Caso Bar España, una catástrofe moral y humana que no tiene fin desde hace 20 años | Imagen: tvbs.com.tw
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Bar España: ¿Es Castellón un paraíso para pederastas?
Además de un largometraje proyectado para el año próximo a las órdenes de Valentí Figueres, «cineasta y productor insurgente» creador del premiadísimo El Efecto K. El montador de Stalin, personalidades muy relevantes del mundo de la televisión están mostrando interés en hacerse eco del asunto. De momento, estas inquietudes sólo pueden ser mencionadas por encima para no echar a perder los acuerdos entre las partes.
Han sido muchos los medios a los que se han remitido los dosieres con la información pormenorizada relativa a este presunto caso de pederastia bautizado con el nombre de Caso Bar España. Igual que a lo largo de los últimos 20 años, casi todos ellos han vuelto la cara para el otro lado.
Sus motivos tendrán para mostrarse receptivos a investigar el asunto, y pasar, unas horas después, a denegar la petición con un tajante ¡no! que deja volar la imaginación hacia el lado menos benevolente del raciocinio.
Por miedo, quizás. Temor a perder un trabajo o a minar popularidades profesionales; es lícito. Pero hay que aprender que lo único a lo que se debe tener pavor es a la conciencia. Miedo a no cumplir la obligación moral inherente al ser humano, temeroso, de atender y proteger al débil, aún a riesgo de perder nada.
Porque no hay ausencia que quede en el camino para quien tiende la mano al deshonrado, insultado y humillado.
Terror a desnutrirse de empatía para entender que el miedo, que es universal, es más pavoroso en el alma de un niño terrenalmente desasistido.
Se abren nuevas esperanzas
En un nuevo intento de captar la atención de quien corresponda, Reinaldo Colas Navarro, padre de alguno de aquellos 80 niños que fueron presuntamente violados con premeditación y alevosía en el Bar España de Benicarló, iniciará este lunes día 12 de diciembre una ronda de salidas que comenzará a las 11 horas en la Plaza Nules ante la Vicepresidencia de la Generalitat Valenciana:
«Las víctimas se reúnen para ser escuchadas. Padres y madres vienen desde Vinarós y Benicarló para contar a los valencianos el abandono y la sordera institucional ante los hechos que sufrieron», declara Figueres.
Reinaldo quiere hablar con Mónica Oltra, vicepresidenta, portavoz y consejera de Igualdad y Política Inclusiva de la Generalitat Valenciana por Compromís.
Ella es la única que puede poner en marcha la maquinaria de la justicia política, social y personal que enmaraña este caso, devastador por implicar, presuntamente, a juezas, monitores y cuidadores de la Residencia Baix Maestrat de Benicarló, y a políticos mediáticamente importantes como Carlos Fabra y Francisco Camps, además de algunos personajes populares comoGiussepe Farina, ex-presidente del C.F Milan, y Bernard Alapetite, un de sobra conocido pederasta de nacionalidad francesa.
Junto a Reinaldo, dos familias más se unirán al clamor.
El padre nos cuenta que «el objetivo principal para este lunes es mover los mecanismos para sacar de la cárcel a los hermanos Miguel Ángel y Domingo Maura Ferreres—«discapacitado psíquico provocado esto por los hechos que denuncian»—.
Ya llevan casi 10 años presos en Albocàsser por las represalias de los denunciados por ellos», después de que el primero fuese entrevistado en el programa Pederastas al descubierto allá por el 2007. Quieren revisar su causa porque no entienden una pena de cárcel semejante: «No sabemos por qué están allí», asegura Figueres.
Los cazadores de la inocencia
La Manada será el título del largometraje de Valentí Figueres.
El director nos cuenta que «la denominación nació de unas palabras de la psicóloga que trató a algunas de las víctimas del Bar España: Mas del Coll —otro de los escenarios habituales de la supuesta trama— es un coto privado de caza, en este caso, de depredadores de inocencia y de seres humanos».
En el rodaje, este fin de semana el equipo de Figueres ha estado entrevistando a una de aquellas familias: «Un relato desgarrador, emocionante, potente, donde se puede ver la verdad en sus ojos», asegura el director.
La familia Calvo de Haro está rota desde aquellos años.
El tiempo no ha funcionado como bálsamo para ninguno de sus cinco miembros, que no son capaces de calmar sus recuerdos. Y le ha pasado factura, porque más allá de las secuelas físicas está la mente. Tal fue el grado de maltrato que, años después, uno de los hijos «decía a su madre que no salía a la calle porque no quería violar a ninguna chica», reproduciendo los mismos patrones que él había sufrido años atrás.
Tres hijos que por los años 90 contaban con tres, cinco y seis años.
Tres niños pequeños que fueron arrancados de la infancia día tras día: «Les decían que iban a ver una película. Los llevaban desde la Residencia Baix Maestrat de Vinaroz hasta el Bar España en una furgoneta verde.
En la habitación número 12 habían colocado sillas como si fuese la sala de un cine, pero proyectaban películas porno para que los niños las viesen mientras les ofrecían diversasdrogas, entre ellas pastillas relajantes y cocaína».
¿Qué sentirían esos niños al volver al lugar que debería ser su casa?
El mediano, que a día de hoy sigue en manos de la Psiquiatría, estaba atormentado por no poder proteger a su hermano pequeño. Cinco años tenía el niño que estaba siendo denigrado a lo más bajo que se puede denigrar a un ser humano, y tres el motivo de su principal preocupación.
¿Cómo afronta eso una madre? Dolores tuvo que dejar a sus hijos en Baix Maestrat para «cumplir una condena de tres años y medio por posesión de drogas». Nunca se enteró del dolor de sus niños, a pesar de que ellos escribían a su madre para contarle lo que ocurría.
No lo supo porque esas cartas no salieron de la residencia, presumiblemente por deseo explícito de su directora, Gema Perfecta Redó, una de las principales implicadas en la supuesta trama, y también una de las nombradas en todas las denuncias y testimonios de los que se tiene constancia.
El resultado fue un sentimiento de rencor hacia Dolores por haberlos abandonado, y diversos episodios de violencia incontenible por parte de alguno de los hijos. ¿Cómo pasa una madre los días sabiendo que no puede hacer nada para cambiar un pasado lleno de horror y de desesperación?
Una aseveración de la verdad
Después de haber puesto el caso en conocimiento de «políticos del PSOE y de Compromís aquí en Valencia, pero con escaso éxito», Valentí Figueres no descansa. Ha acudido incluso a Baltasar Garzón para pedir su ayuda y conseguir «un contacto con un grupo de abogados aquí en España que sean de verdad ‘incorruptibles’, o con un grupo de abogados internacionales que puedan llevar este caso a los tribunales europeos». De momento, tampoco hay respuesta.
Para tener la certeza absoluta de que lo que oía y leía era cierto, Figueres habló con la perito judicial que trató en su día a algunas de las supuestas víctimas del Bar España. Los relatos, terribles y estremecedores, son las vivencias de menores de edad que cuentan al detalle cómo eran violados y ultrajados hasta cotas indescriptibles:
«En la entrevista que mantuvimos hace unos meses, la perito nos contó que en el 2002, dos años después de que analizara este caso, un juez de Sagunto le envió unos manuscritos de niños para que verificara. Eran del caso de una abuela que había denunciado que a sus nietos se los llevaban por la noche a Benicarló, al Bar España para filmarlos, drogarlos y violarlos. La perito judicial confirmó la veracidad de lo que contaban, que era exactamente igual que lo que contaban los niños que había analizado dos años antes para el Fiscal Antonio Gastaldi, que fue el único fiscal que intentó llevar adelante el caso».
Este caso en concreto fue considerado un «cuento de niños» por el fiscal por el Juez de Sagunto y se desestimó el caso.
Además, Valentí se puso en contacto con el director de El Triangle, el medio de comunicación que en su día atendió el caso con varios artículos relacionados con el Bar España.
El resultado fue el mismo que con la perito judicial: «Me confirmó que él estuvo en los lugares de los hechos con las víctimas, y que sin lugar a dudas era cierto».
Para finalizar e intentar dar contrapeso al argumento de una posible venganza o falsificación de los hechos por parte de Reinaldo Colás Navarro, Valentí fue testigo del encuentro entre él y una recién descubierta familia —año 2012— cuyos hijos también habían pasado por el Bar España y por la Residencia Baix Maestrat: «No conocían a Reinaldo. Cuando se encontraron por primera vez yo estaba delante y grabé el audio de su conversación.
Este caso de una nueva familia que no conocía a Reinaldo invalida que todos fueran manipulados por él en su afán de protagonismo o venganza».
Las pruebas
20 años de procesos judiciales con cuatro casos abiertos a día de hoy que incluyen en su conjunto 27 testigos que han declarado a favor de las 80 víctimas que se conocen, denuncias de 9 familias con 17 menores de edad de entre «tres a 12 años», todas sobreseídas, y cero responsables.
Entre todos, mencionamos las declaraciones de algunos testigos arrepentidosy pederastas confesos que han aportado su versión de los hechos acaecidos en el Bar España, entre otros lugares.
Antonio Peraire Edo, uno de ellos, confesó «autoinculpándose de pertenecer como miembro de esta organizada red de pederastas».
En su día afirmó que «en la parte de arriba del Bar España hay habitaciones, entraban chicas de 9, 10 o 12 años». La declaración que el hombre prestó «ante los agentes de la Policía Judicial responsables de la Investigación Penal nº 32/99, que constan en las D.P. 703/00, del Juzgado nº 2 de Vinaroz», habla de filmación de películas con menores, de los autores de esas filmaciones, de sus protagonistas y de su punto de distribución habitual.
Antonio Peraire fue testigo presencial de los hechos e incluso vio alguna de las películas de contenido pedófilo.
Además, detalla con exactitud el mobiliario de la habitación número 12 del Bar España, e «incluso hace un pequeño dibujo de la distribución de las habitaciones».
A los adultos conscientes se une todo un repertorio de dibujos aparentemente infantiles y escritos del puño y letra de los niños. Son monigotes que representan escenas sexuales y cuentos sobrecogedores para la mente común, que se nutren de palabras que ponen la piel de gallina y echan a sudar a quien las lee.
Horrores narrativos envueltos en garabatos que no tienen nada de pueril en los que los menores relatan lo que fue su vida.
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Informes médicos, psicológicos y psiquiátricos, antecedentes de algunos de los supuestos pederastas e investigaciones anteriores al Bar España que se hicieron por su participación en redes internacionales del mismo signo.
Testimonios de víctimas, familiares e implicados que tienen la misma base: todos señalan a los mismos protagonistas y coinciden en su metodología, en la descripción del lugar con una precisión asombrosa que incluye detalles que no se ven si no se es habitual. Todos tienen un origen común, un lugar de convivencia común y, lo más importante, una historia común.
Que las supuestas vejaciones a las que podrían haber sido sometidos algunos de esos niños contasen con el beneplácito de uno de sus progenitores convierte el caso Bar España en una catástrofe moral y humana que no tiene fin desde hace 20 años. Porque a las infamias físicas se une la impotencia de ver cómo el tiempo pasa y la cosa no cambia.
Vestimos camisetas con las estampas de algunos héroes populares que en su tiempo lucharon contra la injusticia, utilizamos en redes sociales las benditas frases de aquellos que defendieron lo que era atroz a toda vista. Que no se quede en palabrería.
El poder mueve los hilos a su antojo hasta que alguien, quien quiera, grita a los cuatro vientos lo que el impedido ya no puede gritar más.
Una red de pedofilia implica a políticos muy conocidos
Casi un centenar de niños fueron violados de forma continuada en Castellón durante más de una década. Hoy, todo sigue en silencio
Indefensión es aquello que hace imposible la razón para quien sufre, y es también lo que remueve el alma de quien sabe que otro se encuentra enredado en algún tipo de orfandad.
80 niños, por decir un número, fueron sometidos a todo tipo de vejaciones sexuales a manos de unos hombres y unas mujeres que plañían por la rectitud de cara a la galería mientras pisoteaban toda cordura de puertas para adentro.80 niños violados continuamente, y dos de las que nadie ha vuelto a saber nada.
Ocurría en Castellón a mediados de los 90. A juzgar por la información de la que disponemos, parece ser que la trama pedófila, que tenía nombres y apellidos de sobra conocidos en la esfera política, campaba a sus anchas por Benicarló.
Un secreto a voces que contaba con la aprobación de algunas de las personalidades más relevantes de la época, bien porque se divertían desflorando la inocencia de aquellos niños, o bien porque obtenían beneficios y favores al hacer la vista gorda.
Que los primeros puedan dormir tranquilos va con su condición de sádicos, pero que aún hoy lo hagan los segundos, los que callaban por prebendas y cuatro duros, avergüenza a cualquier animal.
¿Cómo es posible que nadie, absolutamente nadie, haya atendido las denuncias de la violación continuada de niños y niñas que en muchas ocasiones no superaban los cuatro años de edad? ¿Cómo puede ser que la vileza, la inmoralidad, la malicia y la depravación estén tan consentidas?
Nadie ha querido enterarse
El asunto vuelve a la actualidad a raíz de «la intervención de la firma profesionalAbogados contra la Corrupción —ACC— el pasado mes de septiembre» para asumir la defensa de Reinaldo Colás Navarro, uno de los padres de aquellos niños a los que la degeneración puso la mano encima.
Este hombre sí denunció los hechos. Lo hizo hace 20 años junto a una de las pruebas más importantes que se tienen al respecto, y que es la declaración de Joaquín Manuel Crespo Marqués, testigo principal de los hechos. También junto a decenas de denuncias de muchos de aquellos menores. Hace 20 años que ambos llevan denunciando, y hace 20 años que a nadie le interesa.
Reinaldo y Joaquín Manuel no han sido escuchados en parte ninguna a pesar de que la denuncia del primero pone la piel de gallina. No estamos hablando de vender alcohol en mal estado o de jugar a contrabandista de tabaco. Los hechos que aquí se narran corresponden a una red de pedofilia instaurada en el Bar España de Benicarló, una matanza de virtudes y de derechos que ha pasado desapercibida.
Hay que tener el alma marchita para no estremecerse ante tal barbarie, en la que incluso dos niñas fueron presuntamente asesinadas delante de una cámara. Porque a los valientes del Bar España les gustaba grabar en vídeo las violaciones que cometían a diario para lucrarse después con su venta.
Que muchos de aquellos niños fuesen de acogida en la Residencia de Menores Baix Maestrat de Vinarós es más doloroso todavía: «Habían sido previamente captados por algunos de los servicios sociales de Benicarló […], y en ocasiones venían acompañados por Genma Perfecta Redó Ferré, la directora de este centro de menores.
También eran acompañados los niños por educadores del mismo centro». De la mano del diablo venían, que ellos creían un ángel. ¿Cómo se supera algo así? No se supera; no hay más.
Hay que ser muy miserable
Giuseppe Farina, según la declaración de Joaquín Manuel, era la cabeza visible de la organización criminal. Como tal, esta banda promovía «la corrupción sobre todos aquellos funcionarios públicos» que estuviesen encantados con el asunto.
Es la base de toda manada delincuente que se precie. Pero en esta, en la del Bar España, el asunto se salió del tiesto: no sólo se compraba la honorabilidad de quien hiciese falta, sino que, además, se jugó en el campo de la pedofilia y del asesinato.
Junio de 1997. A pesar de que los hechos que se narran fueron continuados durante más de una década, la declaración de Joaquín Manuel atiende a un día concreto de ese mes: En el Bar España se celebraba «una fiesta especial».
El testigo vio «mucho trasiego de personas mayores y niños que subían a la primera planta», entre ellos el cámara que llevaba «equipos de filmación y fotografía».
Para quien se lo pregunte, Joaquín Manuel estaba en el Bar España para cerrar un trato relacionado con unas cuantas pastillas de éxtasis. El caso es que tuvo que subir a la primera planta a que Farina diese el visto bueno a su negocio.
El entonces joven relata en su declaración que «unas mujeres estaban poniendo disfraces a los niños. En una mesa, la jueza Sofía Díaz —que iba vestida con una toga de juez— y su secretaria estaban preparando los refrescos».
Sin pudor ninguno, los pedófilos añadían a las bebidas «un jarabe». Además, Joaquín Manuel vio una «caja con compartimentos que contenía pastillas de colores que obligaban a tomar a los niños para que no sintieran dolor y no pudieran chillar».
En una fiesta con refrescos, con pastillitas de colores, con disfraces. Una fiesta que era de todo menos infantil. Hay que ser muy miserable.
Los famosos implicados
Entre los que asistían entonces a esta «fiesta especial», Joaquín Manuel nombra, entre otros, a «Carlos Fabra». Además, le llamó la atención «un hombre alto y delgado que iba disfrazado con un ridículo disfraz que consistía en una especie de maya muy ajustado a lo Spiderman, con un antifaz negro que le hacía resaltar su larga y ahuevada frente con unas entradas de pelo muy pronunciadas».
Después de relatar asuntos macabros y repulsivos que no se van a recoger en este artículo porque no aportarían nada nuevo, el testigo presencial cuenta que al día siguiente se entera por boca del dueño del Bar España, Carlitos España, que «este personaje se llama Paco Camps, que es Diputado de la Generalitat de Valencia y muy amigo de Fabra».
Muchos han sido los intentos particulares de los implicados de desenmascarar a Farina y compañía.
En internet se puede encontrar información al respecto, incluso la denuncia en la que estamos basando parte de nuestro relato —
Una trama de nombres populares y apellidos influyentes que no ha salido a la luz en ningún medio nacional, «a pesar de que todos tienen material, ya que en su momento se lo envié», como asegura Reinaldo.
Una urdimbre de violaciones a niños y a niñas, un ataque absoluto a la moral y a la indefensión, una salvajada bochornosa respaldada, supuestamente, por jueces, agentes y políticos.
Inevitablemente, uno se pregunta el porqué. Por qué son más importantes cuatro trajes de sastre, veinte toneladas de naranjas o tres cupones de lotería.
Por qué la cobardía de interesarse por uno mismo, y solo por uno, tira por tierra la humanidad y la misericordia de quien debe defender a aquel que la naturaleza le hace forzosamente dependiente. Por qué quien puede no pone los medios necesarios, se llame Juan, Manuel o Mónica.
Y que nadie los llame locos, porque no lo son. A un demente, su razón se le escapa de las manos. Que los llamen sádicos, viles e inhumanos.
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