¿Quiénes son y cómo operan Los Zetas, el cártel más sanguinario de México?
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- noviembre 1º, 2017
Policías federales resguardan una cárcel de Cancún, en México, tras un altercado entre prisioneros.
En el año 2000, México vivió un momento histórico.
Los ciudadanos eligieron como presidente de la República a Vicente Fox Quesada, candidato del Partido Acción Nacional (PAN) y entonces máxima autoridad de la división de América Latina de una de las empresas refresqueras más famosas del mundo.
El 2 de julio de aquel año, el triunfo de Fox acaparó los titulares nacionales e internacionales, ya que se trataba del primer contendiente al Ejecutivo Federal que derrotó con un amplio margen de sufragios al Partido Revolucionario Institucional (PRI), la fuerza política con mayor hegemonía en México.
Con la derrota del PRI y la presunta transición democrática del PAN, surgió en el país uno de los grupos más temibles del crimen organizado. Se trataba de Los Zetas, un comando armado que fungía como escolta del Cártel del Golfo, liderado por el narcotraficante Osiel Cárdenas Guillén.
Pero poco importaba la inseguridad o el narcotráfico.
México estaba de fiesta en el año 2000.
Fue justo en aquellos años cuando las bandas del crimen organizado comenzaron a expandirse y a adquirir grandes porciones del territorio nacional para sembrar y crear centros de distribución de estupefacientes.
Soldados mexicanos resguardan armas decomisadas a narcotraficantes para ser destruidas en un batallón militar / Henry Romero / Reuters
Los capos de la última letra
De acuerdo con el informe más reciente de la Agencia Antidrogas de EE.UU. (DEA, por sus siglas en inglés), Los Zetas surgieron "como un cártel independiente a principios del año 2010, cuando se independizaron oficialmente del Cártel del Golfo". Sin embargo, hay reportes de que esta organización criminal operaba años atrás.
El investigador mexicano Diego Enrique Osorno asegura en su libro 'La guerra de Los Zetas' que este grupo de sicarios "tienen una clara influencia de las pandillas estadounidenses". En cuanto a su aspecto físico, Osorno agrega que "se depilan parte de la ceja, se cortan el pelo como si estuvieran marcados por una cazuela y usan aretes de estrella".
Consultado por RT en Español, el estudioso del narcotráfico en México agregó: "Algunos integrantes de Los Zetas son desertores del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE) de México, pero otros más son jóvenes que han encontrado en la violencia y el narcotráfico una posibilidad de ser protagonistas de una sociedad que les ha cerrado las puertas".
RT cuestionó al también periodista acerca de las áreas de control que actualmente poseen Los Zetas.
Osorno respondió: "Los capos de la última letra eligieron el estado de Nuevo León para establecer su centro de mando, ya que este es uno de los corredores de la droga más disputados por los cárteles, debido a su cercanía con EE.UU., el mayor consumidor de enervantes en el mundo".
Un policía mexicano custodia paquetes de marihuana atribuida al Cártel de Sinaloa, en la ciudad de Tijuana / Jorge Duenes / Reuters
Violencia desmedida
En entrevista con RT, Ricardo Ravelo, autor del libro 'Zetas, la franquicia criminal', aseguró que "desde el año 2007 hasta el 2012, los narcotraficantes Heriberto Lazcano, alias 'El Lazca', y Miguel Ángel Treviño Morales, mejor conocido como 'El Z-40' posicionaron dicha organización como el cártel más sanguinario de América Latina".
El especialista en temas de seguridad añadió que "tras la caída de Osiel Cárdenas Guillén en 2003 Los Zetas se agruparon para tener el mayor control de los estados mexicanos de Nuevo León, Zacatecas, Coahuila, Morelos, Hidalgo, estado de México y Ciudad de México".
Según contó Ravelo a RT, "tras su separación con el Cártel del Golfo, Los Zetas comenzaron a reclutar a exmilitares, con quienes impusieron un baño de violencia en México, el cual consistía en el entierro de rivales, decapitaciones, amenazas de muerte lanzadas a los círculos del poder político, hasta lograr su hegemonía para convertirse en una rentable franquicia criminal".
En el libro 'Dying for the truth' ('Muriendo por la verdad'), escrito por los reporteros que fundaron 'El blog del narco', aparecen diversas instantáneas explicando cómo Los Zetas y otras organizaciones criminales impusieron su poder a través del terror y con la ayuda de jóvenes sicarios mexicanos.
En la misma publicación aseguran que, "a pesar de los esfuerzos del Gobierno de México, los golpes contra el crimen organizado han sido selectivos", argumentando que la incesante ola de violencia "provocó el surgimiento de grupos tan poderosos como Los Zetas y la Familia Michoacana", quienes dejaron un saldo de más de 70.000 muertos del 2006 al 2011, años en que el cártel de la última letra alcanzó su apogeo.
La Marina de México realiza guardia mientras incineran cocaína en la Base Naval de Huatulco, en Oaxaca / Eliana Aponte / Reuters
Un cártel en declive
Un informe de la DEA asegura que, luego de la captura de sus líderes, así como "la presión de los cárteles rivales, la aplicación de la ley mexicana y los conflictos internos", Los Zetas han perdido fuerza y terreno en el contrabando de drogas en México y EE.UU.
Asimismo, el informe añade que actualmente "Los Zetas están divididos en dos células rivales: el Cártel del Noreste, que representa una forma renombrada de los principales zetas; y Los Zetas de la Vieja Escuela, un grupo disidente".
La dependencia de seguridad estadounidense también aseguró que ambas escisiones de Los Zetas transportan ilegalmente la mayoría de su mercancía a través del área fronteriza de Texas, en EE.UU, con una base o centro de mando en Nuevo Laredo, México".
De acuerdo con la DEA, Los Zetas bajo el liderazgo de Juan Gerardo Treviño Chávez, mejor conocido como 'El Huevo', trafican cocaína, heroína, metanfetamina y marihuana desde México a través de centros de distribución en Laredo, Dallas, Nueva Orleans y Atlanta, en EE.UU.
José Luis Montenegro
Durante seis años, Los Zetas convirtieron a Coahuila en un infierno.
México: la historia secreta de cómo Los Zetas convirtieron a Coahuila en un infierno
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- noviembre 6º, 2017
Reclutamiento forzado de adolescentes para convertirlos en sicarios. Pueblos arrasados por completo. Cientos de personas incineradas.
Es el camino que, durante al menos seis años, el cartel de narcotráfico de Los Zetas siguió para controlar la vida de cientos de miles de personas en Coahuila, en el noroeste de México.
En tres juicios realizados en tribunales de Texas, Estados Unidos, exintegrantes de la organización revelaron detalles de masacres, sobornos a policías, alcaldes y funcionarios de dos gobiernos estatales.
Los Zetas, señalaron los testigos, controlaron varias cárceles del estado e incluso en una de ellas, la de Piedras Negras, incineraron a por lo menos 150 adversarios.
Entre 2007 y 2013, en Coahuila hubo asesinatos atroces. Cientos de personas fueron despojadas de sus propiedades.
Un número desconocido de adolescentes fueron forzados a convertirse en sicarios y más de 1.600 personas desaparecieron.
El resultado: una de las peores épocas de violencia de su historia. Las consecuencias aún siguen vivas.
“Fue un infierno pero todavía lo padecemos día a día, noche a noche”, le dice a BBC Mundo María Elena Salazar, de la organización Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (FUUNDEC).
Hace ocho años desapareció su hijo Hugo Marcelino González en Torreón, la ciudad más próspera de Coahuila.
Desde entonces no hay noticias de su paradero. Fue una de las víctimas de la invasión que Los Zetas emprendían en el estado.
“Mi hijo desapareció justo en ese tiempo, durante esa ola de violencia”, recuerda.
Información clave
La construcción del infierno en ese estado mexicano que revelan los testimonios en los tribunales texanas, se reúne en el informe “Control…. Sobre Todo el Estado de Coahuila” presentado este lunes en Ciudad de México.
Fue realizado por la Clínica de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Texas, en colaboración con el Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios de Coahuila.
El documento analiza los juicios contra exintegrantes de Los Zetas en las cortes de Austin, San Antonio y Del Río, Texas.
Los procesos se realizaron entre 2013 y 2016.
A los detenidos se les acusó de asesinato, conspiración para importar drogas y armas, así como de lavado de dinero.
Todos los acusados recibieron sentencia.
Pero lo más valioso, dice el informe, es que los interrogatorios permitieron conocer la forma cómo el cartel, uno de los más violentos de América Latina, estableció un control casi total en varias regiones del estado.
Y un dato poco conocido: en los juicios surgieron datos sobre personas desaparecidas, algunas incluso desde hace varios años.
Es información que puede ayudar a resolver muchos casos, le dice a BBC Mundo Ariel Dulitzky, director de la Clínica de Derechos Humanos.
“El gobierno de Estados Unidos tiene información que debería compartir al gobierno mexicano y a organismos independientes de la sociedad civil”, subraya. “Permitirían esclarecer violaciones a derechos humanos”, especialmente casos de personas desaparecidas.
Policías cómplices
El mayor control de Los Zetas se realizó en municipios vecinos a la frontera con Estados Unidos.
Y para conseguirlo, refieren los testigos en los juicios, compraron el apoyo de las policías municipales, del gobierno estatal y algunas del orden federal.
Un ejemplo del control territorial que consiguieron fue la cacería de un excolaborador identificado como “El Tucán”, a quien acusaron de colaborar con la Secretaría de Marina.
A mediados de 2012, señala el testigo Saúl Fernández en el juicio realizado en San Antonio, el cartel estableció retenes en cada calle de Piedras Negras, y revisaron a todas las personas que entraban o salían de la ciudad.
Y todo en presencia de la policía local. Cuando se preguntó Fernández que hicieron los agentes, Fernández respondió: “Bueno, actuaban como que no estaba pasando nada”.
También establecieron una red privada de comunicaciones, con cientos de antenas retransmisoras en edificios, locales comerciales o en los cerros cercanos.
A los únicos a quienes temía el cartel era a los marinos, señala el testimonio. Y para evadirlos los jefes del grupo utilizaban helicópteros oficiales, asegura el testigo Rodrigo Uribe Tapia en el juicio de San Antonio.
Además de la colaboración policíaca el grupo consiguió el apoyo de políticos locales, e incluso a algunos les financiaron sus campañas electorales.
A cambio de este apoyo Los Zetas obtenían protección policíaca, pero también contratos para obras públicas, no sólo en municipios o el estado sino con empresas federales como Pemex o la Comisión Federal de Electricidad.
Algunos se asignaron a la empresa ADT Petroservicios encabezada por Francisco Colorado Cesa, “Pancho”, quien fue sentenciado en uno de los juicios de Texas.
Pero también crearon decenas de negocios, e incluso los testimonios refieren que controlaron centros comerciales enteros en Piedras Negras.
Esos lugares se utilizaron como casas de seguridad o sitios para intercambiar dinero, drogas y armas.
Otro refugio para los miembros del cartel fueron las prisiones que en algunos casos, como la cárcel de Piedras Negras, se utilizaron sólo como dormitorios.
Po ejemplo, el testigo Uribe cuenta que, durante el día, miembros de Los Zetas que eran reclusos podían salir y entrar de la cárcel sin problemas.
Hachas para asesinar
Pero además de la colaboración de autoridades, la manera más efectiva de controlar parte de Coahuila fue el terror.
El caso más conocido fue el asesinato de 300 personas en el pueblo de Allende, entre marzo y abril de 2011. Muchas de las víctimas fueron incineradas en el lugar.
Fue una serie de ataques en venganza porque algunos exintegrantes del cartel empezaron a colaborar con el gobierno de Estados Unidos. De la masacre nada se supo durante varios años, y aún ahora no se conoce por completo lo que sucedió.
“Muchas muertes. (Los Zetas) incluso comenzaron a matar a familiares en Allende, y Piedras Negras, y Músquiz y Sabinas. También me querían matar a mí”, declaró el testigo Héctor Moreno.
La forma como asesinaban a sus víctimas era atroz, señalan los testigos. A varios los desmembraron vivos con un hacha, el primer golpe en una de las rodillas.
Muchas veces las personas asesinadas eran inocentes. Eran sentenciadas a muerte por la simple sospecha de que colaboraban con los rivales o las autoridades.
Eso ocurrió con cuatro niños que vendían periódicos en Piedras Negras. El responsable de la masacre fue Marciano Millán Vázquez, conocido como “Chano” y uno de los principales jefes del cartel en la región.
Los restos de las víctimas generalmente eran incinerados o deshechos en ácido. Los Zetas llaman a este método “cocinar”.
“Es muy triste, muy triste”
Los Zetas ya no mantienen un control total de Coahuila como el que se documentó en los juicios en Texas.
El cartel es uno de los más afectados por el combate de las autoridades. Prácticamente todos sus fundadores, exmilitares de élite, murieron o están detenidos.
La organización solo tiene presencia en una parte de Tamaulipas, Coahuila, Veracruz y Tabasco. Antes controlaban el tráfico de drogas, secuestros de migrantes y extorsión a empresarios en diez de los 32 estados de México.
Pero la huella que dejaron en su cuartel general, la zona norte de Coahuila, no se borra. Sobre todo para las familias de personas desaparecidas.
“Es muy triste, muy triste y doloroso para nosotros”, dice Salazar, “no se valen las respuestas que tenemos, lo que nosotros pedimos y exigimos es que busquen vidas. No son cosas, no son objetos. Son miles de vidas”.
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