Aram Aharonian - Rebelión
Después de 17 años sería hora de rever la carta de principios, adaptarla al mundo de hoy, con un listado de temas consensuados, como el cambio climático, las guerras, las armas, la finanza especuladora… Es hora que el FSM vuelva a ser un actor que incida en el mundo.
Otro mundo es posible: ese fue el disparador que enamoró a quienes luchaban contra de la injusticia y la destrucción del planeta, y el Foro Social Mundial pasó a ser desde 2001 y por varios años un punto de encuentro de los movimientos sociales contrarios a la globalización neoliberal y se constituyó en voz alternativa a las directrices del Foro Económico Mundial de Davos.
Para que influyera en esos valores comunes, para cambiar el imaginario colectivo sobre la realidad, siempre se necesitó de organización y de tener claras las metas.
Pero mientras se recitaba horizontalidad y transparencia, siempre existió la tentación de que se convirtiera en una franquicia, desplegada por todo el mundo (y no solo por el mundo en desarrollo), sin metas comunes claras que superaran la tentación del eventismo.
Dentro del progresismo, hay compañeros que se resisten a las críticas a la realidad del FSM, quizá porque genuinamente defienden algo que es propio de su historia y la crítica les parece inconveniente para este momento de tantas flaquezas. Hay algunos que señalan que la autocrítica permanente no siempre es fructífera (que es lo mismo que decir que a veces sí lo es).
Muchos han tomado posturas cercanas a la máxima que dice que “en una fortaleza sitiada, la crítica es traición” (lo único fuera de debate son los principios), otros tienen temor de perder a sus patrocinantes.
Lo que debiera salir de un debate es la definición de cuál es la estrategia a seguir: continuar dentro del FSM para introducir estos debates tan necesarios, construir otra herramienta y en ambos casos, con quién.
Y, además, vivimos en plena ofensiva neocolonial.
Los principios
Desde varias regiones se denuncia que el comité brasileño nunca quiso dejar el poder en un modelo anárquico abstracto basado quizá en la visión de las comunidades de base católicas brasileñas, sin ninguna relación con la realidad.
Y el Comité Internacional, de personalidades, siguió manejado por pequeños grupos y figuras que más allá del altermundismo, representan a ONG (algunas a sueldo), cada una de ellas con líneas y propósitos tan concretos como propios, y muchas veces apenas a sí mismos.
Después de 17 años sería hora de rever la carta de principios, adaptarla al mundo de hoy, con un listado de temas consensuados y sobre los cuales seguramente todos estén de acuerdo, como el cambio climático, las guerras, las armas, la finanza especuladora, las migraciones. Y es hora que el FSM vuelva a ser un actor que incida en el mundo.
¿O es que hay alguien que esté contra una declaración unívoca contra las guerras, contra la destrucción del planeta o contra la enorme desigualdad por la que ocho personas poseen la misma riqueza que 2.3 mil millones de personas?
No parece normal que este FSM de Salvador no tenga el tema del cambio climático como un eje importante, profundamente sentido por la sociedad civil. Pareciera que los temas vienen canalizados por ONG europeas y estadounidenses, interesados en temáticas que no son urgentes para nuestras sociedades, pero que cuentan con financiamiento para su organización.
Arriba, en la estructura del FSM está la figura del arquitecto brasileño Francisco Chico Whitaker, escaso de horizontalidad desde que recibió el Premio Nobel alternativo cuando el Foro era un punto de referencia para quienes querían cambiar al mundo, enfrentado a los pocos intelectuales de fuste que dieron el debate sobre la necesidad de otro mundo posible, necesario, imprescindible.
El verso de la horizontalidad se contradice permanentemente con el autoritarismo y la manipulación desde las estructuras del poder (del FSM), más entusiasmadas en organizar eventos (todo es eventual, no hay continuidad ni seguimiento de los temas y debates) entre convencidos, que dar la pelea por el pensamiento crítico anticapitalista.
Cuando los movimientos políticos comenzaron a acercarse al Foro, se hizo todo lo posible para alejarlos, con la excusa de evitar la contaminación.
Y nuestros presidentes progresistas no fueron bienvenidos.
Ni siquiera se aprovechó sus experiencias, sus dudas, sus propuestas, para debatirlas. Es más, el grupo brasileño impidió que el Comité Internacional emitiera un comunicado contra el juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, que desembocó en el golpe de Estado judicial-mediático-policial-empresarial. ¿Tampoco se defiende la democracia?
En los primeros foros, por ejemplo, el panel que se organizó sobre la Utopía, con José Saramago, Eduardo Galeano, Federico Mayor y 60.000 participantes, demostró la necesidad del debate, de la batalla de ideas, en la guerra cultural contra el capitalismo y las fuerzas neocoloniales.
Ya no están ni Saramago ni Galeano, y se fueron sin que se les pudiera sacar el jugo: no hubo ni siquiera un resumen del debate para socializarlo. ¿No había interés?
Hay que comprender que horizontalidad y organización no son dos valores opuestos. Los organizadores del FSM emiten un documento que defiende que haya centenares de paneles, y señalan que buscar integrarlos está en contra de la horizontalidad. Sin dudas, todos estos paneles son una prueba de la riqueza del debate, y también una fragmentación: cada uno sabe de su panel, pero no lo que se debate en otros paneles sobre el mismo tema… y menos aún sobre otros temas.
Las personalidades que dieron vida y prestigio al FSM hoy coinciden en que el mismo está en una profunda crisis, como indican las cifras y la falta de repercusión y entusiasmo, e insisten en la necesidad de dar paso a una horizontalidad siempre inclusiva y transparente, pero aceptando que es necesaria un mínimo de organización y estructuración.
La endogamia
El verso de la horizontalidad choca con la necesidad de información y también de comunicación (y así ha sido también en el Comité Internacional que creyó que eso era tarea de periodistas). Desde el comienzo del proceso se insistió (desde los medios alternativos) en la necesidad de que se crearan instrumentos para compartir con los que no venían, porque compartir es una responsabilidad colectiva e individual de los que quieren y luchan por un mundo diferente.
Y el FSM fue quedando con iniciativas endogámicas: de cada Foro no llegó nada de las experiencias al resto del mundo.
Sería simple consensuar reglas que respeten los organizadores de paneles: nombrar un relator, que al final del panel entregue un resumen del debate y de sus conclusiones, para que puedan compartirse. Hoy los medios electrónicos hacen posible lo que hace 17 años era impensable.
Sería útil que los que no están (en el panel) puedan reflexionar y compartir, lo que no tiene nada que ver con la tan mentada horizontalidad, sino en l ineludible necesidad de coordinar las luchas. El diseño del FSM es facilitador de la fragmentación, de que cada panel crea que lo más importante es su lucha y no la que dio origen al mismo, la necesidad de inventar un mundo diferente, justo, equitativo, de paz, de respeto a la naturaleza.
El diseño es para que cada grupo coordine consigo mismo, atentatorio contra la misma filosofía del FSM. Como decía Galeano en los setenta, mientras algunos hacen la revolución, Brigitte Bardot lucha en defensa de las ballenas azules…
En más de tres lustros, el FSM corrió los peligros como la rutinización, la oenegización, la cooptación, la burocratización, la falta de participación de movimientos reales, la dispersión, la infiltración, el copamiento. Y esta realidad lo confirma.
En medio de la crisis sistémica del capitalismo, con una crisis climática, política, social, migratoria, alimentaria sin precedentes, se sigue apostando a la tan mentada horizontalidad que solo beneficia al pensamiento único y al inmovilismo.
Estamos a la puerta del efecto de las nuevas tecnologías en la (sobre) vida de los trabajadores y la economía, así como las noticias falsas (fake news), la posverdad y la inteligencia artificial, lo que hace necesaria un nueva agenda, pero manejada desde el sur. De todo esto ni se hablaba en 2001 en Porto Alegre… Seis años después del inicio, en 2007, en Belem do Pará se vio la primera muestra colectiva de rechazo a la crisis del capitalismo y la necesidad de una ruptura con el mismo.
Hoy crece el debate puertas adentro entre movimentistas “puros” (aliados hoy unos a la socialdemocracia europea y a la Iglesia católica) y militantes sociales y políticos sobre el futuro del FSM, sobre la relación entre partidos políticos anticapitalistas y movimientos, sobre los vínculos con gobiernos progresistas de la región.
Obviamente, el FSM ha perdido peso e influencia, quizá porque aquellos movimientos sociales que llevaron a nuestros presidentes reformistas al gobierno, desaparecieron de las calles, porque también ellos fueron cooptados (y burocratizados) para tareas del gobierno y los movimientos desmovilizados.
Hoy muchos otrora altermundistas buscan foros sobre temas que tienen interés para ONG europeas y estadounidenses y huyen de los temas acuciantes para el futuro de su propia gente, quizá para no perder la gimnasia forista.
Lo vimos no hace mucho en la reunión de la OMC en Buenos Aires, donde invisibilizaron la lucha contra el TLC entre el Mercosur y la Unión Europea, entre otros temas.
Otro Foro Social Mundial es posible y necesario: éste sólo garantiza el eventismo, la imposición de organizadores de una franquicia que sigue las agendas de las ONG europeas y estadounidenses, la fragmentación, el abandono de la batalla de las ideas, el desprecio y utilización de las organizaciones sociales y de la posibilidad de buscar y debatir, juntos, espacios y formas de seguir la lucha en circunstancias por demás difíciles, muchos más difíciles que hace 17 años.
No se trata de destruir nada, sino transformarlo para que nuevamente entusiasme a los luchadores sociales, para que termine el inmovilismo. El desafío es saber hacia dónde caminar, con quién caminar. No soportamos la verdad única: el debate siempre es enriquecedor, para todos. Hoy no hay camino, pero decía Antonio Machado (que nada sabía de foros pero sí de lucha): Caminante son tus huellas, el camino y nada más / Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.
Aram Aharonian: Periodista y comunicólogo uruguayo. Mágister en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA).
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- “Quiten sus manos de nuestras aguas”, protestaron unos 350 activistas a favor del recurso como bien común, al ocupar en la madrugada de este jueves 22 la planta industrial de Coca Cola en Tabatinga, ciudad satélite de la capital brasileña, anfitriona del octavo Foro Mundial del Agua (FMA-8).
Luego, miles de ellos marcharon por algunas calles de Brasilia, coreando contra la privatización de los recursos hídricos por las grandes empresas, el “ilegítimo” FMA-8, que acoge Brasilia entre el domingo 18 y el viernes 23, por tratar el agua como mercancía, y contra el actual gobierno brasileño.
Los participantes, más de 3.000 registrados, se reunieron desde el 17 y este jueves 22 en un pabellón del Parque de la Ciudad en el Foro Alternativo Mundial del Agua (FAMA), donde discutieron principalmente los daños provocados por las grandes empresas, como la contaminación agrícola y la apropiación de las fuentes del recurso en desmedro de la población
En el Día Mundial del Agua, este jueves 22, y en días anteriores, las mujeres protagonizaron protestas contra empresas cuyo uso del agua afecta a la población, como la transnacional Nestlé.
La compañía tuvo ocupada por algunas horas su planta en São Lourenço, ciudad suroriental brasileña conocidas por sus aguas minerales, y lo mismo sucedió con la Suzano Celulosa, cuyas plantaciones de eucalipto son apuntadas como causa de escasez de agua en Imperatriz, en el centronorte de Brasil.
El foro paralelo a FMA-8 congregó participantes de 34 nacionalidades, según sus organizadores, y una gran diversidad social y étnica.
Odair Manoki, indígena del noroeste del estado de Mato Grosso, llegó para denunciar las amenazas que sufren los ríos Cravari y de Sangue, donde el gobierno estudia la construcción de centrales hidroeléctricas, después que sus aguas ya están contaminados por los agroquímicos usados sin control por los agricultores.
La contaminación afecta directamente a su grupo de unas 600 personas, porque ocurre río arriba, con la expansión de la soja. Mato Grosso, en el centrooeste de Brasil en las faldas surorientales de la Amazonia, es desde el inicio de este siglo el estado que más produce soja en Brasil, además de gran productor de maíz y algodón, mediante monocultivos en gran escala.
“El impacto más sentido por ahora son los agroquímicos, ya que las centrales aún están solo en los planes, pero sufrimos también los efectos de la extracción ilegal de madera”, dijo Manoki a IPS.
El pueblo manoki, cuyo nombre convierten en apellido sus miembros, ya cuenta con una Tierra Indígena (territorio reservado, resguardo), pero luchan por una segunda que ya está aprobada, pero falta la homologación presidencial.
“Los pescadores artesanales somos la gente más afectada por los grandes proyectos y actividades económicas que usan mucha agua”, sostuvo Celeste de Souza, que viajó dos días y medio en bus para participar en FAMA junto con otros 10 colegas del Delta del Paranaiba, en el estado de Piauí, en el nordeste del país.
El Paranaiba es uno de los pocos ríos perennes de la ecorregión del Nordeste, que no secan durante el largo y fuerte estiaje en el área.
Agricultura tradicional, minería, celulosa y otras industrias, puertos y puentes, son muchos los negocios que alteran las condiciones hídricas, haciendo desaparecer los peces o impidiendo la pesca, el acceso de los pescadores adonde siempre trabajaron.
“Dependemos de un territorio que todos invaden”, se quejó a IPS esta mujer de 62 años y pescadora desde niña, cuando “acompañaba mi madre”. Ahora coordina el Movimiento de Pescadores en Piauí, que defiende la creación de los Territorios de la Pesca, para esa protección permita la sobrevivencia de una actividad en caída en todo el país.
Su gente aún no cuenta con el derecho a tierras reservadas, como ya ocurre con los quilombolas, descendientes de esclavos africanos que viven en comunidades creadas por sus ancestros para escapar de la esclavitud.
“Donde vivimos se produce agua, no la gastamos sino que la protegemos, conservamos”, destacó Oriel Rodrigues, abogado de la Coordinación Nacional de Articulación de Comunidades Negras Rurales Quilombolas.
“Éramos invisibles hasta 1988”, cuando la Constitución les reconoció derechos territoriales, recordó Rodrigues, un extraño en la universidad, donde los afrodescendientes no estudiaban cuando era joven, mucho menos Derecho, como hizo él.
Los testimonios de participantes extranjeros llevaron al conocimiento de los asistentes al FAMA algunos casos emblemáticos de la lucha por el agua, como la movilización indígena que impidió en 2000 la privatización del agua en el departamento boliviano de Cochabamba, en la llamada “guerra del agua”.
Casos lejanos, como el de los palestinos, sometidos a la escasez y con “68 por ciento teniendo que beber agua contaminada”, y de africanos privados de agua de forma casi absoluta, fueron contados casi siempre desde el ángulo del conflicto con los grandes capitales, acaparadores de los recursos naturales.
“El agua como un derecho, un bien común que debe quedar bajo la soberanía de la población, nunca una mercancía”, es el enfoque del FAMA, recalcó uno de sus organizadores, Jackson Dias, miembro de la coordinación del Movimiento de los Afectados por Represas (MAB).
“Las grandes empresas intentan privatizar ríos, acuíferos, lagos. Represas son una forma de privatización y la apropiación privada de recursos naturales siempre genera conflictos. De un lado se ponen las grandes corporaciones, de otro los afectados”, sostuvo a IPS.
Días nació y vive en Altamira, una ciudad de la Amazonia Oriental que vive hace una década estridentes polémicas y disputas debido al represamiento del lindante río Xingú, para construcción de la central hidroeléctrica de Belo Monte, la tercera más grande del mundo en su capacidad.
Dias afirmó que Altamira se convirtió en la ciudad con la mayor cantidad relativa de homicidios y con un alto deterioro pese a las grandes inversiones de la empresa en compensaciones ambientales y sociales.
FAMA fue organizada por movimientos sociales, como el MAB y el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, y sindicatos como la Central Única de Trabajadores y la Federación Nacional de los Servidores Públicos Urbanos.
Los organizadores de FAMA, como la contraposición al oficial FMA-8, organizado por el Consejo Mundial del Agua, en asociación con el gobierno de Brasil, consideran que es inconciliable su visión con lo que definen como “el otro lado”.
A su juicio, en el Foro oficial una exposición y una feria dejan claro que su objetivo es hacer negocios, vender tecnologías y soluciones empresariales.
El agua como mercancía, “fuente de ganancias y no fuente de vida”, es para los movimientos sociales lo que se busca en las ediciones trienales del Foro Mundial del Agua, que tendrá su novena reunión en Senegal en 2021.
Sin embargo, la consigna oficial que adoptó el FMA-8 de Brasilia, es “compartiendo el agua” y en sus sesiones se enfatizó la necesidad de avanzar con proyectos concretos en la sostenibilidad y la responsabilidad de las empresas con el vital recurso natural
Pero el antagonismo entre movimientos sociales y las empresas en el tema hídrico lo alimentan accidentes como el sucedido este año con el lanzamiento de desechos químicos en los ríos de Barcarena, en el norte de Brasil, por la empresa noruega Hydro, productora de aluminio.
Edición: Estrella Gutierrez
Ocupan sede de Coca-Cola en Brasil para rechazar la privatización del agua
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- marzo 22º, 2018
Apertura del Foro Mundial del Agua en Brasil el 19 de marzo de 2018
Organizaciones sociales y políticas de Brasil se manifestaron este jueves en la sede de la empresa Coca-Cola, ubicada en Samambaia, en las afueras de Brasilia, capital del país. Lo hicieron en el contexto del Día Mundial del Agua para rechazar la utilización privada que hacen de ese recurso las multinacionales.
La protesta duró alrededor de media hora en la que se logró paralizar la producción de la planta.
"Denunciamos a las transnacionales Nestlé, Coca-Cola, Ambev, Suez, Brookfiled (BRK Ambiental), Dow AgroSciences, entre otras, que pretenden privatizar acuíferos para la producción de bebidas", señalaron en un manifiesto citado por Brasil de Fato.
Entre los convocantes estuvieron el Movimiento de los Afectados por Represas (MAB), del Levante Popular de la Juventud, del Movimiento de los Pequeños Agricultores (MPA) y el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST).
En el #DiaMundialdelAgua movimientos sociales ocupan sede de la Coca Cola en los alrededores de #Brasilia y alertan: "Nuestras aguas no están en venta".— Adriana Robreño (@AdrianateleSUR) 22 de marzo de 2018
La acción forma parte del Foro Alternativo Mundial del Agua, #FAMA2018.@FAMA_2018pic.twitter.com/zSRTDwjYRU
Cabe destacar que en Brasil se está llevando a cabo, del 19 al 23 de marzo, el Foro Mundial del Agua organizado por el World Water Council y con la participación de varias empresas. En ese marco también se realizaron movilizaciones en Brasilia a modo de protesta.
De acuerdo a los datos difundidos en ese encuentro, 35 millones de brasileños no tienen acceso directo a ese recurso y otros 60 millones no cuentan con el adecuado saneamiento básico.
Como contrapartida, los movimientos sociales están impulsando su propia cumbre llamada Foro Alternativo Mundial del Agua (FAMA) de la cual surgieron las distintas iniciativas de reclamo.
"NO a la privatización del agua", dicen movimientos sociales que marchan en #Brasiliapic.twitter.com/qfZBQtvbRR— Adriana Robreño (@AdrianateleSUR) 22 de marzo de 2018
El citado medio recordó que en enero el presidente brasileño Michel Temer participó en una cena durante el Foro Económico Mundial en Davos con el director de Nestlé, Paul Bulcke, y otras compañías como Ambev, Coca-Cola y Dow. Todas ellas componen el consorcio 2030 Water Resources Group (2030WRG) que, de acuerdo a ese medio de comunicación, pretende "privatizar" el agua.
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