lunes, 23 de octubre de 2017

Los Votantes de la Izquierda son las Clases Medias Ilustradas, no los Obreros

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"Los votantes de la izquierda son las clases medias ilustradas, no los obreros"

En estos momentos en que está lo urgente y después Cataluña, lo importante desaparece por completo del debate público. 
Alberto Garzón acaba de publicar un libro, 'Por qué soy comunista' (Ed. Península) en el que ofrece una mirada amplia acerca del entorno político y de la tradición a la que pertenece. 
Es una excusa perfecta para olvidarnos delcorto plazo, de la unión de IU con Podemos, de las dificultades que atraviesa el partido morado con el procès, y de analizar estratégicamenteel papel de la izquierda en el siglo XXI. 
Según el líder de IU, si hay algo históricamente claro es que siempre que existe un poder que elimina posibilidades vitales y materiales a sus ciudadanos, encuentra enfrente resistencias, y ese es el caso hoy. 
Otra cuestión es por qué esa contestación está siendo liderada por nuevas fuerzas ligadas a la derecha y no por los suyos
Pero, en todo caso, es de agradecer que existan líderes políticos que, más allá de intentar controlar la estructura de su partido, pensar en las siguientes elecciones y realizar movimientos tácticos, esto es, de moverse en el corto plazo, traten de reflexionar sobre la sociedad en que se desenvuelven y sobre las fuerzas que la determinan.
PREGUNTA.- Quizá el primer interrogante sea cómo actualizar una serie de ideas escritas y pensadas para un tiempo que dista mucho del nuestros. ¿Ser comunista quiere decir también cómo recoger ese corpus teórico y traerlo a la actualidad?
RESPUESTA.- El marxismo sigue siendo una herramienta que arroja luz. 
No es un sistema cerrado y, de un modo modesto, nos puede ayudar a entender la realidad mucho mejor que otros. 
A los comunistas lo que nos corresponde es resignificar todos estos elementos en una época, la nuestra, con características muy diferentes de las de otros tiempos pero también con muchos elementos de continuidad. 
El capitalismo no es azaroso, está sometido a reglas y lógicas que Marx descubrió con acierto, y es ese conocimiento el que nos permite acercarnos a fenómenos sociales como la globalización, la desestructuración social o el aumento de poder de las grandes empresas, asuntos que en ausencia de una teoría como la marxista parecerían desconectados.
P.- Uno de los puntos centrales de la teoría de Marx es la existencia de clases. Pero es muy complicado hoy establecer divisiones claras ente ellas, todo parece mucho más mezclado. 
Personas con una buen posición material pueden quedarse sin opciones de reproducir ese nivel de vida, hay personas con elevada formación y salarios típicos de proletariado, algunos trabajadores manuales cuentan con ingresos por encima de su teórica escala social…
R. El concepto de clase social es clave en Marx, pero no llegó a hacer ningún estudio concreto sobre ellas. 
En su época, era un concepto intuitivo: los obreros industriales formaban el proletariado y este iba a convertirse en mayoría social por el simple curso de los acontecimientos, una visión que era ingenua. 
Hoy las transformaciones económicas han producido cambios en las estructuras sociales y son mucho más heterogéneas: 
hay pocos trabajadores industriales, el sector servicios es muy amplio, e incluye desde técnicos hasta administrativos, y todos ellos son muy desiguales en términos de ingresos, de modo que un trabajador de la SEAT puede cobrar más que un trabajador intelectual cualificado del sector servicios.
Estamos viendo en Cataluña iniciativas interclasistas que perjudican a los trabajadores de las dos partes del Estado
P. Otro elemento llamativo, que introduce una notable diferencia con otras épocas marxistas, es que la clase obrera, en la época de los estados nación, se decía internacionalista. 
Hoy la internacional es la de los millonarios, la de los globalistas, mientras que las clases con menos recursos apuestan por el nacionalismo.
R. Las clases sociales perdedoras se están reorganizando políticamente en términos nacionalistas, y esa tarea la está haciendo la extrema derecha. 
Eso ocurre en el norte de Europa, pero es también lo que está detrás del Brexit y de Trump. Son los perdedores de los países ganadores los que están movilizándose en ese sentido. 
La globalización del capital ha producido que los trabajadores de todo el mundo compitan entre sí y los muchos millones de obreros de China e India lo trastocan todo. 
Por eso ocurre el regreso nacionalista
Si no logramos articular una defensa positiva de las clases trabajadoras del mundo, iremos a guerras tribales. 
En Cataluña, por ejemplo, estamos viendo iniciativas interclasistas que perjudican a los trabajadores de las dos partes del Estado.
P.- Es curioso que las clases económicamente perdedoras sean las que estén activándose políticamente y que no esté la izquierda al frente. Le correspondería, porque se trata de asuntos materiales y porque eran votantes típicamente suyos.
R.- Hay un diagnóstico esencial, el de Karl Polanyi, que señala cómo cuando avanza el libre mercado se produce un deterioro en las clases desfavorecidas. 
Si privatizas la sanidad y la educación hay mucha gente que al final no puede acceder en condiciones normales a esos servicios, lo que producen un contramovimiento de defensa. 
Es lo que está ocurriendo ahora y en la base de este movimiento está el deseo de protección frente a un mundo inseguro. 
No solo compites con tu vecino, sino con el 'call center' de la India o el obrero textil de Asia. Eso produce frustraciones que se canalizan de formas distintas. 
En América Latina los brutales procesos neoliberales de los años 80 generaron una reacción que lideró la izquierda. 
En la Europa contemporánea es la derecha la que se ha puesto la cabeza de este movimiento, y la que ha situado mejor su imaginario, culpando al inmigrante y al refugiado y prometiendo protección frente al mundo global.
Con la crisis hemos visto cómo la manera de pensar de la gente de los barrios es, por decirlo suavemente, muy poco marxista
La pregunta de por qué la izquierda no ha logrado situarse en este escenario la contestó Perry Anderson en 'Consideraciones sobre el marxismo occidental'. Cuenta cómo el marxismo primigenio tenía al frente a intelectuales que eran también líderes y que teorizaban desde la economía política. 
A partir del keynesianismo, los marxistas se desconectan del conflicto y se van a las universidades. Ya no son líderes, algunos tampoco militan, y están fuera del movimiento obrero. 
El segundo error que comenten es desconectarse de la economía política yacentuar las cuestiones culturales, lo que les aleja de las clases populares. En el caso español el PCE sí tuvo tejido social en el franquismo, pero con la llegada de la democracia se institucionaliza, se convierte en maquinaria electoral y deja de lado la presencia en los barrios. Por eso cuando llega la crisis los barrios no están organizados y la forma de pensar en ellos es, por decirlo suavemente, muy poco marxista. 
Este contexto explica por qué el votante de la izquierda hoy no es de clase obrera, sino de clase media ilustrada, o clase media alta, según el CIS, con muchos profesionales, técnicos, profesores, e incluso directivos, que toman partido a favor de clases menos favorecidas que a su vez no se sienten representadas por la izquierda.
P.- En las últimas décadas, la izquierda siempre ha ido por detrás de los cambios. Ha tenido una postura reactiva y tardía. Y ahora ocurre igual. 
Por ejemplo, el bipartidismo está terminándose en Europa porque las estructuras políticas viejas ya no bastan para ofrecer esa estabilidad que el sistema necesita. 
Pero son líderes como Macron, Trump o Sebastian Kurz los que están liderando el proceso, personas carismáticas que crearon un partido de la nada o que cambiaron el suyo desde el puro personalismo.
R.- Eso ocurre porque los partidos de izquierda han limitado su capacidad de analizar la realidad al estar preparándose siempre para las siguientes elecciones, y entrar en el ritmo del corto plazo. 
En el XIX los partidos de masas se presentaban a las elecciones de forma instrumental porque no creían en la democracia de aquella época. 
Su tarea real era la de construir tejido social. En el SPD alemán se podía aprender un oficio en su club, aprender a leer o pasar ratos de ocio. Era una suerte de sociedad paralela. Y funcionaba así porque pensaban siempre en la siguiente fase histórica. 
Su visión era de largo plazo, de prepararse para afrontar las crisis que iban a venir y de ir creando mayorías sociales. 
Hoy no nos preparamos para el siguiente paso, funcionamos de forma reactiva. Y cuando las crisis estallan hacemos simplemente de forenses. Eso hay que intentar resolverlo. 
Y más cuando estamos metidos en un escenario tan complicado como el actual: la crisis no se ha resuelto en Europa, y la estamos solventado más o menos porque vivimos bajo el paraguas anestesiante del BCE, algo que no es sostenible en el tiempo y que terminará implosionando. 
Además están China e India, y el gran reto ecológico. 
Si no analizamos lo que está pasando, sólo vamos a poder realizar movimientos tácticos cuando las cosas vayan a peor.
P.- Es curioso cómo se mira más al pasado que al futuro. Hay retos enormes, a los que cabe añadir el tecnológico, que puede suponer un cambio radical. 
Además, regresa la geopolítica, y aparecen muchas fricciones en la globalización, con países fuertes como China o Rusia, y muchos Estados valorando cómo y dónde situarse. 
Sin embargo, aquí estamos hablando del Régimen del 78, revisando partes de la historia y entendiendo que es eso lo que nos brindará un mejor futuro. Es poco comprensible.
R.- Sí, España no es la locomotora del mundo y estas cosas que señalas son ecos de lo que se hace en otros espacios. La guerra económica que se está librando puede pasar mucha factura. 
Los ciclos económicos son más lentos que los políticos, y esa clase media estadounidense del 'american way of life' lo puede pasar muy mal; Alemania es neomercantilista, se ha protegido en el sector de la alta competitividad y afronta los retos del futuro desde esa posición; España se está quedando fuera de la modernización europea. En fin, toda esta readaptación tiene muchas aristas peligrosas. 
Trump ha puesto el primer freno al mundo global, aunque sea de forma más discursiva que práctica, el Brexit es producto de esto y la extrema derecha es ya proteccionista de forma declarada. 
Los problemas de la globalización que avanza también afecta a clases medias altas, y a esas grandes empresas que están expuestas a la competencia internacional. Este es el escenario y si no atendemos a lo que está ocurriendo, no entendemos nada.
Los valores de la izquierda, y me estoy refiriendo ahora a los de la Ilustración, no van a poder sobrevivir hoy si el apoyo que tienen es el progresismo buenrollista
La crisis del 78 es resultado de estas tensiones, pero no nos podemos quedar en ella. Hay algo más allá, como los cambios que está produciendo la tecnología. 
O el papel que va a jugar la educación, porque lo que marca si se cae del lado de los ganadores es la cualificación de las personas. Quienes no alcanzan ese nivel son los más golpeados y los que buscan protección. 
Por eso la derecha hace como en Austria, que cada vez se parece más a la extrema derecha. 
En este contramovimiento, los valores de la izquierda, y me refiero simplemente a los de la Ilustración, libertad, igualdad y fraternidad, no van a poder subsistir desde el progresismo buenrollista. Hay que construir tejido social.
P.- Los partidos y los líderes nuevos son más radicales, una característica que les resulta beneficiosa. Trump ha llegado al poder con esa incorrección. 
Incluso cuando fracasan, como el UKIP, logran un triunfo simbólico, porque arrastran a los grandes partidos a su terreno. 
Quizá este sea el papel último de la extrema derecha en Europa, que aunque no gane, termine derivando el momento político hacia sus ideas.
R.- Por eso un marxista, como es mi caso, busca los análisis a largo plazo. El capitalismo lleva operativo 300 años, que en términos históricos no es nada. 
Pero nos olvidamos de estas cosas, y con ello no caemos en la cuenta de que los fenómenos que nos parecían absolutamente estables se pueden desvanecer de forma rápida. 
Le ha ocurrido al bipartidismo. 
Mira lo que le pasó a UpyD, un partido que anticipó lo que estamos viviendo, y que ha desaparecido. O a partidos socialistas como el francés o el griego.
El independentismo tiene que ver con la necesidad de protección de las clases medias fragmentadas por la crisis
Lo que estamos viendo es el producto de las tensiones que, por más que sean específicas en cada país, reflejan la incertidumbre y la frustración y el desconcierto de las clases populares que votaban a Clegg y pasaron a hacerlo a Farage. 
En Cataluña hubo clases populares que votaron a C's en las autonómicas y que luego votaron a Ada Colau
Si queremos ver todos estos desplazamientos, debemos alejarnos un poco para ver los patrones comunes.
P.- Y quizá ahora vuelvan a votar a C's, tras este inefable procès. Ya que salió el tema de Cataluña, habría que reparar en que, al margen de otras cuestiones, también hay un elemento muy de nuestra época. Los pueblos que buscaban la autodeterminación solían ser, como en el colonialismo, la parte pobre del imperio que quería regirse por sí misma. Ahora es al contrario. 
Los movimientos de separación los están promoviendo los países que, como Gran Bretaña, están entre los ganadores. 
Francia quiere salir de la UE porque piensa que todo le irá mejor, porque es una potencia. 
Trump busca un cierre por las mismas razones. Y no nos podemos olvidar que Cataluña es la parte rica de España.
R.- La cuestión catalana tiene raíces históricas innegables, que son la base de las reivindicaciones actuales. Además el soberanismo tiene que ver con la humillación del Estatut, pero también con una crisis económica que ha sido empujada por dirigentes políticos en una dirección que les convenía. 
No hay que olvidar que Mas escondió tras la bandera catalana su responsabilidad en los recortes en sanidad y educación y los desahucios de la crisis. Le funcionó en primera instancia, pero no después, porque le desbancaron. Pero en todo caso, el independentismo tiene que ver con la necesidad de protección de las clases medias fragmentadas por la crisis. 
Los análisis sociológicos de Barcelona demuestran que los barrios con menor renta, así como las clases altas, no son independentistas, pero sí las medias. 
De modo que nos encontramos ante un proceso legítimo en el que se introduce una sospecha, la de cómo la parte más rica de un país es la que quiere emanciparse. 
Hay gente que cuando hablamos de Estado plurinacional no entiende que el rebrote nacionalista catalán empuja al español y viceversa. Se alimentan mutuamente y eso lleva a que las cuestiones sociales se aparquen. Y ahí debemos decir que queremos trabajo y no banderas. Desde luego, este contexto de polarización no es el mejor marco para decirlo.

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Si nos han de robar, 
que sean otros y no los mismos de siempre

Si como votantes, no nos escuchan
como consumidores, lo harán
boicoetemos sus empresas.
Llevamos las de ganar. 

Como acabar con la ESTAFA de las ELÉCTRICAS... de una puta vez pasando de los Vendepatrias del Bipartidismo

Ante el robo continuo y escandaloso por parte de las eléctricas y sus abusos en el recibo de la luz
propongo... 
actuar todos unidos como consumidores
contratando TODOS 
o en su defecto una gran mayoría,
  otra compañia eléctrica que no sea ninguna de estas dos (ENDESA - IBERDROLA) y cambiarnos a otra cualquiera de las muchas ofertas que existen hoy en día.

De tal forma que no les quede otra a las grandes que plegarse a nuestras demandas de una tarifa más justa y mucho más barata
o atenerse a las consecuencias 
de seguir con su estafa.

En nuestra mano está que siga este robo o cortar por lo sano para que no nos sigan mangoneando

ARMAK de ODELOT

Canción del Indignado Global

(solo pá Mentes preclaras 

libres de Polvo y Cargas)

Si me han de matar que sea,
 un Trump que de frente va

  no un Obama traicionero, 

que me venga por detrás.


Éstos del bipartidismo, 

a nadie ya se la dan

Tanto monta, monta tanto,

ser sociata o liberal.


Que harto me tienen sus cuentos, 

de crisis y guerras sin más

Cuando no hay bandera que tape, 

la ansia de un criminal.


Daños colaterales son, 

inocentes masacrar

si lo hiciéramos con ellos, 

no habría ni una guerra más.


Por eso pasa que pasa, 

que nadie se alista ya

a no ser que la CIA pague,
 
como al ISIS del MOSAD


A mí, que nunca me busquen, 

ni me llamen pá luchar.

Que yo no mato por nadie. 

Yo mato por no matar.


La paz de los cementerios 

es la paz del capital

Si soy rojo es porque quiero, 

en vida, vivir en paz.


Hoy tan solo mata el hambre, 

del rico por tener más 

Con el cómplice silencio, 

de toítos los demás.


Que preferimos taparnos, 

los ojos pá no pensar

O mirar pá otro lado, 

pensando que el mal se irá.


Creer que lo que a otro pasa, 

no nos tiene que importar.

Cá palo aguante su vela, 

repetimos sin cesar.


Éste es el mantra egoísta 

que rula por la sociedad

como si lo que le pase a otro, 

no te pueda a tí pasar


Más todo, cuán boomerang vuelve, 

al sitio de donde partió

y tal vez ocupes mañana, 

el sitio que otro dejó.


Mil pobres ceban a un rico, 

otros mil le dan jornal,

y otros cuantos dan su vida 

porque todo siga igual. 


Que no me coman la oreja, 

que no me creo ya ná

de sus guerras, sus estafas, 

ni su calentamiento global


Tan solo vuestras mentiras, 

esconden una verdad

que unos pocos están arriba 

y abajo tós los demás.


Da igual que seas ateo, 

cristiano o musulmán.

Solo los elegidos, 

el paraíso verán.


Hay medios alternativos, 

amarillos muchos más.

Unos más rojos que otros. 

Los menos, de radikal.


Más todos tienen su cosa, 

y a todos hay que hojear

Que comparando se tiene 

opinión más general.


Qué de tó aprende uno. 

Nadie tiene la verdad.

Ser más papista que el Papa, 

no es garantía de ná.


Solo creo en lo que veo, 

díjome santo Tomás, 

que el que a ciegas se conduce, 

no para de tropezar.


Y al enemigo, ni agua, 

ni nunca contemporizar

No dudes, tarde o temprano, 

siempre te la jugará.


No hay que seguir a nadie 

y a todos hay que escuchar.

Si tu conciencia te guía, 

de nada te arrepentirás.


Dá gusto ver a los ricos, 

pegarse por serlo más

mientras en eso se hallen, 

quizás nos dejen en paz.


Si te crees o no sus mentiras, 

a ellos les dá igual.

Con tomarlas por veraces, 

les basta para actuar. 


Que no me cuenten más cuentos, 

que tós me los sé yo ya.

Se demoniza a cualquiera

que no se deje robar.



No basta con ser un santo, 

sino ser de"su santoral"

Como la cojan contigo, 

no te valdrá ni el rezar.


Pensamiento único llaman. 

Anteojeras pá no pensar

más que en la zanahoria. 

El palo irá por detrás.


Si no crees en lo dictado, 

anti-sistema serás

Y por mucho bien que hagas, 

te van a demonizar.


Que no me coman la oreja, 

que a mí, no me la dan.

Que me sé todos sus cuentos 

y también, cada final.


Si de cañon, quieren carne, 

pál matadero llevar

que busquen a otro tonto, 

que este tonto no va más



No se ha visto en tóa la historia, 

otra estafa sin igual.

Que la madre tóas las crisis, 

que creó el capital


Y cuando tan ricamente, 

uno estaba en su sofá

Relajado y a cubierto, 

de inclemencias y demás,


te cortan sin previo aviso

el grifo de tu maná. 


Y te dejan sin tus sueños,
 
sin trabajo y sin hogar


y pá colmo y regodeo 

de propios y extraños, van

y te dicen como aviso

que al rojo no hay que escuchar


que son peores que el lobo,

del cuento y mucho más

y que si vas y los votas

toíto te lo robarán.



Si como votantes, no nos escuchan

como consumidores lo harán.

Boicoetemos sus empresas

Llevamos las de ganar. 


Si no queda más remedio

que dejarnos de robar

que sea otro y no el de siempre

tal vez así, aprenderá


No hay pan pá tanto chorizo,

dicen, cuando lo que sobra es pan.

Lo que no hay es un par de huevos
 
pá que no nos choriceen más.


Resultado de imagen de eladio fernandez refugiados suecia

Ellos tienen de tó

los demás, cuasi-de-ná

mas ellos son cuatro mierdas

y nosotros sémos más.


La próxima revolución 

contra las corporaciones será

y si ésta no se gana 

no habrá ninguna ya más.

Quien sepa entender que entienda

lo que digo es pá mascar

despacio y con buena conciencia.

Mi tiempo no dá... pá más


Armak de Odelot


Dicen: 

No será televisada, 

la próxima revolución.

Más como nadie se fía 

de lo que se nos dice hoy en día,

pasamos los días enteros, 

tumbados en el sofá

delante la caja tonta,

 por no perder el momento
del pase de la procesión 
que tós llevamos por dentro