Parece ser que vivimos en un país ansioso en el que sus habitantes duermen mal. Deduzco esto del siguiente dato: el consumo de medicamentos ansiolíticos y somníferos ha crecido un 57% en España. Lo comentamos y contextualizamos.
Resulta que la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha advertido de que España presenta uno de los consumos de ansiolíticos y somníferos más elevados de Europa, ya que se ha incrementado un 57 por ciento entre los años 2000 y 2012 y actualmente “sigue creciendo sin freno”, según datos del Ministerio de Sanidad.
Abusamos de las benzodiazepinas y tomamos somníferos y ansiolíticos cuatro veces más que en Alemania o el Reino Unido e incluso a un nivel superior al de Estados Unidos, país que es el mayor consumidor de fármacos del mundo. Claro que teniendo en cuenta que España es el segundo país de la lista…
Desde la OCU han alertado de que estos medicamentos “no deben tomarse a la ligera” y después de unas cuatro semanas de tratamiento conviene empezar a dejarlas, ya que “en seguida crean dependencia” y tolerancia.
Además, han advertido de otros riesgos como el deterioro cognitivo o efectos psicomotores que pueden influir a la capacidad para conducir favorecer comportamientos desinhibidos o impulsivos pueden verse incrementados con el consumo de alcohol.
¿Y cuales son los medicamentos más tomados en nuestro país del grupo que comentamos? Existen 35 benzodiazepinas distintas, aunque farmacológicamente son muy similares.
Los ansiolíticos más utilizados en España son el lorazepam, conocido como Orfidal y el alprazolam, más popular como Trankimazin.
Entre los hipnóticos o somníferos el más utilizado en nuestro país es el lormatazepam, más conocido como Noctamid.
Los ansiolíticos más utilizados en España son el lorazepam, conocido como Orfidal y el alprazolam, más popular como Trankimazin.
Entre los hipnóticos o somníferos el más utilizado en nuestro país es el lormatazepam, más conocido como Noctamid.
Sólo en 2010 se gastaron 750 millones de euros en benzodiazepinas en España, pero los gastos aumentan notablemente si se tienen en cuenta que este consumo conlleva bajas laborales o incapacidades permanentes por depresión o ansiedad.
También habría que añadir los costes sanitarios por caídas, accidentes de tráfico y similares, derivados de los efectos perniciosos de estos medicamentos.
Es paradójico además que un fármaco para el insomnio provoque como efectos secundario “agravamiento del insomnio”. Desde luego que un insomnio grave ha de ser insoportable pero tomarse esto y que te deje peor… y es lo que ocurre con el Stilnox, por ejemplo.
Así que cuidado porque estos fármacos sólo deberían usarse si no hay más remedio, no de manera habitual, que luego dejarlos es muy difícil; hay psiquiatras que llevan años alertando de sobre su toxicidad, dependencia y síndromes de abstinencia. Algunos como el famosoMyolastan se retiró del mercado…
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