Guerra electrónica aérea: así tumba EEUU las comunicaciones del ISIS desde el aire.
- Ver original
- noviembre 19º, 2016
El Boeing RC-135
Sus tripulaciones de hasta 30 personas incluyen además de los pilotos y tripulación de cabina Oficiales de Guerra Electrónica, técnicos de mantenimiento de los equipos y técnicos de inteligencia.
Las diferentes variantes pueden identificarse por las antenas que llevan instaladas: los RC-135V/W unas características antenas planas de barrido electrónico en las ‘mejillas’ del aparato además de otras a lo largo del fuselaje y en las alas, y una ‘nariz’ alargada.
La misión de estos aparatos es localizar con la mayor precisión posible las emisiones electromagnéticas de cualquier tipo, incluyendo comunicaciones por radio o teléfono móvil, identificarlas y pasar sus coordenadas a otros aparatos.
Los Rivet Joint no tienen capacidades propias de ataque, ni ‘cinético’ ni electrónico, por lo que ni siquiera pueden interferir las comunicaciones halladas; dadas sus características de vuelo a menudo no pueden efectuar una geolocalización lo bastante precisa para usarla como solución de blanco para un ataque.
Sin embargo los últimos modelos están equipados con sofisticados enlaces de datos que les permiten compartir la información recabada con otros aparatos de tal modo que diferentes aviones de distintos tipos (U-2S y los aparatos de guerra electrónica de la marina o la fuerza aérea) pueden localizar las mismas señales y triangular su posición con exactitud.
Dependiendo de las circunstancias se procede entonces a interferir al emisor detectado (enmudeciendo un canal de comunicación) o bien a generar un ataque convencional sobre su posición, según convenga.
Tan eficaces son en su tarea que no sólo los aparatos estadounidenses están permanentemente presentes en los teatros de operaciones, sino que el Reino Unido ha adquirido 3 ejemplares de la versión W bautizados como Airseekers, el primero de los cuales está ya operando en Oriente Medio.
Pero si los Rivet Joint carecen de la capacidad de interferir las comunicaciones enemigas, otros aparatos del arsenal estadounidense están diseñados específicamente para esta misión.
Uno de los más grandes es el EC-130H Compass Call, una versión del clásico cuatrimotor de transporte C-130 Hercules equipada con material electrónico especializado para interferir con las transmisiones enemigas.
Construidos sobre ejemplares de los años 60, los EC-130H llevan una tripulación de 13 personas que incluye como arma secreta entre sus 9 especialistas de misión a lingüistas que conocen los idiomas hablados por el enemigo.
La misión de los Compass Call en Irak y Siria es interceptar las comunicaciones del Daesh en tiempo real introduciendo fricción en las líneas de mando y destruyendo su capacidad de coordinación para hacer más sencillo el trabajo de las tropas terrestres.
Está claro que no sólo pueden interferir con frecuencias específicas para enmudecer líneas de mando, sino que también son capaces de ataques del tipo ‘man in the middle’ (intermediario), dando órdenes falsas que confundan y compliquen los despliegues del Daesh.
Por ello, son muy demandados en las operaciones terrestres, aunque con sólo 14 ejemplares disponibles y los problemas de mantenimiento derivados de su venerable edad no siempre es posible su despliegue.
El avión Boeing EA-18G Growler
Si se considera necesaria una respuesta más contundente, las fuentes de señales pueden ser transmitidas por vía enlace de datos a un EA-18 Growler de la Marina estadounidense, la versión de guerra electrónica del cazabombardero embarcado A/F-18 que reemplazó en esta misión a los EA-6B Prowler que aún vuelan los Marines.
Los Growler están diseñados para acompañar a las misiones de ataque de los A/F-18 interfiriendo y bloqueando tanto los radares como las comunicaciones del enemigo.
Para ello disponen de dos contenedores externos de guerra electrónica AN/ALQ-99 que pueden generar hasta 6,8 kW mediante turbinas de impacto en su parte delantera.
Esta potencia se dirige mediante diferentes antenas repartidas por el fuselaje y puede ‘cegar’ radares o bloquear comunicaciones radiales según convenga.
El EA-18 lleva un contenedor especial de comunicaciones en lugar del cañón de la versión de caza y ataque, pero conserva la capacidad de transportar misiles (en espacial los antirradiación HARM para atacar radares), bombas de varios tipos y contenedores de asignación de blancos. La Fuerza Aérea Australiana dispone también de este tipo de aparatos.
Los Growler llevan una tripulación de piloto y oficial de guerra electrónica, encargado de manejar los equipos específicos, y su rendimiento aerodinámico es mucho mayor que el de sus antecesores. Disponen de una sofisticada cabina que incluye un casco con información integrada y numerosos radares de tipo AESA y plataformas de geolocalización.
La cúpula de la carlinga tiene una rejilla dorada integrada que protege a los tripulantes de las emisiones electromagnéticas de los diferentes equipos. Trabajando en conjunto con los Rivet Joint o los Compass Call los Growler le dan a los comandantes la opción de responder con rapidez y efectividad a las señales capturadas, bien sea bloqueándolas, bien generando ataques con armamento táctico sobre su posición.
Los Prowler, más antiguos, disponen de capacidades equivalentes aunque más reducidas pero llevan una tripulación de 4 (dos pilotos y dos oficiales de guerra electrónica) y no pueden acompañar a los aviones de ataque del mismo modo.
En el último mes la fuerza aérea estadounidense ha hecho público su uso de los Rivet Joint y los Compass Call en Irak y Siria contra las comunicaciones del Daesh, y se sabe que los Growler embarcados en el USS Theodore Roosevelt han realizado misiones de combate durante su reciente estancia en el Golfo Pérsico.
Parece curioso pensar en algunos de los aparatos más sofisticados de las fuerzas armadas estadounidenses atacando a un enemigo tan primitivo que su sistema de comunicaciones está basado en radios comerciales y teléfonos móviles y del que se dice que sus soldados emplean Internet en el mismo campo de batalla.
Los comandantes estadounidenses han presumido de atacar redes de telefonía móvil para silenciar comunicaciones militares, y de que sus esfuerzos de guerra electrónica han contribuido a los recientes reveses del Daesh en la región; algo poco habitual cuando se trata del empleo de aviones tan sofisticados y normalmente secretos. (Jesús.R.G.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario