¿Cuáles son
los peligros ocultos del TPP?
Qué es el pacto secreto TPP y por qué tiene que preocuparle
Publicado: 6 oct 2015
¿Cuáles son los peligros ocultos del TPP? / Reuters / Yuya Shino
Este lunes EE.UU., Japón, Australia, Nueva Zelanda, Brunéi, Canadá, Chile, Malasia, México, Perú, Singapur y Vietnam consensuaron los términos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (Trans-Pacific Partnership, TPP, por sus siglas en inglés), un tratado comercial regional que afectará al 40% de la economía mundial.
¿Cuáles serán los efectos del TPP y por qué algunos lo tachan de amenaza?
El pacto secreto del Acuerdo Estratégico Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), orquestado por Estados Unidos, se ha convertido en objeto de polémica y de protestas debido al secretismo que lo ha envuelto desde su concepción.
Los detractores del acuerdo no creen que se trate de un "comercio justo", sino de la consolidación del poder y de una amenaza para la economía global.
El mayor acuerdo comercial del mundo de los últimos 20 años incluye a Estados Unidos, Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam; naciones que suman juntas el 40% de la economía global.
Tras meses de acalorados debates en las cámaras del Congreso de EE.UU., el pasado 24 de junio el Senado estadounidense aprobó la ley que otorga al presidente Barack Obama el derecho a acelerar las negociaciones sobre los pactos de comercio libre, entre ellos, el TPP.
Así, esta 'vía rápida' obliga a los congresistas de EE.UU. a aprobar las leyes propuestas por el presidente sin la posibilidad de introducir cambios.
Según documentos filtrados sobre el controvertido acuerdo, los 12 países están tratando de eliminar todas las barreras al comercio, incluidas las leyes que garantizan la seguridad alimentaria, la protección de la agricultura y la privacidad de la información de los ciudadanos.
Aunque la Administración Obama, que promueve el acuerdo, indica que el negocio se desarrollará en los países firmantes y que sus trabajadores se beneficiarán del pacto, los opositores sugieren que se trata de beneficios económicos que solo afectarán a las grandes corporaciones.
Quienes se oponen al acuerdo dan la voz de alarma y advierten que conlleva riesgos en relación a la manipulación de divisas, la protección del medioambiente y de la salud, la deslocalización de puestos de trabajo, la seguridad alimentaria, los monopolios farmacéuticos, la transparencia del Gobierno y otras cuestiones.
De hecho, la transparencia o en este caso lo contrario –el secretismo de las negociaciones- es lo que ha sucitado la mayoría de las suspicacias.
"El secretismo es el primer síntoma de que se está haciendo algo que a la gran mayoría del público no le va a gustar", comenta el economista Félix Moreno en declaraciones a RT.
Además, algunos sugieren que el TPP no es un acuerdo sobre comercio, sino sobre las maniobras geopolíticas y la dominación corporativa sobre los asuntos de las naciones participantes.
¿Un acuerdo destructor de la soberanía?
Algunos documentos filtrados sugieren que las grandes industrias y las empresas multinacionales, incluidas las grandes farmacéuticas que operan en América del Norte, América del Sur y Asia, obtendrían amplios poderes para desafiar las regulaciones, acciones y decisiones de los tribunales de gobiernos soberanos ante tribunales organizados bajo el Banco Mundial o las Naciones Unidas.
Este sistema se denomina arbitraje de diferencias inversor-Estado, es decir, que las empresas de capital extranjero se sitúan al mismo nivel que los gobiernos soberanos.
Un documento descubierto por WikiLeaks revela que el TPP fue diseñado parafavorecer a las grandes corporaciones transnacionales, permitiendo a las mismas demandar a los gobiernos y solicitar millonarias indemnizaciones a cuenta de los contribuyentes.
Lori Wallach, del grupo estadounidense Public Citizen de defensa del derecho del consumidor, afirma que podría crearse un tribunal secreto en el que las empresas podrán demandar a los gobiernos ante paneles de arbitraje secretos integrados por abogados corporativos que eviten los tribunales nacionales y que anulen la voluntad de los Parlamentos en caso de no conseguir lo que quieren.
Según la activista, así se destruiría por completo la legislación y los derechos fundamentales de los Estados democráticos entrarán en riesgo.
De este modo, muchos subrayan que el TPP podría representar una seria amenaza para las naciones soberanas, impidiéndoles desarrollar políticas y leyes que respondan a sus propias prioridades.
Dado que, además de cuestiones comerciales, el acuerdo abarca aspectos como la libertad de Internet, los derechos de autor y la protección de patentes, existe el temor a que el pacto afecte a la libertad de expresión de los ciudadanos.
Una cuestión de salud: ¿Por qué pierden los pacientes con el TPP?
Tras el anuncio de que las negociaciones sobre el TPP entre las 12 naciones había concluido, Médicos Sin Fronteras ha denunciado las implicaciones que supone el pacto para la salud.
"Los grandes perdedores en el TPP son los pacientes y los proveedores de tratamiento en los países en desarrollo", afirma la organización, indicando que se trata del "peor acuerdo comercial para el acceso a los medicamentos en países en desarrollo, que serán obligados a cambiar sus leyes para incorporar abusivas protecciones de propiedad intelectual para las empresas farmacéuticas".
El grupo sostiene que el acuerdo "elevará el precio de los medicamentos para millones de personas al extender innecesariamente monopolios y retrasar aún más la competencia de genéricos para bajar los precios".
Otra filtración muestra que será muy difícil para los fabricantes de medicamentos genéricos competir con los medicamentos de marca en el extranjero.
Según el documento, en todos los aspectos que se describen en el capítulo sobre propiedad intelectual del TPP, los negociadores de Estados Unidos defienden a las grandes compañías farmacéuticas y exigen disposiciones de propiedad intelectual más estrictas.
RT
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Joseph Stiglitz: La pantomima del TPP
Joseph Stiglitz y Adam Hersh, Sin Permiso
Los negociadores y ministros de Estados Unidos y otros 11 países de la cuenca del Pacífico se reúnen en Atlanta en un esfuerzo por ultimar los detalles del nuevo Trans-Pacific Partnership (TPP, Partenariado Trans-Pacifico), y es necesario un análisis sobrio de su contenido. El mayor acuerdo de comercio e inversión regional de la historia no es lo que parece.
Se ha hablado mucho sobre la importancia del TPP para el “libre comercio”.
Los negociadores y ministros de Estados Unidos y otros 11 países de la cuenca del Pacífico se reúnen en Atlanta en un esfuerzo por ultimar los detalles del nuevo Trans-Pacific Partnership (TPP, Partenariado Trans-Pacifico), y es necesario un análisis sobrio de su contenido. El mayor acuerdo de comercio e inversión regional de la historia no es lo que parece.
Se ha hablado mucho sobre la importancia del TPP para el “libre comercio”.
En realidad se trata de un acuerdo para gestionar las relaciones comerciales y las inversiones de sus miembros. Y hacerlo en nombre de los grupos de presión empresariales más poderosos de cada país. No nos equivoquemos: es evidente por la naturaleza de las principales cuestiones pendientes, sobre las que los negociadores siguen regateando, que el TPP no tiene que ver con el "libre" comercio.
Nueva Zelanda ha amenazado con retirarse del acuerdo por la manera en que Canadá y los EE.UU. controlan el comercio de productos lácteos. Australia no está contenta con la forma en que los EE.UU. y México regulan el comercio de azúcar. Y los EE.UU. no están contentos con la forma en que Japón gestiona el comercio del arroz. Estas industrias están respaldadas por bloques de votantes importantes en sus respectivos países. Y estos temas representan sólo la punta del iceberg en términos de cómo el TPP impondrá una agenda que en realidad va en contra del libre comercio.
Para empezar, tenga en cuenta los efectos de un acuerdo que amplia los derechos de propiedad intelectual de las grandes compañías farmacéuticas, como hemos conocido gracias a las versiones filtradas del texto de negociación. La investigación económica demuestra claramente que tales derechos de propiedad intelectual no sirven para promover la investigación, en el mejor de los casos. De hecho, hay pruebas de lo contrario: cuando el Tribunal Supremo invalidó la patente de Myriad sobre el gen BRCA, se produjo una explosión de innovaciones que se tradujeron en mejores pruebas menos caras. En efecto, las disposiciones del TPP restringirán la competencia abierta y aumentarán los precios para los consumidores en los EE.UU. y en todo el mundo: anatema para el libre comercio.
El TPP regulará el comercio de productos farmacéuticos a través de una serie de cambios de unas reglas aparentemente arcanas sobre temas como "la vinculación de patentes", la "exclusividad de datos", y datos “biométricos". El resultado real es que se permitirá expandir a las empresas farmacéuticas - a veces casi por tiempo indefinido - sus monopolios sobre los medicamentos patentados, excluir a medicamentos genéricos más baratos del mercado, e impedir a competidores "biosimilares" la introducción de nuevos medicamentos durante años. Así es como el TPP regulará el comercio de la industria farmacéutica, si los EE.UU. se salen con la suya.
Del mismo modo, considere cómo los EE.UU. esperan utilizar el TPP para regular el comercio de la industria del tabaco. Durante décadas, las empresas tabacaleras estadounidenses han utilizado mecanismos de defensa para los inversores extranjeros creados por acuerdos similares al TPP para luchar contra regulaciones destinadas a frenar el flagelo para la salud pública que es el consumo de tabaco. Bajo estos sistemas de resolución de controversias inversores-Estado (ISDS), los inversores extranjeros adquieren nuevos derechos para demandar a los gobiernos nacionales ante mecanismos de arbitraje privados por reglamentos que consideren una amenaza para la rentabilidad esperada de sus inversiones.
Los intereses empresariales internacionales consideran imprescindibles los ISDS para proteger los derechos de propiedad donde no existen el imperio de la ley y tribunales creíbles. Pero este argumento no tiene sentido. Los EE.UU. están exigiendo el mismo mecanismo en un mega-acuerdo similar con la Unión Europea, la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP), a pesar de que no hay duda sobre la calidad de los sistemas jurídicos y los tribunales de Europa.
Todo el mundo está de acuerdo, los inversores - cualquiera que sea su domicilio fiscal - merecen ser protegidos contra expropiaciones o regulaciones discriminatorias. Pero los ISDS van mucho más allá: imponen la obligación de compensar a los inversores por las pérdidas de beneficios esperados y podría ser invocados incluso cuando las reglas no son discriminatorias y los beneficios se obtienen causando daño a la sociedad.
Actualmente Philip Morris International ha llevado a los tribunales a Australia y Uruguay (que no es socio del TPP) por exigir que los cigarrillos lleven etiquetas que adviertan de su peligro para la salud. Canadá, bajo amenaza de una demanda similar, se echó atrás de introducir una etiqueta de advertencia igualmente eficaz hace unos años.
Dado el velo de secreto que rodea a las negociaciones del TPP, no está claro si el tabaco será excluido parcialmente de los ISDS. De cualquier manera, la cuestión más amplia sigue estando ahí: estas disposiciones hacen que sea difícil a los gobiernos ejercer sus funciones básicas: la protección de la salud y la seguridad de sus ciudadanos, garantizar la estabilidad económica y la protección del medio ambiente.
Imagínese lo que habría ocurrido si esas disposiciones hubieran estado en vigor cuando se descubrieron los efectos letales del amianto. En lugar de cerrar las fabricas y obligar a los fabricantes a indemnizar a los perjudicados, bajo los ISDS, los gobiernos hubieran tenido que indemnizar a los fabricantes por no matar a sus ciudadanos. Los contribuyentes habrían pagado dos veces: primero por el daño causado a su salud por el amianto, y luego para compensar a los fabricantes por sus ganancias perdidas cuando el gobierno intervino para regular un producto peligroso.
No debe sorprender a nadie que los acuerdos internacionales de los Estados Unidos regulen, en vez de liberalizar, el comercio. Es lo que sucede cuando el proceso de decisión de las distintas políticas se cierra a las partes interesadas no empresariales; por no hablar de los representantes elegidos por el pueblo en el Congreso de los EE.UU..
Nueva Zelanda ha amenazado con retirarse del acuerdo por la manera en que Canadá y los EE.UU. controlan el comercio de productos lácteos. Australia no está contenta con la forma en que los EE.UU. y México regulan el comercio de azúcar. Y los EE.UU. no están contentos con la forma en que Japón gestiona el comercio del arroz. Estas industrias están respaldadas por bloques de votantes importantes en sus respectivos países. Y estos temas representan sólo la punta del iceberg en términos de cómo el TPP impondrá una agenda que en realidad va en contra del libre comercio.
Para empezar, tenga en cuenta los efectos de un acuerdo que amplia los derechos de propiedad intelectual de las grandes compañías farmacéuticas, como hemos conocido gracias a las versiones filtradas del texto de negociación. La investigación económica demuestra claramente que tales derechos de propiedad intelectual no sirven para promover la investigación, en el mejor de los casos. De hecho, hay pruebas de lo contrario: cuando el Tribunal Supremo invalidó la patente de Myriad sobre el gen BRCA, se produjo una explosión de innovaciones que se tradujeron en mejores pruebas menos caras. En efecto, las disposiciones del TPP restringirán la competencia abierta y aumentarán los precios para los consumidores en los EE.UU. y en todo el mundo: anatema para el libre comercio.
El TPP regulará el comercio de productos farmacéuticos a través de una serie de cambios de unas reglas aparentemente arcanas sobre temas como "la vinculación de patentes", la "exclusividad de datos", y datos “biométricos". El resultado real es que se permitirá expandir a las empresas farmacéuticas - a veces casi por tiempo indefinido - sus monopolios sobre los medicamentos patentados, excluir a medicamentos genéricos más baratos del mercado, e impedir a competidores "biosimilares" la introducción de nuevos medicamentos durante años. Así es como el TPP regulará el comercio de la industria farmacéutica, si los EE.UU. se salen con la suya.
Del mismo modo, considere cómo los EE.UU. esperan utilizar el TPP para regular el comercio de la industria del tabaco. Durante décadas, las empresas tabacaleras estadounidenses han utilizado mecanismos de defensa para los inversores extranjeros creados por acuerdos similares al TPP para luchar contra regulaciones destinadas a frenar el flagelo para la salud pública que es el consumo de tabaco. Bajo estos sistemas de resolución de controversias inversores-Estado (ISDS), los inversores extranjeros adquieren nuevos derechos para demandar a los gobiernos nacionales ante mecanismos de arbitraje privados por reglamentos que consideren una amenaza para la rentabilidad esperada de sus inversiones.
Los intereses empresariales internacionales consideran imprescindibles los ISDS para proteger los derechos de propiedad donde no existen el imperio de la ley y tribunales creíbles. Pero este argumento no tiene sentido. Los EE.UU. están exigiendo el mismo mecanismo en un mega-acuerdo similar con la Unión Europea, la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP), a pesar de que no hay duda sobre la calidad de los sistemas jurídicos y los tribunales de Europa.
Todo el mundo está de acuerdo, los inversores - cualquiera que sea su domicilio fiscal - merecen ser protegidos contra expropiaciones o regulaciones discriminatorias. Pero los ISDS van mucho más allá: imponen la obligación de compensar a los inversores por las pérdidas de beneficios esperados y podría ser invocados incluso cuando las reglas no son discriminatorias y los beneficios se obtienen causando daño a la sociedad.
Actualmente Philip Morris International ha llevado a los tribunales a Australia y Uruguay (que no es socio del TPP) por exigir que los cigarrillos lleven etiquetas que adviertan de su peligro para la salud. Canadá, bajo amenaza de una demanda similar, se echó atrás de introducir una etiqueta de advertencia igualmente eficaz hace unos años.
Dado el velo de secreto que rodea a las negociaciones del TPP, no está claro si el tabaco será excluido parcialmente de los ISDS. De cualquier manera, la cuestión más amplia sigue estando ahí: estas disposiciones hacen que sea difícil a los gobiernos ejercer sus funciones básicas: la protección de la salud y la seguridad de sus ciudadanos, garantizar la estabilidad económica y la protección del medio ambiente.
Imagínese lo que habría ocurrido si esas disposiciones hubieran estado en vigor cuando se descubrieron los efectos letales del amianto. En lugar de cerrar las fabricas y obligar a los fabricantes a indemnizar a los perjudicados, bajo los ISDS, los gobiernos hubieran tenido que indemnizar a los fabricantes por no matar a sus ciudadanos. Los contribuyentes habrían pagado dos veces: primero por el daño causado a su salud por el amianto, y luego para compensar a los fabricantes por sus ganancias perdidas cuando el gobierno intervino para regular un producto peligroso.
No debe sorprender a nadie que los acuerdos internacionales de los Estados Unidos regulen, en vez de liberalizar, el comercio. Es lo que sucede cuando el proceso de decisión de las distintas políticas se cierra a las partes interesadas no empresariales; por no hablar de los representantes elegidos por el pueblo en el Congreso de los EE.UU..
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