Esa relación favorece el lucro de los dirigentes y la politización de las grandes causas.
Poco a poco, algunas asociaciones se desvían hacia objetivos no relacionados con las causas que dicen defender. Julien Teil analiza esta evolución a través de varios ejemplos.
Sobre el poster aparece la frase: «La ayuda humanitaria no se hace de manera improvisada»
Muchos programas de solidaridad internacional, de los que siguen de cerca las ONGs y los medios de difusión, cuentan con el aval de las organizaciones intergubernamentales.
Pero algunos de esos programas no parecen representar los valores e ideales que supuestamente defienden.
Estudiaremos aquí un concepto que apareció en los años 1990 y un programa de solidaridad que viene elaborándose.
No es nuestro objetivo acusar aquí a los diferentes actores e intermediarios de dichos programas sino analizar las relaciones que se establecen al calor de estos, para ofrecer un panorama del rumbo que van adoptando.
El 1%, África y sus redes
El 5 de enero de 1994, durante el programa televisivo La marche du Siecle, Charles Pasqua, el entonces ministro francés del Interior y presidente del Consejo General de la región Hauts-de-Seine, declara: «Francia tiene que ponerse a la cabeza de una verdadera cruzada a favor del desarrollo.
Se sabe que actualmente, todos los expertos lo están diciendo, si dedicamos a la ayuda al desarrollo de los países subindustrializados, subdesarrollados, el equivalente del 1% de nuestro PIB, el problema se resolvería».
Esa práctica ya está incluso instituida en el seno de la sociedad de economía mixta (SEM) Cooperation 92, fundada por iniciativa del propio Pasqua y dirigida por gente de su entorno.
Las acciones concretas de la Cooperation 92 en Gabón se han realizado sin que mediaran procesos previos de licitación o concurso público y resultaron extremadamente costosas.
Sin que existiera oficialmente vínculo alguno con lo anterior, el jefe de Estado gabonés ofreció sumas equivalentes a esos costos para financiar las actividades políticas de Pasqua y de sus colaboradores [1].
No es sino al cabo de 14 años, el 24 de octubre de 2008, que el Consejo General de la región francesa Hauts-de-Seine vota la disolución de la sociedad Cooperation 92, que venía siendo objeto de duras críticas desde hacía más de un decenio.
La oposición (Partido Socialista, Verdes y Partido Comunista) denunciaba concretamente la total falta de transparencia de aquella empresa y deploraba la ausencia de ONGs en la realización de los proyectos [2].
Dedicar parte del presupuesto de un organismo público o mixto a operaciones de solidaridad internacional ajenas a la vocación misma del organismo en cuestión es una forma de desvío de fondos públicos, por muy encomiable que sean esas operaciones.
O más bien «constituía un desvío de fondos», ya que la ley Oudin-Santini, que entró en vigor el 27 de enero de 2005, permite que las comunas, ciertos establecimientos públicos de cooperación, los sindicatos mixtos encargados de los servicios públicos de agua potable, las agencias del agua, etc., destinen el 1% de su presupuesto a acciones de solidaridad internacional y de cooperación.
Los truculentos Charles Pasqua y André Santini crearon una red de ONGs a favor del desarrollo estrechamente vinculadas a cierto tipo de relaciones entre Francia y África, que en la jerda se conocía como «Fraciáfrica».
André Santini, principal autor de esa ley, ocupaba la vicepresidencia del grupo parlamentario de estudio sobre los problemas del agua. Este amigo de Charles Pasqua ocupaba también la vicepresidencia del Consejo General de la región francesa Hauts-de-Seine, la presidencia del Sindicato de Aguas de la región Ile-de-France (SEDIF), además de ser presidente del Comité de la Cuenca Seine-Normandie.
Hasta el año 2010, el manejo del agua en la región Ile-de-France estuvo está en manos de la compañía Generale des Eaux, rebautizada con el nombre de Vivendi Environnement [en español, Vivendi Medio Ambiente] y más tarde como Veolia.
En el seno del Comité de la Cuenca Seine-Normandie, responsable del manejo del agua en esa región, el señor Santini tiene como segundo a un vicepresidente, Paul-Louis Girardot, quien es además presidente del consejo de vigilancia de Veolia Eau [en español, Veolia Agua] y vicepresidente del consejo de administración de Veolia Environnement.
En 2006, Veolia Environnement puso en marcha su comité independiente de evaluación para «enriquecer la visión estratégica de Veolia Environnement».
Entre los miembros de ese comité se cuentan Jean-Michel Severino, director general de la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD), y Philippe Leveque, director general de la ONG Care France. Care France goza de las prerrogativas de la forma de asociación puesta en vigor a través de la ley Oudin-Santini y su informe sobre las actividades correspondientes al año 2009 expresa su agradecimiento a las diferentes agencias del agua así como al Consejo General de la región Hauts-de-Seine.
Como primera beneficiaria de la ley Santini y primer socio de Cooperation 92, la asociación SOS Sahel se dedica a reverdecer el desierto.
Como consecuencia de la gran sequía de los años 1973-1974, el entonces presidente de Senegal, Leopold Sedar Senghor, invitó a la sociedad civil francesa y africana a crear una asociación de lucha contra el hambre. Así apareció en Dakar, en noviembre de 1976, la asociación SOS Sahel.
La ONG Action Contre la Faim [en español, Acción Contra el Hambre] milita a favor de «ratificar [la ley Santini] a escala europea (para poder ayudar a más personas a tener acceso al agua y al saneamiento conforme a los Objetivos del Milenio)» [5].
Esta proposición debería suscitar duras críticas ya que se trata de legalizar a escala europea una práctica que sigue siendo delictiva en numerosos Estados.
Action Contre la Faim es una asociación internacional creada en noviembre de 1979, con el nombre de Action Internationale Contre la Faim (AICF) y apadrinada por una serie de intelectuales atlantistas, como Francoise Giroud, Guy Sorman, Jacques Attali y Bernard-Henry Levy.
En aquel entonces el objetivo era alimentar, en Pakistán, a los islamistas afganos que huían del Ejército Rojo.
Cuatro meses después de su fundación, en febrero de 1980, AICF participa en un suceso mediático: «la marcha por la supervivencia».
Respondiendo al llamado de Médicos Sin Fronteras, un grupo de celebridades escolta un convoy de ayuda humanitaria que será detenido al tratar de pasar la frontera de Camboya.
Se producen entonces conmovedoras escenas en las que Bernard-Henry Levy y Elie Wiesel suplican a las tropas comunistas vietnamitas que permitan el paso de la ayuda humanitaria destinada a los khmers rojos, a los que supuestamente estaban dejando morir de hambre después de haberlos derrocado.
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