Como se come que los medios no paren de bombardearnos con la farsa del calentamiento global, crucificando a todo aquel que ose cuestionarla, con que científicos de todo el mundo nos alerten de la llegada de una mini edad de hielo?
Con escepticismo, paciencia y una bolsa de papas, supongo.
Armak de Odelot
Reuters
Científicos británicos predicen que pronto veremos una “pequeña Era del Hielo”
Por RT
Según modelos matemáticos, la actividad magnética del Sol volverá a su mínimo a partir de 2021: bajará marcadamente la temperatura global y será posible una pequeña glaciación mundial hacia 2030.
Un estudio publicado en la revista británica Astronomy & Geophysics a principios de este año, anunció la posible aparición de una “pequeña Era de Hielo”, con lo que podría producirse incluso la congelación del río Támesis, en Inglaterra, hacia 2030.
La temperatura va a bajar a partir de 2021, según el modelo matemático de actividad magnética del Sol usado en el estudio. Los científicos participantes predicen una disminución de esas ondas magnéticas por tres ciclos solares. El fenómeno solar se corresponde con períodos climáticos fríos de la Tierra, según indica el estudio.
Valentina Zharkova, profesora de la Universidad de Northumbria, en Reino Unido, ha estudiado la actividad magnética del Sol desde tiempo antes, señala un artículo de IFLScience. Zharkova ha conectado variables e interrelaciona la actividad futura del Sol con el llamado Mínimo de Maunder, nombre con el que se conoce un período durante el cual prácticamente desaparecen de ese astro las manchas solares.
Ese ‘Mínimo’ ha coincidido con momentos en que América del Norte y Europa han sufrido sus inviernos más fríos y duros. Según la profesora, el último Mínimo de Maunder tuvo lugar en el siglo XVII y duró de 50 a 60 años. Entre sus consecuencias estuvo el congelamiento del río Támesis, en Londres, que usualmente no se congela.
Zharkova predice un nuevo Mínimo de Maunder o pequeña Era del Hielo para 2030, que además, dice, podría prolongarse durante 30 años debido a la baja actividad magnética del Sol.
Por RT
Según modelos matemáticos, la actividad magnética del Sol volverá a su mínimo a partir de 2021: bajará marcadamente la temperatura global y será posible una pequeña glaciación mundial hacia 2030.
Un estudio publicado en la revista británica Astronomy & Geophysics a principios de este año, anunció la posible aparición de una “pequeña Era de Hielo”, con lo que podría producirse incluso la congelación del río Támesis, en Inglaterra, hacia 2030.
La temperatura va a bajar a partir de 2021, según el modelo matemático de actividad magnética del Sol usado en el estudio. Los científicos participantes predicen una disminución de esas ondas magnéticas por tres ciclos solares. El fenómeno solar se corresponde con períodos climáticos fríos de la Tierra, según indica el estudio.
Valentina Zharkova, profesora de la Universidad de Northumbria, en Reino Unido, ha estudiado la actividad magnética del Sol desde tiempo antes, señala un artículo de IFLScience. Zharkova ha conectado variables e interrelaciona la actividad futura del Sol con el llamado Mínimo de Maunder, nombre con el que se conoce un período durante el cual prácticamente desaparecen de ese astro las manchas solares.
Ese ‘Mínimo’ ha coincidido con momentos en que América del Norte y Europa han sufrido sus inviernos más fríos y duros. Según la profesora, el último Mínimo de Maunder tuvo lugar en el siglo XVII y duró de 50 a 60 años. Entre sus consecuencias estuvo el congelamiento del río Támesis, en Londres, que usualmente no se congela.
Zharkova predice un nuevo Mínimo de Maunder o pequeña Era del Hielo para 2030, que además, dice, podría prolongarse durante 30 años debido a la baja actividad magnética del Sol.
¿Congelación global?
Se avecina una mini edad de hielo de consecuencias devastadoras
El meteorólogo y astrofísico británico Piers Corbyn vaticina que la Tierra se enfrentará en los próximos años a una mini edad de hielo que tendrá consecuencias devastadoras para el planeta, informa el diario británico 'Express'.
Recientes estudios apuntan que la actividad solar está disminuyendo a un ritmo más rápido que en cualquier otro momento de la historia.
Los científicos prevén que esta tendencia continúe durante los próximos cuatro años, alcanzando un mínimo entre 2019 y 2020, y que tendrán que pasar hasta 15 años para que el sol vuelva a tener una actividad normal.
"Nos encontramos ante un declive de la actividad solar y estamos dirigiéndonos hacia un período de más inactividad. Esto puede causar un cambio en las corrientes en chorro de la atmósfera y que se desplacen hacia el sur, provocando que se enfríen las latitudes templadas, en donde se encuentran Europa, Reino Unido y América del Norte", ha alertado el experto.
Corbyn indica que, como consecuencia, "las temperaturas bajarán, lo que conducirá a la congelación del agua del océano y a la formación de hielo en las costas de Europa". "Esperamos que se produzca una mini era glacial", afirma.
Devastadores terremotos
El meteorólogo ha destacado que existe un vínculo entre estos grandes cambios en la actividad solar y la aparición de fuertes terremotos debido a una reducción en la fuerza de los campos magnéticos que hay alrededor de la Tierra.
Según él, "Japón, EE.UU., Filipinas y las regiones propensas a los terremotos de Oriente Medio y Asia están a punto de ponerse en alerta máxima".
Una menor cantidad de llamaradas solares se asocia con un período de menor atracción magnética sobre la superficie de la Tierra, lo cual detiene el movimiento de las placas tectónicas y provoca que una enorme presión se acumule por debajo de la cortezaterrestre. El resultado de esto, explica Corbyn, es parecido a una olla a presión en la que cualquier movimiento leve es capaz de desencadenar un terremoto masivo.
No habrá ninguna “pequeña edad de hielo” en 2030
- Ver original
- julio 19º, 2015
Últimamente han empezado a aparecer noticias por todos lados que anuncian que, debido a la baja actividad solar, nuestro planeta pasará por una “mini edad de hielo” sobre el año 2030.
Según muchos medios esto es lo que dice un artículo publicado por la Royal Astronomical Society. Matizo: según ellos.
Para variar, el artículo original no dice nada de eso.
Lo único que demuestra es que el periodismo científico deja mucho que desear, incluso en medios grandes de los que cabría esperar cierta seriedad. Vamos a ver por qué anunciar una “mini edad de hielo” (o una edad de hielo en toda regla, como han hecho otros) a partir de este estudio no tiene ningún sentido. Empecemos por lo básico.
El sol pasa por periodos de máxima y mínima actividad que se alternan cada 11 años y que juntos forman los llamados ciclos solares. Cuando se habla de la actividad del sol no nos referimos a que produzca más o menos calor, sino a cómo de activo está su campo magnético.
Ya me has perdido. Me voy a Youtube a ver vídeos de gatos.
Vale, espera, voz cursiva, iré por partes.
Un campo magnético puede aparecer cuando existen cargas eléctricas en movimiento. A su vez, los campos magnéticos en movimiento también pueden provocar corrientes eléctricas en un material conductor.
Un campo magnético puede aparecer cuando existen cargas eléctricas en movimiento. A su vez, los campos magnéticos en movimiento también pueden provocar corrientes eléctricas en un material conductor.
Y, claro, el sol es una bola de plasma de 1.400.000 kilómetros de diámetro… Y el plasma no es más que gas incandescente que tiene una carga eléctrica (un gas ionizado, que es la palabra técnica).
O sea que el movimiento del plasma, al tener carga eléctrica, también genera campos magnéticos. De ahí viene el campo magnético solar.
Pero el sol no es un objeto sólido, así que el campo magnético que genera no es precisamente estable como el de un imán.
El plasma tiene un comportamiento fluido, así que a lo largo y ancho del volumen del sol aparece el famoso efecto Coriolis (del que hablaba en esta otra entrada).
Mientras el sol rota sobre su propio eje, el plasma que lo compone se mueve a velocidades distintas dependiendo de la distancia que lo separe del eje de rotación: el material que está más cerca del ecuador del sol se mueve a mayor velocidad que el que está cerca de los polos porque tiene que describir una circunferencia mucho mayor en el mismo periodo de tiempo.
Podéis ver imágenes de este efecto, donde filamentos solares se ven estirados por la rotación más rápida del sol en el ecuador, en la página de Facebook del Grupo Amateur de Meteorología Espacial (aquí, aquí y aquí, por ejemplo).
Con el tiempo, este movimiento diferencial provoca que aparezcan distintas franjas en la superficie del sol en las que el plasma se mueve a distintas velocidades.
Pero, claro, eso significa que los campos magnéticos que aparecerán a lo largo de la superficie del sol no tendrán la misma magnitud y, en las zonas donde distintos campos magnéticos interactúan, pueden pasar cosas raras.
Este es el caso de las manchas solares, zonas de la superficie solar donde existe un tinglado magnético tan complejo y con una intensidad tan alta que el material más caliente se ve desplazado del lugar y deja detrás un hueco donde el plasma está más frío y, por tanto, brilla con menor intensidad que el resto de su entorno.
Explicaba su formación con más detalle en esta otra entrada.
Varios grupos de manchas solares sobre la superficie del sol. Crédito: NASA.
Esto no quiere decir que las manchas solares sean realmente manchas oscuras: su temperatura ronda entre los 3.000 y los 4.000 K, así que si pudiéramos extirpar una mancha de la superficie del sol y ponerla en medio del espacio seguiría brillando con intensidad.
Sólo son oscuras en comparación con el resto de la superficie solar, que se encuentra a casi 6.000 K de temperatura.
Total, que las manchas solares van apareciendo y desapareciendo a medida que el campo magnético del sol evoluciona debido al movimiento del plasma que lo compone, así que la presencia de estas manchas sobre la superficie del sol nos da mucha información sobre la actividad magnética que está teniendo lugar.
Es por eso que cuando los astrónomos predicen “un descenso en la actividad solar” se refieren a un periodo en el que se habrá un recuento menor de manchas solares, lo que señalará que el campo magnético de nuestra estrella está menos activo.
¿Entonces una disminución en la actividad magnética no va a hacer que el sol desprenda menos calor y la Tierra se congele?
No, porque lo que mantiene al sol caliente son las reacciones de fusión nuclear que tienen lugar su núcleo.
Poco puede hacer el campo magnético para afectar de manera perceptible el calor emitido por el sol. De hecho, la cantidad de energía emitida por el sol se puede considerar constante, ya que tan sólo presenta variaciones del 0,1% a lo largo del ciclo solar, encontrando su punto “bajo” cuando no hay manchas solares sobre su superficie.
Cambiar imagen. (Fuente)
Ah, bueno, pues ya está. Un 0,1% sí que podría ser algo suficientemente significativo como para afectar al clima terrestre, ¿no?
Sí, un poco. En realidad, es un proceso que aún se está estudiando.
En el hemisferio norte sí que se ha observado que durante los periodos de baja actividad solar, los inviernos en Europa tienden a ser algo más fríos de manera más frecuente que durante los periodos de actividad solar elevada.
Pero hay que dejar muy claro que es un efecto que influye al planeta en una escala local y no global.
Se cree que este fenómeno podría estar relacionado con una ligera disminución en la cantidad de radiación ultravioleta que emite el sol durante los periodos de actividad baja que, en teoría, podría cambiar la química atmosférica y favorecer la aparición de nubes. Cuantas más nubes hay en la atmósfera, más radiación solar se ve reflejada de nuevo hacia el espacio y por tanto la temperatura de la zona baja.
Vale, el sol tiene influencia en el clima, eso no es ningún secreto. Pero, ¿puede entonces un periodo de baja actividad solar provocar una pequeña edad de hielo, como dice la prensa?
La respuesta es un rotundo no. Las estimaciones más recientes señalan que el descenso de actividad solar más extremo tan sólo haría bajar la temperatura global del planeta 0.16ºC, muy lejos de catapultarnos hacia una edad de hielo.
Vaya, vaya. ¿Y entonces por qué dice la prensa que vamos a pasar por una edad de hielo durante el próximo mínimo de actividad solar?
En el artículo original se menciona que, a partir de 2030, la actividad del sol podría bajar hasta unos valores comparables al mínimo solar conocido como el mínimo de Maunder, un periodo de 50 años (entre 1645 y 1715) en el que no se observaron manchas solares en el disco solar (señal de una baja actividad magnética en en el sol) y durante el cual Europa y América del Norte sufrieron inviernos especialmente fríos.
Y ahí está la clave del asunto: mucha gente se refiere a este periodo como “la pequeña edad de hielo“, así que la prensa ha aprovechado para especular sobre lo que pueda pasar en 2030 sin prueba alguna, sólo para escribir un titular sensacionalista y llamativo.
Esto es muy deshonesto por varios motivos.
En primer lugar, ni siquiera se sabe si los inviernos fríos vividos durante el mínimo de Maunder tuvieron su origen en la actividad solar.
Es cierto que el sol podría haber tenido una pequeña influencia, pero lo más probable es que los responsables fueran factores más mundanos.
Por ejemplo, se ha descubierto que este período de inviernos fríos podría haber sido causado por un aumento de la actividad volcánica que habría lanzado a la atmósfera una gran cantidad de partículas en forma de aerosoles capaces de reflejar la radiación solar de vuelta hacia el espacio.
En este artículo, un científico llamado Mike Lockwood (que está harto de que algunos medios le lleven citando desde el año 2013 como si él mismo hubiera predicho una edad de hielo en los próximos años) explica cuánto sensacionalismo que hay tras estas noticias, empezando por cómo la expresión “pequeña edad de hielo” evoca una imagen de frío constante y duradero que no tiene nada que ver con lo que ocurrió.
Lockwood explica que lo que pasó realmente durante el mínimo de Maunder fue que se sucedieron varios inviernos inusualmente fríos y ni siquiera lo hicieron en años consecutivos.
Señala, por ejemplo, que el invierno de 1683-1684 fue que uno de los más calurosos en 350 años, algo que no ocurre durante una “edad de hielo”, ni grande ni pequeña, porque… Bueno, ¡porque es que el fenómeno no le llega ni a la suela de los zapatos a una edad de hielo!
En el mismo artículo explica también que la baja actividad solar durante el mínimo de Maunder no pudo ser el único factor que causó las bajas temperaturas invernales en el hemisferio norte, ya que los inviernos especialmente fríos habían empezado a sucederse antes de que el mínimo de actividad solar comenzara y duró hasta después de que finalizara.
Total, resumiéndolo todo.
Un periodo de mínima actividad solar puede afectar a las temperaturas de manera regional, pero los cambios en la temperatura del planeta son insignificantes a nivel global.
Coger un evento que tuvo lugar hace 500 años (cuyo nombre ya de por sí es exagerado y no refleja lo que ocurrió de verdad) en el que estuvieron involucrados varios factores y quedarte con sólo uno de ellos para predecir una futura “pequeña edad de hielo” para que te queden bonitos los titulares es deshonesto.
Una verdadera edad de hielo es un periodo en el que las temperaturas se desploman por todo el planeta y puede tener consecuencias muy graves para la vida, algo que nadie científico ha predicho en ningún momento.
Es por eso que comparar el mínimo de Maunder con lo que pueda ocurrir a partir de 2030 no tiene ningún sentido porque no nos encontramos en la misma situación.
Ojo, no estoy diciendo que no vaya a ocurrir nada.
Hemos visto que un mínimo solar podría suponer una bajada de hasta 0,16ºC en las temperaturas globales. Con este artículo he querido demostrar que lo que no tiene ningún sentido es hablar de una “edad de hielo” de ninguna magnitud.
No hay tantas manchas en el Sol. Esto llegará a su punto más bajo en tres años. Esto se reflejará en otra mini Era de Hielo que causará crudos inviernos.
Todavía no se sabe si hay una conexión entre la baja actividad de las manchas solares y los inviernos fríos, pero se cree que la variación solar es parte del cambio climático y tiene más incidencia que el Calentamiento global.
Comentario: Ahora se sabe que sí existe una conexión entre la actividad del sol y las temperaturas globales en la Tierra, de hecho, es un factor determinante. Pero para poder considerar esto como factual, es necesario considerar en la ecuación las conclusiones de la Teoría del Universoeléctrico.
En 2019-2020, se verá esta actividad en su punto más bajo.
Asimismo, para los astronautas sería muy peligroso, ya que el aumento de los rayos cósmicos pueden romper fácilmente una cadena de ADN, reportó el portal Elite Daily.
Ayer, imágenes de la NASA revelaron que las manchas solares habían desaparecido, dejándolo en blanco. Pero, por cuarta vez en este año, la cara del Sol aparecía lisa.
Esto significa que, que el planeta está a punto de entrar en otra fase larga de frío. La ausencia de manchas solares aumentó en los últimos meses.
De esta manera, el Sol ha estado en su periodo más tranquilo, durante más de un siglo.
Normalmente, la actividad de las manchas solares oscila entre 11 o 12 años, pero esta está disminuyendo más rápidamente que en cualquier momento de los últimos 10 mil años.
Esto solo pasó desde el siglo XV y su punto más álgido fue desde 1645 hasta 1755. El río Támesis de Londres se congeló. Hubo hambre generalizada debido a las malas cosechas.
Esto se conoció como el Mínimo de Maunder. Esto coincidió con la parte más fría de la "Pequeña Edad de Hielo". Pasó de los siglos XV al XVII. Europa, América del Norte y el resto del mundo sufrieron inviernos muy crudos.
Así se registró el Mínimo de Maunder y la Pequeña Era de Hielo.
Comentario: Ahora se sabe que sí existe una conexión entre la actividad del sol y las temperaturas globales en la Tierra, de hecho, es un factor determinante. Pero para poder considerar esto como factual, es necesario considerar en la ecuación las conclusiones de la Teoría del Universoeléctrico.
El sol interactua de manera eléctrica con los demás planetas, cargándolos y detonando fenómenos eléctricos como huracanes, tornados, alta actividad volcánica y sísmica.
Otro factor que puede influir en el enfriamiento de las temperaturas globales, es la acumulación de polvo cometario en la atmósfera superior debido a la alta actividad meteoríca de los últimos años, ya que estas partículas reflejan los rayos del sol.
Cabe señalar que el calentamiento global es un mito basado en conjeturas pseudo-científicas para beneficiar económicamente a un puñado de personas.
¿Qué ha pasado y qué pasará?
De acuerdo con Paul Dorian, meteorólogo en Vencore Weather, El sol ya ha estado completamente en blanco este año y esto se vio a partir del 4 de junio. Fue la primera vez que ocurrió desde 2011.
Pero, esto solo indicaría que va para una nueva fase. Y duraría meses. Ahora bien, el viento solar disminuye y el campo magnético del Sol se debilita durante los mínimos solares, por lo que es más fácil que los rayos cósmicos lleguen a la Tierra.
© Aunque esta imagen data de 1814, ilustra cómo en la Pequeña Era de Hielo de comienzos de siglo XVIII el invierno era mucho más crudo.
Pequeña Edad de Hielo
- Ver original
- octubre 13º, 2016
La Pequeña Edad de Hielo (PEH) fue un período frío que abarcó desde comienzos del siglo XIV hasta mediados del XIX.
Puso fin a una era extraordinariamente calurosa llamada óptimo climático medieval (siglo Xal XIV). Hubo tres máximos: sobre 1650, alrededor de 1770 y hacia 1850.
[1]Inicialmente se pensó que era un fenómeno global, pero posteriormente fue desmentido. Bradley y Jones (1993), Hughes y Díaz (1994) y Crowley y Lowery (2000),[2] describen la PEH como «una época donde el hemisferio norte tuvo un modesto enfriamiento de menos de 1 °C».
La NASA define el término Pequeña Edad del Hielo como un periodo frío entre 1550 y 1850 con tres periodos particularmente fríos: uno comenzando en 1650 (Mínimo de Maunder 1645-1715), otro en 1770 y el último en 1850, cada uno separado por intervalos de ligero calentamiento;[3] y, según Martin y Olcina, señalan en España cuatro períodos de sucesos catastróficos (mitad del siglo XV, 1570-1610, 1769-1800 y 1820-1860).
El modelo del clima
En el Atlántico Norte, los sedimentos acumulados desde el fin de la última glaciación, hace aproximadamente 12 000 años, muestran aumentos regulares en la cantidad de granos sedimentarios depositados, procedentes de los icebergs que se han fundido en el océano, los cuales indican una serie de periodos fríos (1–2 °C) que se repiten cada 1500 años aproximadamente.
El más reciente de estos periodos helados fue la Pequeña Edad de Hielo. Estos mismos periodos fríos se han descubierto en sedimentos existentes en África, pero los periodos fríos parecen ser más grandes, oscilando entre 3 y 8 °C.[4]
Las causas
Los científicos han identificado dos causas de la Pequeña Edad de Hielo fuera de los sistemas de interacción océano-atmósfera: una disminución de la actividad solar y un aumento de la actividad volcánica.
Otras personas investigan influencias más antiguas, como la variabilidad natural del clima y la influencia humana.
Algunos también han especulado que la despoblación de Eurasia durante la peste negra y la disminución resultante en el rendimiento agrícola pudieran haber prolongado la Pequeña Edad de Hielo.
La actividad solar
Durante el periodo 1645–1715, en mitad de la Pequeña Edad de Hielo, la actividad solar reflejada en las manchas solares era sumamente baja, con algunos años en que no había ninguna mancha solar. Este período de baja actividad de la mancha solar es conocido como el Mínimo de Maunder.
El eslabón preciso entre la baja actividad de las manchas solares y las frías temperaturas no se ha establecido, pero la coincidencia del Mínimo de Maunder con el periodo más profundo de la Pequeña Edad de Hielo sugiere que hay una conexión.[5] Otros indicadores de la baja actividad solar durante este período son los niveles de carbono-14 yberilio-10.[6]
La actividad volcánica
A lo largo de la Pequeña Edad de Hielo, el mundo experimentó también una actividad volcánica elevada.
Cuando un volcán entra en erupción, sus cenizas alcanzan la parte alta de la atmósfera y se pueden extender hasta cubrir la tierra entera.
Estas nubes de ceniza hacen que no llegue la radiación solar entrante, llevando a una disminución de la temperatura a nivel mundial. Pueden durar hasta dos años después de una erupción.
Asimismo, se emitió durante las erupciones azufre en forma de gas SO2. Cuando este gas alcanza la estratosfera, se convierte en partículas deácido sulfúrico que reflejan los rayos del sol, reduciendo la cantidad de radiación que alcanza la superficie de la tierra.
En 1815 la erupción deTambora en Indonesia cubrió la atmósfera de cenizas; el año siguiente,1816, fue conocido como el año sin verano, cuando hubo hielo y nieves en junio y julio en Nueva Inglaterra y el norte de Europa.
Hemisferio sur
Kreutz et al. (1997) compararon resultados de estudios en la Antártida Occidental en muestras de hielo, parte del Proyecto Dos de Casquete Polar de Groenlandia (GISP2), sugiriendo una PEH sincrónica global[7]
Las muestras de sedimento oceánico de la Meseta este de Bransfield en lapenínsula Antártica revelan eventos centenarios que los autores vinculan con la PEH y con el período cálido medieval.[8]
Los autores notan «otros inexplicables eventos climáticos comparables en duración y amplitud con la PEH y PCM».
El domo Siple (DS) es un evento climático con una fecha de inicio que es coincidente con el de la PEH en el Atlántico Norte, basándose en la correlación con el registro GISP2.
Ese evento climático es el más dramático en el registro glacioquímico DS del Holoceno.[9] Las muestras de hielo del domo Siple también contienen sus más altas tasas de fusión de capas (más del 8%) entre 1550 y 1700, más probablemente debido a los veranos cálidos durante la PEH.[10]
Las muestras de hielo del domo Law presentan niveles más bajos de CO2mezclando relaciones durante 1550 a 1800, lo cual llevó a los investigadores Etheridge y Steele a conjeturar «probablemente a resultas de un clima global más frío».[11]
En África Austral, las muestras sedimentarias extraídas del lago Malawi indican que las condiciones frescas entre 1570 y 1820 sugieren que el lago Malawi registra «más soporte, y extensión, de la expansión global de la PEH».[12]
Una nueva reconstrucción de 3000 años de temperaturas basado en el crecimiento de estalagmita en una cueva en Sudáfrica sugiere un periodo frío de 1500–1800 «caracterizando la PEH sudafricana».[13]
Las muestras sedimentarias (Gebra-1 y Gebra-2) en la Meseta Bransfield, península Antártica, poseen indicadores neoglaciales diatomea y variaciones en la tasa mar-hielo durante el periodo de la PEH.[14]
Los datos de niveles paleooceánicos de las islas del Pacífico sugieren que tal nivel marino en la región baja, posiblemente en dos etapas, entre 1270a 1475. Eso se asocia con la caída de 1,5 °C en temperatura, determinada por el análisis de isótopos de oxígeno, y un incremento de la frecuencia de El Niño.[15]
La Pequeña Edad de Hielo en España
Quereda Sala y otros[16] mencionan que el Ebro se heló siete veces entre 1505 y 1789. En 1788 y de nuevo en 1789 el río permaneció helado durante quince días.
El libro también menciona la presencia de una extensa red de neveros, o pozos de nieve, ventisqueros y glaciares que se construyeron y mantuvieron entre los siglos XVI y XIX a lo largo del Mediterráneo oriental, algunos ubicados en áreas donde no nieva en la actualidad un solo día al año.
El almacenamiento y distribución de hielo eran un negocio vivo que involucraba secciones enteras de la población rural.
Hay también una amplia evidencia de que durante ese período los glaciares se extendieron en los Pirineos, fundiéndose desde entonces. Es más, los remanentes del glaciar de Sierra Nevada que finalmente sucumbió al final del siglo XX, se originaron en este momento, y no eran, como a veces se dice, restos de la última verdadera Edad de Hielo.
Los últimos verdaderos glaciares de Sierra Nevada y los Picos de Europa se fundieron a finales del siglo IX.
Se cree que las temperaturas en Europa durante el llamado óptimo climático medieval entre los siglos IX al XIII deben haber sido entre 1º y 1,5 °C superiores a la temperatura actual, suficiente para que estos glaciares, e incluso los de los Pirineos, se hubieran fundido.
Los actuales glaciares de los Pirineos se formaron principalmente durante este periodo frío y han estado fundiéndose despacio desde entonces. El área de la superficie total de los glaciares en la vertiente sur de los Pirineos ha descendido desde las 1.779 ha en 1894 a 290 ha en el año 2000.[cita requerida]
Martin y Olcina en Clima y tiempo señalan en España cuatro períodos de sucesos catastróficos (mitad del siglo XV, 1570–1610, 1769–1800 y 1820–1860) señalados por lluvias intensas, nevadas y tormentas en el mar. Estos se mezclaron con los interludios de severas sequías.
Otro estudio de A. Sousa y P. García-Murillo en 2003[17] se fija en los cambios en los humedales de Andalucía (específicamente, Doñana) al final de la Pequeña Edad de Hielo.
Los autores encontraron que la Pequeña Edad de Hielo se caracterizó por periodos más lluviosos alternando con otros de sequía.
Otros autores creen que la PEH se caracterizó en el sur de la península ibérica por un aumento de la lluvia, mayor frecuencia de las inundaciones y de la sedimentación en la Europa mediterránea.
El fin de la Pequeña Edad de Hielo
Alrededor de 1850, el clima del mundo empezó a calentarse de nuevo y puede decirse que la Pequeña Edad de Hielo se acabó en ese momento.
Notas
- ↑ NASA Earth Observatory Glossary: "Little Age of Ice".
- ↑ Climate Change 2001: Working Group I: The Scientific Basis: "2.3.3 Was there a 'Little Ice Age' and a 'Medieval Warm Period'?".
- ↑ Glossary l–m. NASA.
- ↑ USGCRP Seminar, 23 February 1998: "Abrupt Climate Changes Revisited: How Serius and How Likely?".
- ↑ WEART, Spencer (2007?): "Changing Sun, Changing Climate?" —The Discovery of Global Warming: Influences on climate (June 2007?) — basado parcialmente en un ensayo de Theodore S. Feldman.
- ↑ CROWLEY, Thomas J. (2000): "Causes of Climate Change Over the Past 1000 Years." Science; 289 (14 July 2000), pp. 270–277.
- ↑ Kreutz, K.J., Mayewski, P.A., Meeker, L.D., Twickler, M.S., Whitlow, S.I. and Pittalwala, I.I. 1997: "Bipolar changes in atmospheric circulation during the Little Ice Age." Science 277, 1294–96.
- ↑ Khim, B.-K.; Yoon H. I.; Kang C. Y.; Bahk J. J. (noviembre de 2002). «Unstable Climate Oscillations during the Late Holocene in the Eastern Bransfield Basin, Antarctic Peninsula». Quaternary Research 58 (3): 234-245. doi:10.1006/qres.2002.2371. Archivado desde el original el 24 de noviembre de 2015. La referencia utiliza parámetros obsoletos (ayuda)
- ↑http://web.archive.org/web/http://waiscores.dri.edu/MajorFindings/MayewskiRes.html
- ↑http://web.archive.org/web/http://igloo.gsfc.nasa.gov/wais/pastmeetings/abstracts00/Das.htm
- ↑ Historical CO2 Records from the Law Dome DE08, DE08-2, and DSS Ice Cores.
- ↑ Johnson, T.C., Barry, S., Chan, Y. and Wilkinson, P. 2001. "Decadal record of climate variability spanning the past 700 yr in the Southern Tropics of East Africa." Geology 29: 83–86.
- ↑ Holmgren, K., Tyson, P.D., Moberg, A., Svanered, O. 2001. "A preliminary 3000-year regional temperature reconstruction for South Africa." South African Journal of Science 97: 49–51.
- ↑ Cambridge Journals Online.
- ↑ Nunn, P.D. 2000. "Environmental catastrophe in the Pacific Islands around A.D. 1300." Geoarchaeology 15/7, pp. 715–740.
- ↑ QUEREDA SALA, J... et al. (2001): Nuestro porvenir climático: ¿un escenario de aridez?. Castelló de la Plana: Universitat Jaume I, 2001,ISBN 84-8021-371-X.
- ↑ SOUSA, A.; GARCÍA-MURILLO, P. (2003): "Changes in the wetlands of Andalusia (Doñana Natural Park, SW Spain) at the end of the Little Ice Age." Climatic Change 58, pp. 193–217.
Referencias
- FAGAN, Brian M. (2001): The Little Ice Age: How Climate Made History, 1300–1850 — Santa Barbara: Basic Books, 2001 — ISBN 0-465-02272-3.
Enlaces externos
¿Se está acercando una Era Glacial o edad de hielo? Mientras que en los medios de comunicación nos hablan del cambio climático, la comunidad científica investiga la posibilidad de que entremos en una mini glaciación a nivel mundial.
Factores como la baja actividad del sol, la inversión de polos o el calor extremo podrían desencadenar algo parecido al llamado Ciclo de Maunder del siglo XVII.
¿Estaremos preparados para esta glaciación?
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