Las limitaciones y discriminación sistemáticas contra la minoría musulmana rohingya en Myanmar (Birmania) empezaron a inicios de los 60, justo después de que el general Ne Win llegara al poder, a través de un golpe militar, en marzo de 1962.
Tres años más tarde, en 1965, se prohibió la producción y emisión de programas de la radio y televisión en el idioma de esta minoría musulmana.
Desde entonces, poco a poco se aumentaron las presiones y limitaciones sociales, así como se cambiaron los nombres locales de la población.
Lo peor de todo para los rohingyas comenzó en 1982 con la puesta en marcha de la ley de derechos de la ciudadanía.
En aquel año, les denegaron la nacionalidad a miles de esta minoría de la noche a la mañana y así esa comunidad musulmana fue excluida de muchos de sus derechos y libertades.
Esta ley afectó incluso a quienes habían vivido por décadas en este país y por si fuera poco sus hijos fueron excluidos de los servicios de salud y educación.
Por ejemplo, no se ejecuta la vacunación de los niños en las zonas de residencia de rohingyas y solo pocas escuelas funcionaban, de forma no oficial, para educar a sus niños.
Cabe mencionar que dichas limitaciones y presiones se realizaban incluso cuando no había ninguna crisis o conflicto en este país. De hecho, la política oficial del gobierno birmano reside en que los rohingyas no pertenecen a Myanmar y que han venido de Bangladés. En este mismo contexto, en sus declaraciones oficiales califican a esta minoría de bengalíes.
En las últimas décadas, el gobierno birmano solo ha concedido la nacionalidad a aquellos que han cambiado su religión y de esta forma el resto de la población rohingyas permanece en una situación ambigua y por las crisis como la que ocurrió en 2012 o la que estamos viendo ahora, han tenido que escapar de la violencia sistemática.
Éxodo masivo
Cada día, cada hora y cada segundo está aumentando drásticamente el éxodo rohingya que huye de la violencia del ejército en Myanmar.
En tan sólo dos semanas se duplicó la cifra de asesinatos, superó 1000, y los que han huido, son unos 400 mil. Se trata de una comunidad musulmana que está siendo exterminada en Myanmar, que le disparan, que le queman sus casas y que ni siquiera tiene derecho ni a ser nombrada.
Hace unos meses, durante la primera fase de la actual campaña militar, un duro informe elaborado por una comisión de investigación de la ONU detalló, mediante los testimonios de los refugiados, relatos consistentes que apuntaban a masacres, asesinatos de civiles -entre los que se incluían menores y bebés- y violaciones sistemáticas, a menudo en grupo, de mujeres rohingya.
Las organizaciones pro derechos humanos están criticando lo que está pasando contra esta minoría pero en práctica no ha pasado nada.
Lo peor de todo es que la principal co-responsable de esta barbarie es, paradójicamente, la premio Nobel y actual dirigente birmana Aung San Suu Kyi, a quien el Arzobispo Desmond Tutu dedicó una carta para que cesase las hostilidades: "Mi querida Aung San Suu Kyi. Yo ya estoy viejo, decrépito y formalmente retirado, pero rompo mi promesa de permanecer en silencio por la profunda tristeza que me causa la situación de la minoría Rohingya".
Suu Kyi, es quien recibió el premio Nobel de paz por su propagandística y organizada supuesta lucha por los derechos humanos -con una biografía hecha a medida que oculta su raíz y fortuna filojaponesa y genocida-, ahora dice que derechos humanos no es su prioridad y se ha convertido en fiel aliada de los dictadores y es ahora parte del problema de derechos humanos en su país.
Y para el colmo esta autoridad ha impedido la entrada de la misión de las Naciones Unidas aprobada "con carácter urgente", el pasado marzo, para investigar la violencia en este país y, en especial, los presuntos crímenes contra la Humanidad cometidos por las fuerzas de Seguridad contra la minoría rohingya.
De hecho, falta de identidad de más de un millón y trecientas personas de una minoría es un gran problema del sistema jurídico y de derechos humanos del mundo.
En este contexto, cabe señalar los artículos 18 y 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos:
"Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de Creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión".
Además el artículo 15 de la declaración universal de derechos humanos señala:
Toda persona tiene derecho a una nacionalidad. A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiar de nacionalidad.
Ante esta situación, el organismo cuyo deber es "aparentemente" salvaguardar los derechos humanos y la paz en el mundo, es decir, la ONU, solo se ha limitado a manifestar unas declaraciones en condena de esta limpieza étnica.
En este contexto, el secretario general de la ONU en unas palabras neutras dijo: "Las injusticias que se han dejado agravar durante décadas han escalado ahora más allá de las fronteras de Myanmar desestabilizando la región. La situación humanitaria es catastrófica".
Incluso, EEUU que intenta presentarse como principal defensor de derechos humanos en vez de actuar para aliviar el sufrimiento de los rohingyas, está debatiendo en el Senado una ley de gastos de defensa que podría ampliar la cooperación de la Departamento de Defensa estadounidense (Pentágono) con el Ejército de Myanmar, acusado de decapitar y quemar vivos a niños rohingyas.
Esto mientras, cuando pasa algo mil veces menor que esta tragedia humana, los alegadores de la defensa de derechos humanos entran en escena y mantienen reuniones de emergencia y aprueban diferentes resoluciones para imponer sanciones asfixiantes para detener la tragedia.
Así que parece que el éxodo masivo y la masacre de los rohingyas aún no contradicen los intereses de las superpotencias para actuar.
Con todo lo expuesto se puede señalar que estamos viviendo en un mundo lleno de discriminación y desigualdad. Desde hace tiempo existe la declaración universal de derechos humanos, no obstante, casos como el de los palestinos, rohingyas, yemeníes, sudaneses, entre otros, siguen vigentes y mientras no está dañando los intereses de las superpotencias no hay medidas concretas. Por lo tanto, lo único que se puede hacer es realizar protestas, marchas y solidarizarse con los oprimidos para obligar a los gobiernos a hacer algo, informa HispanTv.
El gobierno de Aung San coloca minas en la frontera para impedir regresar a los expoliados rohingyas
Birmania ha colocado minas terrestres a través de una sección de su frontera con Bangladesh, dijeron dos fuentes del gobierno en Dhaka, añadiendo que el propósito es prevenir el retorno de los musulmanes Rohingya que huyen de la violencia budista y la represión y robo de tierras por el gobierno oligárquico de Aung San Suu Kyi.
Myanmar, gobernada por la oligarca y "premio Nobel de la Paz" de la OTAN Aung San Suu Kyi, hija de quien la sometió al invasor nipón durante la II Guerra (ambos en la foto), ha bloqueado todas las agencias de ayuda de las Naciones Unidas que entregan suministros vitales de alimentos, agua y medicinas a miles de civiles desesperados en medio de una sangrienta campaña militar de genocidio contra los musulmanes.
La ONU y ONGs denuncian las violaciones de derechos humanos y ejecuciones extrajudiciales por parte de la Policía birmana y piden acción internacional para "evitar una catástrofe humanitaria" organizada y realizada por el gobierno fascista de la Premio Nobel de la Paz y oligarca Aung San Suu Kyi, la títere financiada por la OTAN para gobernar la exbritánica Myanmar según los intereses de la vieja casta monárquica.
Cientos de personas volvieron a salir a las calles de Saint Louis, en el estado norteamericano de Missouri, en repudio a la controvertida absolución de un policía blanco que mató a un hombre negro desarmado.
Por tercer día consecutivo, cientos de personas volvieron a salir a la calle para expresar su rechazo al fallo a favor del policía, que, en su opinión, actuó por motivos racistas.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, se ha preguntado quién actúa "como dictador", si él, que permitió una consulta convocada por la oposición contra el proceso constituyente, o el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, opuesto al referéndum en Cataluña. "¿Quién actúa como dictador?
¿Maduro, que permitió una consulta ilegal, la protegió y le dio amplias libertades, o Mariano Rajoy, que no quiere que el pueblo de Cataluña diga su palabra?", ha afirmado durante su programa televisivo.
La crisis migratoria que recrudeció en Myanmar tras el accionar del Tatmadaw (ejército birmano) y organizaciones fundamentalistas budistas como el grupo 969 y el movimiento Ma Ba Tha, (asociación patriótica de Myanmar), contra la minoría rohingyá, concentrada en el estado de Rakhine, donde se asienta la mayoría, de hasta hace pocas semanas, el millón 300 mil musulmanes birmanos que carecen de todo derecho y que según ha denunciado el jefe de derechos humanos de la ONU, el jordano Zeid Ra'ad al-Hussein se está practicando “una limpieza étnica de manual”.
Lo que ha obligado en estas últimas tres semanas por lo menos a 400.000 rohingyás a huir a Bangladesh, que se suman a un número igual que llegaron tras las periódicas operaciones que práctica el gobierno de Naipyidó contra ellos.
El comandante en jefe del Tatmadaw jefe del Estado Mayor el general Min Aung Hlaing, aparece como el máximo responsable del genocidio, que cataloga a la etnia como un grupo de inmigrantes bengalíes que deben volver a su país. Según sus declaraciones: “Se debe acabar con un problema que no debería existir en Myanmar”.
Mientras el peso político de esta nueva operación antirohingyás lo está llevando Aung San Suu Kyi, el general Hlaing, en estos últimos días ha profundizado la limpieza étnica en una carrera contrarreloj, intentando terminarla antes que la burocracia internacional pueda producir algún tipo de sanción.
Hlaing, fue una de las cabezas de la represión de la” Revolución de Azafrán” en 2007 para contrarrestar la manifestaciones encabezadas por monjes budistas que exigían una baja en los precios de los alimentos y el costo de vida.
En su foja de servicio también consta la aniquilación en 2009, del Ejército Alianza Democrática Nacional de Myanmar de la minoría étnica kokang cuya violencia y prácticas de guerra sucia obligó a unos 40.000 mil miembros de esa etnia a huir a China.
Según la constitución birmana el poder político del país no controla el accionar de las fuerzas armadas, que se maneja prácticamente de manera independiente, dirigiendo también a la policía, los servicios de seguridad, el control de las prisiones, las fronteras, además de dominar el 25 % del Parlamento.
Para contener la oleada de refugiados que sin duda se continuara el Gobierno de Dhaka que ha intentado por todos los medios impedir esta nueva llegada de refugiados, ha decidido en estas últimas horas la construcción de un campo de refugiados para albergar a estos nuevos 400.000 que han entrado en el país, en los últimos 10 días.
Este nuevo asentamiento de aproximadamente 800 hectáreas se sumaría a los campos ya desbordados de Teknaf, Kutupalong, Balihkali, y se ubica en Cox's Bazar, a unos cincuenta kilómetros de la frontera birmana.
Esta decisión de la Primera Ministra bangledí Sheikh Hasina, tratando de controlar el desborde que se está sucediendo en las aldeas fronterizas, cuyas calles se han visto inundadas de rohingyás pidiendo comida, agua y en muchos casos asistencia médica, ya que son muchos los refugiados presentan heridas y diferentes enfermedades, que podrían desatar epidemias de características imprevisibles.
Por su parte el ministro de asuntos internos Asaduzzaman Khan, dijo que los rohingyás no podrán salir del campamento y que el gobierno impondrá severas normas a los nuevos habitantes del asentamiento.
Las organizaciones humanitarias que ya están actuando en la región han señalado su preocupación por las condiciones físicas y de salud con que han arribado numerosos contingentes de refugiados tras semanas de persecución y acoso por parte del Tatmadaw.
Es muy poco lo que estas organizaciones y el propio Gobierno podrán hacer frente a esta crisis.
Ya que Bangladesh además de estar superpoblado, unos 160 millones de habitantes en una superficie de 144.000 kilómetros (Uruguay cuenta con 176.220), es uno de los países más pobres del mundo, en que donde un tercio de sus habitantes vive con menos de un dólar al día.
Con un 30 % de en el umbral de la pobreza extrema, que convierte al país en uno de los más pobres de la región.
Con una economía basada en la ganadería, la agricultura y cuya única industria es la textil, con mano de obra prácticamente esclava, sin regulaciones laborales, de seguridad y sanitarias, lo que ha convertido al país en el centro ideal para la explotación de multinacionales de la moda.
Su producción textil ocupa el segundo lugar a nivel mundial detrás de China.
Según datos del Banco Mundial en las últimas dos décadas salieron de la pobreza 20 millones de personas y existen índices de crecimiento importantes aunque está muy lejos de ocupar a la mayoría de su población.
Bangladesh, entonces Pakistán Oriental, consigue su independencia en 1971 tras una cruenta guerra con Pakistán Occidental que se estima dejó entre 300.000 y tres millones de muertos.
Desde entonces golpes de Estado, revoluciones, asonadas, rebeliones militares y protestan sociales han marcado el ritmo político del país dejando siempre un gran número de muertos.
La última gran masacre se registra en el año 2000, en el que fueron asesinadas más de 6.000 personas y fueron heridas 40.000 en diferentes protestas laborales.
En 2001 consigue un importante triunfo el partido Bangladesh Jatiotabadi Dôl (Partido Nacionalista de Bangladesh) de Jaleda Zia, la viuda del fundador del Bangladesh moderno Mujibur Rahman, asesinado en 1975, que gobernó hasta 2009.
En la actualidad encabeza el gobierno otra mujer, Sheikh Hasina, del partido Awami Muslim League (Liga Awami de Bangladesh).
Rohingyás sin mundo
No solo Bangladesh ha recibido importantes flujos de refugiados rohingyás que huyen de las arbitrariedades del Gobierno birmano.
Desde los años 70 esta etnia ha buscado refugio en diferentes países musulmanes, se estima que unos 350.000 en Pakistán, 200.000 en Arabia Saudita, 150.000 en Malasia, 40.000 en India, Indonesia, 10.000 en los Emiratos Árabes, 5.000 en Tailandia y 1.000 en Indonesia.
Hasta ahora ninguna de estas naciones se ha mostrado proclive a seguir recibiendo más refugiados e incluso en India, donde la cuestión entre las comunidad musulmana aproximadamente unos 150 millones están viviendo un momento de gran tensión política y social, impulsado por las medidas nacionalistas del ultraderechista Primer Ministro Narendra Modi.
En estos últimos meses los rohingyás han sido declarados ilegales y se han anunciado próximas deportaciones a Myanmar.
Las comunidades de esta etnia establecidas particularmente en Sharam Vihar y Madanpur Khadar, en el sureste de la capital Delhi, Jammu, Hyderabad, Haryana, Uttar Pradesh y Rajasthan viven desde hace dos meses en la incertidumbre y el miedo de tener que volver a Myanmar, donde creen los espera una muerte segura.
El sábado 9 de septiembre en una reunión mantenida en Kazajistán entre el presidente turco Recep Erdogan y el jefe del estado iraní Hasán Rohaní, acordaron enviar ayuda humanitaria a los musulmanes de Myanmar y coordinar junto a otros países musulmanes acciones diplomáticas sobre el Gobierno que de hecho encabeza Aung San Suu Kyde para detener la violencia.
Este acuerdo entre Erdogan y Rohani, se profundizará el próximo 4 de octubre cuando Erdogan visite oficialmente Teherán.
Mientras las maquinarias burocráticas internacionales se ponen en marchan la maquinaria genocida del el Gobierno birmano continua generando más muertos y más desesperación a esta minoría que parece no tener lugar en el mundo.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.
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