sábado, 21 de enero de 2017

La Locura de Karl Marx

Bakunin y Marx desde Rusia con amor. Imagen: fabiotmb.devianart

Bakunin y Marx desde Rusia con amor. Imagen: fabiotmb.devianart

La locura de Karl Marx (I)


Cómo y por qué se produjo la escisión de la Primera Internacional
Por Dave Fryett, 20 de enero de 2017
Hace poco leí el libro El Primer Cisma Socialista de Wolfgang Eckhardt, y lo que descubrí me inquietó. 
Un amigo me había dicho que Karl Marx acusó a Mikhail Bakunin de querer convertirse en el dictador de la Primera Internacional. 
Esta incongruencia despertó mi interés y me pregunté si tal vez fue Groucho y no Karl quien dijera tal cosa. 
Sin embargo, lo que fui aprendiendo fue todo menos divertido.
Yo sabía que se había producido un enfrentamiento entre ellos, convirtiéndose en algo personal, y que tal enfrentamiento llevó a la escisión de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT)
Sabía que Marx había hecho acusaciones que pocos se creyeron entonces y mucho menos ahora. 
También sabía de la vergüenza que habían sentido algunos por la intolerancia étnica: los judíos contra los eslavos y los eslavos contra los judíos. 
Y sabía que uno y otro se habían acusado mutuamente de agentes de la burguesía. Lo que todavía no había descubierto era el odio visceral y primitivo que Marx tenía por Bakunin, y las maquinaciones maquiavélicas a las que él y Friedrich Engels cayeron en su intento de proscribir a su despreciado rival, incluso a expensas de la propia AIT.
La correspondencia privada de Marx está llena de insultos. 
Se refiere a Bakunin como un salvaje, un idiota, un ignorante, un charlatán, una bestia, y otros calificativos todavía peores. 
Afirma con bastante insistencia en que las posiciones de Bakunin son fantasías hueras y palabras vanas desprovistas de valor teórico o analítico. 
También se lamenta de la falta de educación formal de Bakunin, una afirmación un tanto extraña, porque su colaborador y mecenas, Friedrich Engels, aún tenía menos. 
Repasando los desencuentros con Bakunin, Marx surge como un hombre con una malsana obsesión, que lo llevó a actuar sin escrúpulos.
Todavía algo incrédulo, a pesar de la minuciosa documentación de Eckhardt, quería más confirmaciones. 
Así que leí el libro de Robert Grahams No tenemos anarquía, la invocamos, y allí encontré la corroboración. 
Los autores, como yo mismo, son anarquistas, y son comprensivos con las posturas de Bakunin. Sin embargo, lo que dicen en ambos libros parece convincente. 
He leído mucho más sobre este tema, bien directa o indirectamente, (las biografías de Marx de McClellan, Mehring y Ruehle, sobre Bakunin, la historia de la AIT de Stekloff), pero sólo los libros de Eckhardt y Graham contienen información que los demás omiten.
Sería conveniente pensar en las fuerzas que estaban alineadas detrás de Bakunin y de Marx, las anarquistas y las marxistas, pero no todas las tendencias de esta antigua organización pueden clasificarse indiscutiblemente de una y otra manera, ya que también estaban los jacobinos y los blanquistas. 
Del mismo modo, los términos libertario y autoritarismo socialista presentan algunas dudas, ya que la línea divisoria es difícil de establecer (por ejemplo, ¿a que grupo pertenecería Rosa Luxemburgo?). Por razones de conveniencia, me referiré a ellos como socialistas estatistas y antiestatistas.
El problema central: el Estado
Los antiestatistas creen que la organización socialista debe permitir que los trabajadores tengan libertad para dirigir sus lugares de trabajo y que estos trabajadores formen voluntariamente redes con otros trabajadores de otras industrias en formas y términos de mutuo acuerdo (federación), sin una autoridad por encima de ellos (un Estado) para interferir en sus decisiones: un socialismo construido desde abajo.
Por otro lado, los estatistas creen que tal organización descentralizada no puede conducir a una revolución social y se pueda hacer frente a la contrarrevolución. 
Más bien, creen que el Estado debe ser conquistado, alterado, pero no destruido, y continuar de este modo durante un período indefinido de tiempo. 
Su poder coercitivo será entonces utilizado para salvaguardar la revolución de los enemigos de dentro y fuera, y para que se cumplan sus directrices: un socialismo construido desde arriba. 
Por lo tanto, dada la importancia del Estado, la actividad política, incluyendo las consultas electorales, deben formar parte de la estrategia estatal. 
Muchos estatistas denominan a esto una dictadura del proletariado, termino acuñado por Marx, una dictadura que terminaría cuando se haya eliminado el Capitalismo en todo el mundo, momento en el que sería innecesaria y desaparecería.
Ambas posiciones han evolucionado, por supuesto, pero un debate en aquellos momentos podía haber llevado estos derroteros:
Antiestatista: El Estado debe ser eliminado y reemplazado por una federación de trabajadores en cada lugar de trabajo, con absoluto control sobre sí misma y ninguno sobre las demás. 
Cada una es independiente pero al mismo tiempo interdependiente, todo ello entretejido con una organización voluntaria y en común acuerdo. 
El control de los trabajadores en el centro de producción es la condición sine qua non del socialismo y el mejor freno de la contrarrevolución. 
Este método de organización promueve la eficiencia, así como la solidaridad. El Estado, por su propia naturaleza, provoca divisiones, rupturas, discontinuidades, que impiden una mayor eficiencia, que de otro modo se produciría de modo natural y espontáneo en ausencia de este control externo.
Estatista: Tal producción desordenada no es la solución. Sería más bien parte del problema. Las economías, para que funcionen adecuadamente, deben equilibrar producción y consumo, lo que requiere de una planificación centralizada, y sólo mediante esa organización se logra la máxima eficiencia. 
Y esa planificación sólo puede ser llevada a cabo por un Estado, lo mismo que usted rechaza. Por otra parte, el Estado es esencial para la lucha contra la contrarrevolución, por lo cual se necesitan servicios armados, policía, espionaje y agencias de inteligencia, todos dirigidos desde un centro coordinado. No hay otra alternativa.
Antiestatista: Ese centro coordinado formaría el núcleo de una nueva clase dominante, y estaríamos en el mismo lugar de donde comenzamos. La revolución habría fracasado.
Estatista: Ese nuevo Estado sería un Estado obrero y desaparecerá cuando cumpla su misión histórica, una vez que el Capitalismo haga sido purgado de la faz de la tierra y los trabajadores puedan gestionar los sistemas previamente administrados por el Estado.
Antiestatista: Los Estados no emancipan, sólo regulan. 
Privan del derecho al voto. 
Y dado que no tiene precedentes, la idea de que cualquier Estado va a disolverse voluntariamente es una presunción, y además peligrosa. 
Es el núcleo reaccionario de toda teoría socialista estatista.
Y un Estado no puede capacitar a los trabajadores para administrar cuando dispone de un monopolio. 
Los Estados no empoderan, sino que debilitan. Hacen dóciles a los trabajadores, le conduce a la subordinación, una especie de zombies. 
Como ocurría con anterioridad, los trabajadores quedarían relegados a la condición de meros observadores, alejados de las tomas de decisiones y ajenos a toda participación.
Estatista: No, los árboles le impiden ver el bosque. 
¡Sería un Estado obrero! Sería diferente del resto de Estados, sin comparación con ellos, de modo que funcionaría en interés de la mayoría. 
El Estado obrero no tiene historia, y por tanto no puede ser juzgado por ninguno de los parámetros actualmente existentes. 
Los trabajadores controlarían este Estado desde abajo por medio de delegados, con el derecho de cese inmediato. 
El Estado obrero no sólo eliminará la explotación, sino la propia posibilidad de explotación. Se erradicarán todas las perspectivas de contrarrevolución, incluso de sí mismo.
Antiestatista: Eso es imposible. Incluso si esta autoliquidación mágica y utópica, la Inmaculada Suspensión, se llevase a cabo, en virtud de las jerarquías de poder y subordinación, tendría su propia orientación. 
Y en un terreno marcado por relaciones sociales injustas, se incuba el germen de una nueva tiranía, las condiciones ideales para la contrarrevolución. 
Hay que eliminar esas desigualdades para evitar la amenaza, peso es algo que ningún Estado puede hacer, ya que el Estado es el que las provoca y no puede funcionar sin ellas.
Estatista: Al contrario, estas desigualdades, como usted las llama, son las que permitirían la victoria de la revolución. 
Para derrotar al enemigo de clase y evitar que sus restos proliferen y se unan en una fuerza de suficiente magnitud que pueda poner en peligro la revolución, hay que ejercer dominio sobre ella. 
Eso requiere de poder político, de poder estatal. Y si el programa antiestatista prevaleciese y alcanzase su objetivo de una distribución por igual del poder político entre cada miembro de la sociedad, se convertiría en el vivero ideal para la reacción, ya que no habría una fuerza autóctona capaz de vencerla.
Y así sucesivamente.
locura_marx2Así pues, para los antiestatistas, que reclaman un poder no reglamentado por parte de los trabajadores para llevar a cabo sus propias actividades industriales, el programa estatista sería una pesadilla distópica plagada de contradicciones dialécticas. 
Del mismo modo, para los estadistas, el programa antiestatista sería una quimera: nunca logrará sus objetivos ya sus estructuras descentralizadas no pueden soportar los desafíos de la fuerzas reaccionarias a las que cualquier movimiento revolucionario debe hacer frente. 
Así que para unos el Estado es indispensable, para otros un obstáculo insuperable. 
Cada uno de ellos cree que el programa del otro es ilusorio. Tal vez en lo único en lo que están de acuerdo en que son irreconciliables.
Antecedentes
La Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) se funda en Londres en el año 1864. 
Los fundadores invitan a Karl Marx, el prestigioso autor y estudioso que reside en Londres, para que pronuncie el discurso inaugural, cosa que hizo. 
Es elegido para el Consejo General y participa en la redacción de las normas de la AIT.
Un grupo de revolucionarios de la Liga de la Paz y la Libertad, entre los que se encontraba Mihail Bakunin, descontento con su carácter burgués, forma la Alianza para la Democracia Socialista y abandona la Liga. 
Luego se presentaron a la Internacional para ser admitidos, en 1868, pero son rechazados en primera instancia. 
Ya superándoles en número, Marx se muestra preocupado por esta Alianza, ya que su oposición es muy fuerte.
Marx resultaría eventualmente vencedor frente a sus opositores, pero casi supuso la destrucción misma de la AIT en este proceso. 
Su táctica fue la de acusar a la Alianza de tener un ala clandestina ( que en cierta medida era verdad) y que este grupo, mientras se disfrazada como célula revolucionaria, estaba de hecho socavando el movimiento obrero. 
Marx insistió en que este grupo quería tomar la dirección de la Internacional y convertir a Bakunin en su dictador. 
La aceptación o rechazo de esta sorprendente declaración, más que sus propias diferencias ideológicas, determinó la composición y el orden de batalla de las respectivas posiciones.
Las sociedades secretan nunca habían sido un motivo de preocupación para Marx. 
Como organización revolucionaria, la represión policial hizo necesario que muchas de las secciones de la AIT se mantuvieran encubiertas. 
Surgieron grupos clandestinos en la periferia de la AIT, y tal vez también cerca de su núcleo. Los blanquistas, aliados de Marx, se hicieron famosos por su énfasis en el secreto disciplinado.
Parte II - continuará

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Si nos han de robar, 
que sean otros y no los mismos de siempre

Si como votantes, no nos escuchan
como consumidores, lo harán
boicoetemos sus empresas.
Llevamos las de ganar. 

Como acabar con la ESTAFA de las ELÉCTRICAS... de una puta vez pasando de los Vendepatrias del Bipartidismo

Ante el robo continuo y escandaloso por parte de las eléctricas y sus abusos en el recibo de la luz
propongo... 
actuar todos unidos como consumidores
contratando TODOS 
o en su defecto una gran mayoría,
  otra compañia eléctrica que no sea ninguna de estas dos (ENDESA - IBERDROLA) y cambiarnos a otra cualquiera de las muchas ofertas que existen hoy en día.

De tal forma que no les quede otra a las grandes que plegarse a nuestras demandas de una tarifa más justa y mucho más barata
o atenerse a las consecuencias 
de seguir con su estafa.

En nuestra mano está que siga este robo o cortar por lo sano para que no nos sigan mangoneando

ARMAK de ODELOT

Canción del Indignado Global

(solo pá Mentes preclaras 

libres de Polvo y Cargas)

Si me han de matar que sea,
 un Trump que de frente va

  no un Obama traicionero, 

que me venga por detrás.


Éstos del bipartidismo, 

a nadie ya se la dan

Tanto monta, monta tanto,

ser sociata o liberal.


Que harto me tienen sus cuentos, 

de crisis y guerras sin más

Cuando no hay bandera que tape, 

la ansia de un criminal.


Daños colaterales son, 

inocentes masacrar

si lo hiciéramos con ellos, 

no habría ni una guerra más.


Por eso pasa que pasa, 

que nadie se alista ya

a no ser que la CIA pague,
 
como al ISIS del MOSAD


A mí, que nunca me busquen, 

ni me llamen pá luchar.

Que yo no mato por nadie. 

Yo mato por no matar.


La paz de los cementerios 

es la paz del capital

Si soy rojo es porque quiero, 

en vida, vivir en paz.


Hoy tan solo mata el hambre, 

del rico por tener más 

Con el cómplice silencio, 

de toítos los demás.


Que preferimos taparnos, 

los ojos pá no pensar

O mirar pá otro lado, 

pensando que el mal se irá.


Creer que lo que a otro pasa, 

no nos tiene que importar.

Cá palo aguante su vela, 

repetimos sin cesar.


Éste es el mantra egoísta 

que rula por la sociedad

como si lo que le pase a otro, 

no te pueda a tí pasar


Más todo, cuán boomerang vuelve, 

al sitio de donde partió

y tal vez ocupes mañana, 

el sitio que otro dejó.


Mil pobres ceban a un rico, 

otros mil le dan jornal,

y otros cuantos dan su vida 

porque todo siga igual. 


Que no me coman la oreja, 

que no me creo ya ná

de sus guerras, sus estafas, 

ni su calentamiento global


Tan solo vuestras mentiras, 

esconden una verdad

que unos pocos están arriba 

y abajo tós los demás.


Da igual que seas ateo, 

cristiano o musulmán.

Solo los elegidos, 

el paraíso verán.


Hay medios alternativos, 

amarillos muchos más.

Unos más rojos que otros. 

Los menos, de radikal.


Más todos tienen su cosa, 

y a todos hay que hojear

Que comparando se tiene 

opinión más general.


Qué de tó aprende uno. 

Nadie tiene la verdad.

Ser más papista que el Papa, 

no es garantía de ná.


Solo creo en lo que veo, 

díjome santo Tomás, 

que el que a ciegas se conduce, 

no para de tropezar.


Y al enemigo, ni agua, 

ni nunca contemporizar

No dudes, tarde o temprano, 

siempre te la jugará.


No hay que seguir a nadie 

y a todos hay que escuchar.

Si tu conciencia te guía, 

de nada te arrepentirás.


Dá gusto ver a los ricos, 

pegarse por serlo más

mientras en eso se hallen, 

quizás nos dejen en paz.


Si te crees o no sus mentiras, 

a ellos les dá igual.

Con tomarlas por veraces, 

les basta para actuar. 


Que no me cuenten más cuentos, 

que tós me los sé yo ya.

Se demoniza a cualquiera

que no se deje robar.



No basta con ser un santo, 

sino ser de"su santoral"

Como la cojan contigo, 

no te valdrá ni el rezar.


Pensamiento único llaman. 

Anteojeras pá no pensar

más que en la zanahoria. 

El palo irá por detrás.


Si no crees en lo dictado, 

anti-sistema serás

Y por mucho bien que hagas, 

te van a demonizar.


Que no me coman la oreja, 

que a mí, no me la dan.

Que me sé todos sus cuentos 

y también, cada final.


Si de cañon, quieren carne, 

pál matadero llevar

que busquen a otro tonto, 

que este tonto no va más



No se ha visto en tóa la historia, 

otra estafa sin igual.

Que la madre tóas las crisis, 

que creó el capital


Y cuando tan ricamente, 

uno estaba en su sofá

Relajado y a cubierto, 

de inclemencias y demás,


te cortan sin previo aviso

el grifo de tu maná. 


Y te dejan sin tus sueños,
 
sin trabajo y sin hogar


y pá colmo y regodeo 

de propios y extraños, van

y te dicen como aviso

que al rojo no hay que escuchar


que son peores que el lobo,

del cuento y mucho más

y que si vas y los votas

toíto te lo robarán.



Si como votantes, no nos escuchan

como consumidores lo harán.

Boicoetemos sus empresas

Llevamos las de ganar. 


Si no queda más remedio

que dejarnos de robar

que sea otro y no el de siempre

tal vez así, aprenderá


No hay pan pá tanto chorizo,

dicen, cuando lo que sobra es pan.

Lo que no hay es un par de huevos
 
pá que no nos choriceen más.


Resultado de imagen de eladio fernandez refugiados suecia

Ellos tienen de tó

los demás, cuasi-de-ná

mas ellos son cuatro mierdas

y nosotros sémos más.


La próxima revolución 

contra las corporaciones será

y si ésta no se gana 

no habrá ninguna ya más.

Quien sepa entender que entienda

lo que digo es pá mascar

despacio y con buena conciencia.

Mi tiempo no dá... pá más


Armak de Odelot


Dicen: 

No será televisada, 

la próxima revolución.

Más como nadie se fía 

de lo que se nos dice hoy en día,

pasamos los días enteros, 

tumbados en el sofá

delante la caja tonta,

 por no perder el momento
del pase de la procesión 
que tós llevamos por dentro