La muerte del diésel es inevitable y hasta los propios fabricantes de diésel lo saben
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- marzo 6º, 2018
Toyota lo tiene claro: no hay futuro para el diésel en el mercado europeo.
La compañía ha aprovechado su paso por el Salón Europeo del Automóvil para desvelar la retirada progresiva de todos los modelos diésel en el continente.
El gran fabricante japonés, uno de los más potentes del mundo, optará por desarrollar modelos gasolina y por potenciar sus híbridos.
Es la muerte definitiva del diésel, la estocada final atestada por la propia industria que en su día lo alumbró.
Hazte híbrido.
Hay varios factores que ayudan a explicar tanto la decisión de Toyota como la tendencia general de la industria.
El principal, claro, es el dinero: el año pasado tan sólo el 10% de las matriculaciones realizadas por la firma japonesa se hicieron sobre vehículos diésel. Sus modelos híbridos ya acaparan casi el 40% de su particular cuota de mercado.
El diésel muere porque la gente está dejando de comprarlo.
Llegados a este punto, los propios fabricantes le dan la espalda.
Una tendencia general.
La decisión de Toyota es simbólica y carismática por el gigantesco calado del fabricante nipón, pero en absoluto excepcional.
Se entiende mejor si abrimos el foco: desde el escándalo de las emisiones de Volkswagen, en el que se descubrió que parte de la industria había falseado los niveles de contaminación de sus vehículos, el diésel ha retrocedido.
Antaño el niño mimado de vendedor y comprador, hoy los fabricantes lo juzgan "demasiado tarde" para salvarlo.
¿El motivo? Simple: contamina más que otros modelos.
Y si sabemos que el aire que respiramos nos está matando, el diésel era el chivo expiatorio necesario.
Vendrán más en el futuro.
En gran medida, los responsables de la caída en desgracia del diésel son los gobiernos locales y regionales.
Países como Noruega ya lo han prohibido, y pesos pesados de la industria automovilística como Alemania o Países Bajos están cerca de hacer lo propio.
Londres y París tienen planes sobre la mesa para prohibir la circulación de vehículos diesel por sus calles en menos de quince años.
Madrid ha dibujado planes similares. Incluso China, en su renovado espíritu medioambiental, anda trabajando en ello.
Saluda al eléctrico. Para los fabricantes, el fin del diésel representa un problema y una oportunidad. El problema es evidente: son coches más caros cuya eficiencia energética, que no sostenible, es mayor que la de los gasolina.
A principios de siglo se comieron el mercado, y hoy han pasado del 55% del parque en 2011 al 44% (y bajando).
La oportunidad surge de la mano del coche eléctrico: las severas regulaciones medioambientales de Europa lo han convertido en una opción atractiva.
El precio a pagar.
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