Yo también me quiero independizar de Rajoy
No hay otra... o estado federal o Cataluña se va...
se pongan los franquistas del PPSOECs como se pongan
Dije en su momento que la intransigencia de Rajoy y el PP a dialogar nos iba a llevar a un callejón sin salida, ya que terminaría interviniendo la UE y como lo haga, dar por hecho un referéndum pactado que terminará en la independincia de Cataluña... gracias a todo lo hecho por Rajoy que ha multiplicado el número de seguidores independentistas.
Para más inri, al aplicar la violencia sin sentido ante un hecho que de una u otra forma se iba a celebrar, ha perdido legitimidad y a dejado ha España a los pies de los caballos mediáticos.
El PP y el Tribunal Constitucional a instancias suyas, no solo ha metido a España en este lío monumental sino que en vez de intentar buscar una solución a través del diálogo en estos años, no ha parado de echar leña al fuego... y más en estos últimos días...
y en éstas nos vemos...
ahora no hay marcha atrás ni valen lamentos de última hora... solo queda la solución de un estado federal entre iguales, o dar por hecho que Cataluña se separará en no más de dos años...
ya que no aceptarán menos... o eso o un reférendum pactado
se ponga Rajoy y demás comparsas, como se pongan.
Dije también que el apoyo de la UE como el de EEUU, ha sido mínimo y con la boca chica... guardado las formas y apariencias... pero en el fondo estaban deseando la metedura de pata de Rajoy para echársenos encima.
Sión, sus jefes, van de dividir para dominar, y están detrás del separatismo catalán. El MOSAD anda por Cataluña como Pedro por su casa y está dirigiendo la estrategia a seguir a Puigdemont que no es otra que la misma que empleó Gandhi.
Ellos solo siguen, eso sí pacíficamente, su hoja de ruta, esperando a que el tonto de Rajoy y su séquito de franquistas, caigan solitos en la trampa como lo han hecho, poniendo con ello a toda la comi¡unidad internacional en contra.
Con lo facil que era y lo bien que le va a Rajoy cuando lo hace, hacerse el tonto, ponerse de perfil y mirar para otro lado.
Si ya el Tribunal Constitucional había declarado ilegal lo que saliese de ese Referéndum... a que ir allí a intentar impedirlo o a liarse a palos con la parroquia...
Si ellos mismo decían e insisten en que la declaración de independencia que pueda hacer la Generalitat será papel mojado... a cuento de qué tantos aspavientos... y tanta brutalidad.
La cosa iba de pasar la pelota al tejado del otro y no liarse a pelotazos con ellos...
la cosa era de que demostraran con hechos que eran realmente independientes... harto difícil si el estado español no suelta lastre.
La cosa iba de que al día siguiente de declararse independientes... todos los organismos españoles que están allí, incluidos los militares, siguieran funcionando con toda normalidad, como si no pasara nada y ver como y quien les echaba de allí... igual ellos hubieran sido eran entonces, los primeros en usar la violencia.
Ya dá igual, el daño irreparable que ha hecho el PP a España no lo vamos a comer los demás con patatas fritas... y desde luego, como Cataluña se separe, detrás irán otros, el País Vasco el primero, y entonces si que podremos decir eso de que TODOS somos GRECIA.,, y con toda la razón del mundo.
Sión apoyó a ETA para derechizar España en un momento en que el país viraba demasiado a la izquierda, mientras alentaba el independentismo pacífico en Cataluña... para dividir España.
Armak de Odelot
POSDATA
Esto que sucede ahora, se puede ver también, como un problema añadido, por si tuviera ya pocos el menos malo de los sistemas, que tienen todas las democracias.
La democracia por un lado, genera populismo, o sea políticos que en su búsqueda por captar votos, en vez de hacer una política constructiva y didáctica que alimente la convivencia y la evolución positiva entre la gente, se agarra con uña y dientes a las consignasm tengan sentido o nom de lo que creen que es la base de su electorado y lo amplifica... retrpalimentándose unos y otros de éste fenómeno.
De tal forma, que a veces se promete lo que se sabe de antemano que no se puede cumplir, al igual se aplican políticas nocivas y que actúan en detrimento de la buena convivencia con tal de dar el gusto a su electores.
La democracia produce publicistas de la política, que no estadistas con sentido del estado como antiguamente, así como los gobiernos realizan políticas de corto alcance y no planes económicos a largo plazo por lo que suele suceder que éxitos de un momento como los de Aznar en su época, generen a largo plazo y medio plazo, graves alteraciones en la economía, burbujas, crisis y desigualdades de muy difícil solución después.
Es muy fácil privatizar, con todo lo que esto conlleva de negativo, y muy costoso y complicado revertir a lo público lo privatizado... `por ejemplo.
El político de hoy en día solo mira en ganar "sus elecciones" y hacerse con una buena dote y jubilación y el que venga detrás que arree con lo hecho con o sin sentido.
Así pasa hoy en día, que pòlíticos que realmente miran por su pueblo no pueden aplicar sus políticas sociales y redistributivas por la deuda en herencia que otros les han dejado.
Le da igual endeudar al país, que comprar lo que haga falta con tal de llevarse entre los dientes, una buena comisión o una silla giratoria en un gran empresa tras su salida del gobierno.
El caso es que esta visión corrupta y cortoplacista de la política está matando a todas y cada una de las democracias occidentales.
No se busca consensos de ningún tipo con la oposición... solo derrotar y humillar al contrario.
Todos hablan de que en el centro está la virtud pero ninguno aplica políticas equidistantes entre ambos espacios. Ni nadie cede un àpice de su terreno por no dar oxígeno al contrario.
Y esto, entre otras cosas, es lo que ha pasado en Cataluña.
Políticos de ambos bandos, han ido tensando la cuerda del nacionalismo y crispando a sus votantes por un puñado de votos.
A ambos, su insensatez e les ha ido de las manos. Nos toca a los demás pagar con los platos rotos.
Si a cada político que nos mete en tales atolladeros, llámalo crisis, una guerra que no sea en defensa propia o enfrentamientos entre paisanos los hiciéramos después un juicio sumarísimo por su grado de culpabilidad... otro gallo cantaría.
Armak de Odelot
Rajoy está desacreditado para presentar cualquier plan o programa para Catalunya
- Mariano Rajoy no ha aceptado la singularidad catalana desde que militaba en Alianza Popular hace 40 años
- Es inadmisible que quien ha generado más independentismo en Catalunya se convierta ahora en negociador para solucionar el problema secesionista
- La respuesta del Estado será no obstante rotunda si las instituciones catalanes persisten en la deslealtad
02-10-2017
El presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, ha sido un españolista racial desde que en los albores del sistema de libertades que se iba recuperando tras la muerte del dictador Franco, militara en Alianza Popular, partido que, es pertinente recordar, fue siempre contrario a que Catalunya contara con sus propias leyes, negando su apoyo a las peticiones de retorno del presidente legítimo de la Generalitat, Josep Tarradellas, y del desarrollo de un nuevo Estatut.
La Alianza Popular del militante Mariano Rajoy obtuvo 16 diputados en las primeras elecciones democráticas, ninguno en Catalunya por supuesto, y de los cuales, durante la votación en el Congreso para ratificar la Constitución, solamente la mitad votó a favor de su aprobación.
Una Ley suprema, que Rajoy considera aparentemente inmutable en su artículo segundo, que dice así “la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”, un texto que exigieron los militares franquistas.
Todas las personas tienen derecho a evolucionar y en el caso de los políticos es muy conveniente. Mariano Rajoy es un profesional de la política desde hace 36 años, cuando fue elegido diputado gallego, pero su evolución democrática ha sido escasa.
No se puede considerar un respetuoso de la Democracia a quien no paró hasta que pudo cargarse el último Estatut de Catalunya aprobado por el Parlamento catalán, el español y refrendado por los ciudadanos catalanes. De aquellos polvos en 2010 al lodazal actual.
Rajoy es tan corto de miras políticas que considera que el problema catalán es cosa de unos revoltosos secesionistas y no un problema estructural de la democracia española, que debe arreglarse políticamente, y nunca judicial y policialmente como ha sido su elección.
El presidente Rajoy, que es además secretario general del Partido Popular, y de cuya honorabilidad hay suficientes motivos para dudar, especialmente tras los mensajes telefónicos a Bárcenas, ha conseguido que la ciudadanía catalana pasara de manifestarse en la Diada de 1977, aborrecida por su partido, al grito de “llibertat, amnistía i Estatut d’autonomia”, a los de “Independència y votarem” de la Diada reciente.
Afortunadamente, el problema catalán no se debe a un enfrentamiento entre poblaciones dentro y fuera de Catalunya, aunque a la derecha españolista le agrade inventarse boicots y calentar a la minoría con visión castellanista de España, sino que son los políticos los responsables de no pactar un camino que nos lleve a una organización territorial del Estado en el que las naciones que conforman España se sientan cómodas y su ciudadanía mayoritariamente desee que permanezcan unidas.
El primer acuerdo debe ser entre catalanes
El proceso independentista, aunque haya tomado una deriva radical e irrespetuosa con las reglas del Parlament, razón por la que está deslegitimado democráticamente, ha tenido una característica pacifista y lúdica nada desdeñable, que le ha permitido ganar muchos más adeptos que el medio millón de irreductibles activistas con los que puede contar la Asamblea Nacional de Catalunya u Ómnium, verdaderos arietes del Procés.
Ha sido la respuesta del gobierno de Rajoy la única que ha conllevado una violencia física, que ha terminado por empañar las razones, que las tenía, del gobierno español.
Si Rajoy ha sido incapaz de reconocer que hay un problema con la creciente demanda de independencia de Catalunya, a la que sus decisiones han servido de catalizador, simplemente porque para el mal jurista Rajoy lo que impide una ley deja de ser un problema, resulta inconcebible que esta misma persona quiera ahora liderar la respuesta al proceso catalán.
Rajoy ha subrayado en sus declaraciones tras el fatídico 1-O que “hemos actuado con la ley”, y es cierto pero no lo es su otra afirmación “hemos hecho lo que había que hacer”. Se ha llegado a este encontronazo porque Rajoy y su gobierno no han hecho lo que había que hacer, que no es otra cosa que la Política.
Si el presidente de la Generalitat, Puigdemont, persiste en su delirio y da validez a la mascarada en que unos y otros convirtieron el refrendo de ayer para continuar con una declaración de independencia, la respuesta del Estado será sin duda rotunda, pero el diálogo, sin Rajoy ni los políticos catalanes más retratados, es la única salida.
Este diálogo debería comenzar con un acuerdo entre catalanes para determinar de qué se dialoga, y unas elecciones con programas claros deberían servir para comprobar la relación de fuerzas.
La creación de un nuevo Estado en la Unión Europea no es realista ni del agrado de los países miembros, por lo que parece inviable, además de que un referéndum de secesión siempre deja heridas sociales muy graves.
Parece obvio que Catalunya debe ser reconocida como Nación y mejorar su situación fiscal si se quiere rebajar la presión independentista, pero en cualquier negociación y acuerdo bilateral sobran personas como Mariano Rajoy y los políticos catalanes que impongan como condición irrenunciable un próximo referéndum.
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Me quiero independizar de Rajoy
¡Qué vergüenza! ¡Qué desatino! ¡Hasta dónde hemos llegado!
Este gobierno ha culminado su fracaso más absoluto ayer.
Ya llevaba caminando mucho tiempo por la senda del desvarío, pero ayer ha llegado a la meta. Si Rajoy continúa como presidente del gobierno, es que no ha entendido nada. La única decisión posible es su dimisión y que alguien que sea capaz de dialogar se siente en una mesa con el gobierno de Cataluña.
Este gobierno ha culminado su fracaso más absoluto ayer.
Ya llevaba caminando mucho tiempo por la senda del desvarío, pero ayer ha llegado a la meta. Si Rajoy continúa como presidente del gobierno, es que no ha entendido nada. La única decisión posible es su dimisión y que alguien que sea capaz de dialogar se siente en una mesa con el gobierno de Cataluña.
¡Craso error! El hecho de enviar a la policía y a la guardia civil lo descalifican totalmente. Todo el mundo sabía que las condiciones del referéndum estaban bajo mínimos y, por lo tanto, después de todos los atropellos institucionales utilizados contra este acto, su resultado era poco importante.
¿Por qué entonces tratar de pararlo con la fuerza? ¿Por qué querer vencer a toda costa, enfrentando a las fuerzas del orden con la sociedad civil? ¿Es tan torpe como para no entender las consecuencias que le podrían traer?
¿Por qué entonces tratar de pararlo con la fuerza? ¿Por qué querer vencer a toda costa, enfrentando a las fuerzas del orden con la sociedad civil? ¿Es tan torpe como para no entender las consecuencias que le podrían traer?
Ha jugado a enfrentar desde el primer momento. La cosa empezó con esa asquerosa campaña contra el Estatuto de Autonomía de Cataluña hace ocho años. Y luego ha desperdiciado el tiempo, ha dejado que crecieran los independentistas a costa de decisiones judiciales y de manejo de las instituciones, sin entender que hay cuestiones que sólo se pueden solucionar con el diálogo y la política, y que la ley y la justicia son insuficientes ante una petición popular masiva.
Además de haber demostrado una forma de hacer política propia del siglo XIX: “a palo y tente tieso”, ha quedado ridiculizado. Resulta que ha enviado a 10.000 policías y guardias civiles para cerrar menos del 10% de los centros de votación. Y todo ello con unas consecuencias que vulneran claramente los derechos humanos. Ha sido un fracaso en toda regla, marcado por una acción policial cruenta y desproporcionado, que como resultado ha tenido más de ochocientos heridos.
Y no sólo su actuación ha provocado el aumento de independentistas, sino que le ha hecho perder la batalla internacional. Basta ver lo publicado por los periódicos más importantes del mundo para darse cuenta del absoluto fracaso de la decisión de ayer.
A todo esto, en vez de tratar de encontrar un camino que le lleve al diálogo, Rajoy y sus muchachos han salido voceando las virtudes de las intervenciones de ayer, hablando de proporcionalidad y de no haber permitido el referéndum. Más mentiras. Ni fueron proporcionales las cargas, ni se pudo evitar que –aunque fuera con dificultades— una parte importante del pueblo catalán pudiera votar.
Esa huida hacia delante de Rajoy –los independentistas le han llamado al diálogo— le está dejando muy tocado. La única medida que ha tomado ha sido la de reunirse con portavoces parlamentarios de su cuerda.
Clara intención de no querer solucionar el problema, puesto que –al menos hasta ahora— sólo ha citado a una reunión a su monaguillo Rivera y al indeciso Sánchez. ¿Cómo es posible tratar de solucionar un problema cuando se evita que la otra parte se siente a dialogar¿ ¿Cómo se puede olvidar en una mesa que busca soluciones a Unidos Podemos –que cuenta con más de cinco millones de votos— o al PNV, cuyo ADN independentista sería indispensable tener en cuenta?
Clara intención de no querer solucionar el problema, puesto que –al menos hasta ahora— sólo ha citado a una reunión a su monaguillo Rivera y al indeciso Sánchez. ¿Cómo es posible tratar de solucionar un problema cuando se evita que la otra parte se siente a dialogar¿ ¿Cómo se puede olvidar en una mesa que busca soluciones a Unidos Podemos –que cuenta con más de cinco millones de votos— o al PNV, cuyo ADN independentista sería indispensable tener en cuenta?
Pues ahí le tienen. Hay quien dice que Rajoy ya ha amortizado a Cataluña y no quiere saber nada de un territorio que le desprecia, también en votos, y que la ha sacrificado a cambio de conseguir más votos en el resto de España. Y es posible que esta irresponsable y vergonzante táctica sea verdad.
Sumen a este grave dislate, la gran corrupción del PP, la desigualad que ha creado, el apoyo a los bancos y el abandono a los dependientes, el uso de las instituciones para su beneficio…
Por favor, yo también quiero independizarme… de Rajoy.
Salud y República
David Bollero, Público
El régimen de Rajoy, esa suerte de neoautoritarismo que ejerce en connivencia con Ciudadanos, se descubrió ayer ante todo el mundo. No hay marcha atrás, no hay posibles excusas.
Las imágenes del 1 de octubre, tanto en fotografía como en vídeo, son de tal crudeza que no hay argumento posible que pueda esgrimir la derecha para justificarlas.
Por este motivo, la lluvía de críticas por parte de fuerzas políticas desde el exterior no ha hecho sino empezar, tras haber visto en los propios periódicos de sus países la cobertura de un 1 de octubre que devolvió a los grises a las calles.
Con un balance de 844 heridos, escuchar a Rajoy decir que ayer se actuó con ley y nada más que con la ley le delata como un gobernante de una España en blanco y negro.
Todas las personas que consideran que la actuación de Policía Nacional y Guardia Civil fue proporcional están equivocadas e ignoran las decenas y decenas de denuncias que ya se han interpuesto por brutalidad policial.
El hecho de que Rajoy y sus secuaces consideraran que actuar con esa contundencia era una acto de fortaleza y lo revistieran de Estado de Derecho no es más que un reflejo de cómo se ha gestionado el asunto catalán durante los últimos cinco años.
Y de aquellos polvos, estos lodos.
Tanto Rajoy como Puigdemont concibieron la celebración del referéndum como un duelo para demostrar quién aguantaría mejor el envite del contrario. Ganó por goleada el independentista.
En ese duelo, tal y como lo concibieron ambos, da igual lo irregular del plebiscito y lo poco fiables de los resultados, lo que realmente importan son vídeos como el adjunto de The Guardian que circulan por toda Europa, por todo el mundo.
El PP es tan soberbio, tiene el autoritarismo tan incrustado en su ADN, que a pesar de haberse visto obligado a reducir el despliegue de parte de su dispositivo de más de 10.000 agentes en Catalunya cuando comenzaron a circular las imágenes de personas apaleadas en redes sociales, no admite la brutal represión.
La televisión del régimen, TVE, no hizo más que repetir que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado actuaban por mandato judicial. Cierto, pero es el ministerio del Interior el que ordena cómo ha de cumplirse ese mandato y ayer se hizo a palos.
Toda esta represión no legitima el modo en que se ha realizado un referéndum chapucero que debería haberse hecho con más garantías y sin palos en las ruedas por parte del Gobierno central.
Toda esta represión no hace menos deleznables algunos actos vandálicos por parte de ciertos exaltados. Que nadie crea que son excluyentes. No.
Sin embargo, la severísima violencia-aún sin condena por parte de ninguna asociación de la Guardia Civil ni sindicato policial– y la valoración por parte de Rajoy y l@s suy@s como algo proporcionado hacen que todos ellos sean indignos de representar a una España que no cree en esa violencia porque, si lo hiciera, ayer Catalunya habría sido una auténtica batalla con dos bandos y no lo que fue: una paliza a manos de fuerzas del desorden.
Que dimitan ya. Nunca han estado a la altura.
Hermanos, vecinos. Os escribo esto con la resaca del 1-O, sintiendo que, como cada día, los que han sufrido han sido “los míos”, y, que como cada día, los Derechos Humanos se han pisoteado en mi nombre. En nombre de la protección de nuestros intereses como ciudadanos de las llamadas democracias capitalistas se hace la guerra, se venden armas y se compra petróleo.
En nuestro nombre se ponen concertinas y se deja morir a multitudes: en nuestro nombre y por no
compartir un trozo de tierra, unas pocas medicinas, o comida y agua limpias. El 1-O, en nombre de los ciudadanos del Reino de España, se ha reprimido con violencia a multitudes que, sin violencia, querían votar sobre un asunto de banderas, fronteras y presidentes. Y esa represión violenta es del todo
inaceptable.
compartir un trozo de tierra, unas pocas medicinas, o comida y agua limpias. El 1-O, en nombre de los ciudadanos del Reino de España, se ha reprimido con violencia a multitudes que, sin violencia, querían votar sobre un asunto de banderas, fronteras y presidentes. Y esa represión violenta es del todo
inaceptable.
Os escribo como anarquista que desprecia por igual banderas, fronteras y presidentes. Os escribo como anarquista al que repugnan la violencia y la coerción.
Soy solo una voz más, pero me siento en la responsabilidad de escribir que no acepto la represión violenta que se ha cometido en mi nombre (como portador de un DNI español), ni las que, temo, se va a seguir cometiendo. Y me quiero sumar, a todo pulmón, al estruendoso y heterogéneo coro de voces, desde todo el mundo, sí, pero también desde toda España, que os dice que no aceptamos esto, que no
estáis solos, y que no os penséis que tenéis a todo un pueblo en contra.
estáis solos, y que no os penséis que tenéis a todo un pueblo en contra.
Pasen por donde pasen las fronteras, aquí seguiréis teniendo a vuestros hermanos, a vuestros vecinos. Ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases. No en mi nombre.
Desde el primer momento, el gobierno de Cataluña planteó una estrategia específicamente orientada a ese objetivo: el referendum era lo de menos.
Que tuviese lugar con o sin garantías, que hubiese más o menos urnas, que los ciudadanos acudiesen en masa o no acudiesen, dentro de unos límites, no importaba en absoluto.
El fracaso en ningún momento habría sido que la policía requisase las urnas, que entrase en los colegios a porrazos o que la metodología o el escrutinio planteasen alguna duda: el fracaso habría sido que no hubiese colas, que la policía no hiciese siquiera acto de presencia o que a la hora de contar, no hubiese nada que contar.
Ese fracaso estaba cuidadosamente contenido: únicamente con los partidarios más radicales del independentismo convenientemente distribuidos se aseguraban las fotografías que el gobierno catalán quería difundir a la comunidad internacional. Lo demás, sencillamente no importaba.
En esta estrategia, planificada durante meses, el gobierno español ha sido una comparsa. Sus actuaciones fueron completamente anticipadas, evaluadas y encuadradas en un escenario en el que resultaron perfectamente convincentes de cara al objetivo final.
El gobierno español y los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado crearon el contexto y la escenografía perfectas para que el gobierno catalán plantease su obra en pleno centro del escenario.
A lo largo del día, desde primera hora de la mañana, las cosas quedaron completamente claras: la difusión a toda plana de las imágenes de violencia en todos los medios internacionales, las cifras de heridos, las colas de gente esperando para votar… a media mañana, el gobierno español también actuó como estaba previsto: ante la imagen que se estaba transmitiendo a nivel internacional, se pidió a la policía y a la Guardia Civil que dejasen de actuar.
Todo funcionó según el guión planificado por el gobierno catalán, que hasta tuvo la posibilidad de hacer un “escrutinio” y escenificar en una plaza y con pantalla gigante la supuesta victoria de los partidarios de la independencia.
Mientras, el gobierno español se dedicó a dar una imagen completamente patética, negándolo todo como si se tratase de un mantra, sin convicción alguna, y sin tener en cuenta lo que estaba saliendo en todos los medios.
En la política de hoy, con medios capaces de trasmitir a toda velocidad lo que ven, y siendo secundados por ciudadanos de toda condición armados con simples smartphones a través de redes sociales, la verdad es, tristemente, lo de menos.
El dato de participación, los votos escrutados o la legitimidad del proceso no importan: lo que importa es la imagen de personas ensangrentadas que “prueban fehacientemente la represión salvaje”, la hubiese o no, el partido del Barça jugado a puerta cerrada aunque no hubiese necesidad alguna para ello, o las fotografías de las colas de centenares de metros de personas esperando para votar, votasen finalmente o no.
Lo importante es contar una historia, planificar un cuidado story-telling, venderle al mundo lo que el mundo está completamente dispuesto a escuchar.
La historia, en realidad, estaba contada desde mucho antes, lo que sucediese ayer, siempre que se asegurasen unos planos determinados que pudiesen ser utilizados para refrendar la versión oficial – la del hábil gobierno catalán, no la del torpe gobierno español – no importaba nada.
Mediáticamente, el pescado estaba todo vendido. Y lo creamos o no, eso es ahora lo que importa.
Nadie, en ningún sitio, va a plantearse pedir actas de ninguna mesa, ni contar papeletas, ni interpretar los resultados, ni nada de nada.
Todo el mundo, opine lo que opine sobre la legitimidad del proceso y lo que supone de vulneración de las normas, ha visto lo que ha visto, y ha interpretado lo que el gobierno catalán pretendía que interpretase, mientras al otro lado solo veía a unos torpes aprendices – que ya hace falta ser torpe para ser aprendiz después de tantos años en política – enviando policías con órdenes de reprimirlo todo, y negando insistente y tercamente lo que todos veían que estaba sucediendo.
No hubo referendum, hubo una macro-manifestación, del mismo modo que el gobierno no mandó a la policía y a la Guardia Civil sino que lo hicieron los jueces, y de la misma forma que no hubo ninguna garantía para un supuesto proceso electoral… pero nada de eso importa ahora.
Tras el 1-O, lo único que queda es la post-verdad: los ciudadanos de Cataluña salieron en masa a la calle – interprete usted lo que quiera por “en masa” – y se manifestaron inequívocamente en favor de la independencia – entienda usted lo que quiera por “inequívocamente”.
Lo que venga a partir de ahora, con ese escenario ya convenientemente establecido, ya se verá.
Lo de ayer fue una lección que los estudiosos de la política deberán analizar durante mucho tiempo.
Ayer solo se vio un ganador y un perdedor: un gobierno listo, capaz de entender el significado de los símbolos, y el poder de las redes sociales y de los medios en la era digital, y un gobierno tonto, torpe, no preparado y anticuado que solo sabe hacer declaraciones absurdas y carentes de credibilidad, negar obsesiva y tercamente lo que a nadie le importa, y que se ha limitado a leer, una por una, las líneas del papel que la Generalitat le había reservado.
Pura torpeza política e incapacidad para entender el entorno actual. Lo demás, la supuesta legitimidad democrática de uno o de otro, el que te caigan mejor o peor, o lo que piensen los ciudadanos españoles o catalanes, sencillamente, no le importa a nadie.
This post is also available in English in my Medium page, “The referendum in Catalonia: managing post-truth politics”
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