar la denegación de la solicitud de información sobre los documentos públicos relacionados con las exportaciones de Israel a Ruanda en el momento que se estaba produciendo el genocidio en ese país, en 1994.
En 2014, el abogado Eitay Mack y el Prof. Yair Auron, presentaron una solicitud al Ministerio de Defensa bajo la Ley de Libertad de Información, solicitando información sobre las exportaciones de armas israelíes a Ruanda entre 1990 y 1995.
En 1994, cientos de miles de tutsis ruandeses, la etnia minoritaria, fueron masacrados por la mayoría hutu durante la guerra civil de Ruanda.
El Ministerio de Defensa de Israel denegó la solicitud, alegando que “no iba a ser divulgado”.
Mack y Auron apelaron al Tribunal Supremo, que rechazó de manera unánime esta apelación. El Tribunal sostiene que:
“Encontramos que en la circunstancias bajo las cuales se solicita la divulgación de la información no es de interés público como alegan los recurrentes, en la medida en que se toma como preferencia y prioridad la reclamación de daños a la seguridad del Estado y las relaciones internacionales”.
El mensaje es inequívoco: el Estado judío, que ha hecho del Holocausto su religión de Estado, está ocultando de manera activa su participación en el genocidio de otro pueblo. Este es el verdadero significado de la religión del Holocausto: sólo atiende al sufrimiento de un pueblo si estas personas no son tutsis.
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Gilad Atzmon, que ahora vive en Londres, nació en Israel, sirviendo en el ejército israelí. Es autor de The Wandering Who y uno de los saxofonistas de jazz más destacados de Europa. Puede ponerse en contacto con él en la siguiente dirección: atz@onetel.net.uk.
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Procedencia del artículo:
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Más información: http://spanish.almanar.com.lb/adetails.php?eid=125167&cid=23&fromval=1&frid=23&seccatid=30&s1=1
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