FERMÍN DOMÍNGUEZ
PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
El pasado domingo, el pueblo de Cajamarca del central departamento colombiano del Tolima, celebraba una consulta popular sobre la actividad minera, en el que 97,9% de sus 6.241 habitantes dijeron “No” a un proyecto de minería de oro a cielo abierto. Una explotación que pretende ser la más grande de Colombia y que se desarrollaría en una zona ambiental protegida.
Como cabía esperar, la decisión democrática causó gran malestar a la multinacional Anglo Gold Ashanti y a todos los interesados en el proyecto, que adujeron que “este tipo de consultas populares pueden frenar el desarrollo del país".
Por su parte, el gobierno de Juan Manuel Santos, como fiel representante de los intereses del capital internacional y la burguesía colombiana, ya ha manifestado su intención de ignorar el resultado de la votación.
Así se desprende de las declaraciones del ministro de Minas y Energía, Germán Arce, quien ha declarado que, a pesar de la voluntad expresa de los lugareños, la minera Anglo Gold Ashanti todavía puede obtener la licencia de explotación.
Según el representante del Gobierno colombiano, la multinacional tiene los títulos mineros en orden, por lo que solo le haría falta la licencia ambiental que otorga la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) para comenzar a extraer el oro.
Para el alto funcionario, el resultado de la consulta “no posee carácter retroactivo”. En este sentido, Arce precisó que la consulta popular “solo es válida para el momento actual, pero no para licencias concedidas con anterioridad”.
Una alusión implícita a la gran cantidad de títulos mineros otorgados durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, varios de ellos en zonas ambientales importantes.
Para algunos analistas, estas declaraciones se encuentran en correspondencia con la llamada “locomotora minera”, nombre que recibe uno de los ejes económicos del gobierno de Juan Manuel Santos.
Entre tanto, la respuesta social no se ha hecho esperar. Pocas horas después de la difusión de las palabras del ministro, se desató en redes sociales la defensa de la decisión de la consulta, colocando en centro del debate público no solo el respeto por la voluntad popular, sino también la defensa del agua.
En este sentido, cabe recordar que la extracción de oro consume en una hora el agua necesaria para sostener a una familia durante 20 años.
A ello se agrega el hecho de que las técnicas de explotación minera incluyen la utilización de metales venenosos como el mercurio, que contaminan gravemente las zonas donde se desarrollan, donde previamente se produce una deforestación indiscriminada.
La tierra debe convertirse en una “tabla rasa” antes de comenzar el proceso de explotación.
En cualquier caso, resulta poco probable que la voluntad popular expresada en las urnas sea suficiente para detener la voracidad capitalista, en un sistema donde la supuesta “democracia” acaba allí donde comienza el negocio.
Algo que expresó cínicamente el 26 de septiembre del año pasado el presidente de Colombia Juan Manuel Santos a los guerrilleros de las FARC durante la firma del llamado acuerdo de paz, cuando se dirigió a ellos para decirles: “Les doy la bienvenida a la democracia".
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