¿Quiénes intentan apoderarse del 'oro blanco' de Sudamérica?
Cuatro países sudamericanos poseerían hasta el 85 % de las reservas mundiales del mineral más codiciado de este siglo.
¿Qué tienen en común los satélites, las naves espaciales, las baterías recargables de teléfonos móviles, las computadoras, los celulares, los marcapasos, las cámaras digitales, los reactores atómicos, los vehículos eléctricos y los medicamentos antidepresivos?
Ese mineral no metálico se encuentra principalmente en los salares naturales, pero también en "pozos petrolíferos, campos geotermales y agua de mar", explica el Ministerio de Minería de Chile.
Tiene la virtud de ser el metal más liviano, gracias a que tiene "la mitad de la densidad del agua", y posee "excelentes condiciones" para conducir el calor y la electricidad.
Por sus aplicaciones, también se denomina como 'oro blanco'.
Asimismo, su valor es otro aspecto relevante: mientras que en 1998 una tonelada de litio se cotizaba a 1.670 euros, en 2017 alcanzó los 8.600 euros.
Chile, Bolivia, Argentina y parte de Brasil concentran las mayores reservas de ese material, por lo que su manejo no está exento de repercusiones políticas.
Industrialización del litio, de nuestros recursos naturales, es una realidad. Industrializamos para lograr soberanía económica y energética. pic.twitter.com/QA60FN33Sl— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) 24 de agosto de 2017
Detrás de sus reservas se encuentran "gobiernos, países y empresas transnacionales", que necesitan el litio para "emplearlo en la fabricación de los más variados aparatos", declara a RT el periodista y sociólogo uruguayo Rubén Armendáriz.
Una sección del paquete de baterías de iones de litio que se eliminó de un vehículo eléctrico / Rebecca Cook / Reuters
Como la utilidad de ese mineral es tan diversa, "se vuelve una necesidad muy grande"; en particular, para "las transnacionales automotrices" explica este autor del informe 'Vienen por nuestro litio, con la excusa del auto eléctrico y la defensa del ambiente'.
Armendáriz asegura que la explotación del litio en cada uno de los países con reservas "tiene que ver con las formas de cada uno de los gobiernos, con sus posiciones ideológicas".
Por ejemplo,
en Bolivia sucede "una cosa" —el Estado administra los salares de litio a través de la empresa Yacimientos del Litio Boliviano (YLB)— y "otra muy diferente en Chile, Argentina o en el Brasil de Michel Temer".
Por su parte, Chile un llamado internacional para empresas interesadas en explotar el desierto de Atacama.
Actualmente, ese país produce el 41 % del litio que se utiliza en el mundo.
Argentina apunta a un modelo similar:
el pasado marzo se supo que las mineras Enirgi Group y Orocobre invertirán 720 y 160 millones de dólares, respectivamente, para explotar ese mineral.
Mientras, el Estado brasileño aplica el Proyecto de Evaluación Potencial de litio bajo la supervisión del Servicio Geológico de Brasil (CPRM), para el que fue anunciada una inversión de 40 millones de dólares por parte de Calvyn Gardner, representante de un fondo de inversión británico.
A pesar de que en Sudamérica existen "políticas muy claras" respecto a las reservas de litio, Rubén Armedáriz cree que las decisiones son "obviamente modificadas por los cambios de gobierno en cada país", en la mayoría de los cuales "se favorece la explotación" por parte de "empresas transnacionales".
Este especialista subraya que desde "Estados Unidos, Europa y el sudeste asiático" se trata de imponer en el imaginario colectivo que los países productores de litio serían los "responsables de que no se ponga coto a la contaminación ambiental derivada del consumo del combustible fósil".
Para Armendáriz, no resultaría extraño que, algún día, a las potencias mundiales se les ocurra argumentar que "deben ocupar los salares de litio" para "salvar el medio ambiente", debido a que existen muchos intereses detrás de la idea de generar "la necesidad poseer o fabricar autos eléctricos".
Este investigador explica que todas las estimaciones reflejan que falta al menos una década para que los vehículos eléctricos alcancen "apenas el 5 % del mercado mundial", una iniciativa que requiere una inversión cercana a los 6.000 millones de dólares para un suministro de litio hasta 2020.
"Es un gran negocio a largo plazo. Quizá después del 2025, pueda que se note algún ensayo de vehículos eléctricos en algunas de las grandes ciudades de América Latina", asevera Rubén Armendáriz.
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