Las elecciones que cambiaron todo y podrían ser el factor decisivo de la Historia
Durante décadas, Washington tuvo la costumbre de utilizar la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) para sabotear a gobiernos del pueblo, ejercidos por el pueblo y para el pueblo que no eran de su gusto y reemplazarlos con gobiernos sumisos [elija el tipo de su preferencia: junta militar, shah, autócrata, dictador...] en todo el planeta.
Hubo el tristemente célebre golpe de Estado organizado por la CIA y los ingleses que en 1953 derribó al gobierno democrático iraní de Mohammad Mosadegh y en su lugar colocó en el poder al Shah (y a su policía secreta, la SAVAK).
En 1954, hubo el golpe de Estado de la CIA contra el gobierno de Jacobo Arbenz que instaló a la dictadura militar de Carlos Castillo Armas; también en 1954, hubo la acción de la CIA para hacer que Ngo Dinh Diem se hiciera con el mando en Vietnam del Sur; en 1961, hubo la conspiración –CIA-belgas– para asesinar al primer ministro Patrice Lumumba –el primero de ese país–, que se concretó finalmente en la dictadura militar de Mobutu Sese Seko; en 1964, hubo el golpe de Estado realizado por los militares y respaldado por la CIA que derribó al presidente –elegido democráticamente– João Goulart y entregó el poder a una junta militar; y, por supuesto, en septiembre de 1973 (el primer 11-S), hubo el golpe de Estado militar, respaldado por Estados Unidos, que derrocó y asesinó al presidente de Chile, Salvador Allende. Bueno, el lector ya está haciéndose una idea...
De este modo, en su calidad de guía de lo que entonces se llamaba “el Mundo Libre”, Washington ha trabajado sin cesar y a su antojo.
A pesar de que esas operaciones eran llevadas a cabo en forma encubierta, cuando llegaban a conocerse, los estadounidenses, orgullosos de sus tradiciones democráticas, generalmente han permanecido imperturbables en relación con lo que en su nombre la CIA había hecho a las democracias (y a otros tipos de gobierno) más allá de sus fronteras.
Si Washington otorgaba repetidamente el poder a regímenes de un tipo que los estadounidenses hubiéramos considerado inaceptables para nosotros mismos, en el contexto de la Guerra Fría, no se trataba de algo que nos quitara el sueño.
Esas acciones han permanecido como mínimo encubiertas; esto sin duda muestra que no se trataba de algo que pueda pregonarse con orgullo a la luz del día.
Sin embargo, en los primeros años de este siglo surgió otro modo de pensar.
En la estela de los ataques del 11-S, la expresión “cambio de régimen” adquirió categoría de normalidad. Como un curso de acción posible, ya no había nada que debiera ocultarse.
En lugar de ello, la cuestión fue discutida abiertamente y llevada adelante a la luz plena de la atención mediática.
Washington ya no recurriría a una CIA que conspiraba en la oscuridad para deshacerse de algún gobierno aborrecido y poner en su lugar a otro más manejable.
En lugar de eso, en se calidad de “única superpotencia” del planeta Tierra, con unas fuerzas armadas presumiblemente más allá de toda comparación o desafío, la administración Bush reclamaría el derecho de desplazar sin rodeos, expeditiva y descaradamente a los gobiernos que ella despreciaba mediante el sencillo empleo de la fuerza militar.
Después, la administración Obama tomaría el mismo camino recurriendo a los lemas “intervención humanitaria” o “responsabilidad de proteger” (R2P, por sus “siglas” en inglés).
En este sentido, el cambio de regímenes y la R2P se convertirían en una abreviatura del derecho –de la derecha de Washington– de derrocar gobiernos a plena luz del día mediante misiles de crucero, drones y helicópteros Apache, por no hablar de las tropas, si eran necesarias (por supuesto, el Irak de Saddam Hussein sería el primer objeto de exposición; le seguiría en importancia la Libia de Muhammar Gaddafi).
Con esta historia y los resultados de las últimas elecciones en la mente, hace poco tiempo empecé a preguntarme si acaso, en 2016, el pueblo estadounidense había dejado a un lado a la CIA y empezado –como posibilidad– a hacer él mismo lo que la Agencia (y más recientemente las fuerzas armadas de Estados Unidos) había hecho a los demás?
En otras palabras, en la más extraña de las elecciones de nuestra vida, ¿puede ser que solo hayamos visto algo parecido a un golpe de Estado democrático en cámara lenta o alguna forma de cambio de régimen en el ámbito nacional?
Solo el tiempo lo dirá, pero he aquí un indicio de esa posibilidad: por primera vez, una parte de la seguridad nacional intervino directamente en las elecciones de Estados Unidos.
En este caso, no fue la CIA sino nuestro principal organismo de investigación en el entorno nacional: el FBI.
En su interior, como hoy lo sabemos, se ha despotricado y conspirado contra uno de los dos candidatos a la presidencia antes de que su director, James Comey, con franqueza –incluso, con descaro– entró en la disputa cuando faltaban 11 días para el desenlace.
Y lo hizo con un asunto que, aun en su momento, parecía al menos flojo –si no sencillamente falso– y se llevó por delante firmes tradiciones del FBI respecto de los periodos electorales.
Al hacerlo, es por cierto muy probable que esa intervención haya cambiado el curso del proceso eleccionario, un tópico en el resto del mundo pero un momento único en este país.
La administración de Donald Trump, que en estos momentos se está llenando de racistas, islamófobos, iranófobos y un surtido de colegas multimillonarios, ya tiene el aire de un gobierno en formación crecientemente militarizado y autocrático, que favorece a militaristas blancos y poco dados al humor, que no se toman las críticas a la ligera y reaccionan rápidamente ante un golpe.
Además, el 20 de enero, este equipo verá que tendrá en sus manos unas enormes potestades represivas de todo tipo, unas potestades que van desde la tortura hasta la vigilancia generalizada, unas potestades que han sido extraordinariamente institucionalizadas a partir de los años posteriores al 11-S en coincidencia con el surgimiento del estado de la seguridad nacional como el cuarto poder de gobierno, unas potestades que algunos de ellos están claramente impacientes por probar.
Retroceso e impulso hacia adelante: la historia de nuestro tiempo
Después de que Washington decidiera en 1979 encargar a la CIA el pertrechamiento, la financiación y el adiestramiento de los más extremistas y fundamentalistas musulmanes afganos (y otros) para que la Unión Soviética se enfrentara con una situación parecida a la sufrida por Estados Unidos en Vietnam, hicieron falta 22 años para que la inversión estadounidense en los radicales islámicos se hiciera notar en casa con toda su fuerza.
En la cuenta de las reacciones habría una instalación militar estadounidense en Arabia Saudí hecha saltar por los aires, dos embajadas de Estados Unidos atacadas con bomba y un destructor estadounidense gravemente averiado en el puerto de Aden.
Pero fueron las atentados del 11-S los que de verdad pusieron la reacción enemiga en el mapa de este país (y, muy apropiadamente, convirtió el libro de Chalmers Johnson* con ese título en un éxito editorial).
Esos ataques de al-Qaeda, cuyo costo estimado no pasó de los 400.000 dólares apuntaron a tres edificios paradigmáticos: el World Trade Center (la representación del poder económico de Estados Unidos), en Manhattan; el Pentágono (el poder militar), en Washington; y, presumiblemente, la Casa Blanca o el Capitolio (el poder político), hacia donde sin duda se dirigía el avión del vuelo 93 de United Airlines cuando se estrelló en un campo de Pennsylvania.
La intención de estos ataques, realizados por 19 secuestradores aéreos –saudíes en su mayor parte–, era asestar un golpe devastador a la autoestima estadounidense, y lo consiguieron.
En respuesta, la administración Bush lanzó la guerra global contra el terror (GWOT –por sus siglas en inglés–, uno de los peores acrónimos de la historia), conocida también por sus furibundos promotores como “la Guerra Prolongada” o la “Cuarta Guerra Mundial”.
Considere el lector esta “guerra”, que incluyó en ella la invasión y ocupación de dos países –Afganistán e Irak– como una especie de “impulso hacia adelante”, o una segunda inversión –enorme y de largo plazo– de tiempo, dinero y vidas de extremistas islámicos, que no hizo otra cosa que consolidar más aún el fenómeno en nuestro mundo, ayudar a reclutar más militantes y a propagarlo en todo el planeta.
Para decirlo con otras palabras, la relativamente modesta inversión de 400.000 dólares de Osama bin Laden llevaría a que Washington literalmente se lanzara a derrochar billones de dólares en unas guerras e insurrecciones que no han hecho más que extenderse y a poner en su mira a organizaciones terroristas –cada vez más cambiantes– del Oriente Medio y África.
El resultado de años de acciones bélicas que han escapado a todo control y llevado al desastre a una vasta región ha acabado en lo que yo he llamado el “imperio del caos” y propiciado un tipo de reacciones enemigas en el ámbito nacional, reacciones que cambiarían y distorsionarían la naturaleza del gobierno y la sociedad de Estados Unidos.
Hoy en día, después de 37 años de la primera intervención en Afganistan y 15 años después de la segunda, en la estela de unas elecciones en este país, la reacción contraria respecto de la guerra contra el terror –sus mandos, su mentalidad, sus obsesiones, su ansiedad por militarizarlo todo– ha llegado a casa con mucha fuerza.
De hecho, acabamos de tener lo que algún día quizá sea visto como las primeras elecciones al estilo 11-S. Y, con ellas, vistas las enloquecidas propuestas de expulsar o registrar a los musulmanes, o a quienes se les parezcan.
La guerra literal contra el terror está amenazando con aposentarse también en casa con toda intensidad. Sabiendo lo que sabemos sobre los “resultados” en tierras distantes en los últimos 15 años, esto de ninguna manera puede ser una buena noticia (por ejemplo, según un informe muy reciente [de The Daily Beast] el temor a ser perseguidos está creciendo entre los musulmanes que trabajan en el Pentágono, la CIA, y el departamento de Seguridad Interior; con los sentimientos islamofóbicos que ya se hacen notar en la administración Trump que se esta formando, es posible concluir que esto no acabará bien).
¿El factor decisivo de la Historia?
El 12 de septiembre de 2001 era muy difícil tratar de adivinar qué consecuencias tendría en Estados Unidos y el mundo el impacto producido por los ataques del día anterior, por eso no tiene sentido perder el tiempo en especular adónde nos conducirán en los años venideros los acontecimientos del 8 de noviembre de 2016.
En el mejor de los tiempos, la predicción es un ejercicio arriesgado; generalmente, el futuro es un agujero negro.
Pero hay una cosa que parece ser probable en medio de las tinieblas: con los generales (y otros oficiales de alta graduación) que han conducido las fracasadas guerras de Estados Unidos estos últimos años dominando en la estructura de la seguridad nacional de una futura administración Trump, nuestro imperio del caos (incluyendo tal vez el cambio de régimen) ciertamente ha llegado a casa.
Es algo razonable ver el triunfo de Donald Trump y su fracción de derecha corporativista –o “populismo” multimillonario– y la marea de creciente racismo blanco que ha acompañado a este racismo como un impacto estilo 11-S en el mundo de la política, aunque acabe siendo una versión en cámara lenta del acontecimiento que propició su aparición.
Al igual que con el 11-S, una historia –larga y cargada de reacciones hostiles– precedió a la victoria de Donald Trump del 8 de noviembre.
Esa historia incluye la institucionalización de la guerra permanente como una forma de vida en Washington, el crecimiento de un poder autónomo y la preeminencia del estado de la seguridad nacional; todo esto acompañado del desarrollo y la legalización de los poderes más opresivos del Estado, entre ellos la invasiva vigilancia de todos los tipos imaginables, el regreso, desde los campos de batalla más remotos, de la tecnología y la mentalidad de la guerra permanente y la capacidad de asesinar a quienquiera que la Casa Blanca elija matar (incluso a ciudadanos estadounidenses).
Además, en relación con las reacciones contrarias, en el ámbito nacional sería necesario incluir el resultado del fallo de 2010 llamado “Citizens Unites” (Ciudadanos unidos) del Tribunal Supremo, que permitió liberar pasmosas sumas de dinero corporativo y del 1 por ciento que está en la cúspide de una sociedad cada vez más desigual para llenar las arcas de un sistema político (sin el cual habría sido impensable la existencia de una presidencia y un gabinete de multimillonarios).
Tal como escribí a principios de octubre, “...una parte significativa de la clase trabajadora blanca siente como si –sea económicamente, sea psicológicamente– tuviera la espalda contra el muro y ya no quedara un sitio adónde ir.
Es evidente que en estas circunstancias, muchos de esos votantes han decidido que están preparados para lanzarse literalmente contra la Casa Blanca; están dispuestos a aprovechar el derrumbe del tejado, incluso aunque éste les caiga encima.”.
Entonces, tomemos la elección de Donald Trump como el triunfo del terrorista suicida –en este caso, el trabajador blanco– enviado al Despacho Oval para que, como dicen todos ahora muy educadamente, “sacudir las cosas”.
En un momento que, en tantos sentidos, está lleno de extremismo y en el que los yihadistas del estado de seguridad nacional están claramente dispuestos a todo, es posible quizás que las elecciones de 2016 acaben siendo el equivalente en cámara lenta a un golpe de Estado en Estados Unidos.
Donald Trump, como otros populistas de derecha antes que él, tiene un temperamento con tendencia no solo a la demagogia (como lo demostró en la campaña presidencial), sino también al autoritarismo en su versión estadounidense, sobre todo desde que en los últimos años –en términos de pérdida de derechos y de reforzamiento de los poderes del Estado– este país ya se ha movido hacia la autocracia, aunque esta realidad sea poco percibida.
Fuera cual fuera la forma en que los acontecimientos del 8 de noviembre hayan sido presentados a los estadounidenses, hay una cosa que cada día es más cierta acerca del país que gobernará Donald Trump.
Olvidemos a Valdimir Putin y su destartalado petro-estado: en este momento, el país más peligroso del planeta es el nuestro.
Conducido por un hombre que –aparte de la forma de manipular a los medios (en lo que es un genio innato)– sabe bien poco y, al menos en parte, por los frustrados generales provenientes de la guerra estadounidense contra el terror, es probable que Estados Unidos sea un país más extremo, beligerante, irracional, obsesivo; un país que cuenta con unas fuerzas armadas poderosamente pertrechadas, financiadas en un nivel cada vez mayor –al que ningún otro país puede siquiera acercarse– y con pasmosos poderes para intervenir, interferir y reprimir.
No es un cuadro muy atractivo.
Aun así, es apenas una introducción a lo que indudablemente debería ser considerado lo más importante del Estados Unidos de Donald Trump: con todo lo que sabemos de la historia golpista de la CIA y la tradición de cambios de régimen por la fuerza de las armas, ¿podría también Estados Unidos hacer pedazos un planeta?
Si, en lo más alto de lo que ya es el segundo país emisor de gases de efecto invernadero del mundo, Trump lleva adelante las futuras políticas energéticas que prometió durante la campaña electoral –desfinanciar las ciencias relacionadas con el clima, denunciar o ignorar los acuerdos contra el cambio climático, quitarle importancia al desarrollo de energías alternativas, dar luz verde a los oleoductos y al fracking, alentar aún más otras formas de extracción de combustibles fósiles y repensar completamente a Estados Unidos para convertirlo en la Arabia Saudí de América del Norte–, estará efectivamente iniciando una acción de cambio de régimen contra el planeta Tierra.
Todo lo demás que pueda hacer la administración Trump, incluso introducirnos en un periodo de autocracia estadounidense, formaría parte inherente de la historia de la humanidad.
Los despotismos vienen y van.
Los déspotas surgen y mueren.
Las rebeliones estallan y fracasan. Las democracias un día funcionan y un día dejan de funcionar.
La vida continúa. Sin embargo, el cambio climático no tiene nada que ver con todo eso. Puede formar parte de la historia del universo, pero no de la historia humana.
En cambio, puede ser un factor decisivo en la Historia. Lo que nos haga la administración Trump en los venideros años puede dar lugar a un periodo muy negro pero será algo pasajero, al menos en comparación con la posible desestabilización total de la vida sobre la Tierra y de la historia tal como las hemos conocido en los últimos miles de años.
Esto, por supuesto, eclipsa al 11-S. En última instancia, el triunfo electoral del 8-N podría llegar a ser el impacto de una vida, de cualquier vida, durante muchísimos años.
Este es el peligro que está ante nosotros desde ese día; no nos equivoquemos, puede ser devastador.
* El título (en inglés) del libro de Ch. Johnson es Blowback: The Costs and Consequences of American Empire, que podría traducirse como “Retroceso: el costo y las consecuencias del Imperio estadounidense”. (N. del T.)
Tom Engelhardt es cofundador del American Empire Project, autor de The United States of Fear y de una historia de la Guerra Fría, The End of Victory Culture.
Forma parte del cuerpo docente del Nation Institute y es administrador de TomDispatch.com.
Su libro más reciente es Shadow Government: Surveillance, Secret Wars, and a Global Security State in a Single-Superpower World.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=220153
¿Quien puede negar y contradecir que EEUU es el paìs mas terrorista, genocida y tirano del mundo?
Hoy los medios nos bombardean con esta imagen en un intento desesperado de poner a la opinión pública del lado del intervencionisno yanqui en Siria.
Ataque, invasión o agresión militar, lo que sea pero
Arabia Saudí lo sigue haciendo sobre su vecino Yemen,
sin piedad y con permiso
de la puerca Organización de las Naciones Unidas
¿Quien puede negar y contradecir que EEUU es el paìs mas terrorista, genocida y tirano del mundo?
Hoy los medios nos bombardean con esta imagen en un intento desesperado de poner a la opinión pública del lado del intervencionisno yanqui en Siria.
Lo que callan los medios, es que estos mismos medios sionistas que apelan al humanitarismo son los que ocultan el genocidio saudí con ayuda norteamericana que se está cometiendo en Yemen.
armak de odelot
armak de odelot
AlOtroLadodelMuro @_ju1_ Sigo sin entender, sinceramente, como jamás ha habido protestas frente a la embajada saudi. No lo comprendo. #YemenGenocidioSilenciado
AlOtroLadodelMuro @_ju1_ Sigo sin entender, sinceramente, como jamás ha habido protestas frente a la embajada saudi. No lo comprendo. #YemenGenocidioSilenciado
Foto: Hospital de MSF atacado por fuerzas saudíes el 15 de agosto. Foto: MSF.—
Ataque, invasión o agresión militar, lo que sea pero
Arabia Saudí lo sigue haciendo sobre su vecino Yemen,
sin piedad y con permiso
de la puerca Organización de las Naciones Unidas
(ONU).
Dorje @DorjeSiddhi 17Junio #Tweetstorm 24h: 450 días de bombardeos y bloqueo contra #Yemen Rompe el silencio! #YemenGenocidioSilenciado
Tito #StopTTIP&TiSA @alberto_perez_p Tito #StopTTIP&TiSA Retwitteó Hakim Almasmari Desgarradora.. #YemenGenocidioSilenciado "niño bebe de la fuga de una tubería de la calle y hermano espera su turno"
YNoTeRindas @NunkaTeRindas YNoTeRindas Retwitteó Yemen Post Newspaper #YemenGenocidioSilenciado Una niña es la única sobreviviente de su familia tras ataque aéreo de Arabia Saudita
AlOtroLadodelMuro @_ju1_ Sigo sin entender, sinceramente, como jamás ha habido protestas frente a la embajada saudi. No lo comprendo. #YemenGenocidioSilenciado
sara @inmybloom Protestan contra una guerra que ya se ha llevado 9000 vidas. Los medios callan. #YemenGenocidioSilenciado
This Zionist @KenYounos just said the Bakr boys playing soccer on a Gaza beach are Syrian 😳😷😷😷😖— Palestine is ❌ 24K (@eddie1971nyc) 18 de agosto de 20161 twisted sociopath pic.twitter.com/sHT3wRHitD
AlOtroLadodelMuro @_ju1_ Sigo sin entender, sinceramente, como jamás ha habido protestas frente a la embajada saudi. No lo comprendo. #YemenGenocidioSilenciado
Autor de foto de niño sirio de Alepo vinculado a terroristas que decapitaron a niño palestino
¿Quién es el autor de la desalentadora imagen?
Su nombre es Mahmoud Raslan y se presenta como fotógrafo e incluso periodista. Sin embargo, usuarios de Twitter han revelado que Raslanpodría tener nexos con rebeldes pertenecientes al grupo terroristaHarakat Nour al-Din al- Zenki, un grupo extremista que opera en Siria.
Una foto publicada en el medio Offguardian.org captura el momento en el cual Raslan sonríe felizmente a la cámara mientras a su espalda se ve un tanque de guerra y un terrorista.
Este grupo está siendo financiado por Estados Unidos y es catalogado por Washington como “rebeldes moderados”.
La agresión imperialista contra Siria comenzó en el año 2011 y continúa engullendo las vidas de millones de sirios, los grupos armados han llegado incluso a utilizar armas químicas.
LibreRed LibreRed
Terroristas juegan al fútbol en Siria con cabezas de civiles
Terroristas “jugando al fútbol con las cabezas de los civiles sirios” muestran las imágenes de un video difundido el sábado en las redes sociales por los mismos hombres armados que luchan desde hace más de dos años y medio para acabar con el Gobierno de Damasco.
Amnistía Internacional y el niño palestino
decapitado en Siria por los “rebeldes”
Cuando George W. Bush invadió de forma masiva Irak en el año 2003, causando estragos y destruyéndolo casi todo, en la guerra iniciada por su padre en 1991, que contó con la imprescindible ayuda de los medios de comunicación y especialmente también de las organizaciones “humanitarias”, como Amnistía Internacional, envió entonces a sus tropas y las de países aliados.
Sin embargo, años después, dado el gran descrédito ganado en su nación y en el exterior, por los soldados muertos y el enorme coste, y en menor grado aunque en mucha mayor cuantía, por paradójico que pueda parecer, por los innumerables crímenes cometidos en una de las cunas de la civilización, la oligarquía estadounidense decidió cambiar de estrategia.
Se iba a seguir algo muy similar a lo que se hizo en Afganistán a finales de los 70 y en los 80, o en América Latina este último periodo.
Consistía no ya en enviar al propio ejército, sino en contratar a asesinos a sueldo. Seymour Hersh, el periodista norteamericano, ya avisó de este giro en el año 2007.
1 La llegada de Barack Obama a la presidencia en el año 2009 tiene que ver también con este cambio en las formas para ocultar y justificar fondos todavía más siniestros.
Ahora a los mercenarios financiados, entrenados y armados, por ejemplo el ISIS, elEjército Sirio Libre, u otros tantos nombres creados, para destruir estados independientes y seculares, se les haría pasar por organizaciones opositoras o revolucionarias que luchaban contra un supuesto, y llamado, régimen tiránico o dictador brutal.
Algunos de estos batallones de mercenarios cumplirían con una segunda función encomendada, es el caso del Estado Islámico, servir de malo de la película para dar validez a intervenciones militares a gran escala y aterrorizar y someter a la propia población de Estados Unidos o Europa.
En este juego escalofriante han andado desde este viraje.
En este desdichado y criminal deambular al que han conducido al mundo, emergía los pasados días en las redes sociales una de tantas y tantas macabras escenas que han generado en tantos y tantos países.
Era la decapitación de un niño, al que sacaron de un hospital, ocurrida en las cercanías de la ciudad de Aleppo en Siria. Por parte de uno de tantos nombres de grupos creados a propósito con el fin de que si uno cae en mala fama por sus terribles actuaciones, sea sustituido por otro, y así continuar con la ficción de la resistencia popular y opositora.
Aunque en Siria, como en Libia, nunca hubo una revuelta popular o pacífica.
Tales grupos colaboran entre ellos, intercambiándose armamento o combatientes, y si es necesario se les hace luchar a unos contra otros por motivos egoístas y personales, haciéndolo pasar como que se combate a los malos terroristas, apoyando a los “buenos”.
Este tipo de mercenarios, sin el menor de los escrúpulos,
son los llamados “rebeldes u opositores moderados”,
con militantes en su gran mayoría extranjeros
y una minoría de criminales sirios.
Ante una situación tan comprometida, como tantas ya ha habido, las estructuras “humanitarias” y los medios quedan en claro entredicho y en evidencia de cara a sus ingenuos o interesados seguidores.
Los “buenos chicos” no eran tales, sino que muestran ya a las claras, hasta para los más deliberadamente obtusos, su verdadero rostro como psicópatas sanguinarios.
Amnistía Internacional, por enésima vez, ofrecía del mismo modo su faz real. Justificando lo injustificable y poniendo un borrón más en su cargado historial de actuaciones truculentas.
El Movimiento de Nour al Dine Zinki emitió una declaración condenando la decapitación y trató de distanciarse del incidente, al que calificó de “error individual”, al tiempo que reafirmaba su compromiso de respetar los derechos humanos.
Quieren salvar el pellejo a esta, y otras, organizaciones criminales.
Haciendo ver, nada más ni menos, el degollamiento de un niño como un “error individual”, un caso aislado, cuando los hechos no hacen sino mostrar una y otra vez que tal actuación es la norma. Si como dice Amnistía, y ellos bien que lo saben, estas agrupaciones armadas eliminan a todos los que han cometido violaciones contra los derechos humanos, no queda nadie, pues ellos no son otra cosa que matones por dinero.
Estamos ante un cómplice lavado de cara de organizaciones netamente criminales. Todo esto es tan aberrante como surrealista, como la misma Amnistía.
Las personas, que ya están escarmentadas de tanta mentira y maldad, exponían en redes sociales como Twitter (a la que quieren censurar por evidenciar hechos molestos para algun@s hombres y mujeres poderos@s), la falsedad de la alegación del “error individual”, al mostrar como un grupo numeroso es responsable de esta matanza y como son comandantes de tal organización los que están allí presentes.
Que este batallón de mercenarios de Al Din Zinki
pose con banderas de ISIS tampoco es muy sorprendente,
son lo mismo con distinto nombre de marca.
Publicado por Mikel Itulain
Referencias:
1. Seymour M. Hersh. The redirection. The New Yorker. 5.03.2007.
2. Vanessa Beeley. Syria: Beheading of Palestinian Child Prompts US to Disassociate from its Proxy Psychopaths. 21st Century Wire. 20.7.2016.
3. Gareth Davies. And these are the ‘good guys’. Sickening video shows US-backed Syrian rebels taunting and then brutally beheading a young boy because he was an ‘spy’. Dailymail. 19.7.2016.
4. Siria: la decapitación de un menor grabada en vídeo, nueva prueba de los abusos cometidos por grupos armados. Amnistía Internacional. 20.7.2016.
1. Seymour M. Hersh. The redirection. The New Yorker. 5.03.2007.
2. Vanessa Beeley. Syria: Beheading of Palestinian Child Prompts US to Disassociate from its Proxy Psychopaths. 21st Century Wire. 20.7.2016.
3. Gareth Davies. And these are the ‘good guys’. Sickening video shows US-backed Syrian rebels taunting and then brutally beheading a young boy because he was an ‘spy’. Dailymail. 19.7.2016.
4. Siria: la decapitación de un menor grabada en vídeo, nueva prueba de los abusos cometidos por grupos armados. Amnistía Internacional. 20.7.2016.
Publicado en DISIDENCIA FABRICADA, IMPERIALISMO
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Los norteamericanos, en general, no son conscientes de los acontecimientos de mayo porque el país desvió la atención exitosamente del criminal golpe de los matones terroristas a los que Zoran Zaev preparó el terreno, un agente de los Estados Unidos y de George Soros, a través de una empresa llamada Canvas, la heredera comercial del proyecto Optor cuyas engañosas acciones tuvieron éxito para desestabilizar Serbia con una revolución “coloreada” quince años atrás.
El montaje es verdaderamente diabólico. Macedonia, una nación de poco más de dos millones de habitantes que disfruta de una significativa y mayormente pacífica minoría musulmana y que limita por el norte con un Kosovo bajo control albanés, está en riesgo de fractura por Albania y Bulgaria, a las que les gustaría mucho aumentar sus territorios a expensas de la existencia de Macedonia. Si los musulmanes macedonios pueden ser azuzados, la división es una posibilidad”.
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El pensamiento único “antifascista” . En la década de los 90 del pasado siglo se produjo una intensa campaña difamatoria acusando a la Nueva Derecha y a su líder intelectual, Alain de Benoist, de «fascistas». El número 88 de la revista digital “Elementos” (puede consultarse en la sección “Blogs”, a la derecha de este periódico) recuerda este debate, incluyendo las firmas tanto de los acusadores (Roger Griffin, Joan Antón Mellón, Miguel Ángel Simón), como de los apaciguadores (José Andrés Fernández Leost, Diego Luis Sanromán) y de los defensores (Rodrigo Agulló, Pierre-André Taguieff, Paul Piccone, Charles Champetier y el propio Alain de Benoist).
Entrevista de Alain de Benoist a Lucien Cerise. El caos no es el mayor enemigo de las clases dominantes. El caos se ha convertido en la estrategia privilegiada por el sistema. Esta es la tesis desarrollada por Lucien Cerise, ensayista proveniente de la extrema izquierda y autor de un prestigioso ensayo, Gouverner par le chaos [Gobernar por el caos], que describe la orquestación racional y metódica de esta guerra de todos contra todos.
Del lado venezolano ya están ocurriendo “milagros”
Flotilla de Gaza, 2010.
“Estoy alucinado por la cobertura parcial de los medios. Estuvieran o no los barcos llevando ayuda a Gaza, esas son aguas territoriales que pertenecen a Israel; eso está aceptado internacionalmente. Les avisaron en varias ocasiones que no fueran allí. Pero cuando los soldados israelíes subieron a los barcos, fueron linchados. Les dispararon, les apuñalaron, les golpearon con barras. ¡Se supone que eran activistas por la paz y tenían cócteles molotov! ¿Viste las imágenes? No se ve a israelíes pegando a pacifistas. ¡Son estos los que están pegando uno a uno a los soldados con barras de metal”.
En el brutal asalto contra la Flotilla, no murió un solo soldado israelí; sin embargo nueve activistas que iban en los barcos resultaron asesinados por los sionistas y treinta más resultaron heridos de los cuales, uno falleció a consecuencia de las secuelas, cuatro años más tarde. La “víctima” Matisyahu
Una Biblia fue descubierta en Turquía, la cual se estima tiene 1500 años de escrita y en donde se encuentra el Evangelio de Bernabé, el cual cuenta cosas que tiene al Vaticano extremadamente preocupado. La Biblia tiene hojas de cuero y las letras son doradas, y ha sido analizada y sometida a diferentes procesos en los cuales se ha comprobado su veracidad, por lo que el Vaticano directamente ha pedido al Gobierno de Turquía que les permitan sea analizada por especialistas enviados por el Vaticano.
En los escritos se detallas casos y hechos que van muy en contra de lo que conocemos, y que la Iglesia ha difundido basándose en la Biblia y en los Evangelios dentro de ella. En especial el Evangelio de Bernabé, quien fue uno de los discípulos de Cristo, y que viajó junto con el apóstol Pablo, cuenta sobre Jesucristo de una manera muy similar a la forma en la que se le ve en el Islam, es decir, no como un profeta, e incluso señala que Jesucristo no fue crucificado, y en su lugar fue crucificado Judas. Igualmente esta Biblia señala que Jesús no murió, y que fue ascendido vivo al cielo.
Esto ha hecho que algunas personas tomen como un hecho lo que el Islam cuenta, en donde se pone a Jesús como un humano más, si un profeta, pero no como el enviado de Dios, e incluso señalan como que ni siquiera Jesús fue hijo de Dios. Incluso las propias autoridades de Teherán, en donde se encuentra la Biblia, aseguran todo lo anterior.
Otro aspecto impactante que cuenta esta Biblia es que Jesús fue quien anunció la venida del Profeta Muhammad, conocido en el Islam como Mohamed, el cual fundaría el Islamismo 700 años después de este anuncio. Igualmente se describe la llegada del último Mesías del Islam, el cual aún no ha llegado.
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GRECIA Y ESPAÑA, LA TRAMPA DE LAS “IZQUIERDAS” REFORMISTAS/ LOS SYRIZOS DESCARGAN SU FRUSTRACIÓN EN SU “ENEMIGO COMUNISTA” Por Marat
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Los diputados “rebeldes”, que hoy se agrupan en torno a la nueva plataforma electoral de “Unidad Popular”, mantuvieron un silencio religioso cuando el Gobierno encabezado por Alexis Tsipras prometió públicamente a los Estados Unidos y a la OTAN una nueva base militar en el Mar Egeo. Tampoco fueron capaces de levantar la voz cuando su gobierno planificó maniobras militares con Tel Aviv. Idéntico silencio pudo observarse cuando la Unión Europea desplegó toda una cadena de medidas sancionadoras en contra de Rusia, llegando a declarar su ministro derechista de Defensa que Grecia se encontraban en disposición de participar en las actividades con las que la OTAN y la UE trataban de cercar a ese país.
Libro interesante en PDF: MANIFIESTO CONTRA EL PROGRESO de Agustín López Tobajas
CONSPIRACIÓNPIRATA
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