Imprimir dinero,aumentar impuestos o aumentar deuda pública.¡Elige!
Así es la política monetaria del país nipón que cada vez imitamos más
El Banco Central Europeo (BCE), cada vez está adoptando una actitud más intervencionista en su política monetaria. Los tipos de interés en la actualidad ya se encuentran en el 0% en la Eurozona.
Dado que la vía de rebajar los tipos está agotada, la autoridad monetaria europea decidió intervenir el mercado de bonos para manipular la parte larga de la curva de rendimientos de los bonos, con el objetivo de que los estados miembros pudieran obtener financiación en sus déficits y evitar posibles riesgos deflacionistas.
Esta intervención agresiva supone, por parte de la institución monetaria,la compra de bonos soberanos en el mercado secundario y también, la compra de bonos corporativos tanto en el mercado primario como en el mercado secundario.
El pensamiento económico que subyace a esta política monetaria deimprimiendo dinero e inundando el sistema de liquidez se termina estimulando la economía productiva.
En principio, los ahorradores se verían obligados a reinvertir su dinero lo que mejora la situación económica del país y finalmente desaparecería cualquier atisbo de riesgo deflacionista. Sólo existe un problema, y es que aplicado a la realidad, como veremos a continuación en Japón, no ha funcionado.
Japón, sin lugar a dudas, supone un ejemplo que Europa no debería seguir bajo ningún concepto. Si nos remontamos a los hechos económicos, el Banco de Japón provocó con su bajada de tipos del 5% en el año 1985 al 2,5% en el año 1987 que la oferta monetaria del país nipón creciera un 10% entre los años 1996 y 1990.
Este contexto, fue clave para desarrollar la burbuja inmobiliaria. En apenas cinco años, el endeudamiento total de la economía se incrementó desde el 300% a casi el 400% del PIB en 1989, mediante el sobreendeudamiento de familias y empresas.
De hecho, la burbuja fue tal que los inmuebles japoneses llegaron a suponer el 20% de la riqueza mundial y la valoración de las acciones de Tokio era del 40% del valor mundial, un hecho sin precedentes en la historia.
El Banco de Japón marca la senda intervencionista
En los años 1989 y 1990, la burbuja estalló dando un baño de realidad a la locura monetaria que se había vivido en los últimos años impulsado por la autoridad monetaria.
En ese contexto, Japón tomó la vía keynesiana a la resolución de sus problemas, es decir menores tipos de interés, imprimir moneda, e intensos déficits públicos para sostener como fuera el modelo productivo.
Entre los años 1991 y 1995 los tipos de interés en Japón bajaron hasta un 0,5%. Asimismo, los paquetes de estímulo fueron verdaderamente intensos durante toda la década, con un total de 140,7 billones de yenes. Estas medidas no tienen precedentes en una economía moderna como Japón, sin embargo no se produjo recuperación alguna.
Entre los años 1995 y 1998, los bancos japoneses se encontraron con una morosidad valorada en 50,8 billones de yenes, por lo que se tomó la decisión que el Banco de Japón ayudará a las entidades comprando miles de millones de yenes en papel entre octubre de 1997 y octubre de 1998.
Durante esos años hubo un descenso de los tipos de interés.
El Banco de Japón decidió el 12 febrero del año 1999 que los tipos de interés deberían de situarse en el 0%, evidenciando los principios de la entrada en la trampa de liquidez.
Durante esta década, el apalancamiento del sector público fue mayor que el desapalancamiento del sector privado, cuyos déficits evolucionaron en torno al 4 y el 8% del PIB anual. Asimismo, la deuda pública aumentó desde el 70% sobre el PIB en el año 1990 hasta del 140% en el año 2000.
Marzo de 2001, el inicio de los experimentos QE
Sin embargo, no suficiente con hundir los tipos de interés, no observar mejoras económicas y observar tasas de inflación negativa, entre marzo del 2001 y diciembre 2004 empezaron las medidas no convencionales en forma de programa de flexibilización cuantitativa o Quantitative Easing (QE).
Los bancos japoneses recibieron 35,5 billones de yenes en inyecciones de liquidez desde el Banco de Japón.
Las acciones de la autoridad monetaria también estaban dirigidas en aquel momento para la compra de bonos del estado a largo plazo, con el fin de reducir la parte larga de la curva de rendimientos de los bonos soberanos. Japón es reconocido como el primer país que comenzó a aplicar un QE.
A finales de 2005 Japón estaba mostrando un tibio crecimiento, debido a un contexto global de fuerte crecimiento que tuvo un efecto arrastre sobre la economía nipona, por lo que se decidió poner punto y final al programa de flexibilización cuantitativa.
Segundas partes nunca fueron buenas: Abenomics
Tras más de una década de estímulos monetarios y sin éxito alguno, viendo la fragilidad económica y las tasas negativas de inflación, en el año 2013 el primer ministro japonés Shinzo Abe anunció el programa denominado Abenomics centrado en "tres flechas":
- Un aumento del estímulo fiscal vía gasto público con el objetivo de aumentar el crecimiento del PIB de la economía.
- Un aumento de la expansión monetaria, ayudando a financiar de manera barata la enorme deuda pública de Japón, comprando bonos gubernamentales a un ritmo anual de 80 billones.
- Reformas estructurales centradas principalmente la de regularización de varios sectores entre los que se pueden encontrar la sanidad, la agricultura y el mercado laboral para favorecer una mejora de la competitividad es del país.
La intervención monetaria llega incluso a productos cotizados como son los ETF´s, fondos cotizados que replican la evolución de la bolsa. Mediante esta vía, la autoridad monetaria se encuentra entre los diez accionistas mayoritarios del 90% de las empresas del selectivo bursátil japonés.
Se mire por donde se mire Abenomics está fracasando.
Si el objetivo era combatir ladeflación, el único momento en que la inflación subyacente despegó fue con el aumento del IVA (inflación subyacente del 3,4% en junio de 2014).
Meses más tarde, la inflación subyacente ha vuelto a territorio negativo.
Los resultados tras 25 años
En en la política económica tiene siempre consecuencias notorias.
De ello se deriva el concepto "Lost Decades", en referencia a la nula efectividad de la política monetaria japonesa para conseguir sus objetivos desde que estallara la crisis inmobiliaria.
La primera consecuencia económica es la propia debilidad de una economía niponacuyos estímulos, que hemos mencionado, le han impedido recuperarse vía la transformación del modelo productivo.
Se ha pretendido mantener los sectores improductivos, mediante financiación barata y la devaluación del yen. De hecho, comparativamente, desde 1990 Japón ha experimentado más del doble de recesiones técnicas que Estados Unidos y que éstas fueran de mayor duración.
Examinando su industria productiva, el valor añadido bruto supone un 5% inferior al valor añadido reflejado en el año 1991.
En especial cabe destacar el sector de manufacturero, que ha sufrido una caída del 29%. En términos salariales, el descenso real del salario medio ha sido del 25% al salario del pico de la burbuja.
Para aquellos que aseguran que imprimir dinero no genera inflación, sólo basta con observar la evolución en el mercado de bonos soberanos de la curva de rendimientos. Y es que en última instancia, el bono japonés a 15 años está cotizando con una rentabilidad negativa, una clara inflación financiera que ha repercutido de manera directa en el mercado de bonos.
Las medidas no convencionales monetarias que ha protagonizado el Banco de Japón han llevado a disparar su balance. Durante la crisis el balance de la autoridad monetaria en relación al PIB ha aumentado del 22 al 77%. Comparativamente, en el año 2008 la Reserva Federal ostentaba un balance de 6% mientras que en la actualidad es del 25%.
A día de hoy, el Banco de Japón ya acumula en su balance una tercera parte de toda la deuda pública japonesa que supone el 240% sobre el PIB. Estos niveles de deuda suponen 24 veces los ingresos fiscales del gobierno (la deuda de EEUU es de 6 veces sus ingresos fiscales).
A pesar de que el gobierno de Japón se financia a unos intereses ridículos, con unos intereses promedios del 0,5%, los niveles disparados de deuda hacen que en sus presupuestos de la partida intereses suponga 22% del total.
La devaluación del yen no tiene efecto en las exportaciones, en diciembre de 2015 se obtuvo el peor dato en exportaciones con una caída del 8%, siendo el peor dato desde 2009.
Finalmente, la bolsa tiende a ser un activo que se revaloriza en el largo plazo. No obstante, el índice Nikkei 225 arrastra en la actualidad unas pérdidas del 57% desde los máximos de la burbuja inmobiliaria en el año 1990. Es más, frente a los mínimos de 2009, las pérdidas han llegado a suponer unas pérdidas del 80% desde los máximos históricos.
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