Imagen de Redneck Revolt
Se incrementan los sabotajes y la resistencia armada en el interior de Estados Unidos
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- septiembre 1º, 2017
Desde comienzos del año pasado las autoridades federales advierten a las autoridades nacionales y locales de que los extremistas de izquierda denominados “antifa” son cada vez más conflictivos y peligrosos, hasta el punto de que el Departamento de Seguridad Interior (DHS) ha clasificado formalmente sus actividades como “violencia terrorista nacional”.
Mucho antes de la convocatoria del 12 de agosto en Charlotesville, en Virginia, que resultó mortal, el DHA avisaba contra los crecientes riesgos de violencia mortal entre los anarquistas de izquierda y los grupos de derecha racista blanca y nacionalistas.
Documentos no publicados anteriormente revelaban que en abril del año pasado las autoridades pensaban que los “extremistas anarquistas” eran los principales instigadores de la violencia en las convocatorias públicas contra una serie de objetivos.
Fueron culpados por las autoridades de ataques a la policía, al gobierno y las instituciones políticas, así como contra los símbolos del“sistema capitalista”, de racismo, injusticia social y fascismo, según una evaluación confidencial de investigación de 2016, realizada conjuntamente por el DHS y el FBI.
Tras la elección de Trump en noviembre, los militantes “antifas” se han orientado hacia otro objetivo, en particular contra los miembros de grupos racistas blancos y nacionalistas, que salieron repentinamente en masa a saludar su victoria, apoyar las medidas de represión contra inmigrantes y musulmanes y protestar contra la labor que llevaban en contra de suprimir los símbolos de la Confederación.
Estos informes parecen validar la insistencia de Trump cuando afirma que los extremistas de izquierda eran en parte responsables de los enfrentamientos de Charlottesville y representaban un problema a escala nacional. Pero también reflejan en qué medida su propio movimiento político ha causado la reacción violenta.
En algunas entrevistas, los servicios de policía han indicado claramente que la retórica y las políticas incendiarias de Trump, primero como candidato y después como presidente, han contribuido a crear una situación de forma tan rápida y tan extensa que no controlan la situación.
“Es en este tiempo [durante la campaña de Trump] cuando realmente hemos tomado conciencia”, ha declarado un alto responsable jurídico que seguía a los extremistas en un Estado que se ha convertido en la línea del frente de los choques entre los grupos.
“Estos ‘antifas’ venían con armas, escudos y cascos de moto, y golpeaban a la gente... Emplean cócteles Molotov, prenden fuego, lanzan bombas y rompen escaparates”.
Casi inmediatamente, los atacados han reaccionado, empleando cada vez más armas y lanzando sus propios ataques sin provocación ninguna, como muestran los documentos y las entrevistas.
El extremismo de los dos campos se ha aprovechado de esos enfrentamientos, sobre todo tras Charlottesville, para reclutar un número sin precedentes de nuevos miembros, recoger fondos y amenazar con nuevos enfrentamientos, según informan.
“Todo el mundo se pregunta ¿qué vamos a hacer?, ¿cómo vamos a tratar esto?”, ha declarado el alto funcionario judicial. “Cada vez que hay una protesta en donde todos están trayendo armas, apretamos el culo. Las emociones se calientan, y los dedos acarician los gatillos”.
Incluso antes de Charlottesville, docenas y centenares de personas acudían a convocatorias en Texas, California, Oregón y otros lugares, portando armas y buscando pelea.
En Austin, Tejas, “antifas” armados atacaron a los partidarios de Trump y grupos racistas en diversos mítines, enfrentándose luego a la policía en un esfuerzo exitoso para impedirles practicar detenciones.
California se ha convertido en otro campo de batalla, con violentos choques en Berkeley, Sacramento y Orange County que han causado numerosos heridos.
Y según las autoridades judiciales los contra-manifestantes iniciaron los ataques en dos choques anteriores en Charlotesville.
Hay nuevas convocatorias anunciadas en los próximos meses en el país, incluyendo Texas, Oregón, Missouri y Florida.
Las autoridades están especialmente preocupadas por ello en Estados en donde virtualmente nadie, incluyendo activistas investigados por instigar a la violencia, puede exhibir rifles de asalto en público.
Las tensiones se elevaron hasta el punto de que, tras el intercambio de acusaciones en Charlottesville, circuló el rumor de que los “antifas”intentarían boicotear la masiva reunión motera en Sturgis, Dakota del Sur, a causa de la abundancia de banderas de la Confederación y carteles de Trump.
No era cierto, pero desencadenó una oleada de peticiones por parte de antifascistas para que acudieran a la cita. Incluso se llegó a mostrar un “Sturgis Survival Kit” para posibles manifestantes antifascistas, con un torniquete, morfina, escayola y desfibrilador.
“Tanto los racistas como un segmento de antifascistas violentos son partidarios de la escalada en el uso de armas, y la policía se ve superada, resultando en el aumento de enfrentamientos violentos y peligrosos”, manifestó un ex oficial de la policía de Nueva York, Brian Levin, quien ha estado encargado del control de “militantes” desde hace 31 años, y ahora en el Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo de la California State University.
“Es un baile organizado. Las convocatorias se extienden por las redes sociales y entonces muchas más gente se presenta en ellas estimulado por el enfrentamiento violento”.
Durante las últimas décadas las autoridades se concentraron casi exclusivamente en los grupos de derecha como los más probables instigadores de la violencia terrorista nacional, especialmente desde que Timothy McVeigh hiciera explotar el edificio federal de Oklahoma City en 1995, matando a 168 personas.
Más recientemente, los grupos antifas, que algunos denominan la Red de Acción Antifascista, proceden de grupos antigubernamentales de izquierda como el “Black Block”, manifestantes con máscaras negras que han provocado violencia en ocasiones como la reunión de la Organización Mundial de Comercio en Seattle en 1999.
Alegan no tener ningún jefe o ninguna jerarquía, pero las autoridades que los siguen consideran que están organizados en redes descentralizadas de células que se coordinan entre ellas.
A menudo pasan semanas planificando la violencia en próximos eventos, según informe del DHA y el FBI del pasado 16 de abril titulado “Comparaciones básicas de los movimientos extremistas anarquistas estadounidenses y extranjeros”.
Han emergido decenas de grupos armados antifascistas, incluyendo“Redneck Revolt” y los “Guardias Rojos”.
Un informe de las autoridades de Nueva Jersey indica que grupos auto descritos como “antifa” han surgido en ciudades que incluyen Nueva York, Filadelfia, Chicago y San Francisco.
Algunos informes del DHS y del FBI comenzaron a denunciar a los manifestantes “antifa” antes de las elecciones.
En uno de ellos, fechado el pasado septiembre [de 2016], el DHS estudia los recientes enfrentamientos violentos durante actos organizados por el “Traditionalist Workers Party” y sus asociados, los “Golden State Skinheads”.
Según la policía, contramanifestantes ligados a grupos “antifa” y asociados como“By Any Means Necessary” atacaron, causando disturbios tras los cuales al menos diez personas fueron hospitalizadas, algunos con heridas de arma blanca.
En el mitin de Sacramento, los “antifas” llegaron buscando violencia y“maniobrando de manera que evidenciaba su competencia en la planificación, principalmente la organización de transporte para viajar desde distintos lugares, la recogida de fondos ante la posibilidad de detenciones, labores de contravigilancia usando equipos de tres personas, con radios móviles para la comunicación y coordinando el evento a través de las redes sociales”, indicó el informe del DHA.
Las evaluaciones de la inteligencia se centran menos en pistolas que en las armas caseras usadas por los “antifas”, a la vista de fotos en las que exhiben hachas de mano y escudos, a menudo con tornillos industriales a modo de bayonetas.
Un veterano miembro de la judicatura local declaró que “un amplio puñado de entre ellos” han sido considerados los suficientemente peligrosos para entrar en las listas de vigilados por terrorismo.
El FBI y el DHS no comentaron este ni otros aspectos de la evaluación, diciendo que su fin no era el de hacerse públicos.
Hacia la primavera del año pasado los grupos anarquistas se fueron haciendo más agresivos, incluso con ataques armados hacia personas o pequeños grupos de lo que consideraban como enemigos.
Los funcionarios federales lanzaron una investigación general con la ayuda de organismos de inteligencia, según las consideraciones del DHS y del FBI.
El objetivo de esta investigación era determinar si los grupos anarquistas estadounidenses pudieran iniciar la comisión de atentados terroristas como su correligionarios de “movimientos extremistas anarquistas extranjeros” en Grecia, Italia o México, posiblemente en las convenciones de los Republicanos y Demócratas este verano.
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