martes, 2 de enero de 2018

Libertad de Expresión?....... Sí, pero para TODOS y para TODO

¿De verdad queremos libertad de expresión?


Por  Salva Solano
Ya sabemos cómo es la derecha española: reaccionaria, dada a prohibir cualquier cosa que se salga de lo que ellos consideran que es aceptable, normal, en aras de mantener el orden y el estado actual de cosas. Y el que no trague con eso tendrá que vérselas con sus leyes y su justicia. Lo de siempre. 
Así, si bromeas con la religión, la Guardia Civil, los toreros, la patria, con las cosas de la derecha, en suma, te arriesgas a sufrir las consecuencias, que serán más o menos graves dependiendo de la calidad de la democracia de la que se disfrute en el momento del «delito» (malas noticias: ahora está la cosa regular tirando a mierda).
Por ese lado, poco nos pueden extrañar las reiteradas denuncias y acciones de la derecha contra aquello que atente contra la tradición, los sentimientos y las buenas costumbres. 
Cuando gobiernan, legislan en consecuencia; y cuando no gobiernan, no permiten tampoco que la cosa se desmadre. 
Si un gobierno progresista (o menos conservador) aprueba, respetando todos los cauces legales, el matrimonio homosexual, o la ley de memoria histórica, o levanta algunas restricciones al aborto, o quiere que se respete la separación Iglesia-Estado, o que el que lo desee pueda morir antes de verse convertido en un muñeco de trapo, los tendrá enfrente. A vosotros os habrán votado, pero nosotros tenemos los medios de comunicación, el clero, la judicatura y las fuerzas del orden de nuestra parte.
De ese modo, gracias a la colaboración del que debería ser primer partido de la oposición, y al miedo de muchos ciudadanos anónimos, llevamos años viendo a humoristas, artistas, cantantes, usuarios de las redes sociales y a cualquiera que les moleste, multados, detenidos, apaleados, juzgados o en la cárcel por manifestarse, cantar, escribir…
Es cierto que el doble rasero es intolerable, asquerosamente injusto. Pero la solución no es que la izquierda actúe como la derecha, la solución no es esta triste deriva reaccionaria de la izquierda.
Si alguien, aunque sea humorista profesional, hace un chiste sobre algo que a estos modernos izquierdistas les parezca «sagrado» (también hay temas sagrados dentro de la laicidad), atacan al autor, lo insultan, lo difaman, orquestan una campaña en su contra, lo denuncian y hacen lo posible por joderle la vida. O pide perdón y se humilla (y ya veremos), o maniobran para que al culpable no se le permita actuar, escribir, etc. en ninguna compañía ni medio público ni privado, si es alguien conocido, o que lo echen del trabajo y se le marque como a un apestado y no se le vuelva a contratar en otra empresa (internet tiene muy buena memoria), si se trata de una persona sin, hasta entonces, relevancia pública.
Algunos de estos tabúes son: la mujer (en general; quizá sea el tema que admite menos bromas actualmente), las enfermedades, las razas, las orientaciones sexuales, el aspecto físico, el acoso escolar o laboral, el maltrato animal… Bromear con esto no sólo les parece de mal gusto (que es subjetivo, y allá cada cual) sino que los nuevos guardianes de la moral exigen que se prohíba. Ese es el matiz. El peligroso matiz.
Adiós al humor procaz, mordaz (del negro, ni hablamos). 
Todo ha de ser políticamente correcto, limpio, neutro, aséptico, aunque resulte mortalmente aburrido. Lo importante es que nadie se sienta ofendido. 
Y la única manera de que nadie se sienta ofendido es no abrir la boca, porque hay más tontos que ventanas.
Hasta la nacionalidad, joder, que era una cosa muy de la derecha, hasta eso hay que cuidarse mucho de agraviar.
Hace un par de meses, colgaron esto en Twitter:
El oculista me ha dicho que tengo un ojo vago
Pues la izquierda cargó en masa contra el autor. «Estás ofendiendo a los andaluces, que son un pueblo dignísimo y trabajador»; «Yo soy andaluz, y vago se lo llamas a tu puta madre», fueron de las respuestas más suaves (también hubo andaluces que aplaudieron; queda gente con sentido del humor que no se ofende por chorradas, por suerte). 
Y ya veis que el chiste tampoco tiene mayor maldad, así que imaginaos cuando la cosa es un poco menos light.
Lo grotesco es que los mismos que piden la ejecución pública del que ose mancillar el honor de los andaluces, protestan cuando se reprime a quien «ofende» a España.
Los delitos «de odio», contra los sentimientos religiosos y demás, son incompatibles con la democracia. Si Mongolia se descojona de la Virgen, hay que defender su derecho a hacerlo. 
Pero si otros quieren bromear con la pasión de los andaluces por el trabajo, la capacidad de seducción de los vascos, la terquedad de los aragoneses o que el mejor remedio contra la hipertensión es una transfusión de sangre tinerfeña, también.
Si alguien, aunque sea humorista profesional, hace un chiste sobre algo que a estos modernos izquierdistas les parezca «sagrado», atacan al autor, lo insultan, lo difaman
A un beato le puede ofender que nos riamos de los cerriles que se dan codazos saltando una valla para tocar a una estatua de madera, como a ti el que otros se rían con el tópico de lo tacaños que son los catalanes o que los murcianos hablamos como si tuviéramos un pastel de carne en la boca (a otros no nos molesta ni una cosa ni otra, y eso que salimos ganando), y nada de todo esto debería tener repercusiones legales, ni verse ensombrecido por la censura.
Voy a poner un ejemplo personal. Hace quince días emitieron por la tele cómo un tío, que por el careto podría ser uno de los enanos de El Señor de los Anillos, se tomaba, con mano temblorosa, un chupito. Luego me enteré de que se estaba suicidando ante la cámara. Y me impactó mucho. 
Por eso, cuando minutos después empezaron a circular por todas partes memes con el protagonista del vídeo, algo en mí se rebelaba, aunque ya sabía que era un criminal de guerra bosnio. Pero daba igual, no me hacía gracia el cachondeo. A mí no me hacía gracia.
No es racional, viene de dentro, como a otro puede sentarle mal la lectura de La pata de palo de Espronceda, porque es denigrante, falto de ética y atenta contra la memoria de los piratas. Pero en ningún momento se me pasó por la cabeza insultar o denunciar a los autores de los memes de Praljak para defender la memoria de las víctimas del Yagermaster.
Tampoco me agrada cada vez que alguien, probablemente de buena fe (y seguro que en otras ocasiones, movido sólo por el morbo o la sed de notoriedad), comparte imágenes de animales torturados, o de víctimas de cualquier acción bélica. Pero no pido que se actúe contra el que ha herido mi sensibilidad. Me limito a ignorarlo o, en casos extremos, bloquearlo o silenciarlo.
Si es que la solución es fácil: igual que no quedas a tomar cañas con quienes te hacen sentir mal, no vayas a ciertos espectáculos, no leas a según qué autores, pasa de los cabestros en las redes. Si eso no te es suficiente, si quieres ir un paso más allá, entonces eres un censor de pacotilla.
Más ejemplos de incongruencias, ahí va un triple mortal:
Todos fuimos Charlie cuando mataron a dibujantes de la revista por hacer dibujitos de Mahoma. 
Libertad de expresión y tal. Pero cuando hace cosa de mes y medio El Jueves bromeó con la policía, estos denunciaron, el juez la estimó y la derecha aplaudió.
Y la izquierda protestó. Pero esos mismos, alehop, cargan contra La vida moderna (de los pocos programas de humor políticamente incorrecto que quedan) si Ignatius, uno de los tres cómicos, hace un chiste supuestamente machista. 
Todo es muy gracioso hasta que nos topamos con algo que nos sienta mal a nosotros. Entonces: «Esto es apología del abuso sexual, ojalá te sodomicen» (me encantan estas respuestas tan congruentes); «machista, que supriman este programa»…
Si una persona que ya no use los dedos para decir su edad, no distinguede verdad (descarto a oportunistas y polemistas profesionales) la diferencia entre el humor, más o menos burdo, acertado o divertido, que ahí no entro, y la apología de la violación, poco podemos hacer más que guardar un minuto de silencio por el sistema educativo.
De la derecha y sus fuerzas represoras, uno se lo espera. Pero si la izquierda también colabora en esto, la libertad de expresión se queda sola.
Aunque en todo esto hay también mucho de… ¿cómo decirlo?… Gazmoñería. Sí, suena antiguo (como las actitudes de algunos), pero creo que esa palabra lo define bien.
 Gazmoños que saltan a atacar al blasfemo que roce los tabúes sagrados, que se esfuerzan en ser más beligerantes y ruidosos que nadie para demostrar que ellos están en el extremo opuesto al de las almas descarriadas. Aunque luego el que más ladre le monte un pollo a su novia si no le plancha bien la camisa. 
Pero en público, tolerancia cero, que se vea que él es más feminista, animalista o loqueseaísta que nadie.
Veo con disgusto cómo nuestra sociedad se va acercando pasito a pasito a la hipócrita mojigatería estadounidense. Ya tapamos las palabrotas con un pitido (First dates) o invitamos a actuar a cantantes con la condición de que modifiquen un verso de su canción (todos los canales de TV españoles con la tal Becky G).
Y en cambio, por esas contradicciones que tiene la vida, de EEUU han salido series como Padre de familia. ¿Alguien imagina esa serie producida hoy por alguna cadena española? Imposible. Y si por casualidad sonara la flauta, los responsables acabarían en la cárcel tras el programa piloto: perversión de los niños (es una serie de dibujos, para adultos, pero de dibujos), apología de la pederastia, escarnio de los minusválidos, discapacitados o como dicte la norma eufemística que hay que llamarlos ahora; racismo, antisemitismo…
Me estoy acordando de la que se montó con Ocho apellidos vascos. Una buena película (no puedo decir lo mismo de la segunda parte) que no se libró de su legión de ofendidoskis.
O, sin salir de la zona norte, el caso más reciente de Fe de etarras, cuyo cartel provocó una denuncia de la Unión de Guardias Civiles a Netflix por «humillar a las víctimas».
Atentos al cartel. ¿De verdad la UGC no tiene nada mejor que hacer?
De la derecha y sus fuerzas represoras, uno se lo espera. Pero si la izquierda también colabora en esto, la libertad de expresión se queda sola.
¿Los límites del humor? Ninguno. Es la única manera. No se puede empezar a poner límites sin terminar con la libertad de expresión, porque siempre habrá quien quiera mover la línea un poquito más allá, y al final acabaremos sin poder abrir la boca.
¡Alegría, joder! Dejémonos de susceptibilidades, recelos, complejos y oscurantismo. Vamos a disfrutar un poco y a no ponérselo tan fácil a los que nos gobiernan, que están encantados de que pidamos represión para unas cosas, porque eso les dará vía libre para ejercerla en otras.

Caníbal cautivo/12: El ogro enajenado

Hay ogros y podemos vencerlos, sí; pero es muy difícil, porque los llevamos dentro, nos los tragamos junto con las ruedas de molino y las (h)ostias (con y/o sin hache). Esa es la oscura moraleja del cuento de Pulgarcito, que acaba calzándose las botas del ogro. Somos la media aritmética entre el gigante caníbal y el enano devorable, medio verdugos y medio víctimas.
Por Carlo Frabetti
Decía Chesterton que los cuentos nos enseñan dos cosas: que hay ogros y que podemos vencerlos. Y, efectivamente, esa es su enseñanza más clara y reconfortante, la tranquilizadora moraleja tras el susto de ver a Pulgarcito y sus hermanos a punto de ser devorados. Pero hay una enseñanza más sutil e inquietante, que es la que explica la vigencia del símbolo del ogro, es decir, del caníbal, en los cuentos infantiles y en la cultura popular. ¿Adivinas cuál es, querido lector/lecter?
A los niños se les cuenta el cuento de los tres cerditos mientras meriendan un bocata de jamón, o el de los siete cabritillos después de cenar costillas a la brasa. Se criminaliza al lobo, que es quien tiene derecho, por ineludibles exigencias biológicas, a comerse a los cerdos y a las cabras, a la vez que se fomenta el carnivorismo entre quienes no necesitan -ni les conviene- comer carne. Y como no todos los niños se rinden sin condiciones a la brutal agresión ideológica de sus mayores, algunos se dan cuenta de esta aberración nuclear de nuestra cultura y se vuelven vegetarianos (lo cual suele conllevar problemas familiares y sociales parecidos a los de salir del armario).
Con la religión, que es una forma de canibalismo (o viceversa), ocurre lo mismo: te dicen que Dios es amor, pero que puede condenarte a una eternidad de suplicios infernales si no cumples sus mandamientos; te dicen que eres libre, pero que Dios sabe de antemano todo lo que vas a hacer (lo que significa que no puedes hacer otra cosa, es decir, que no tienes elección, o sea, que no eres libre); te dicen que la Iglesia es tu madre, pero en ella no hay más que “padres”…
Y si a pesar de todos los obstáculos alcanzas el uso de razón, la abrumadora mayoría de caníbales y creyentes, que te rodean y te acosan por todas partes, te sume en el mayor desconcierto. “No es posible que todos sean idiotas morales o estén locos”, piensas consternado.
Pero, como dice Sherlock Holmes, cuando se han descartado todas las explicaciones imposibles, la que queda, por inverosímil que parezca, tiene que ser la verdadera. Y matizando ligeramente los adjetivos, las piezas van encajando. En primer lugar, no todos son creyentes ni caníbales: en el mundo hay un 15 % de personas no religiosas y un 8 % de vegetarianas; menos de los que quisiéramos, pero van en aumento. Y los demás no son necesariamente dementes, sino que están enajenados; parecen dos formas distintas de decir lo mismo, pero hay una sutil diferencia entre ser y estar, y también entre demente y enajenado, que no en vano es sinónimo de alienado. Con lo que llegamos al quid de la cuestión, a la olvidada palabra clave que más puede ayudarnos a comprender nuestra compleja y desgraciada situación sociocultural.
Y digo “olvidada” porque el término “alienación”, habitual en el discurso político anterior a los años setenta (y no solo entre los marxistas), desapareció de pronto barrido por la avalancha posmoderna, junto con “plusvalía”, “lucha de clases” y otras expresiones incómodas para la burguesía ilustrada, que en mayo del 68 le vio las orejas al lobo.
Hay ogros y podemos vencerlos, sí; pero es muy difícil, porque los llevamos dentro, nos los tragamos junto con las ruedas de molino y las (h)ostias (con y/o sin hache). Esa es la oscura moraleja del cuento de Pulgarcito, que acaba calzándose las botas del ogro. Somos la media aritmética entre el gigante caníbal y el enano devorable, medio verdugos y medio víctimas.
Estamos alienados -es decir, enajenados- por la religión (aunque no seamos creyentes) y por el sistema de producción capitalista (aunque lo impugnemos). Tenemos muchas personalidades, y casi todas nos son ajenas: somos eslabones de una delirante cadena de producción y consumo, engranajes de una máquina de destrucción masiva, sumideros de las mentiras de los grandes medios, baratijas en el supermercado del sexo… Y ogros que devoran a sus semejantes de todas las formas imaginables, incluida la más literal.
(Continuará)

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Si nos han de robar, 
que sean otros y no los mismos de siempre

Si como votantes, no nos escuchan
como consumidores, lo harán
boicoetemos sus empresas.
Llevamos las de ganar. 

Como acabar con la ESTAFA de las ELÉCTRICAS... de una puta vez pasando de los Vendepatrias del Bipartidismo

Ante el robo continuo y escandaloso por parte de las eléctricas y sus abusos en el recibo de la luz
propongo... 
actuar todos unidos como consumidores
contratando TODOS 
o en su defecto una gran mayoría,
  otra compañia eléctrica que no sea ninguna de estas dos (ENDESA - IBERDROLA) y cambiarnos a otra cualquiera de las muchas ofertas que existen hoy en día.

De tal forma que no les quede otra a las grandes que plegarse a nuestras demandas de una tarifa más justa y mucho más barata
o atenerse a las consecuencias 
de seguir con su estafa.

En nuestra mano está que siga este robo o cortar por lo sano para que no nos sigan mangoneando

ARMAK de ODELOT

Canción del Indignado Global

(solo pá Mentes preclaras 

libres de Polvo y Cargas)

Si me han de matar que sea,
 un Trump que de frente va

  no un Obama traicionero, 

que me venga por detrás.


Éstos del bipartidismo, 

a nadie ya se la dan

Tanto monta, monta tanto,

ser sociata o liberal.


Que harto me tienen sus cuentos, 

de crisis y guerras sin más

Cuando no hay bandera que tape, 

la ansia de un criminal.


Daños colaterales son, 

inocentes masacrar

si lo hiciéramos con ellos, 

no habría ni una guerra más.


Por eso pasa que pasa, 

que nadie se alista ya

a no ser que la CIA pague,
 
como al ISIS del MOSAD


A mí, que nunca me busquen, 

ni me llamen pá luchar.

Que yo no mato por nadie. 

Yo mato por no matar.


La paz de los cementerios 

es la paz del capital

Si soy rojo es porque quiero, 

en vida, vivir en paz.


Hoy tan solo mata el hambre, 

del rico por tener más 

Con el cómplice silencio, 

de toítos los demás.


Que preferimos taparnos, 

los ojos pá no pensar

O mirar pá otro lado, 

pensando que el mal se irá.


Creer que lo que a otro pasa, 

no nos tiene que importar.

Cá palo aguante su vela, 

repetimos sin cesar.


Éste es el mantra egoísta 

que rula por la sociedad

como si lo que le pase a otro, 

no te pueda a tí pasar


Más todo, cuán boomerang vuelve, 

al sitio de donde partió

y tal vez ocupes mañana, 

el sitio que otro dejó.


Mil pobres ceban a un rico, 

otros mil le dan jornal,

y otros cuantos dan su vida 

porque todo siga igual. 


Que no me coman la oreja, 

que no me creo ya ná

de sus guerras, sus estafas, 

ni su calentamiento global


Tan solo vuestras mentiras, 

esconden una verdad

que unos pocos están arriba 

y abajo tós los demás.


Da igual que seas ateo, 

cristiano o musulmán.

Solo los elegidos, 

el paraíso verán.


Hay medios alternativos, 

amarillos muchos más.

Unos más rojos que otros. 

Los menos, de radikal.


Más todos tienen su cosa, 

y a todos hay que hojear

Que comparando se tiene 

opinión más general.


Qué de tó aprende uno. 

Nadie tiene la verdad.

Ser más papista que el Papa, 

no es garantía de ná.


Solo creo en lo que veo, 

díjome santo Tomás, 

que el que a ciegas se conduce, 

no para de tropezar.


Y al enemigo, ni agua, 

ni nunca contemporizar

No dudes, tarde o temprano, 

siempre te la jugará.


No hay que seguir a nadie 

y a todos hay que escuchar.

Si tu conciencia te guía, 

de nada te arrepentirás.


Dá gusto ver a los ricos, 

pegarse por serlo más

mientras en eso se hallen, 

quizás nos dejen en paz.


Si te crees o no sus mentiras, 

a ellos les dá igual.

Con tomarlas por veraces, 

les basta para actuar. 


Que no me cuenten más cuentos, 

que tós me los sé yo ya.

Se demoniza a cualquiera

que no se deje robar.



No basta con ser un santo, 

sino ser de"su santoral"

Como la cojan contigo, 

no te valdrá ni el rezar.


Pensamiento único llaman. 

Anteojeras pá no pensar

más que en la zanahoria. 

El palo irá por detrás.


Si no crees en lo dictado, 

anti-sistema serás

Y por mucho bien que hagas, 

te van a demonizar.


Que no me coman la oreja, 

que a mí, no me la dan.

Que me sé todos sus cuentos 

y también, cada final.


Si de cañon, quieren carne, 

pál matadero llevar

que busquen a otro tonto, 

que este tonto no va más



No se ha visto en tóa la historia, 

otra estafa sin igual.

Que la madre tóas las crisis, 

que creó el capital


Y cuando tan ricamente, 

uno estaba en su sofá

Relajado y a cubierto, 

de inclemencias y demás,


te cortan sin previo aviso

el grifo de tu maná. 


Y te dejan sin tus sueños,
 
sin trabajo y sin hogar


y pá colmo y regodeo 

de propios y extraños, van

y te dicen como aviso

que al rojo no hay que escuchar


que son peores que el lobo,

del cuento y mucho más

y que si vas y los votas

toíto te lo robarán.



Si como votantes, no nos escuchan

como consumidores lo harán.

Boicoetemos sus empresas

Llevamos las de ganar. 


Si no queda más remedio

que dejarnos de robar

que sea otro y no el de siempre

tal vez así, aprenderá


No hay pan pá tanto chorizo,

dicen, cuando lo que sobra es pan.

Lo que no hay es un par de huevos
 
pá que no nos choriceen más.


Resultado de imagen de eladio fernandez refugiados suecia

Ellos tienen de tó

los demás, cuasi-de-ná

mas ellos son cuatro mierdas

y nosotros sémos más.


La próxima revolución 

contra las corporaciones será

y si ésta no se gana 

no habrá ninguna ya más.

Quien sepa entender que entienda

lo que digo es pá mascar

despacio y con buena conciencia.

Mi tiempo no dá... pá más


Armak de Odelot


Dicen: 

No será televisada, 

la próxima revolución.

Más como nadie se fía 

de lo que se nos dice hoy en día,

pasamos los días enteros, 

tumbados en el sofá

delante la caja tonta,

 por no perder el momento
del pase de la procesión 
que tós llevamos por dentro