Por Juan Luis González Pérez para Hispan TV. 26/8/2017.
Después del paso de la onda expansiva provocada por los atentados de Barcelona, ya nada será igual.
Después de clamar en vano en el desierto largos lustros.
Después de luchar contra las tórridas tormentas mediáticas que trataban de borrar las huellas de un complot urdido hace más de doscientos años al amparo de las dunas, finalmente, un temporal de simún ha acabado por quitar los ropajes a los reyes y mostrar las verdades que las arenas, con tanto celo, pretendían esconder. Para unos pocos no será nada nuevo, era un secreto a sotto voce, para los más, una auténtica revelación.
Después del paso de la onda expansiva provocada por los atentados de Barcelona, ya nada será igual.
Quien ve a un rey desnudo ya nunca más se dejará obnubilar, ni por el boato, ni por el brillo de piedras y metales preciosos.
De la inspiración divina, se camina sin retorno a la imperfecta humanidad e incluso a la más abyecta existencia.
Obviamente, no van a besar la tierra sin luchar.
Las agencias de lavado de cerebros estarán preparando sus ofertas pecuniarias en petrodólares, para comenzar cuanto antes las operaciones de marketing social, en aras a rehabilitar los daños causados por las acciones terroristas de sus patrocinados.
Pero es improbable que tengan éxito. El hedor que escapa bajo las túnicas reales no se disipará fácilmente, ya no.
El fundador de la dinastía de los Saud se convirtió al wahabismo, a mediados del siglo XVIII.
Una de sus características fundamentales es el takfirismo, el no reconocimiento del otro, ni de los musulmanes de cualquier otra rama del Islam, ni de los practicantes de otras religiones, todos son impuros, apóstatas, infieles, takfires.
En sus versiones más radicales, ni si quiera les reconocen el derecho a la vida, deben ser necesariamente esclavizados o eliminados.
Primero es necesario acabar con lo que consideran malos musulmanes para después terminar con los cristianos.
Esa es la visión deformada, es decir wahabismo, que los regímenes de Arabia Saudí y Qatar están extendiendo por el mundo a golpe de talonario, ante la pasividad y la connivencia de sátrapas árabes y dirigentes occidentales.
Y esa es la confesión que adoptan los terroristas, tanto los del Daesh (ISIS), como los de Al Qaeda, las dos internacionales mundiales del terror más poderosas y conocidas.
Arabia Saudí es como un gran grupo terrorista que ha logrado establecer su califato en unas tierras concretas en el Medio Oriente.
Daesh casi lo consigue en la región que amablemente dejaron que conquistara entre Irak y Siria, pero, afortunadamente, ya está siendo expulsada de ella por estos gobiernos y sus aliados.
Con una ideología religiosa de esa índole, es normal que Arabia Saudí sea un estado que esté implicado en múltiples guerras, de tipo convencional y no convencional, a través de ejércitos regulares o, subsidiariamente, a través de mercenarios y milicias terroristas. Yemen, Bahrein, Libia, Irak o Siria son ejemplos de ello.
El listado de crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y violaciones de los derechos humanos (en su propio territorio) en el haber de Riad es incalculable. Sin embargo, no está considerado un estado paria, ni sus dirigentes van a ser juzgados jamás en los tribunales internacionales.
Los motivos son diversos.
Desde el punto de vista geoestratégico, Estados Unidos (junto con la UE e Israel) es aliado de las monarquías del Golfo Pérsico, la región productora de petróleo y gas por antonomasia del planeta. Tiene desplegadas varias bases militares en el área para asegurarse el suministro ininterrumpido de crudo barato en el futuro y para controlar el tránsito hasta la metrópoli.
Por otro lado, cuantas más guerras estallen, más cantidad de armas se demandarán.
Así que, buena parte del dinero pagado por la venta de hidrocarburos vuelve a EEUU en forma de compras de armamento.
Por último, teniendo en cuenta que los mayores enemigos de los wahabíes son los musulmanes shiíes y, habiéndose escapado Irán de la órbita occidental desde la proclamación de la República Islámica en 1979, lo más fácil es apoyar a sus enemigos para debilitar al país persa y mantener viva la amenaza de una guerra regional, junto a la promulgación de sanciones, sabotajes, asesinatos selectivos o atentados terroristas teledirigidos.
En cuanto a España los motivos que explican estas amistades peligrosas no son tan obvios. Tenemos que retrotraernos a los tiempos de la transición y a la herencia monárquica planificada por el dictador Franco para nuestro país.
La casa real española estaba por aquel entonces sin blanca, al pairo de empresarios y financieros de dudosa moralidad que, invariablemente dieron, más tarde que temprano, con los huesos en la cárcel.
Fueron las monarquías medievales del Golfo Pérsico quienes financiaron a su homóloga española con préstamos generosos pero, sobre todo, a través de la posibilidad de comerciar con las importaciones de hidrocarburos.
Los Al Saud sólo hacen negocios con familiares o amigos íntimos y los borbones están incluidos en esta última categoría.
Petróleo y gas, mezquitas, grandes obras e infraestructuras y armas, muchas armas, están en la lista de intercambios entre ambos países y ambas casas.
Como ejemplo de cercanía, fue Salman bin Abdulaziz Al Saud, el «hermano» saudí de Juan Carlos de Borbón, quien pagó el famoso viaje a Botsuana con Corinna y el que logró adjudicar las obras del AVE Medina-La Meca.
Esa capacidad de influencia sobre gobiernos en Occidente, unido a inversiones en medios de comunicación, le permitió a los países del Golfo mantener una impunidad total frente a la opinión pública internacional.
Países como EEUU o Reino Unido escondieron informes oficiales sobre la implicación de Arabia Saudí y sus vecinos en los atentados del 11S o en la financiación del terrorismo.
Sin embargo, la desastrosa operación de las primaveras árabes puso de manifiesto a gran escala la brutalidad de las prácticas de los terroristas y visualizó quiénes eran realmente los patrocinadores de Al Qaeda y Daesh, donde las monarquías árabes del Golfo Pérsico desempeñan un papel crucial, especialmente Arabia Saudí y Qatar.
En este estado de cosas, cuando los atentados de los considerados “rebeldes moderados” en Oriente Medio afectan a Europa, donde adquieren ya la dimensión clara de terroristas, la opinión pública es incapaz separar ambas estrategias y pocos están dispuestos a pagar un precio de sangre por alcanzar difusos réditos geopolíticos inexplicables en tierras lejanas.
Es entonces cuando se generaliza el rechazo a los terroristas, a sus amigos, a los que los financian, a los que los dotan de soporte ideológico y a los que los utilizan como carne de cañón mercenaria para enfrentar a los gobiernos laicos e independientes de la región, en los que musulmanes suníes, shiíes y cristianos pueden vivir en paz.
Así, Arabia Saudí es ya para muchos un Estado paria, indeseable, el líder del eje del mal en el mundo. Todo el que tenga relaciones con él será considerado de la misma manera.
Ya sean sus íntimos de la casa real española, los que callan sus atrocidades a cambio de contratos, los que les venden armas y los que callan o los jalean cuando les venden barcos de guerra porque hay que dar empleo a los trabajadores de los astilleros públicos. Ninguno va a seguir siendo inocente a ojos del pueblo. Que tomen nota.
Escrito por Juan Luis González Pérez
Fuente: Hispan TV
DIARIO BRITÁNICO HABLA SOBRE LA COMPLICIDAD ENTRE ARABIA SAUDÍ E ISRAEL, Y EL RESPALDO A ISIS
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- agosto 15º, 2017
Todavía hay israelíes honorables que exigen un estado para los palestinos; Hay saudíes bien educados que se oponen al enloquecido wahabismo sobre el cual se funda su reino; Hay millones de estadounidenses, de mar a mar brillante, que no creen que Irán es su enemigo ni Arabia Saudita su amigo.
Pero el problema actual en Oriente y Occidente es que nuestros gobiernos no son nuestros amigos.
Cuando el canal satelital Al Jazeera de Qatar tiene tanto a los sauditas como a los israelíes exigiendo su cierre, debe estar haciendo algo bien. Traer a los helicópteros saudíes y a los ocupantes israelíes en alianza es, después de todo, algo así como un logro.
Pero no se pongan demasiado románticos sobre esto.
Cuando los saudíes más ricos caen enfermos, se sabe que vuelan a Tel Aviv en sus aviones privados para recibir tratamiento en los mejores hospitales de Israel. Y cuando los bombarderos saudíes e israelíes salen al aire, puede estar seguro de que van a bombardear a los chiítas – en Yemen o en Siria, respectivamente – en lugar de los sunitas.
Y cuando el rey Salman -o mejor dicho, el príncipe heredero de Arabia Saudita, el príncipe Mohammad- apunta el dedo a Irán como la mayor amenaza a la seguridad del Golfo, puede estar seguro de que Bibi Netanyahu hará exactamente y precisamente lo mismo, por supuesto, con “seguridad israelí”.
Pero es un negocio extraño cuando los saudíes establecieron el ritmo de la supresión de los medios de comunicación para ser apoyados por ese faro de libertad, democracia y derechos humanos conocido en la canción y la leyenda como Israel o el Estado de Israel o como Bibi y su gabinete Chums lo tendrían, el Estado judío de Israel.
Así que pasemos brevemente a través de la última demostración de la tolerancia israelí hacia la libertad de expresión que todos nosotros apoyamos, nutre, amamos, adoramos, consideramos una piedra angular de nuestra democracia, etc.
Para esta semana, el ministro de comunicaciones israelí, Ayoob Kara, reveló planes para quitar las credenciales de los periodistas basados en Israel de Al Jazeera, cerrar su oficina de Jerusalén y tomar las emisiones de la estación de los proveedores locales de cable y satélite.
Esto, anunció Ayoob Kara – un druso israelí (y por lo tanto un ministro del Likud árabe) que es un partidario de toda la vida de la colonización por los judíos de la tierra árabe ocupada por Israel en Cisjordania – traería una situación que los canales basados en Israel informarán objetivamente.
En otras palabras, amenazarlos. Ponerlos en línea.
Bibi Netanyahu acusó a Al Jazeera de incitar a la violencia en Jerusalén, especialmente en su reportaje sobre los recientes asesinatos en Jerusalén, pero como casi todos los periodistas extranjeros dentro y fuera de Israel que se han atrevido a criticar al estado han sido en algún momento acusados de incitación, así como el antisemitismo y otras mentiras, esto es sólo par para el curso.
Personalmente, he descubierto que el reporte de Al Jazeera desde Israel es bastante patético, su veneración a la estatal muy dolorosamente ilustrada cuando su presentadora de Qatar expresó a un portavoz del gobierno israelí las condolencias de su canal por la muerte de Ariel Sharon, quien fue responsable de la masacre de hasta 1.700 palestinos en las masacres de los campos de refugiados de Sabra y Shatila de 1982.
Ayoob Kara, sin embargo, ha tomado realmente su señal de sus árabes del compañero. Y él lo admite. Israel tuvo que tomar medidas, dijo, contra “los medios de comunicación, que ha sido determinado por casi todos los países árabes para ser realmente un partidario del terrorismo, y sabemos esto con certeza”.
Por lo tanto, parece que los israelíes ahora reciben lecciones sobre las libertades mediáticas de los “países árabes”.
No sólo los saudíes, por supuesto, sino de “casi todos los países árabes” cuyos medios sin restricciones – se piensa a la vez de la prensa liberal sin trabas de Egipto, Siria, Jordania, Argelia y sí, “casi” son baluartes de los que dicen la verdad, oponentes duros de los regímenes autoritarios, constitucionalmente protegidos del abuso dictatorial. Perdona la risa hueca. ¿Pero es esto realmente como Israel quiere definirse a sí mismo?
Bueno, sí lo es, supongo. Porque si realmente existe una alianza no escrita entre Arabia Saudita e Israel, entonces todas las opciones – como solían decir los presidentes de Estados Unidos y la secretaria Hillary Clinton – están “sobre la mesa”.
La prisión sin juicio, las ejecuciones extrajudiciales, los abusos de los derechos humanos, la corrupción, el gobierno militar – digamos esto de inmediato: todas estas características pertenecen a “casi todas” naciones árabes musulmanas sunitas- y a Israel en las tierras que ocupa.
Y en cuanto a ser un “partidario del terror” (cito de nuevo al ministro israelí Kara), primero hay que preguntarse por qué los árabes del Golfo de Sunni han exportado a sus combatientes -y su dinero- a los suníes en Medio Oriente.
Y entonces pregunte por qué Israel nunca ha bombardeado a estas mismas criaturas viles -de hecho, pregunte por qué Israel ha dado tratamiento hospitalario a los combatientes heridos de los de al-Nusra -en otras palabras, al-Qaeda, los perpetradores del 11-S- mientras atacaban a los chiíes Hezbollah y Alawite (chiítas) dirigieron a Siria, y amenazaron con bombardear a Irán, proyecto que, a mi juicio, Kara mismo está a favor.
Tampoco debemos olvidar que el loco presidente de Estados Unidos y su extraño régimen también forman parte de la confederación saudita-israelí anti-chiíta.
Las obscenas ventas de armas de Trump a 350.000 millones de dólares a los saudíes, su manipulación de Irán y su odio a la prensa y los canales de televisión del mundo lo convierten en parte íntima de la misma alianza.
De hecho, cuando uno mira a uno de los predecesores más sanos de Trump, George W. Bush, que también odiaba a Irán, se dirigía a los saudíes y hablaba con Tony Blair de bombardear la sede de Al Jazeera en Qatar, quien se aseguró de que la familia rica de Bin Laden fuera expulsada de los Estados Unidos después del 11 de septiembre -este pacto estadounidense-saudita-israelí tiene una historia comparativamente larga.
Siendo un optimista irracional, hay un lado inocente de mi piel periodística rasguñada que todavía cree en la educación y la sabiduría y la compasión.
Todavía hay israelíes honorables que exigen un estado para los palestinos; Hay saudíes bien educados que se oponen al Wahabismo enloquecido sobre el cual se funda su reino; Hay millones de estadounidenses, de mar a mar brillante, que no creen que Irán es su enemigo ni Arabia Saudita su amigo.
Pero el problema actual en Oriente y Occidente es que nuestros gobiernos no son nuestros amigos. Son nuestros opresores o amos, supresores de la verdad y aliados de los injustos.
Netanyahu quiere cerrar la oficina de Al Jazeera en Jerusalén. El príncipe heredero Mohammad quiere cerrar la oficina de Al Jazeera en Qatar. Bush efectivamente bombardeó las oficinas de Al Jazeera en Kabul y Bagdad.
Theresa May decidió esconder un informe del gobierno sobre el financiamiento del “terrorismo”, para no molestar a los saudíes -que es precisamente la misma razón por la que Blair cerró una investigación policial del Reino Unido sobre supuestos sobornos de BAE-Arabia 10 años antes.
Y nos preguntamos por qué vamos a la guerra en Oriente Medio. Y nos preguntamos por qué ISIS existe y no es bombardeado por Israel y sí financiado por los árabes del Golfo, sus compañeros salafistas.
Supongo que es mejor que mantengamos un ojo en Al Jazeera – mientras todavía está alrededor.
The Independent.
Todavía hay israelíes honorables que exigen un estado para los palestinos; Hay saudíes bien educados que se oponen al enloquecido wahabismo sobre el cual se funda su reino; Hay millones de estadounidenses, de mar a mar brillante, que no creen que Irán es su enemigo ni Arabia Saudita su amigo. Pero el problema actual en Oriente y Occidente es que nuestros gobiernos no son nuestros amigos.
Cuando el canal satelital Al Jazeera de Qatar tiene tanto a los sauditas como a los israelíes exigiendo su cierre, debe estar haciendo algo bien. Traer a los helicópteros saudíes y a los ocupantes israelíes en alianza es, después de todo, algo así como un logro.
Pero no se pongan demasiado románticos sobre esto. Cuando los saudíes más ricos caen enfermos, se sabe que vuelan a Tel Aviv en sus aviones privados para recibir tratamiento en los mejores hospitales de Israel. Y cuando los bombarderos saudíes e israelíes salen al aire, puede estar seguro de que van a bombardear a los chiítas – en Yemen o en Siria, respectivamente – en lugar de los sunitas.
Y cuando el rey Salman -o mejor dicho, el príncipe heredero de Arabia Saudita, el príncipe Mohammad- apunta el dedo a Irán como la mayor amenaza a la seguridad del Golfo, puede estar seguro de que Bibi Netanyahu hará exactamente y precisamente lo mismo, por supuesto, con “seguridad israelí”. Pero es un negocio extraño cuando los saudíes establecieron el ritmo de la supresión de los medios de comunicación para ser apoyados por ese faro de libertad, democracia y derechos humanos conocido en la canción y la leyenda como Israel o el Estado de Israel o como Bibi y su gabinete Chums lo tendrían, el Estado judío de Israel.
Así que pasemos brevemente a través de la última demostración de la tolerancia israelí hacia la libertad de expresión que todos nosotros apoyamos, nutre, amamos, adoramos, consideramos una piedra angular de nuestra democracia, etc. Para esta semana, el ministro de comunicaciones israelí, Ayoob Kara, reveló planes para quitar las credenciales de los periodistas basados en Israel de Al Jazeera, cerrar su oficina de Jerusalén y tomar las emisiones de la estación de los proveedores locales de cable y satélite.
Esto, anunció Ayoob Kara – un druso israelí (y por lo tanto un ministro del Likud árabe) que es un partidario de toda la vida de la colonización por los judíos de la tierra árabe ocupada por Israel en Cisjordania – traería una situación que los canales basados en Israel informarán objetivamente. En otras palabras, amenazarlos. Ponerlos en línea.
Bibi Netanyahu acusó a Al Jazeera de incitar a la violencia en Jerusalén, especialmente en su reportaje sobre los recientes asesinatos en Jerusalén, pero como casi todos los periodistas extranjeros dentro y fuera de Israel que se han atrevido a criticar al estado han sido en algún momento acusados de incitación, así como el antisemitismo y otras mentiras, esto es sólo par para el curso.
Personalmente, he descubierto que el reporte de Al Jazeera desde Israel es bastante patético, su veneración a la estatal muy dolorosamente ilustrada cuando su presentadora de Qatar expresó a un portavoz del gobierno israelí las condolencias de su canal por la muerte de Ariel Sharon, quien fue responsable de la masacre de hasta 1.700 palestinos en las masacres de los campos de refugiados de Sabra y Shatila de 1982.
Ayoob Kara, sin embargo, ha tomado realmente su señal de sus árabes del compañero. Y él lo admite. Israel tuvo que tomar medidas, dijo, contra “los medios de comunicación, que ha sido determinado por casi todos los países árabes para ser realmente un partidario del terrorismo, y sabemos esto con certeza”. Por lo tanto, parece que los israelíes ahora reciben lecciones sobre las libertades mediáticas de los “países árabes”. No sólo los saudíes, por supuesto, sino de “casi todos los países árabes” cuyos medios sin restricciones – se piensa a la vez de la prensa liberal sin trabas de Egipto, Siria, Jordania, Argelia y sí, “casi” son baluartes de los que dicen la verdad, oponentes duros de los regímenes autoritarios, constitucionalmente protegidos del abuso dictatorial. Perdona la risa hueca. ¿Pero es esto realmente como Israel quiere definirse a sí mismo?
Bueno, sí lo es, supongo. Porque si realmente existe una alianza no escrita entre Arabia Saudita e Israel, entonces todas las opciones – como solían decir los presidentes de Estados Unidos y la secretaria Hillary Clinton – están “sobre la mesa”.
La prisión sin juicio, las ejecuciones extrajudiciales, los abusos de los derechos humanos, la corrupción, el gobierno militar – digamos esto de inmediato: todas estas características pertenecen a “casi todas” naciones árabes musulmanas sunitas- y a Israel en las tierras que ocupa. Y en cuanto a ser un “partidario del terror” (cito de nuevo al ministro israelí Kara), primero hay que preguntarse por qué los árabes del Golfo de Sunni han exportado a sus combatientes -y su dinero- a los suníes en Medio Oriente. Y entonces pregunte por qué Israel nunca ha bombardeado a estas mismas criaturas viles -de hecho, pregunte por qué Israel ha dado tratamiento hospitalario a los combatientes heridos de los de al-Nusra -en otras palabras, al-Qaeda, los perpetradores del 11-S- mientras atacaban a los chiíes Hezbollah y Alawite (chiítas) dirigieron a Siria, y amenazaron con bombardear a Irán, proyecto que, a mi juicio, Kara mismo está a favor.
Tampoco debemos olvidar que el loco presidente de Estados Unidos y su extraño régimen también forman parte de la confederación saudita-israelí anti-chiíta. Las obscenas ventas de armas de Trump a 350.000 millones de dólares a los saudíes, su manipulación de Irán y su odio a la prensa y los canales de televisión del mundo lo convierten en parte íntima de la misma alianza. De hecho, cuando uno mira a uno de los predecesores más sanos de Trump, George W. Bush, que también odiaba a Irán, se dirigía a los saudíes y hablaba con Tony Blair de bombardear la sede de Al Jazeera en Qatar, quien se aseguró de que la familia rica de Bin Laden fuera expulsada de los Estados Unidos después del 11 de septiembre -este pacto estadounidense-saudita-israelí tiene una historia comparativamente larga.
Siendo un optimista irracional, hay un lado inocente de mi piel periodística rasguñada que todavía cree en la educación y la sabiduría y la compasión. Todavía hay israelíes honorables que exigen un estado para los palestinos; Hay saudíes bien educados que se oponen al Wahabismo enloquecido sobre el cual se funda su reino; Hay millones de estadounidenses, de mar a mar brillante, que no creen que Irán es su enemigo ni Arabia Saudita su amigo. Pero el problema actual en Oriente y Occidente es que nuestros gobiernos no son nuestros amigos. Son nuestros opresores o amos, supresores de la verdad y aliados de los injustos.
Netanyahu quiere cerrar la oficina de Al Jazeera en Jerusalén. El príncipe heredero Mohammad quiere cerrar la oficina de Al Jazeera en Qatar. Bush efectivamente bombardeó las oficinas de Al Jazeera en Kabul y Bagdad. Theresa May decidió esconder un informe del gobierno sobre el financiamiento del “terrorismo”, para no molestar a los saudíes -que es precisamente la misma razón por la que Blair cerró una investigación policial del Reino Unido sobre supuestos sobornos de BAE-Arabia 10 años antes.
Y nos preguntamos por qué vamos a la guerra en Oriente Medio. Y nos preguntamos por qué ISIS existe y no es bombardeado por Israel, sí financiado por los árabes del Golfo, sus compañeros salafistas. Supongo que es mejor que mantengamos un ojo en Al Jazeera – mientras todavía está alrededor.
Fuente: http://annurtv.com/diario-britanico-habla-sobre-la-complicidad-entre-arabia-saudi-e-israel-y-el-respaldo-a-isis-2/
El diario israelí The Jerusalem Post presenta este miércoles a sus lectores la plataforma estadounidense Multifaith Alliance, compuesta por unas 90 organizaciones unidas para enviar ayuda a los milicianos opuestos al Gobierno sirio a través de las fuerzas de guerra del régimen israelí (IDF, por sus siglas en inglés).
El director de la sección de “ayuda humanitaria y relaciones regionales” de la organización, Shadi Martini, relata cómo participó en las manifestaciones de 2011 en su ciudad natal de Alepo y cómo comenzó a desobedecer las órdenes del Gobierno en distintos aspectos, como por ejemplo haciendo contrabando de suministros médicos.
“Necesitaban suministros médicos y no podían conseguirlos. Algunas personas necesitaban ser tratadas en secreto (…) así que desarrollamos una red con amigos dentro de Siria y ayudamos a la gente, comenzando a traficar cosas a las zonas cercadas”, confiesa.
Un año más tarde, Martini huyó de su país y se trasladó a Estados Unidos, aunque siguió viajando a zonas de Siria ocupadas por terroristas y grupos armados opositores con el fin de proporcionarles ayuda.
Pero fue en 2013 cuando se acercaron a él israelíes que querían fortalecer a los alzados en armas en Siria, según cuenta. “Pensé que tal vez eran del Mosad, tal vez querían información”, agrega.
Aun así decidió arriesgarse, recoger los productos israelíes (no etiquetados) y distribuirlos entre los opositores sirios, a los que él presenta como ‘víctimas’. Fue entonces cuando la organización estadounidense, que acababa de formarse, se enteró de esta actividad y se le acercó.
Multifaith Alliance recolecta ayuda en EE.UU. y la envía a Palestina ocupada, donde las fuerzas de ocupación israelíes las distribuyen entre opositores sirios. De hecho se atribuye el “mérito” de haber construido el puente entre las IDF y los “opositores sirios”, llegando a entregar alrededor de 22 millones de dólares en ayuda a la insurgencia a través del régimen israelí.
La plataforma asegura que en la actualidad su ayuda es sobre todo médica y se centra en la rehabilitación de un hospital cercano a la frontera entre Siria y Palestina ocupada.
Desde el inicio de la crisis siria, en 2011, el régimen de Tel Aviv ha brindado ayuda sanitaria, alimentaria y logística a los grupos terroristas. Además, Israel suele atacar en el sur de Siria convoyes militares de los grupos que luchan contra las distintas bandas terroristas, violando así la soberanía siria.
Israel destina $7 millones para ayudar a los terroristas en Siria
Así lo ha anunciado este martes el jefe del estado mayor de Israel, Gadi Eizenkot, durante la conferencia de desafíos de seguridad de este régimen en el centro interdisciplinario de Herzliya —en la costa central de los territorios ocupados palestinos—, donde ha confirmado, además, la ayuda de las fuerzas de guerra de Tel Aviv (IDF, por sus siglas en inglés) a los extremistas takfiríes en Siria.
Así lo ha anunciado este martes el jefe del estado mayor de Israel, Gadi Eizenkot, durante la conferencia de desafíos de seguridad de este régimen en el centro interdisciplinario de Herzliya —en la costa central de los territorios ocupados palestinos—, donde ha confirmado, además, la ayuda de las fuerzas de guerra de Tel Aviv (IDF, por sus siglas en inglés) a los extremistas takfiríes en Siria.
“Veintiséis millones de shekels (7 millones de dólares) del presupuesto de las IDF se va a destinar a la asistencia médica” a los extremistas takfiríes heridos en Siria, ha informado Eizenkot, para después indicar que, hasta ahora, “en total, más de 3000 de ellos han sido hospitalizados en Safed y Nahariya”, ciudades localizadas en el norte de los territorios ocupados palestinos.
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