Así es el templo turco
que está desafiando a los libros de Historia
Sus dataciones lo sitúan en torno al año 9.000 o 7.500 a.C, unos 5.000 años más antiguo que las pirámides de Egipto o Stonehenge.
Está formado por varios recintos de forma elíptica, y en cuyos muros escalonados se alternan monolitos en forma de T (podría haber enterrados cerca de 200), varios de ellos con grabados de animales e incluso alguna que otra forma humanoide.
Está formado por varios recintos de forma elíptica, y en cuyos muros escalonados se alternan monolitos en forma de T (podría haber enterrados cerca de 200), varios de ellos con grabados de animales e incluso alguna que otra forma humanoide.
El tamaño de sus pilares tiene de media 5,5 metros, y sólo se ha desenterrado un 5% del total de 90.000 metros cuadrados de extensión que se calcula que podría tener.
Se especula con la posibilidad de que alguno de los recintos que quedan por excavar puedan ser de finales de la última glaciación, con una antigüedad de 15.000 años, aunque el propio Schmidt dijo que la excavación podía llevar otros 50 años.
Ahora, la empresa turca Doğuş Group ha anunciado un acuerdo con la National Geographic Society para invertir 15 millones de dólares durante los próximos 20 años en restaurar, preservar y promover el templo de Göbekli Tepe.
El gobierno turco espera que esta potente inversión ayude a recuperar un turismo que está cayendo debido a los problemas en la vecina Siria.
El templo fue señalado por primera vez por un arqueólogo de la Universidad de Chicago en 1964, que había descubierto un montículo con restos arqueológicos a 14 kilómetros de la ciudad de Sanliurfa, en el sudeste de Turquía.
Lo que un principio se creyó que era un cementerio bizantino, tras las excavaciones iniciadas en 1994 por el arqueólogo alemán Klaus Schmidt se descubrió que era un monumento cuya antigüedad desafía a los libros de historia.
Desafiando a la historia
A estas alturas cualquier teoría sólo puede ser considerada como una conclusión preliminar.
Pero de ser verdad que hay algún recinto de 15.000 años de antigüedad, eso supondría que tendría 3.000 más que las primeras evidencias de agricultura que tenemos, la cual hasta ahora se creía que había sido la precursora de nuestra civilización.
Pero es evidente que para construir este complejo hizo falta una sociedad organizada, ya que los arqueólogos calculan que serían necesarias más de 500 personas para transportar estas columnas de 10-20 toneladas (algunas pesan más de 50) desde las canteras más cercanas a 100 y 500 metros.
Esto ha hecho que los investigadores lleven años preguntándose hasta qué punto la agricultura fue el motor de nuestra cultura o al revés.
Antes de morir en 2014, el arqueólogo Klaus Schmidt que dirigió las excavaciones argumentó que quizá hubiera sucedido justo lo contrario, que el hombre podría haber empezado a realizar este tipo de construcciones primero y a desarrollar la agricultura después para proporcionar una cantidad predecible de alimentos y agua a los trabajadores.
Pero no tiréis aún vuestros libros de historia, porque el verano pasado también se descubrieron unas evidencias de agricultura humana de hace 23.000 años, 11.000 años anteriores a las más antiguas que actualmente se conocen.
De confirmarse este nuevo hallazgo los historiadores podrían respirar tranquilos, conservando sus libros tal como están cambiando únicamente algunas fechas.
Pero este no es el único misterio que gira alrededor de Göbekli Tepe, recinto que los arqueólogos creen que fue un templo espiritual.
También está el tema de que, por razones que aún se desconocen, un buen día alrededor del 8.000 a. C decidieron enterrar deliberadamente todo lo que habían estado construyendo durante varios milenios.
Habrá que seguir cavando para responder a todas las preguntas que quedan por responder.
Otros descubrimientos que cambiaron la historia
Aunque el que Göbekli Tepe pueda cambiar la historia aún depende de que se encuentren megalitos tan antiguos como se cree que hay, y también de la investigación de las supuestas nuevas y antiquísimas evidencias de agricultura, en el caso de que hubiera que darle una patada a los libros de historia esta tampoco sería la primera vez que pasa algo parecido.
En 1822 Jean-François Champollion consiguió descifrar por primera vez los jeroglíficos del antiguo Egipto gracias a los grabados de la Piedra Rosetta. A partir de entonces pudimos entender mejor cómo era aquella civilización y reescribir varios pasajes de su historia.
El millonario prusiano Heinrich Schliemann también consiguió cambiar nuestro concepto de mito y fantasía, demostrando que la Ilíada describía realmente escenarios históricos descubriendo Troya y Micenas.
Uruk es la ciudad más antigua jamás descubierta. Tuvo cerca de 40.000 habitantes, y se calcula que nació en el 3.500 a.C. en Mesopotamia, al sur de Iraq. Aquella ciudad fue la cuna de la escritura, y en su tercer nivel se encontraron restos de escritura fonética en unas tablillas del 2.600 a.C, que durante mucho tiempo se había creído inventada por los fenicios casi 2.000 años después.
Y no podemos olvidarnos de Lucy la australopithecus, el fósil que reescribió la historia de nuestra evolución tras descubrirse en 1974 en Etiopía.
Su descubrimiento impulsó una nueva ola de investigaciones con la que se descubrieron más especies humanas, y con la que definitivamente se descartó la teoría de la evolución lineal.
La humanidad conoció muchas variaciones en su camino al homo sapiens, muchas de las cuales como el hombre de Neanderthal acabaron extinguiéndose.
Fuente
Se especula con la posibilidad de que alguno de los recintos que quedan por excavar puedan ser de finales de la última glaciación, con una antigüedad de 15.000 años, aunque el propio Schmidt dijo que la excavación podía llevar otros 50 años.
Ahora, la empresa turca Doğuş Group ha anunciado un acuerdo con la National Geographic Society para invertir 15 millones de dólares durante los próximos 20 años en restaurar, preservar y promover el templo de Göbekli Tepe.
El gobierno turco espera que esta potente inversión ayude a recuperar un turismo que está cayendo debido a los problemas en la vecina Siria.
El templo fue señalado por primera vez por un arqueólogo de la Universidad de Chicago en 1964, que había descubierto un montículo con restos arqueológicos a 14 kilómetros de la ciudad de Sanliurfa, en el sudeste de Turquía.
Lo que un principio se creyó que era un cementerio bizantino, tras las excavaciones iniciadas en 1994 por el arqueólogo alemán Klaus Schmidt se descubrió que era un monumento cuya antigüedad desafía a los libros de historia.
Desafiando a la historia
A estas alturas cualquier teoría sólo puede ser considerada como una conclusión preliminar.
Pero de ser verdad que hay algún recinto de 15.000 años de antigüedad, eso supondría que tendría 3.000 más que las primeras evidencias de agricultura que tenemos, la cual hasta ahora se creía que había sido la precursora de nuestra civilización.
Pero es evidente que para construir este complejo hizo falta una sociedad organizada, ya que los arqueólogos calculan que serían necesarias más de 500 personas para transportar estas columnas de 10-20 toneladas (algunas pesan más de 50) desde las canteras más cercanas a 100 y 500 metros.
Esto ha hecho que los investigadores lleven años preguntándose hasta qué punto la agricultura fue el motor de nuestra cultura o al revés.
Antes de morir en 2014, el arqueólogo Klaus Schmidt que dirigió las excavaciones argumentó que quizá hubiera sucedido justo lo contrario, que el hombre podría haber empezado a realizar este tipo de construcciones primero y a desarrollar la agricultura después para proporcionar una cantidad predecible de alimentos y agua a los trabajadores.
Pero no tiréis aún vuestros libros de historia, porque el verano pasado también se descubrieron unas evidencias de agricultura humana de hace 23.000 años, 11.000 años anteriores a las más antiguas que actualmente se conocen.
De confirmarse este nuevo hallazgo los historiadores podrían respirar tranquilos, conservando sus libros tal como están cambiando únicamente algunas fechas.
Pero este no es el único misterio que gira alrededor de Göbekli Tepe, recinto que los arqueólogos creen que fue un templo espiritual.
También está el tema de que, por razones que aún se desconocen, un buen día alrededor del 8.000 a. C decidieron enterrar deliberadamente todo lo que habían estado construyendo durante varios milenios.
Habrá que seguir cavando para responder a todas las preguntas que quedan por responder.
Otros descubrimientos que cambiaron la historia
Aunque el que Göbekli Tepe pueda cambiar la historia aún depende de que se encuentren megalitos tan antiguos como se cree que hay, y también de la investigación de las supuestas nuevas y antiquísimas evidencias de agricultura, en el caso de que hubiera que darle una patada a los libros de historia esta tampoco sería la primera vez que pasa algo parecido.
En 1822 Jean-François Champollion consiguió descifrar por primera vez los jeroglíficos del antiguo Egipto gracias a los grabados de la Piedra Rosetta. A partir de entonces pudimos entender mejor cómo era aquella civilización y reescribir varios pasajes de su historia.
El millonario prusiano Heinrich Schliemann también consiguió cambiar nuestro concepto de mito y fantasía, demostrando que la Ilíada describía realmente escenarios históricos descubriendo Troya y Micenas.
Uruk es la ciudad más antigua jamás descubierta. Tuvo cerca de 40.000 habitantes, y se calcula que nació en el 3.500 a.C. en Mesopotamia, al sur de Iraq. Aquella ciudad fue la cuna de la escritura, y en su tercer nivel se encontraron restos de escritura fonética en unas tablillas del 2.600 a.C, que durante mucho tiempo se había creído inventada por los fenicios casi 2.000 años después.
Y no podemos olvidarnos de Lucy la australopithecus, el fósil que reescribió la historia de nuestra evolución tras descubrirse en 1974 en Etiopía.
Su descubrimiento impulsó una nueva ola de investigaciones con la que se descubrieron más especies humanas, y con la que definitivamente se descartó la teoría de la evolución lineal.
La humanidad conoció muchas variaciones en su camino al homo sapiens, muchas de las cuales como el hombre de Neanderthal acabaron extinguiéndose.
Fuente
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