El consumo de las familias españolas ayudan desde hace 4 años a la leve recuperación que estamos viviendo.
En paralelo a la creación poco a poco de empleo, el gasto de las familias no deja de aumentar, pese a que los sueldos son los últimos de salir de la crisis.
Con el ahorro doméstico bajo mínimos, el recurso a la deuda es cada vez mayor. Cada vez tenemos a la entidades bancarias más hambrientas de rentabilidad, y realizan su apuesta por el préstamo al consumo, con tipos alrededor del 8 por ciento.
Nos podemos preguntar: ¿A qué es debido que este aumento de nuevo los créditos mientras el ahorro está descendiendo?
Los créditos al consumo tiran del carro de los préstamos bancarios
En 2017, la concesión a las familias de créditos para préstamos al consumo alcanzó los 43.138 millones de euros, el mayor aporte de financiación de la última década, como se puede ver en la gráfica “Evolución operaciones de crédito concedidas a las familias de 2007 a 2017”:
Más incluso que lo destinado a nuevas hipotecas, algo insólito. Dentro del consumo incluyen los saldos de tarjeta de crédito con pago aplazado y los créditos concedidos para otros fines incluyen los préstamos a empresarios individuales.
Los datos del Banco de España reflejan que las familias y las empresas siguen reduciendo su deuda, pero a un ritmo cada vez mucho más lento.
Además, la concesión de los préstamos a las familias, concretándose en el consumo, aumentan de forma continua.
Los nuevos préstamos al consumo siguen creciendo, con tasas en 2017 de18,5 por ciento anual. Un aumento que sitúa a esta línea de préstamo, para la compra de automóviles, muebles, electrodomésticos o viajes, incluyendo el saldo a final de año de las tarjetas de crédito con pago aplazado, por encima del crédito concedido para la compra de vivienda, es decir, 43.138 millones de euros frente a los 38.862 millones de euros.
Este raro sorpasso, pesa tanto el préstamos hipotecario como la nueva financiación al consumo.
La concesión de créditos para comprar viviendas ha aumentado en los últimos 4 años, pero de forma más reducida, un 3,65 por ciento en 2017, y sigue lejos del boom inmobiliario.
Los bancos apuestan por el crédito al consumo
El crédito para consumo ya representa más que lo que las familias devuelven por préstamos concedidos con anterioridad. Así, la deuda acumulada por crédito para consumo ha vuelto a aumentar los últimos 3 años de 162.000 millones de euros a 174.000 millones de euros.
En la compra de vivienda ha ocurrido todo lo contrario, ya que la amortización de la deuda suma más que los nuevos préstamos hipotecarios concedidos y el saldo vivo de los préstamos acumulados por las familias sigue a la baja, es decir, de 520.000 millones de euros, un 2,4 por ciento menos que en el año 2016.
En el aumento del crédito al consumo:
- La inyección masiva de liquidez por el Banco Central Europeo.
- La fijación del tipo de interés de referencia en el 0 por ciento.
- Penalizaciones impuestas por el supervisor a los que no prestan han llevado a las entidades bancarias a tener más disponible.
- Afrontar serias dificultades para sacarle partido al dinero por parte de las entidades bancarias.
Las entidades bancarias seguirán apostando por este tipo de financiación al consumo por su elevada rentabilidad ajustada al riesgo, en un entorno de tipos de interés bajos a medio plazo.
El tipo de interés medio del préstamo al consumo se mantiene entre el 7 y 8 por ciento, muy por encima del rendimiento del resto de la cartera disponible por las entidades bancarias.
Por contra, las entidades bancarias se encuentras con un interés medio del nuevo préstamo hipotecario, más vinculado a la evolución del Euribor, en estos momentos en tasas negativas, disminuyó en 2017 al1,83 por ciento.
La tasa de ahorro casi en mínimos históricos
En la demanda de crédito para financiar compras, se ve:
- Una crecimiento de la creación de empleo en los últimos años.
- Mejora de las expectativas que impulsan el consumo de los ciudadanos españoles.
Pero, en el gastos de los bienes duraderos, todavía no se ha alcanzado elnivel previo a la crisis. Y, sobre todo, la recuperación se asienta en salarios bajos, de los que han encontrado empleo durante la época de crisis o casi congelados de aquellos que no perdieron su empleo en la crisis.
Las consecuencias es que la tasa de ahorro está en mínimos históricos, como se puede ver en la gráfica “Evolución de tasa de ahorro de las familias de 2007 a 2017”:
La tasa de ahorro se ha situado alrededor de mínimos con el 6,1 por ciento de la renta disponible de las familias, y para mantener el aumento del gasto, las familias cada vez de están endeudando más.
Por tanto, la tasa de morosidad de los créditos de consumo ha aumentado ligeramente, hasta llegar al 8,9 por ciento, pero está en consonancia con la morosidad total de la cartera crediticia.
Durante la época de crisis, el ahorro se disparó por la precaución y para amortizar las cuotas de los préstamos hipotecarios.
Hasta el punto que la deuda de las familias cayó de una cantidad equivalente al 80 por ciento hasta el 60 por ciento del PIB.
Ahora que se ha reducido la incertidumbre, el consumo ha despegado incluso por encima de lo que crecen las rentas, favorecido por una mejoría de perspectivas económicas, la financiación y la leve mejora inmobiliaria.
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