lunes, 6 de junio de 2016

La Transcendencia de lo que ocurra en Francia es Vital. O cortar con la Austeridad y los Recortes o seguir con el Expolio


La Transcendencia de lo que ocurra en Francia es Vital en el Futuro de la Clase Obrera en la UE ya que su triunfo serviría como freno a las futuras ofensivas de Bruselas en sus propuestas de más reforma laboral con más recortes en los derechos laborales de los trabajadores.

Por todo esto, la movilizaciones de apoyo a esta huelga en el resto de la UE, hoy casi inexistentes, deberían ser incentivadas por los movimientos sociales y sindicales de los demás países, incluido el nuestro, para así no solo visibilizar su lucha sino para hacer también comprender a la gente que esta lucha es nuestra lucha también. 

ARMAK de ODELOT


Dossier

Francia: La clase obrera entra en acción. 

Por Teo Navarro

Es trascendental lo que ocurre en Francia. Si ganan, podemos compartir una victoria insólita en una época marcada por la vuelta a la servidumbre. Si pierden, habrá que aprender para poder salir de esto.

Por Thomas PikettyPhilippe Martínez y Gregorio Morán



Thomas Piketty

Mientras las tensiones sociales amenazan con bloquear el país y el gobierno sigue negándose al diálogo y la negociación, su propuesta de legislación laboral se revela cada vez más como lo que es: una metedura de pata terrible, uno más de un periodo presidencial perdido, y tal vez el más grave.  

El gobierno nos quiere hacer creer que paga el precio por ser reformador, y que tiene que luchar solo contra el conservadurismo.  

La verdad es muy diferente: en este tema, como en otros antes, quienes ostentan el poder multiplican sus improvisaciones, mentiras y chapuzas.

Lo hemos visto ya en el caso de la competitividad.  

El gobierno comenzó suprimiendo – erróneamente – las contribuciones de los empleadores decididas por el gobierno anterior, antes de poner en marcha un increíble mecanismo para reembolsar a las empresas en forma de rebajas fiscales la parte que las empresas habían contribuido el año pasado,  con una gran pérdida de credibilidad relacionada con la falta de legibilidad y durabilidad del dispositivo.  

Por el contrario, habría que haber puesto en marcha una ambiciosa reforma de la financiación de la seguridad social.


Falta de preparación y cinismo
Con la ley de trabajo nos enfrentamos a la misma mezcla de falta de preparación y de cinismo.  
Mientras que el desempleo ha aumentado de manera constante desde el año 2008, con un medio millón de parados más (2,1 millones de solicitantes de empleo Clase A a mediados de 2008, 2,8 millones a mediados de 2012,  3,5 millones a mediados de 2016), no se debe a que la legislación laboral de repente se ha vuelto más rígida.  
Es porque Francia y la zona euro han causado por la excesiva austeridad una recaída absurda de la actividad en 2011-2013 , por debajo de Estados Unidos y del resto del mundo, convirtiendo así una crisis financiera llegada del otro lado del Atlántico en una larga recesión europea.
  
Si el gobierno comenzara por admitir sus errores, y sobre todo saca las lecciones necesarias para una reforma democrática en la zona del euro y des sus criterios presupuestarios, sería mucho más fácil hacer los debates imprescindibles para llevar a cabo las reformas que necesita Francia.
Es particularmente lamentable que el derecho del trabajo tenga que ser debatido.  El creciente uso de los contratos de duración determinada (CDD) por las empresas francesas nunca ha reducido el desempleo.  
Ya es hora de adoptar un sistema de bonus-malus que permita poner coto a los empleadores que abusan de la precariedad y del desempleo.  
De manera más general, hay que restringir el uso de los CDD a los casos que realmente se justifiquen y hacer de los CDI la norma para las nuevas contrataciones, teniendo como contrapartida una aclaración de las condiciones de ruptura del contrato, que a menudo incluyen demasiadas incertidumbres tanto para empleados como para empleadores.  
Hay condiciones para una reforma equilibrada, basada en la negociación; pero por desgracia, el gobierno ha sido incapaz de proponerla al país.
El debate se centra ahora en el artículo 2 de la Ley del Trabajo, que tiene como objeto convertir los convenios de empresa en la norma habitual, con la posibilidad de desviarse tanto de los acuerdos sectoriales como de la legislación nacional, en particular en lo que respecta a la organización de  las horas de trabajo y el pago de horas extras.  
El asunto es complejo y no se presta a respuestas simples, como muestra también el volumen del proyecto de ley (588 páginas para todo el proyecto, incluyendo 50 páginas para el art. 2).  
Obviamente, algunas decisiones muy específicas sobre las pausas y los horarios solo pueden ser tomadas a nivel de empresa.  
Por el contrario, hay otras, más estructurales, tienen que decidirse a nivel nacional, porque de lo contrario la competencia generalizada entre las empresas podría conducir al dumping social.  
Por ejemplo, los países que no tienen una legislación nacional ambiciosa sobre las vacaciones pagadas tienden a tomar muy pocas vacaciones, a pesar del crecimiento histórico de los salarios, lo que puede ser colectivamente absurdo.
El espejismo de unos convenios de empresa equilibrados
Sobre la cuestión de los acuerdos de empresa, algunos pensaban que su crecimiento en Alemania en la década del 2000 fue una de las claves del éxito actual del modelo alemán (véase por ejemplo este estudio).  
El debate está abierto, y es legítimo.  
Pero hay que hacer hincapié en dos puntos.  
En primer lugar, hay que recordar que el buen comportamiento del empleo en Alemania se explica en parte por el nivel inusualmente alto de su superávit comercial, más de 8% del PIB como media en los últimos 5 años.  
En otras palabras, cada vez que Alemania produce 100 euros de bienes o equipos, el país solo consume e invierte 92 euros en Alemania.  
Para el registro, simplemente no hay ningún ejemplo histórico de una economía de este tamaño con un superávit comercial tan importante y duradero.
Es cierto que esto se explica en parte por los puntos fuertes del modelo industrial y social alemán, incluyendo su excelente integración en los nuevos circuitos de producción de Europa central y oriental tras la ampliación europea en la década del 2000, pero es también debido a la excesiva moderación salarial, que probablemente se ve agravada por el aumento de los acuerdos de empresa y la competencia generalizada entre los centros de producción, lo que en última instancia significa hacerse con parte de la actividad económica de los vecinos.  
Si se pretendiera extender tal estrategia a toda Europa, por definición estaría condenada al fracaso: nadie en el mundo podría absorber ese superávit comercial.  
Eso agravaría la tendencia actual, que conduce directamente a nuestro continente un régimen de bajo crecimiento, deflación de los salarios y alto endeudamiento.
A continuación, y lo más importante, uno de los puntos fuertes del modelo alemán son sus sindicatos fuertes y representativos.  
Dada la debilidad de los sindicatos franceses y de su implantación, parece ilusorio pretender desarrollar acuerdos equilibrados a nivel de empresa.  
En estas circunstancias, sería mejor volver a escribir el artículo 2, con el fin de favorecer los acuerdos sectoriales, que teniendo en cuenta la realidad actual del sindicalismo francés es el nivel más pertinente y más prometedor.  
Como han mostrado los trabajos de Thomas Breda , los delegados sindicales están prácticamente ausentes de la mayoría de las empresas francesas, no sólo de las más pequeñas, sino también de las medianas, en parte debido a la discriminación salarial de las que son objeto.  
Aquí nos encontramos con una cultura de la conflictividad muy apreciada por muchos empresarios franceses, como acaba de ilustrar el jefe de la patronal Medef con sus insultos estúpidos a la CGT.  
En el norte de Europa, hace décadas que los representantes de los sindicatos desempeñan un papel importante en los consejos de administración  (un tercio de los puestos en Suecia, la mitad en Alemania), y las empresas han aprendido a utilizar en su favor la mayor implicación de los trabajadores en sus estrategias corporativas.  
Este modelo de cogestión, inventado después de la Segunda Guerra Mundial, podría mejorarse aún más en el futuro; por ejemplo, permitiendo a los empleados votar en las juntas generales de accionistas, que se convertirían en asambleas mixtas, lo que permitiría nombrar a administradores capaces de representar proyectos de desarrollo apoyados por ambas partes.  Pero Francia se encuentra todavía en su infancia en la etapa de la negociación social y la democracia económica.
Pasar por alto las elecciones sindicales
De manera más general, la principal debilidad de la ley de trabajo es no tomar suficientemente en cuenta la debilidad de los sindicatos franceses, y cómo resolverlos.  
Peor aún: la ley de trabajo contiene disposiciones que podrían debilitar aún más a los sindicatos y sus delegados.  Esto es particularmente cierto cuando se trata de los referendos de empresa previstos en el artículo 10. 
El objetivo es permitir a los empleadores convocar un referéndum – y en condiciones que a menudo se asemejan a un chantaje – sobre  acuerdos que habrían sido rechazados por sindicatos que representan hasta el 70% de los empleados de la compañía en las últimas elecciones sindicales en la empresa. 
Se entiende que a la CFDT le pueda convenir en algunos casos particulares: con un 30% de los votos se puede pasar por alto a los otros sindicatos, especialmente a la CGT, y negociar un acuerdo directamente con el empleador. 
Sin embargo, esta manera de pasarse por alto las elecciones sindicales – que tienen lugar cada cuatro años – es dar marcha atrás en relación a los tímidos avances democráticos que han supuesto las recientes reformas de la representación sindical en 2004-2008, y que por primera vez dan a los sindicatos con el 50% de los votos el papel decisivo en la firma de acuerdos de empresa (mientras que el sistema anterior permitía que cada uno de los cinco sindicatos históricos de 1945 pudiese firmar acuerdos, independientemente de su representación en la empresa, lo que no tuvo apenas éxito dado el modelo social francés). 
Todos los ejemplos extranjeros lo demuestran: la democracia económica tiene necesidad de entidades intermedias. No se conseguirá sacar a Francia de la crisis poniendo en contra y frustrando a la mayor parte de los sindicatos y el cuerpo social del país.
“La puerta está abierta, pero no se puede entrar”
 Entrevista
Philippe Martínez
Philippe Martínez, secretario general de la CGT, el mayor sindicato de la República francesa,  acusó el miércoles 1 de junio al gobierno de negarse a diálogar sobre el proyecto de ley El Khomri “el gobierno dice: 
“El diálogo es posible, mi puerta está abierta … 
“Por ahora, está abierta, pero no podemos entrar , esa es la realidad”, contra-ataca el líder de la CGT , invitado al programa “Questions d’info” de Françoise Fressoz, en la cadena LCP, en colaboración con Le Monde.
El martes, la Ministra de Trabajo , Myriam El Khomri, ha denunciado “la política de la silla vacía” de la CGT , instándola a hacer “propuestas”.  


El líder de la CGT recordó que recientemente firmó con el sindicato Force Ouvrier (FO) una carta al Presidente de la República, para pedir audiencia.  
“Sé que François Hollande está muy ocupado, hace muchos viajes, pero no tenemos ninguna respuesta”, lamentó, al tiempo que reafirma que “todavía hay tiempo para hablar”.
Desde la noche del lunes, se ha producido un cambio significativo en la CGT: Philippe Martínez ya no pone como precondición la retirada del proyecto de ley; pero el martes, el primer ministro, Manuel Valls , ha sido muy firme, recordando que no había manera de que el gobierno retirase el artículo 2 que trata de las negociaciones en las empresas y que cristaliza las tensiones.
A nueve días de la Eurocopa de fútbol , Los trabajadores de SNCF han votado una huelga indefinida.  Philippe Martínez se defiende de las acusaciones de querer perturbar la competición.  
“No se trata de bloquear la Eurocopa”, asegura, volviendo a colocar la pelota en el tejado de Manuel Valls: 
“Si el gobierno mañana dice “discutimos “, no hay más huelgas.  Que cada uno asuma su responsabilidad “.
El dirigente sindical ha reaccionado enérgicamente una vez más en relación con Pierre Gattaz, jefe de la patronal Medef, que llamó “terroristas” a los militantes de la CGT.  
“Terrorista, en este país, en la situación actual, con el año que acabamos de vivir , es un insulto”, se indigna.  Por la mañana, Pierre Gattaz vuelve a explicar la utilización de este término, condenada por el gobierno y la CFDT.  
“Esta palabra ha sido mal interpretada y puede sorprender , especialmente a aquellos que han sido afectados por los recientes acontecimientos que han devastado nuestro país”, afirma el presidente de MEDEF en un comunicado, y agrega:
 “Los métodos de matones utilizados por la CGT debe terminar”.
A los socialistas que reprochan a la CGT favorecer a la derecha al enfrentarse al proyecto de ley, Martínez responde:
 “Siempre es fácil tirar la pelota al jardín del vecino”, y se burla de la “vieja historia” de “socorro, que viene la derecha”.  Dice que la CGT estará presente este fin de semana en el Congreso del PCF, a invitación de este último.
Bloquear a FN, única consigna de voto de la CGT
Martinez se defiende también de la acusación de haber abierto una guerra contra Francois Hollande, y añade que “a título personal,” la única consigna de voto que dará en 2017 será “para bloquear el Frente Nacional”.  
“Tenemos que hablar de ello en la organización, pero yo, personalmente, me gustaría que fuera está la consigna de voto “.
El líder de la CGT da la bienvenida a la iniciativa de Anne Hidalgo, alcaldesa de París , que ha instalado en el norte de la capital un campamento de acogida para los inmigrantes.
 “La inmigración siempre ha sido un activo para nuestro país.  Así que hay que seguir en esa lógica, con este enfoque”, añade.
Por el contrario, bromea sobre el ministro de Economía, Emmanuel Macron, que, según Le canard enchainé y Médiapart, se vería obligado a pagar con carácter retroactivo la ISF, después de una revalorización de su patrimonio. 
“Si la información es verdadera, es grave, porque es alguien que da lecciones a todo el mundo . Cuando se es ministro, hay que ser humildes e interesarse por la vida real “, agrega.
Le Monde, 6 de junio de 2016
Lecciones de Francia
Gregorio Morán
Estamos viviendo uno de los fe­nómenos sociales y políticos más importantes de los últimos años: la situación en Francia, atenuada desde hace dos días por las inundaciones. 
Confieso que echo en falta más artículos de nuestro irónico corresponsal Rafael Poch. Serían de agradecer para contrarrestar los lugares comunes de la prensa conven­cional.
En Francia se confrontan dos concepciones, de cuyo resultado nosotros seremos de los primeros en sentirlo. Primero, porque ya estamos en ello, y luego porque la derrota aceleraría nuestra decadencia. 
En claro; un gobierno con el marchamo socialdemócrata asume a trompicones la política que exige “la patronal” –no sé si el término ha sido arrumbado de nuestro lenguaje cosmopolita–, pero que se mueve en las mismas coordenadas que se crearon a comienzos del siglo XIX y la acumulación de riqueza y capital. Muy sencillo. 
Hay que sacar al Estado de todos aquellos centros económicos y sociales donde, tras correr mucha sangre, se consiguió hacerle garante de una legislación que no fuera aristocrática y reaccionaria, tan sólo burguesa. Ahora les parece poco.
Segunda tarea. Hay que liquidar los sindicatos como organizaciones y reducirlos, en el mejor de los casos, a unos representantes limitados a las empresas. 
Lo más inquietante de la reforma francesa está en eliminar lo general, es decir, las clases sociales reivindicativas para reducirlas a los empleados de empresas privadas. 
No hace falta ser un genio de la sociología para destacar que es el final del sindicalismo francés, entendido como una fuerza de defensa y presión del conjunto de la clase trabajadora.
No han tenido bastante con la erosión permanente de las clases medias –en España se calcula la bajada social en tres millones de familias y sigue el jijijijajaja– para ahora liquidar los restos de la historia obrera. 
Hacerlos empleados de empresas, negar su carácter de colectividad. Y como siempre ha ocurrido en la historia, desde Alemania hasta España, pasando por Francia, esa es una tarea que debe encomendarse a la socialdemocracia. 
La derecha no se atrevería a hacerlo, salvo en países donde la tradición sindical se destruyó, como aquí, en los años postreros del PSOE.
Pero en Francia hay elementos que dificultan la impunidad del poder y las presiones patronales –bastaría recurrir a su historia–. 

Lo primero es una sociedad civil que ejerce, sin castrar. Ya se han recogido 5.500 firmas de notables –publicadas en el diario Libération (¡dónde podrían aparecer aquí!)– exigiendo que los grandes salarios no pueden pasar de 1,75 millones de euros anuales, que no está mal, pero que son una nadería con lo que están ganando los ejecutivos de esas empresas que consideran que el mayor problema es tener trabajadores fijos y atenerse a las condiciones que impone la legislación estatal.
(El caso de Carlos Ghosn, líder de Renault –participada por el Estado–, es que alcanza los 16 millones anuales y que le importa una higa lo que puedan decir los consejos de administración, porque no son vinculantes).

Ocho premios Nobel galos y una medalla Fields (¿cuántos tenemos nosotros?) han exigido que se mantengan los programas de investigación, y ese Gobierno implacable de un Hollande desnortado y un Valls implacable en su ambición de llegar a la presidencia, han tenido que pensárselo. 
Primera medida, subir los sueldos de los profesores. 
En Francia tienen un peso que nosotros ni podemos soñar, y que tampoco hicieron aquí nada por ganárselo, el desdén social por la enseñanza de alto o bajo grado viene de lejos y en muchos casos justifica esa obsesión por garrapiñar los departamentos docentes. 
La quiebra de la enseñanza en España es una pandemia en la que se mezcla la zafiedad de una sociedad descerebrada con el desánimo de los profesionales. La enseñanza media está en precario y la universidad en quiebra.
En Francia viven algo insólito para nuestros parámetros. 
El sindicalismo no ha muerto. 
Y gracias a eso ha aparecido un líder, Philippe Martínez, técnico de la Renault de Billancourt, la leyenda de antaño en la lucha obrera, un tipo audaz y con capacidad política, parece ser que oratoria ninguna, pero que ha arrastrado tras él a un movimiento que no le hace ascos a nada porque conoce la pelea. 
Es el primer secretario de la CGT, el mayor sindicato aunque muy capitidisminuido –alcanzó cinco millones de afiliados y ahora no llega al millón–, que no milita en el Partido Comunista; lo dejó en el 2002. 
(Tiene su aquel que la lucha enfrente a dos hombres de procedencia española, con una aspirante muy bien colocada en esta pelea de machos: Hidalgo, alcaldesa de París. Tanto Valls, el primer ministro, como Martínez, de familia exiliada y nacido en el norte de África, como la alcaldesa Hidalgo pertenecen a aquella generación de padres españoles que tuvieron que salir de la canallesca y agobiante España del franquismo. Bastaría la ruinosa experiencia del pintor Xavier Valls, padre del político, en aquella Barcelona franquista, timorata y meapilas de los años cincuenta).
Cuando, el pasado 21 de mayo, Philippe Martínez, líder de la CGT, agarró un neumático y asumiendo su papel de dirigente hizo lo que los demás no creían que iba a hacer, echarlo para que ardiera y bloquear la refinería de Haulchin, se ganó los galones del valor y de la coherencia. 
Las cosas son así, esas peleas no se ganan en los despachos; porque los valores no son supuestos, como en el ejército. En el sindicalismo se demuestran.
Otra lección francesa es la cautela ante las huelgas generales, que ya se sabe dan mucho rebomborio mediático y escasa influencia en el adversario. Siete sindicatos en pie de guerra, desde los transportes públicos de París hasta las centrales nucleares –19 en Francia–, bloqueo de refinerías… 
Pero con otro rasgo significativo, el apoyo de la población a los huelguistas se mantiene en un 50 por ciento, según estimaciones que no tienden a la benevolencia. 
(Aquí, cuando hay una huelga, es raro que los medios informen a la ciudadanía, y como venimos de donde venimos, es decir, de una insolidaridad y una falta de entendederas de nuestra situación precaria en un mercado que nos vuelve a siglos pasados, el personal se subleva. 
Lo normal es que cargue contra los huelguistas y nunca contra la empresa que los provoca. 
Esa frase terrible que suele escucharse en las huelgas que afectan al común, “¡Yo soy un trabajador y me están jodiendo con estas gilipolleces!”. Procedemos de donde es sabido y nadie entiende una protesta que no sea la propia. Los demás le joden, porque llega tarde a trabajar).
Ese es otro signo. 
La ausencia de conciencia de que nosotros somos griegos habiendo trabajado como alemanes, y que no debemos nada a nadie. Y que si hubiera alguna duda que se lo pregunten a aquellos que esquilmaron el Estado. 
¿Fuimos nosotros, ahora que hemos pasado casi todos de trabajadores a autónomos, es decir, a pequeños empresarios, ricos y sin patrimonio? 
¿Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades? 
Que se lo pregunten al PP, al PSOE, pero si hay un delito que cometimos es el de la cretinización. 
La gente crédula seguía pensando que algún brujo bancario, profeta y extorsionador, nos había explicado cómo podías sentirte rico siendo más pobre que antes.
Por eso es trascendental lo que ocurre en Francia. 
Si ganan, podemos compartir una victoria insólita en una época marcada por la vuelta a la servidumbre. Si pierden, habrá que aprender para poder salir de esto. 
Eso sí, todos nos insistirán en que Mariano Rajoy no miente, sencillamente engaña. 
Al menos en Francia pelean cuerpo a cuerpo sobre algo que es trascendental: si se elimina el papel del Estado, por más corrupto que sea el nuestro, habremos per­dido un recurso.
 Igual que perdimos los sindicatos porque supieron alquilarlos a tiempo parcial.
La Vanguardia, 4 de junio 2016



(1971) es director de estudios de la EHESS (École des Hautes Études en Sciences Sociales) y profesor asociado de la Escuela de Economía de París, además de autor de reciente y fulgurante celebridad por su libro El capital en el siglo XXI (Fondo de Cultura Económica, 2014).
Secretario General de la CGT, el mayor sindicato de la República francesa.
Columnista habitual en el diario barcelonés La Vanguardia y amigo desde el principio del proyecto SinPermiso, fue un resistente político en el clandestino Partido Comunista de España bajo el franquismo. Periodista de investigación e insobornable crítico cultural, ha escrito libros imprescindibles para entender el proceso que llevó en España de la dictadura franquista a la Segunda Restauración borbónica. Su último libro: El cura y los mandarines (Madrid: Akal, 2014).

Fuente: Varias
Traducción:Enrique García







Kaosenlared.net

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Si nos han de robar, 
que sean otros y no los mismos de siempre

Si como votantes, no nos escuchan
como consumidores, lo harán
boicoetemos sus empresas.
Llevamos las de ganar. 

Como acabar con la ESTAFA de las ELÉCTRICAS... de una puta vez pasando de los Vendepatrias del Bipartidismo

Ante el robo continuo y escandaloso por parte de las eléctricas y sus abusos en el recibo de la luz
propongo... 
actuar todos unidos como consumidores
contratando TODOS 
o en su defecto una gran mayoría,
  otra compañia eléctrica que no sea ninguna de estas dos (ENDESA - IBERDROLA) y cambiarnos a otra cualquiera de las muchas ofertas que existen hoy en día.

De tal forma que no les quede otra a las grandes que plegarse a nuestras demandas de una tarifa más justa y mucho más barata
o atenerse a las consecuencias 
de seguir con su estafa.

En nuestra mano está que siga este robo o cortar por lo sano para que no nos sigan mangoneando

ARMAK de ODELOT

Canción del Indignado Global

(solo pá Mentes preclaras 

libres de Polvo y Cargas)

Si me han de matar que sea,
 un Trump que de frente va

  no un Obama traicionero, 

que me venga por detrás.


Éstos del bipartidismo, 

a nadie ya se la dan

Tanto monta, monta tanto,

ser sociata o liberal.


Que harto me tienen sus cuentos, 

de crisis y guerras sin más

Cuando no hay bandera que tape, 

la ansia de un criminal.


Daños colaterales son, 

inocentes masacrar

si lo hiciéramos con ellos, 

no habría ni una guerra más.


Por eso pasa que pasa, 

que nadie se alista ya

a no ser que la CIA pague,
 
como al ISIS del MOSAD


A mí, que nunca me busquen, 

ni me llamen pá luchar.

Que yo no mato por nadie. 

Yo mato por no matar.


La paz de los cementerios 

es la paz del capital

Si soy rojo es porque quiero, 

en vida, vivir en paz.


Hoy tan solo mata el hambre, 

del rico por tener más 

Con el cómplice silencio, 

de toítos los demás.


Que preferimos taparnos, 

los ojos pá no pensar

O mirar pá otro lado, 

pensando que el mal se irá.


Creer que lo que a otro pasa, 

no nos tiene que importar.

Cá palo aguante su vela, 

repetimos sin cesar.


Éste es el mantra egoísta 

que rula por la sociedad

como si lo que le pase a otro, 

no te pueda a tí pasar


Más todo, cuán boomerang vuelve, 

al sitio de donde partió

y tal vez ocupes mañana, 

el sitio que otro dejó.


Mil pobres ceban a un rico, 

otros mil le dan jornal,

y otros cuantos dan su vida 

porque todo siga igual. 


Que no me coman la oreja, 

que no me creo ya ná

de sus guerras, sus estafas, 

ni su calentamiento global


Tan solo vuestras mentiras, 

esconden una verdad

que unos pocos están arriba 

y abajo tós los demás.


Da igual que seas ateo, 

cristiano o musulmán.

Solo los elegidos, 

el paraíso verán.


Hay medios alternativos, 

amarillos muchos más.

Unos más rojos que otros. 

Los menos, de radikal.


Más todos tienen su cosa, 

y a todos hay que hojear

Que comparando se tiene 

opinión más general.


Qué de tó aprende uno. 

Nadie tiene la verdad.

Ser más papista que el Papa, 

no es garantía de ná.


Solo creo en lo que veo, 

díjome santo Tomás, 

que el que a ciegas se conduce, 

no para de tropezar.


Y al enemigo, ni agua, 

ni nunca contemporizar

No dudes, tarde o temprano, 

siempre te la jugará.


No hay que seguir a nadie 

y a todos hay que escuchar.

Si tu conciencia te guía, 

de nada te arrepentirás.


Dá gusto ver a los ricos, 

pegarse por serlo más

mientras en eso se hallen, 

quizás nos dejen en paz.


Si te crees o no sus mentiras, 

a ellos les dá igual.

Con tomarlas por veraces, 

les basta para actuar. 


Que no me cuenten más cuentos, 

que tós me los sé yo ya.

Se demoniza a cualquiera

que no se deje robar.



No basta con ser un santo, 

sino ser de"su santoral"

Como la cojan contigo, 

no te valdrá ni el rezar.


Pensamiento único llaman. 

Anteojeras pá no pensar

más que en la zanahoria. 

El palo irá por detrás.


Si no crees en lo dictado, 

anti-sistema serás

Y por mucho bien que hagas, 

te van a demonizar.


Que no me coman la oreja, 

que a mí, no me la dan.

Que me sé todos sus cuentos 

y también, cada final.


Si de cañon, quieren carne, 

pál matadero llevar

que busquen a otro tonto, 

que este tonto no va más



No se ha visto en tóa la historia, 

otra estafa sin igual.

Que la madre tóas las crisis, 

que creó el capital


Y cuando tan ricamente, 

uno estaba en su sofá

Relajado y a cubierto, 

de inclemencias y demás,


te cortan sin previo aviso

el grifo de tu maná. 


Y te dejan sin tus sueños,
 
sin trabajo y sin hogar


y pá colmo y regodeo 

de propios y extraños, van

y te dicen como aviso

que al rojo no hay que escuchar


que son peores que el lobo,

del cuento y mucho más

y que si vas y los votas

toíto te lo robarán.



Si como votantes, no nos escuchan

como consumidores lo harán.

Boicoetemos sus empresas

Llevamos las de ganar. 


Si no queda más remedio

que dejarnos de robar

que sea otro y no el de siempre

tal vez así, aprenderá


No hay pan pá tanto chorizo,

dicen, cuando lo que sobra es pan.

Lo que no hay es un par de huevos
 
pá que no nos choriceen más.


Resultado de imagen de eladio fernandez refugiados suecia

Ellos tienen de tó

los demás, cuasi-de-ná

mas ellos son cuatro mierdas

y nosotros sémos más.


La próxima revolución 

contra las corporaciones será

y si ésta no se gana 

no habrá ninguna ya más.

Quien sepa entender que entienda

lo que digo es pá mascar

despacio y con buena conciencia.

Mi tiempo no dá... pá más


Armak de Odelot


Dicen: 

No será televisada, 

la próxima revolución.

Más como nadie se fía 

de lo que se nos dice hoy en día,

pasamos los días enteros, 

tumbados en el sofá

delante la caja tonta,

 por no perder el momento
del pase de la procesión 
que tós llevamos por dentro