A propósito de la ejecución extrajudicial de un adolescente
BRUTALIDAD POLICIAL Y POLÍTICAS IDENTITARIAS MADE IN USA
El pasado miércoles -escribe nuestra colaboradora Tita Barahona - en el pasillo de una sala del tribunal de menores de la ciudad de Columbus (Ohio, EEUU), el enjuiciado, Joseph Heynes, de 16 años, fue abatido de un disparo en el abdomen por uno de los policías presentes en la sala. El muchacho no portaba armas. Esto, que habría sido tratado como un suceso extraordinario, lamentable y condenable de haberse producido en otro país americano o europeo, en EEUU es rutina (...).
Por TITA BARAHONA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Como es habitual, de lo que sucedió al joven Heynes hay dos versiones: la del departamento de policía, que es la que transmiten los grandes medios (ABC News, Fox News, CNN, The Washington Post,entre otros) y la de los testigos presenciales que, en este caso, son familiares de la víctima (su madre y abuela) y una abogada que pudo grabar la escena tras producirse el disparo.
La nota de la policía sostiene que, cuando el juez ordenó salir al acusado y su familia, se armó una refriega con la familia durante la cual el joven tiró al suelo al policía y a este se le disparó el arma fatalmente.
La versión de la abuela es que el policía ordenó a la madre salir de la sala sin dejar que recogiera sus cosas, a lo que la madre protestó, el agente la empujó violentamente contra la pared y fue entonces cuando el joven gritó “deja a mi madre”, agarró al agente por el hombro, este se dio la vuelta, arrojó al chico al suelo y le disparó.
Como en otras ocasiones, el agente en cuestión ha sido mandado a casa (suspendido de empleo pero no de sueldo), mientras se abre una investigación.
Esta realidad palpable los grandes medios la ocultan sistemáticamente; pero también lo hacen los medios de comunicación calificados como progresistas y/o independientes, porque estos están más interesados en las “políticas de identidad”, dentro de las cuales la clase social no entra o, si lo hace, de soslayo. Resulta que el joven Joseph Heynes, problemático como tantos otros chicos de su edad, además de pertenecer a una familia de clase trabajadora, era blanquísimo y de melena rubia.
Esta circunstancia no le ha hecho elegible para hacer titular en medios como Democracy Now, buque insignia de la progresía norteamericana, que directamente ha ignorado la noticia, aun cuando tiene una sección dedicada a la police brutality.
Porque en esta sección sólo caben las víctimas que pertenecen a minorías raciales y colectivos LGTB.
La muerte del joven Haynes no deriva ni del racismo (el policía que lo mató también es blanco), ni de la homofobia, ni del sexismo; por tanto, no interesa.
Otro chico de 16 años, Kalief Browder, en 2010 fue acusado falsamente de robar una mochila. Pagó muy caro no querer aceptar el trato de declararse culpable, prefiriendo ir a juicio.
Le mandaron a la prisión de adultos de Rikers Island, notoria por las torturas que se infligen a los presos.
Lo pusieron en incomunicación durante dos años. Recibió palizas de los guardianes y los mismos presos.
Pasó tres años en este infierno por una mochila.
En 2013 un juez archivó el caso, el joven fue liberado, sometido a tratamiento psiquiátrico, y se suicidó a los 22 años. La madre falleció de pena poco después. El caso de Kalief hizo titulares en Democracy Now y tuvo un amplio seguimiento, merecido sin duda. Él era pobre, como Joseph Heynes, pero era un muchacho afro-americano del Bronx: esa era la diferencia, la identidad que había que resaltar por encima de cualquier otra.
No se puede negar que EEUU es un país racista, y con unos elevados índices de violencia contra las mujeres que superan a los de la brutalidad policial. Pero si la mujer negra o latina es una laboring poor, tiene casi todas las papeletas para ser humillada por cualquier representante del Estado, explotada hasta la extenuación, golpeada por la policía incluso si está embarazada (recientemente una mujer ha abortado en una comisaria tras ser paralizada con un taser), abusada sexualmente, encarcelada o despojada de la tutela de sus hijos.
Lo hemos dicho otras veces: la raza, el sexo, la clase forman en los EEUU un coctel explosivo de amplia honda que irradia a todo el mundo capitalista. Este es el modelo de ataque de clase que últimamente estamos viendo recrudecerse en nuestras latitudes también, con las llamadas leyes mordazas, con el ataque al derecho de huelga y otros ganados con nuestra lucha.
Como otros, el movimiento feminista debe tener cuidado en no caer en la trampa de las políticas liberales de la identidad, que, en definitiva, funcionan para perpetuar el sistema capitalista lavándole la cara, el sistema que se reproduce también con nuestra opresión como mujeres.
El mejor medio para sortear este peligro es tener presente que vivimos en una sociedad de clases, que la lucha de clases existe y se ha recrudecido, que las trabajadoras, mayoría de las mujeres del mundo, somos también objetivo de este ataque; que nuestra lucha de liberación es internacionalista (sin fronteras de nación, cultura, raza, sexo o edad) y estamos contra toda forma de explotación y opresión sea sobremujeres, hombres, niños, adultos, blancos o negros.
Referencias:
- El número de muertes por brutalidad policial, en http://killedbypolice.net/
- La declaración de la abuela de Heynes, en https://www.youtube.com/watch?v=QSRMiMKylW4
- La noticia sobre Kalief Browder en Democracy Now: https://www.youtube.com/watch?v=Zd6hCmgmj44
- El caso de la mujer que abortó tras ser atacada con un taser, en https://www.mirror.co.uk/news/world-news/woman-20-suffered-miscarriage-jail-11650121
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