La verdadera historia de María Jesús Botella, un cuarto de siglo “enchufada”
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- febrero 17º, 2018
Que María Jesús Botella no habría sido nada, políticamente hablando, si no fuera por ser la cuñada de José María Aznar y hermana de la ex alcaldesa de Madrid, es algo que todo el mundo, incluso la militancia del PP cordobés, reconocía tras su aterrizaje allá por el año 1993 en la ciudad de la Mezquita y que ahora se corrobora tras sus impresentables declaraciones sobre la brecha laboral y la supuesta falta de formación de las mujeres.
Y es que Botella, tras un cuarto de siglo liberada económicamente en las instituciones provinciales y municipales del PP en Córdoba, no ha aprendido nada.
En esa otra brecha que separa a los políticos preparados y que se reciclan y aprenden de los que son prácticamente una nulidad aunque se hayan convertido al “profesionalismo” con nómina pública permanente, ella figura como miembro preclaro de esta última catalogación.
La "cuñadísima hermanísima"
Y es que la historia política, o lo que es lo mismo, profesional, de María Jesús Botella Serrano, es la biografía de una persona a la que el azar recompensa con ser la cuñadísima del presidente de Gobierno de España, José María Aznar.
Después, en una suerte de pedrea, le toca también otro premio como es el de ser hermana de la alcaldesa de Madrid, Ana Botella.
Ya se sabe el adagio: hay quien nace estrellado y quien nace estrella aunque no sea nada fulgurante ni brille por sí misma.
“Aznar es Alá y María Jesús su profeta” en Córdoba
Para conocer su historia política, hay que remontarse a 1993.
Sin que nadie entre la amplia militancia del PP cordobés supiera nada, despega de Madrid y aterriza en Córdoba María Jesús Botella.
Sorpresa, sorpresa pero a la vez ¿quién iba a rechistar?¿quién iba ni tan siquiera a preguntar qué hace esta mujer aquí?
Estamos hablando de que en ese momento su cuñado, Aznar, era el presidente nacional del PP, el jefe de la oposición y el candidato a presidir el Gobierno de España.
Era el 'Boss' y tocaba callar y resignarse aunque todos sabían que su llegada iría aparejada de algún cargo, de alguna cesantía, alguna "mamandurria" que eliminaría las posibilidades para otro u otra militante cordobés.
"No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta".
Algo así ocurrió: Aznar era el Dios y María Jesús su profeta en la ciudad califal (o su comisaria política).
En realidad el Partido Popular de Córdoba era, es y será un nido de críticos frente a oficialistas desde siempre. Y ahí se enmarca una de las claves de la llegada de 'Mahoma Botella', además de la colocación en el 'PPesebrero local y luego provincial'.
Tras su llegada en 1993, sorprende su meteórica carrera en el partido en alguien a quien las deidades no la gratificaron con la retórica de Castelar ni con la habilidad y capacidad política de un Giulio Andreotti.
Según comentan veteranos ex militantes de aquella época a ELPLURAL.COM, 'la cuñadísima' comenzó a trabajar para el partido en la provincia aunque se rumoreaba que era el PP regional, el de Javier Arenas, quien le abonaba esa nómina.
En 1995, solo dos años después de su atraque en ese, para ella, buen puerto cordobés, y tras la victoria de Rafael Merino -que se hace con la alcaldía de la capital-, entra a formar parte de su equipo de Gobierno. En 1999 Botella se convierte en diputada provincial donde estaría hasta 2004.
Y así sucesivamente, cargo tras cargo (en la actualidad es concejala del Ayuntamiento de la capital cordobesa y diputada provincial).
Una "apparátchik"
A finales de 2002 es designada presidenta provincial del Partido Popular sucediendo a Enrique Bellido.
Es ahí donde se forja su fama de 'apparátchik'. Bellido, médico cordobés, liberal, honesto, dialogante, idealista y si necesidad de la política para sobrevivir, intentó ser el presidente que cambiase un partido muy conservador, abierto en canal por sectores críticos y conseguir una financiación limpia.
Planteó para ello que los cargos públicos aportasen al partido más dinero de sus retribuciones.
Esta pretensión junto a que no siempre comulgaba con ruedas "genovesas”, provocaron que le pusieran la cruz y en el centro de la diana y con maniobras arteras del aparato fuese descabalgado del cargo.
Un minuto antes de su expulsión Enrique Bellido, harto de luchas contra molinos de viento insalvables y partidistas, abandonó el partido y sus cargos.
En esa operación estuvo antes y después, con las botas puestas y la guadaña en ristre, María Jesús Botella. Tanto es así que sucede en el cargo a este médico cordobés y está en la presidencia del partido durante tres años y dos meses.
Ante la ineficacia en la gestión, con el partido enfrentado en tres bloques (capital, el norte y el sur), con apenas representación en los ayuntamientos (el PP ostentaba solo siete de casi 100 alcaldías), Arenas decide relevarla del cargo de la presidencia del Partido Popular de Córdoba y sustituirla por José Antonio Nieto, hoy Secretario de Estado en Interior con Zoido. Con Nieto el PP recuperará la alcaldía y superará parte de la crisis heredada.
El fracaso de Botella fue tremendo. Elegida para pacificar el partido, lejos de lograrlo lo encrespó y fracasó al no dinamizar una estructura territorial anquilosada y paupérrima en resultados.
La familia es la "famiglia"
Pero el 'partido de la familia' no puede dejar abandonados a sus miembros, mucho más si son de la familia Aznar-Botella.
Por ello, María Jesús sería recompensada siendo diputada en el Parlamento de Andalucía de 2004 a 2008 y de 2008 a 2012.
También fue concejal del Ayuntamiento de Córdoba y tercera teniente de alcalde.
Todo un “carrerón”, toda una trayectoria “profesional” en la que supuesta y falsa falta de formación de la mujer en España a ella no le ha afectado para nada.
Decir lo que ha dicho contra las mujeres y ver su currículum que el propio PP expone en su web, es cuando mínimo, para que la séptima de los doce hermanos Botella Serrano, se pensara qué decir sobre las mujeres antes de hablar y ofenderlas.
Ella, concretamente ella, no es ejemplo de nada.
En todo caso es paradigma de la “profesionalización” de determinados políticos por hallarse en las cercanías del poder de los partidos o en el seno de familias poderosas dentro del partido.
Callada hubiera estado mejor.
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