Esquizofrenia y excusas del PSOE
El PSOE es un partido esquizofrénico, como bien apunté en mi anterior artículo.
Un partido que dice una cosa y hace la contraria; que gana, cuando ha perdido millones de votos; que dice representar al pueblo y hace leyes que benefician a los ricos y las élites; que dice ser de izquierdas y practica (y pacta) políticas de derechas…
y ahora que Rajoy ha dejado plantado al Jefe del Estado con su renuncia a su posible investidura a la presidencia del gobierno, el PSOE (con su paranoia habitual) vuelve a decir que “es el tiempo de Mariano Rajoy”.
Pregunto, ¿no creen que esa “estrategia” (si se me permite la expresión) es una pérdida de tiempo y de oportunidad para que Pedro Sánchez logre ser ese “presidente de un gobierno de cambio que necesita este país”? Por ese habitual inmovilismo de los socialistas cuando se les otorga una oportunidad, Podemos, para sacudir un poco esa estática política, el pasado viernes 22 de Enero ofreció un pacto de gobierno a Sánchez.
Chulería, bravuconada y hasta chantaje, fueron de los pocos adjetivos que expresó el PSOE tras la oferta de gobierno que lanzó Pablo Iglesias.
La “exigencia” de formar parte de un Gobierno de Cambio, pidiendo la vicepresidencia y un puñado de ministerios, hicieron que el grupo socialista y sus acólitos (además de medio IBEX, el grupo de “barones” del partido, el PP y su muleta naranja) tacharan de “malas formas” la oferta del Secretario General de Podemos.
Las excusas desde el 20D, hasta hoy, por parte del partido socialista han sido interminables y han llegado a rozar lo absurdo.
Pero, ¿por qué pide Pablo Iglesias la vicepresidencia y algunos ministerios de importante calado? Se responde simple y automáticamente con un poco de matemática.
El pasado 20D, el 73’2% del electorado votó libremente al Congreso de los Diputados.
Eso quiere decir que 25.349.824 personas ingresaron el sobre blanco en la urna. De esos votantes, 5.530.693 (22’01%) volvieron a confiar en el PSOE y 5.189.333 (20’66%) confiaron en el discurso de Podemos. Las matemáticas no engañan, ya que muestran que sólo hay una separación de 341.630 papeletas.
En tanto porcentual deja claro que hay una diferencia, a favor de los socialistas, de 1’35%.
O sea, las matemáticas exigen que haya un entendimiento y un merecido reconocimiento gubernamental entre PSOE y Podemos, ya que los socialistas no tienen más que un puñado de votos de diferencia.
Esto no sólo ha hecho que el puesto de Secretario General del PSOE le esté tambaleando a Sánchez. También ha conseguido desenmascarar la “cara B” del socialismo más rancio y desactualizado de la historia.
En especial esos que, llamándose “socialistas”, han pedido un apoyo al primer partido político imputado de la democracia.
La exigencia de entrar al gobierno
por parte de Podemos, no es sólo matemática.
También lo es por la desconfianza –por sus hechos los
conoceréis– que el PSOE se ha ganado con los años.
Desde el “No a la OTAN” de González, hasta la “desaceleración económica” de Zapatero. Hace falta control a un partido que ha traicionado ya demasiadas veces a sus votantes.
Otra cosa que me llamó la atención fue la protesta sin sentido por el comentario que hizo Iglesias, a colación de la oportunidad “que le ofrece el destino” a Pedro Sánchez, para ser presidente. Los votos hablan por sí mismo.
En términos históricos, estas pasadas elecciones han sido las más desastrosas cuantitativamente para el socialismo. Y da igual que se pregunten por qué ha llegado a eso un partido con tanta historia como el PSOE.
Por sí solos, jamás lo adivinarán, ya que no tienen sentido de autocrítica.
Como bien comentó @protestona1 en su gran artículo/misiva“Estimado Sr. Sánchez”:
“Desde las primeras privatizaciones de Felipe,
hasta la modificación del art. 135, todos los políticos
que han gobernado en las filas socialistas han contribuido
a la humillación y al hundimiento del partido [socialista]”.
Es pura lógica, ya que en palabras de Pablo Iglesias Turrión (y a los hechos me remito):
“El PSOE en campaña se acerca a la gente
y, cuando llega al poder, gobierna para las élites”.
Al PSOE se le está dando la [en mi opinión, inmerecida] oportunidad de formar, ese tan cacareado por el Secretario General Socialista, “Gobierno del Cambio” de la mano de Podemos. Yo confío que aprovechen esta oportunidad, junto con UP-IU y otros grupos representados en la Cámara Baja, para devolver al pueblo lo que el corrupto Partido Popular le ha quitado, mediante su apisonadora mayoría absoluta.
La última ocurrencia esquizofrénica del PSOE ha sido la de querer formar gobierno con CiudadanosC’s en una ecuación en la que también se encuentra Podemos.
Escribiendo este comentario (y como he ilustrado en la imagen del artículo) me he imaginando la efigie del mitológico dios Jano en el logo del PSOE para los próximos comicios.
Lo que más me preocupa es que la exigencia de incluir a C’s en un “gobierno progresista y regeneracionista” (aparte de ser un oxímoron como una catedral), sea de esas “condiciones sin ecua non” de los financiadores del PSOE. ¡Del IBEX, vamos!
Ya lo han advertido desde las dos formaciones emergentes: Ciudadanos no entrará en ningún gobierno donde hayan “separatistas” (este es otro tema que trataré en breve) y Podemos no casa con las “políticas neo liberales” del partido naranja.
No sé qué ocurrirá a medio plazo, pero deseo que –pase lo que pase– sea a favor de las necesidades de un pueblo que exige cambios integrales en la política social de este país.
Se les está yendo de las manos
No se está diciendo, pero estamos sentados sobre un polvorín que puede saltar por los aires en cualquier momento. Y todo porque cuando algo está cogido con alfileres, el más mínimo movimiento lo puede deshacer. Si ese algo es ni más ni menos que el Estado de una nación, ya puede uno imaginarse el nivel de gravedad.
El grotesco Editorial dominical que se ha marcado hoy el diario El País da buena muestra de hasta dónde está llegando el nivel de nerviosismo de las élites. La ‘ocurrencia’ estratégica de Sánchez a la hora de hacer participar (a nivel consultivo, no vinculante) a las bases del PSOE en las decisiones de los pactos ha sacado de sus casillas a más de uno, empezando por el gigante del grupo Prisa. ¿Es que ahora somos la CUP? ¿Desde cuándo ha importado la opinión de la militancia? ¡Insensato!
Y digo que es una buena muestra, pero solo una consecuencia, insólita si queremos, de todo lo que se está cociendo en la fricción entre los egoísmos personales y de partido, y los egoísmos generales del poder económico. Un poder al que, aunque con cierta incertidumbre, no le importa demasiado sacrificar a su útil títere político (el PSOE) impelido como está por el corto plazo. No hay nada personal, son negocios. Y después ya veremos.
Hay demasiado en juego en este momento. Y para empezar, el nerviosismo ya ha llevado a algo tan inaudito como a forzar al protegido Jefe del Ejército Felipe VI a saltarse el mandato constitucional y la Ley. Y esto, por más que el monarca goce de irresponsabilidad legal, hará que la imagen institucional vaya a quedar gravemente dañada a poco que se difunda lo que está ocurriendo.
Y van dos:
Constitución española
Artículo 99
1. Después de cada renovación del Congreso de los Diputados, y en los demás supuestos constitucionales en que así proceda, el Rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno.
No es opcional ni interpretable. El artículo 99.1 no añade: ‘si al rey le apetece o se dan las condiciones’. Tampoco habla ese artículo de pedir la opinión del candidato. Dice que LO PROPONDRÁ. Y no lo ha propuesto.
Es más importante de lo que ya parece, porque no está estipulado –y es la única advertencia sensata de El País en su editorial– cómo podrían convocarse nuevas elecciones antes de que alguien haya aceptado el encargo de formar Gobierno. O dicho de otra forma: sin ese trámite no se puede hacer, lo que carga de mayor responsabilidad a un rey que hasta el momento ha incumplido su obligación. Una obligación que estaba muy clara.
Lo segundo es que ha omitido otra de sus principales funciones.
Reglamento del Congreso de los Diputados
Artículo 5
Dentro del plazo de los quince días siguientes a la celebración de la sesión constitutiva, tendrá lugar la solemne sesión de apertura de la legislatura.
El pasado 13 de enero se celebró la preceptiva sesión y por tanto el día 29 concluyó el plazo para la celebración de la solemne apertura. Y para que se entienda: sin este acto no se puede dar por iniciada la XI Legislatura. Hoy aún no la hemos iniciado legalmente y nos adentramos en un limbo normativo.
Los mismos que están acusando de forma histérica y compulsiva a Podemos de poner en peligro las instituciones, están haciendo pedazos lo poco que quedaba por romper: el respeto a su sacrosanta Constitución; el respeto a las formas y los plazos establecidos.
No es casual que la ignominia estructural esté rompiendo sus límites. Tal era la fragilidad de esta ficticia normalidad que han bastado 69 tristes diputados para agitar la paranoia e invalidar el tradicional puzzle de la mentira y el turnismo.
Pero esto no ha acabado aquí, y ya hace prever una legislatura agitada. También en las calles y con motivos que nos parecerán sobrados. Por mucho que se apriete desde las bases del PSOE y desde el escozor de algún pesebre, un partido que debe 82 millones de euros en créditos de campañas electorales poco puede pretenderse soberano. Su futuro está ligado, como mal menor de cara a una mínima (pero existente) opinión pública, a un pacto de gobierno con la derecha ultraliberal de C’s. Y con estos mimbres, ya se puede ir imaginando la cesta resultante.
Y que todo quede en esto, porque hay demasiada agitación. Y no hay nada peor que atemorizar a egocéntricos, cobardes, prepotentes e inmorales.
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