domingo, 18 de diciembre de 2016

En DEMOCRACIA ya es HABITUAL... MENTIR y ROMPER las PROMESAS hechas en CAMPAÑA

El legado estructural de las democracias capitalistas

En los últimos tiempos, y probablemente desde el establecimiento del sufragio universal, los presidentes electos han violado o roto sistemáticamente sus promesas

Este artículo empieza recordando las promesas del presidente saliente, Barack Obama y del presidente electo, Donald Trump.

Luego examinaremos las razones por las cuales la retórica populista y las promesas de paz y democracia que siempre se escuchan en las campañas se abandonan en cuanto el ganador nombra los miembros de su gabinete, comprometidos con políticas dictadas por las élites, militaristas y autoritarias, muy lejos de las expectativas de los electores.

Obama: Estilo y sustancia

Barack Obama, como todos los demagogos, prometió a los votantes estadounidenses que pondría fin a la ocupación militar de Irak, cerraría el campo de concentración de Guantánamo, acabaría con la tortura y el secretismo, defendería las libertades civiles, protegería a los poseedores de hipotecas estafados por los banqueros de Wall Street, aprobaría una verdadera reforma de la sanidad y elaboraría un procedimiento para que los trabajadores inmigrantes indocumentados y sus familias pudieran acceder a la ciudadanía.

Por encima de todo, Obama promocionó la idea de que era “el histórico presidente afroamericano” encargado de la tarea de cumplir las promesas de la revolución de los derechos civiles. Obama se dirigió a los activistas de los derechos humanos y civiles y les prometió poner fin a la violencia racial y la desigualdad. Prometió acabar con las violaciones de las libertades individuales por parte del Estado.

El “histórico presidente negro”: Una cantidad de promesas rotas sin precedente

Todos los presidentes, en mayor o menor grado, han quebrado sus compromisos electorales. 

Pero Barack Obama ha roto en sus dos mandatos más promesas y de mayor calado que cualquiera de sus predecesores. 

Su administración tenía por costumbre realizar promesas a sus seguidores para luego revisarlas inmediatamente y dar marcha atrás. 

Cada una de sus promesas de reforma social, atención sanitaria y política exterior basada en la diplomacia y el respeto solo sirvieron de preludio a la imposición de nuevas políticas más regresivas y nuevas guerras.

Su record es evidente: durante los ocho años de su presidencia, Obama rebajó las expectativas de todas las circunscripciones populares a las que cortejó y sedujo durante las campañas. ¡Nueve de cada diez estadounidenses negros votaron por Obama en ambas campañas!

A pesar del abrumador apoyo de los afroamericanos, aumentó la desigualdad de ingresos entre trabajadores blancos y negros, aumentó la violencia policial letal contra afroamericanos y se multiplicaron los ataques de paramilitares blancos, incluyendo la quema de iglesias afroamericanas.

Los afroamericanos acusados de delitos no violentos relacionados con las drogas (traficantes y consumidores) han sido encarcelados a un ritmo mucho mayor que sus homónimos blancos, mientras las gigantescas élites farmacéuticas y los médicos que prescriben narcóticos que estimulan la adicción a los opiáceos recaudaban unos beneficios cada vez mayores con total impunidad.

Obama continuó o comenzó siete guerras y docenas de operaciones violentas clandestinas, superando a su predecesor, el presidente George Bush hijo. 

Sus guerras provocaron la mayor cifra conjunta de africanos, árabes, asiáticos meridionales y europeos orientales desposeídos, heridos y asesinados de la historia mundial.

Obama transfirió 2 billones de dólares del Tesoro estadounidense para rescatar dos docenas de bancos de Wall Street, que a continuación siguieron ejecutando las hipotecas de 3 millones de viviendas de la clase trabajadora, en oposición a su retórica de campaña.

Las principales corporaciones multinacionales consiguieron ocultar más de 2 billones de dólares de beneficios en paraísos fiscales del extranjero. 

El presidente articuló en alguna ocasión una “crítica retórica edulcorada” contra los evasores de impuestos de las grandes corporaciones mientras seguía fiscalizando a los sobrecargados trabajadores, cuyos niveles de vida no paraban de caer.

Los militaristas corrompieron la administración Obama al completo hasta un punto no visto desde que los belicistas Harry Truman y Winston Churchill iniciaron cínicamente la Guerra Fría.

Obama practicó la política de rodear a Rusia de bases militares de EE.UU. y la OTAN asentadas por doquier, de los nuevos satélites bálticos estadounidenses a los Balcanes, del Mediterráneo al Cáucaso.

El régimen Obama financió los golpes de Estado violentos y las iniciativas sangrientas de “cambio de régimen” en Ucrania, Siria, Somalia, Libia, Honduras y Yemen, con resultados devastadores para millones de personas desplazadas y destituidas. 

Ningún otro señor de la guerra, pasado o presente, puede igualar la miseria y el caos sembrados por el régimen de Obama.

El don de lenguas de Obama

Obama, siempre camaleónico, hablaba con diferentes acentos y cadencias a las diferentes audiencias: a los jóvenes les hablaba en la jerga juvenil, se comunicaba con raperos, estrellas del baloncesto y del béisbol y famosos del cine. 

Con las damas negras que asisten a la iglesia, este graduado de la elitista academia Panahou y la Escuela de Derecho de Harvard, nacido y criado en Honolulu, adoptaba un acento baptista sureño, completamente ajeno a la forma de hablar de su madre y su abuela. 

Cuando se dirigía a los sofisticados peluqueros de perros de Chicago y a sus seguidores del sector de las finanzas, volvía a hablar con una seriedad profunda bien modulada.

Su lenguaje estaba lleno de eufemismos: el famoso pivote hacia Asiasuponía un agresivo y peligroso cerco marítimo y aéreo a China, con la intención de paralizar la mayor economía asiática.

Mientras hablaba de protección al medio ambiente y derechos de los trabajadores, presionaba para lograr el Acuerdo Transpacífico de libre comercio que otorga a las corporaciones multinacionales el poder de devorar los derechos laborales o las regulaciones ambientales.

También había prometido con tono firme proteger el acceso de los nativos norteamericanos a sus tierras tradicionales, sus fuentes de agua y sus lugares culturales, comunitarios y religiosos.

En la práctica, protegió los grandes proyectos de gasoductos y oleoductos que invadieron las tierras indígenas con una brutal policía militarizada y guardias de seguridad privados, que golpearon y encarcelaban a los activistas por la justicia social y amenazaron a los periodistas.

Obama ha reforzado los existentes operativos de vigilancia de la policía estatal a pesar de que violaban derechos constitucionales y ha impuesto una ampliación del control policial, especialmente contra los denunciantes de abusos (wistleblowers).

Al mando de una de las administraciones más herméticas de la historia, es el presidente que ha perseguido, destruido y encarcelado más funcionarios heroicos, por el “delito” de sacar a la luz delitos del Estado contra la ciudadanía. 

Ha hecho ostentación de las leyes federales que garantizan la protección de dichos denunciantes mientras aterrorizaba al sector público, desmoralizando a lo mejor de nuestros funcionarios.

Donald Trump: Promesas electorales y traiciones poselectorales

Decidido a superar las promesas rotas del presidente Obama, el presidente electo Trump rápidamente renunció a su campaña retórica de “drenar la ciénaga” de Washington y abrazó a sus “acérrimos enemigos” con el fervor de una cortesana experta. 

Los políticos republicanos tradicionales, empresarios y ocupantes de Wall Street, inicialmente opuestos a “Donald”, se han subido al carro y se han lanzado a sus brazos.

Trump ya ha roto las principales promesas que realizó en campaña a sus electores. 

Al tiempo que anunciaba que no “encarcelará” a Hillary Clinton por sus actividades relacionadas con la Fundación Clinton cuando estaba en el poder, ha alabado su valor e integridad.

Después de ser elegido, incluso ha condescendido con el antiguo presidente Bill Clinton, el del “escándalo sexual del despacho oval”. 

Puede que Trump haya cambiado de opinión respecto a la corrupción y los delitos de los Clinton, pero su masa de seguidores no lo ha hecho.

Trump alabó públicamente a Hillary Clinton a cambio de su decisión inicial de no enfrentarse a su victoria y “transición” electoral.

Sin embargo, su utilización de la candidata del Partido Verde Jill Stein para oponerse al conteo electoral y las acusaciones de la CIA y el Partido demócrata de la conspiración Rusia-Trump-FBI para influir en la campaña puede forzarle a revisar su decisión cuando de la ciénaga parecer surgir maniobras para dar un golpe de Estado palaciego.

Ha continuado con sus negocios privados, a los que prometió renunciar, para consternación de sus leales activistas de base.

Con la elección de los principales miembros de su gabinete, Trump ha lanzado señales contrapuestas: 

rompió sus promesas respecto a sus políticas económica, diplomática y exterior al nombrar o considerar el nombramiento de varios políticos representativos del ala republicana más convencional para ocupar puestos importantes, incluyendo a un vocal crítico como representante ante la ONU. 

El ala mayoritaria de los republicanos despreciaba a la masa electoral que apoyaba a Trump. Sin embargo, 

Pero también se ha rodeado de consejeros delegados del sector empresarial más orientados al mercado y menos militaristas que los típicos políticos del establishment demócrata y republicano.

También ha mantenido su promesa electoral de proteger el comercio y la industria estadounidenses, favoreciendo una política comercial con Rusia y pretendiendo negociar acuerdos de comercio más ventajosos con el presidente chino. 

Ha anunciado el nombramiento del consejero delegado de Exxon, Rex Tillerson, como secretario de Estado, una decisión claramente encaminada a finalizar las sanciones contra Rusia, que habrían cerrado las puertas de ese enorme mercado a las empresas y los gigantes de la energía estadounidenses.

Ha apelado directamente a la masa claramente partidaria de Israel, prometiendo “hacer pedazos” el acuerdo nuclear con Irán, muy impopular entre los judíos estadounidenses e israelíes militantes. 

A pesar de decir que era “el peor acuerdo de la historia de EE.UU.”, parece haber dado el “visto bueno” a los intereses de las grandes compañías de gas y petróleo, encantadas de firmar contratos multimillonarios con Teherán, y al gigante aeroespacial Boeing para que venda una nueva flota de aviones de pasajeros a Irán.

La demagogia electoral no es solo el triste patrimonio de Obama. La quiebra de las promesas es “la tónica dominante” de todos los presidentes demócratas y republicanos. El engaño y el lenguaje populista falso son moneda corriente porque es lo que exige la democracia capitalista a sus representantes políticos.

Las bases estructurales de la democracia capitalista

En las democracias capitalistas, los presidentes simulan dirigirse al “verdadero pueblo” mientras trabajan hábilmente a favor de los intereses de los grandes capitalistas y banqueros.

Cuando la “democracia capitalista” se ve amenazada y desacreditada, entra en acción la búsqueda de demagogos populistas.

Cuando los activistas por la paz y la justicia social organizaban manifestaciones masivas contra los bancos lideradas por el movimiento “Occupy Wall Street”, los banqueros echaron mano del “primer presidente negro de EE.UU” para desviar la indignación de los propietarios de viviendas desahuciados, engañar a los estudiantes blancos, tomar el pelo a los votantes latinos, cautivar a las devotas negras y conducir a todos ellos a los brazos corrompidos del partido demócrata.

Cuando la economía obligó a millones de personas a aceptar trabajos mal pagados y sin futuro y a disminuir su nivel de vida, cuando la globalización empobreció a pequeños y medianos empresarios y tenderos locales, apareció en escena un multimillonario bocazas rey de los casinos para ladrar su hipócrita retórica populista denunciando a la Sra. secretaria Hillary Clinton por sus lazos carnales con Wall Street. ¡Y resultó elegido presidente de los EEUU!

En otras palabras, cuando el capitalismo entra en crisis, los demagogos salen de debajo de las piedras.

Extravagantes capitalistas demagogos reemplazan a los típicos mentirosos transmisores de políticas electorales corruptas. 

La demagogia de Obama y de Trump ganó a los discursos aburridos de Hillary Clinton y Mitt Romney. 

Independientemente de lo estrafalarias que sean sus mentiras, Hillary y Mitt no fueron capaces de atrapar la imaginación de los votantes.

Las democracias capitalistas se han hecho más frágiles cuando las crisis económicas han arraigado y las recuperaciones son breves y débiles.

El ascenso creciente de demagogos presidenciales, de Obama a Trump, refleja el rechazo de las élites capitalistas a compartir cualquier ganancia de productividad con los trabajadores o a pagar impuestos sobre los beneficios que les reportan sus empresas en el extranjero para así aliviar la carga fiscal sobre los asalariados, o de invertir en una economía productiva que proporcione empleo a trabajadores bien pagados en lugar de participar en la especulación.

La “democracia capitalista” ya no puede engañar a los votantes. La mitad de ellos se abstienen de un proceso que no refleja sus intereses. Y la mitad de los votantes reales rechazan a los políticos tradicionales. 

Para retener una mínima apariencia de legitimidad electoral y permitir que los capitalistas continúen su gobierno, los demagogos tienen que reemplazar a los políticos “averiados” que se han prostituido demasiado abiertamente y con demasiada frecuencia.

Más del 80 por ciento de los votantes saben que sus votos no tienen ningún impacto en las decisiones políticas relacionadas con la guerra y la paz, las desigualdades internas y la distribución de la renta: los asuntos que realmente importan.

El capitalismo ya no es capaz de seguir reproduciéndose mediante una maquinaria electoral falsa. 

Si no fuera por la predecible aparición de novedades, como el “primer presidente negro” Obama o el “famoso presentador” Trump para ocupar la Casa Blanca gracias a un voto de protesta masivo, decenas de millones de abstencionistas y votantes descontentos podrían llenar las calles, echar a patadas a los líderes sindicales impostores que “hablan” solo por el 7 por ciento de los asalariados y rechazar de plano a los dos partidos políticos unidos como uña y carne al servicio de la élite del 1 por ciento.

Conclusión

Imaginemos que los demagogos capitalistas finalmente pierden su atractivo para las masas por causa de sus repetidas promesas incumplidas.

Supongamos que se produce un regreso temporal a los charlatanes políticos insulsos, responsables y cotidianos, cuando se agote este llamado “ciclo de outsiders”. El descontento de las masas no desaparecerá.

A medida que crezcan la crisis económica y las desigualdades, será inevitable que se produzcan estallidos públicos extra-parlamentarios. Estas explosiones instalarán el miedo y la incertidumbre entre los banqueros, los especuladores y los fabricantes multimillonarios de dispositivos electrónicos.

La tan cacareada “arquitectura de Silicon Valley” se derrumbará como castillos de arena. Puede que la clase capitalista tenga que cambiar las urnas por las balas.

¿Podrán confiar su riqueza y su estatus en las manos de miles de soldados y policías a quienes se les ordene rodear y disparar a millones de sus compatriotas trabajadores? 

¿O ya están soñando con robots…?

Artículo original: http://petras.lahaine.org/?p=2117

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo. Extractado por La Haine

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Si nos han de robar, 
que sean otros y no los mismos de siempre

Si como votantes, no nos escuchan
como consumidores, lo harán
boicoetemos sus empresas.
Llevamos las de ganar. 

Como acabar con la ESTAFA de las ELÉCTRICAS... de una puta vez pasando de los Vendepatrias del Bipartidismo

Ante el robo continuo y escandaloso por parte de las eléctricas y sus abusos en el recibo de la luz
propongo... 
actuar todos unidos como consumidores
contratando TODOS 
o en su defecto una gran mayoría,
  otra compañia eléctrica que no sea ninguna de estas dos (ENDESA - IBERDROLA) y cambiarnos a otra cualquiera de las muchas ofertas que existen hoy en día.

De tal forma que no les quede otra a las grandes que plegarse a nuestras demandas de una tarifa más justa y mucho más barata
o atenerse a las consecuencias 
de seguir con su estafa.

En nuestra mano está que siga este robo o cortar por lo sano para que no nos sigan mangoneando

ARMAK de ODELOT

Canción del Indignado Global

(solo pá Mentes preclaras 

libres de Polvo y Cargas)

Si me han de matar que sea,
 un Trump que de frente va

  no un Obama traicionero, 

que me venga por detrás.


Éstos del bipartidismo, 

a nadie ya se la dan

Tanto monta, monta tanto,

ser sociata o liberal.


Que harto me tienen sus cuentos, 

de crisis y guerras sin más

Cuando no hay bandera que tape, 

la ansia de un criminal.


Daños colaterales son, 

inocentes masacrar

si lo hiciéramos con ellos, 

no habría ni una guerra más.


Por eso pasa que pasa, 

que nadie se alista ya

a no ser que la CIA pague,
 
como al ISIS del MOSAD


A mí, que nunca me busquen, 

ni me llamen pá luchar.

Que yo no mato por nadie. 

Yo mato por no matar.


La paz de los cementerios 

es la paz del capital

Si soy rojo es porque quiero, 

en vida, vivir en paz.


Hoy tan solo mata el hambre, 

del rico por tener más 

Con el cómplice silencio, 

de toítos los demás.


Que preferimos taparnos, 

los ojos pá no pensar

O mirar pá otro lado, 

pensando que el mal se irá.


Creer que lo que a otro pasa, 

no nos tiene que importar.

Cá palo aguante su vela, 

repetimos sin cesar.


Éste es el mantra egoísta 

que rula por la sociedad

como si lo que le pase a otro, 

no te pueda a tí pasar


Más todo, cuán boomerang vuelve, 

al sitio de donde partió

y tal vez ocupes mañana, 

el sitio que otro dejó.


Mil pobres ceban a un rico, 

otros mil le dan jornal,

y otros cuantos dan su vida 

porque todo siga igual. 


Que no me coman la oreja, 

que no me creo ya ná

de sus guerras, sus estafas, 

ni su calentamiento global


Tan solo vuestras mentiras, 

esconden una verdad

que unos pocos están arriba 

y abajo tós los demás.


Da igual que seas ateo, 

cristiano o musulmán.

Solo los elegidos, 

el paraíso verán.


Hay medios alternativos, 

amarillos muchos más.

Unos más rojos que otros. 

Los menos, de radikal.


Más todos tienen su cosa, 

y a todos hay que hojear

Que comparando se tiene 

opinión más general.


Qué de tó aprende uno. 

Nadie tiene la verdad.

Ser más papista que el Papa, 

no es garantía de ná.


Solo creo en lo que veo, 

díjome santo Tomás, 

que el que a ciegas se conduce, 

no para de tropezar.


Y al enemigo, ni agua, 

ni nunca contemporizar

No dudes, tarde o temprano, 

siempre te la jugará.


No hay que seguir a nadie 

y a todos hay que escuchar.

Si tu conciencia te guía, 

de nada te arrepentirás.


Dá gusto ver a los ricos, 

pegarse por serlo más

mientras en eso se hallen, 

quizás nos dejen en paz.


Si te crees o no sus mentiras, 

a ellos les dá igual.

Con tomarlas por veraces, 

les basta para actuar. 


Que no me cuenten más cuentos, 

que tós me los sé yo ya.

Se demoniza a cualquiera

que no se deje robar.



No basta con ser un santo, 

sino ser de"su santoral"

Como la cojan contigo, 

no te valdrá ni el rezar.


Pensamiento único llaman. 

Anteojeras pá no pensar

más que en la zanahoria. 

El palo irá por detrás.


Si no crees en lo dictado, 

anti-sistema serás

Y por mucho bien que hagas, 

te van a demonizar.


Que no me coman la oreja, 

que a mí, no me la dan.

Que me sé todos sus cuentos 

y también, cada final.


Si de cañon, quieren carne, 

pál matadero llevar

que busquen a otro tonto, 

que este tonto no va más



No se ha visto en tóa la historia, 

otra estafa sin igual.

Que la madre tóas las crisis, 

que creó el capital


Y cuando tan ricamente, 

uno estaba en su sofá

Relajado y a cubierto, 

de inclemencias y demás,


te cortan sin previo aviso

el grifo de tu maná. 


Y te dejan sin tus sueños,
 
sin trabajo y sin hogar


y pá colmo y regodeo 

de propios y extraños, van

y te dicen como aviso

que al rojo no hay que escuchar


que son peores que el lobo,

del cuento y mucho más

y que si vas y los votas

toíto te lo robarán.



Si como votantes, no nos escuchan

como consumidores lo harán.

Boicoetemos sus empresas

Llevamos las de ganar. 


Si no queda más remedio

que dejarnos de robar

que sea otro y no el de siempre

tal vez así, aprenderá


No hay pan pá tanto chorizo,

dicen, cuando lo que sobra es pan.

Lo que no hay es un par de huevos
 
pá que no nos choriceen más.


Resultado de imagen de eladio fernandez refugiados suecia

Ellos tienen de tó

los demás, cuasi-de-ná

mas ellos son cuatro mierdas

y nosotros sémos más.


La próxima revolución 

contra las corporaciones será

y si ésta no se gana 

no habrá ninguna ya más.

Quien sepa entender que entienda

lo que digo es pá mascar

despacio y con buena conciencia.

Mi tiempo no dá... pá más


Armak de Odelot


Dicen: 

No será televisada, 

la próxima revolución.

Más como nadie se fía 

de lo que se nos dice hoy en día,

pasamos los días enteros, 

tumbados en el sofá

delante la caja tonta,

 por no perder el momento
del pase de la procesión 
que tós llevamos por dentro