La mayoría de estados miembros de la Unión Europea no están muy a favor de avanzar en sanciones contra el gobierno de Caracas.
“Francia no quiere sanciones”, han explicado a Europa Press fuentes europeas, que aseguran que “la mayoría de estados miembros no están muy a favor” de avanzar en sanciones por ahora contra el gobierno de Caracas.
De hecho, este jueves se ha conocido que el presidente francés, Emmanuele Macron, ofreció a Maduro la mediación de Francia en la crisis venezolana en una carta que le dirigió el pasado 5 de julio, según ha informado la radio Europe 1. “Estamos disponibles para facilitar las negociaciones por la vía del diálogo”, le trasladó Macron.
El embajador galo en Caracas, Romain Nadal, incidió este miércoles en “la voluntad de facilitar el diálogo y la paz” a través de su perfil de Twitter.
“Hablo con todos los responsables venezolanos de forma transparente y directa con respeto y con la voluntad de facilitar el diálogo y la paz”, aseguró.
España ha reclamado a sus socios europeos imponer sanciones de la UE contra “los responsables de la situación” en Venezuela porque Caracas no frenó las elecciones a la Asamblea Constituyente del pasado domingo, algo que pidió expresamente la Alta Representante de Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Federica Mogherini, inaceptable injerencismo que fue rechazado por el gobierno bolivariano.
Los Veintiocho han descartado sanciones por ahora, pero han avisado a Caracas de que “la Unión Europea y sus estados miembro están listos para aumentar gradualmente su respuesta en el caso de que los principios democráticos se socaven más y la Constitución de Venezuela no sea respetada”.
“Las sanciones realmente no fueron discutidas dado que estaba claro que no hay consenso sobre el principio de sanciones”, han explicado a Europa Press fuentes diplomáticas al tanto de la reunión de los Veintiocho este miércoles para pactar una posición común.
“Francia no estaba a favor y Grecia tenía problemas”, han admitido.
Con información de Europa Press
https://red58.org/francia-no-quiere-sanciones-contra-venezuela-df631470e231
The Guardian: La oposición no es la solución para Venezuela
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- abril 8º, 2017
Si la derecha llega al poder, el resultado sería la austeridad y una guerra civil tan devastadora como la de la vecina Colombia, dice The Guardian.
Por Oscar Guardiola-Rivera
Lanarrativa principal sobre Venezuela es algo así: la nación caribeña ejemplifica lo que ocurre cuando una oposición civil mayoritaria es víctima de la represión violenta de un gobierno autoritario al mando de una “revolución desde arriba” insensata.
Pero si los resultados de la elección de la Asamblea Constitucional venezolana del domingo son verdaderos, la teoría ahora es insostenible.
Según cifras oficiales, más de 8 millones de electores votaron a favor de una propuesta de Asamblea Constituyente.
La Asamblea tendrá el poder de reescribir la Constitución en un intento de desbloquear el estancamiento entre un legislativo dominado por la derecha y en gran parte inoperante, y un ejecutivo de izquierda cuyos negocios han vacilado gracias a una combinación de medidas fallidas y la caída de los precios del petróleo.
No sólo eso, la Asamblea limitará los efectos de la decisión de la oposición, respaldada por Estados Unidos, de boicotear la producción y no participar políticamente, al tiempo que incita a la violencia en las calles e invita al ejército a unirse a un golpe similar al fracasado en 2002.
Esta oposición, se debe señalar, está dominada por sectores de extrema derecha, para quienes deshacerse de Nicolás Maduro también significaría aplastar de una vez por todas la insubordinaciones a EEUU de los últimos 15 años.
A dos de estos líderes de la oposición, Leopoldo López y Antonio Ledezma, se les suspendieron medidas de arresto domiciliario tras violar las condiciones cautelares.
López usó su cuenta de Twitter el fin de semana pasado al estilo de Trump, cuando pidió a los venezolanos salir a las calles y “ratificar los resultados del 16 de julio por la fuerza”.
Días antes había publicado un video en el que exhortó al Ejército a levantarse contra el gobierno constitucional, como hicieron los líderes civiles detrás del golpe militar en Chile, en 1973. Los venezolanos están más molestos hoy con tal oposición que con Maduro.
Sin embargo, los que están a la derecha del Partido Laborista y ahora presionan a Jeremy Corbyn para que condene la detención de estos opositores, no nos dicen qué pasaría con alguien en el Reino Unido o Estados Unidos que trate de derrocar por la fuerza al gobierno elegido e incite a la violencia. También parecen más preocupados por encontrar otro palo con el que golpear a su líder.
Su línea es la misma utilizada diariamente por el establishment español de la derecha contra Podemos y en Francia contra Mélenchón.
Lo que deberían hacer, tanto Corbyn como el Partido Laborista, es condenar el intento de la administración Trump de intervenir una vez más en los asuntos internos de una nación latinoamericana soberana.
La Asamblea será también una nueva oportunidad para las fuerzas de la sociedad que impulsaron el proceso revolucionario que comenzó en 1989 -los campesinos, los indígenas, la comunidad LGBT, etc.
Estos son los grupos que han sido marginados tanto por las tendencias centralizadoras del partido gobernante, como por la indiferencia histórica de una oposición de derecha que nunca ha mostrado interés en extender y radicalizar la democracia.
Si la Asamblea tiene éxito, puede haber una renovación de las energías desde abajo para relanzar ese proceso revolucionario, que aparentemente se ha estancado. Si no es así, el peligro de la guerra civil se hace más evidente.
Pero ¿debemos creer las cifras? La oposición dice que solo 2,5 millones votaron. Pero sus números son tan extraoficiales como los 6,5 millones que, según dicen, votaron en contra de la Asamblea Constituyente el 16 de julio, cuando ellos mismos consultaron a los ciudadanos sobre el tema.
Eso son menos que los votos obtenidos por Maduro durante la elección presidencial de 2013, y muchos votos menos que los que obtuvo la oposición durante las elecciones legislativas de 2015.
Hay otras razones para no confiar en la oposición:
no ha respaldado sus afirmaciones con evidencia imparcial, y no tuvo observadores neutrales que validaran sus propias elecciones.
Sin embargo, mantiene su afirmación de haber obtenido un 37% de los votos en contra de la Asamblea.
Pero también están en entredicho las cifras del gobierno:
hay informes no confirmados de que los trabajadores votaron bajo la amenaza de perder sus empleos y, por otro lado, la violencia debe haber limitado el acceso a las urnas durante la votación del domingo.
Sin embargo, el gobierno mantiene su afirmación de haber obtenido el 41% de los votos a favor de la Asamblea Constituyente.
Sabemos que en el conflicto, la verdad se convierte en la primera víctima, y el conflicto de clases es una buena descripción de lo que está sucediendo en Venezuela.
En cualquier caso, ni siquiera las democracias aparentemente estables son inmunes a “hechos alternativos”. Testigo de la disonancia informativa de la Casa Blanca liderada por Trump, es que el lunes calificó a Maduro de “dictador”.
¿Por qué debemos creerle Trump semejante cosa, mientras el propio presidente de EEUU tiene graves problemas de credibilidad? Estados Unidos rara vez se arregla bien con América Latina. Su historial habla por sí mismo.
Así que podemos elegir no creer ni de un lado ni de otro, pero propongo al menos dar el beneficio de la duda. Si hacemos esto último, una conclusión se impone sobre nosotros: la oposición venezolana de derecha es, por admisión propia, incapaz de reunir a una mayoría decisiva de votantes venezolanos.
Los números coinciden en gran medida con lo que dicen los encuestadores independientes: el 51% apoya las protestas callejeras lideradas por la oposición de derecha, pero el 44% no, y en contraste, el 57% sigue teniendo simpatías hacia Hugo Chávez.
Esto no es un consuelo para Maduro. A medida que el auge del precio del petróleo cayó, así fue la fortuna del presidente: su popularidad es del 22%. Eso es malo, pero no tanto como la impopularidad de los líderes de derecha de los países vecinos que no reconocieron los resultados del domingo pasado.
El mexicano Peña Nieto está en 17%, el colombiano Juan Manuel Santos 14%, y el golpista Michel Temer de Brasil un escaso 5%.
Si creemos que tanto en la oposición de derecha como en el gobierno, resulta que el primero todavía tiene un largo camino por recorrer antes de que pueda presentar un desafío democrático creíble contra este último.
Esa puede ser la verdadera razón por la que boicoteó las elecciones del domingo y sigue llamando a continuar las protestas callejeras, aunque sabe que esto significa escalar la violencia de ambos lados.
Está envalentonado por el apoyo de Trump, la parcialidad de la Organización de Estados Americanos y patrocinadores internacionales como Temer.
Pero también significa que su estrella puede ascender y caer junto con las fortunas de Trump, Nieto y Temer, así como aislar un margen aún mayor de venezolanos.
La oposición de derecha no puede reunir a una mayoría más allá de las clases medias-altas, incluso mientras muchos venezolanos, especialmente los más pobres, sufren de una escasez muy real y dificultades económicas. ¿Por qué? Sólo hay una respuesta sensata: la mayoría de ellos teme el regreso de la derecha al poder más que la supuesta incompetencia de Maduro.
Ellos saben que si el actual liderazgo de la oposición llega al poder, respaldado por gente como Trump y el célebre ex presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez, el resultado sería la austeridad y muy probablemente una guerra civil tan devastadora como la de la vecina Colombia.
*Oscar Guardiola-Rivera es profesor de Derecho internacional y asuntos internacionales, en el Birkbeck College, Universidad de Londres.
Lea el artículo original en The Guardian: The problem for Venezuelans: Maduro’s opposition would provide no relief
https://red58.org/the-guardian-la-oposici%C3%B3n-no-es-la-soluci%C3%B3n-para-venezuela-324df6bb8ce9
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