Pakistán vs la India: la inminente crisis nuclear de la que nadie habla
Mientras la atención del mundo se centra en Corea del Norte y su escalada nuclear y cuando aún siguen vivos los recuerdos de los esfuerzo de la comunidad internacional por resolver la problemática nuclear de Irán, ha quedado en la sombra otra amenaza creciente de proliferación de armas de igual o incluso mayor envergadura.
Se trata del conflicto indo-pakistaní, una explosiva mezcla de rivalidad histórica, religiosa, terrorismo y volatilidad política de ambas naciones. En el centro del conflicto está la disputa territorial por la región de Cachemira, dividida entre ambas naciones.
La problemática se agrava aún más por la involucración de China —también una potencia nuclear— que, aunque técnicamente no está implicada en el conflicto, comparte una extensa frontera con India y Pakistán y mantiene bajo su control parte del territorio en disputa.
Para comprender el peligro potencial del conflicto, es clave entender que desde 1947 los dos países han librado cuatro guerras fronterizas y han vivido en un alto grado de tensión.
Incluso hoy, en Cachemira tienen lugar constantes enfrentamientos y diversos analistas advierten del riesgo creciente de que otro choque pueda escalar rápidamente en una crisis nuclear.
En un reciente evento del Centro Stimson, dedicado a la problemática, el exgeneral de brigada del Ejército de Pakistán, Feroz Khan, dijo que los líderes militares paquistaníes basan su doctrina nuclear en la estrategia de la Guerra Fría de la OTAN.
Frente a un Ejército indio con una capacidad de reserva numéricamente superior, Islamabad recurre a las armas nucleares.
No obstante, según señaló en el mismo foro el profesor titular del Instituto Tecnológico de Massachusetts y autor del libro 'Estrategia nuclear en la era moderna: potencias regionales y conflicto internacional', Vipin Narang, a diferencia de la OTAN, Pakistán ha estado utilizando su escudo nuclear para cubrir e incluso apoyar a grupos que perpetran innumerables ataques terroristas en el interior de la India.
Entre los de mayor resonancia se encuentran el ataque al Parlamento de la India en 2001 y el asedio de Bombay en 2008.
Perpetrado por el grupo paramilitar islamista Lashkar-e-Toiba, este último ataque acabó con la vida de 174 personas y el Gobierno indio llegó incluso a considerar responder mediante un ataque a su vecino. Solo la intervención de la comunidad internacional consiguió convencer a Nueva Delhi de la necesidad de no tomar mayores represalias.
"Si hubiese ocurrido un ataque similar en territorio estadounidense, EEUU habría acabado con un Estado", opinó Narang.
Según el especialista, la principal razón por la que la India no respondió con medidas militares es que sus líderes no tienen claro cuál es la 'línea roja' después de la cual Pakistán respondería con ataques nucleares.
Es decir, con la esperanza de mantener el conflicto limitado solo a las armas convencionales, Nueva Delhi podría autorizar pequeñas incursiones punitivas dentro de Pakistán, apuntando a los supuestos campos de entrenamiento terroristas cerca de la frontera. Estos ataques podrían ser malinterpretados por los líderes paquistaníes, o bien cruzar inadvertidamente los límites nucleares de Islamabad.
© AFP 2017/ Rizwan Tabassum
Se estima que la India y Pakistán suman en total entre 150 y 200 dispositivos nucleares. Aunque la cifra exacta sea difícil de calcular, ya que ambas naciones no se han sumado al Tratado de No Proliferación Nuclear (NPT).
Teniendo en cuenta este posible desenlace y la presión interna del pueblo indio para que su cúpula política y militar tome medidas de respuesta contra los ataques, Nueva Delhi podría dejar a un lado su doctrina de no usar primero armas nucleares.
Según señaló en sus memorias el exasesor de Seguridad Nacional indio Shivshankar Menon:
"La India difícilmente se arriesgaría a dar a Pakistán la oportunidad de realizar un ataque nuclear masivo. En otras palabras, el posible uso de armas nucleares tácticas paquistaníes le abre el camino a la India para emprender un primer ataque global contra Pakistán".
Un factor importante que los líderes indios se verían obligados a considerar es cómo reaccionaría el tercer actor del triángulo nuclear asiático: China. Aunque el conflicto se centra principalmente entre Nueva Delhi e Islamabad, Pekín ha incrementado constantemente su cooperación económica y militar con la nación musulmana. Esta multipolaridad es el sello distintivo de la segunda era nuclear.
Mientras la atención del mundo se centra en Corea del Norte y su escalada nuclear y cuando aún siguen vivos los recuerdos de los esfuerzo de la comunidad internacional por resolver la problemática nuclear de Irán, ha quedado en la sombra otra amenaza creciente de proliferación de armas de igual o incluso mayor envergadura.
Se trata del conflicto indo-pakistaní, una explosiva mezcla de rivalidad histórica, religiosa, terrorismo y volatilidad política de ambas naciones. En el centro del conflicto está la disputa territorial por la región de Cachemira, dividida entre ambas naciones.
La problemática se agrava aún más por la involucración de China —también una potencia nuclear— que, aunque técnicamente no está implicada en el conflicto, comparte una extensa frontera con India y Pakistán y mantiene bajo su control parte del territorio en disputa.
Para comprender el peligro potencial del conflicto, es clave entender que desde 1947 los dos países han librado cuatro guerras fronterizas y han vivido en un alto grado de tensión.
Incluso hoy, en Cachemira tienen lugar constantes enfrentamientos y diversos analistas advierten del riesgo creciente de que otro choque pueda escalar rápidamente en una crisis nuclear.
En un reciente evento del Centro Stimson, dedicado a la problemática, el exgeneral de brigada del Ejército de Pakistán, Feroz Khan, dijo que los líderes militares paquistaníes basan su doctrina nuclear en la estrategia de la Guerra Fría de la OTAN.
Frente a un Ejército indio con una capacidad de reserva numéricamente superior, Islamabad recurre a las armas nucleares.
No obstante, según señaló en el mismo foro el profesor titular del Instituto Tecnológico de Massachusetts y autor del libro 'Estrategia nuclear en la era moderna: potencias regionales y conflicto internacional', Vipin Narang, a diferencia de la OTAN, Pakistán ha estado utilizando su escudo nuclear para cubrir e incluso apoyar a grupos que perpetran innumerables ataques terroristas en el interior de la India.
Entre los de mayor resonancia se encuentran el ataque al Parlamento de la India en 2001 y el asedio de Bombay en 2008.
Perpetrado por el grupo paramilitar islamista Lashkar-e-Toiba, este último ataque acabó con la vida de 174 personas y el Gobierno indio llegó incluso a considerar responder mediante un ataque a su vecino. Solo la intervención de la comunidad internacional consiguió convencer a Nueva Delhi de la necesidad de no tomar mayores represalias.
"Si hubiese ocurrido un ataque similar en territorio estadounidense, EEUU habría acabado con un Estado", opinó Narang.
Según el especialista, la principal razón por la que la India no respondió con medidas militares es que sus líderes no tienen claro cuál es la 'línea roja' después de la cual Pakistán respondería con ataques nucleares.
Es decir, con la esperanza de mantener el conflicto limitado solo a las armas convencionales, Nueva Delhi podría autorizar pequeñas incursiones punitivas dentro de Pakistán, apuntando a los supuestos campos de entrenamiento terroristas cerca de la frontera. Estos ataques podrían ser malinterpretados por los líderes paquistaníes, o bien cruzar inadvertidamente los límites nucleares de Islamabad.
© AFP 2017/ Rizwan Tabassum
Se estima que la India y Pakistán suman en total entre 150 y 200 dispositivos nucleares. Aunque la cifra exacta sea difícil de calcular, ya que ambas naciones no se han sumado al Tratado de No Proliferación Nuclear (NPT).
Teniendo en cuenta este posible desenlace y la presión interna del pueblo indio para que su cúpula política y militar tome medidas de respuesta contra los ataques, Nueva Delhi podría dejar a un lado su doctrina de no usar primero armas nucleares.
Según señaló en sus memorias el exasesor de Seguridad Nacional indio Shivshankar Menon:
"La India difícilmente se arriesgaría a dar a Pakistán la oportunidad de realizar un ataque nuclear masivo. En otras palabras, el posible uso de armas nucleares tácticas paquistaníes le abre el camino a la India para emprender un primer ataque global contra Pakistán".
Un factor importante que los líderes indios se verían obligados a considerar es cómo reaccionaría el tercer actor del triángulo nuclear asiático: China. Aunque el conflicto se centra principalmente entre Nueva Delhi e Islamabad, Pekín ha incrementado constantemente su cooperación económica y militar con la nación musulmana. Esta multipolaridad es el sello distintivo de la segunda era nuclear.
‘China y Pakistán se han aliado para atacar a India’
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- julio 21º, 2017
China ha enterrado armas nucleares en Pakistán para atacar a La India, advierte el exministro de Defensa indio, Mulayam Singh Yadav, al Parlamento nacional.
En un discurso ofrecido el jueves ante los diputados aseveró que Pekín e Islamabad se han aliado contra Nueva Delhi, agregando que las agencias de Inteligencia indias lo “sabrían mejor”.
“La India se enfrenta hoy a un gran peligro por parte de China. Lo he estado advirtiendo al Gobierno central durante años, China ha unido sus manos a Pakistán y ha hecho una preparación completa para atacar a La India”, indicó.
El también líder del socialista Partido Samajwadi tachó de “un error” la postura del Gobierno sobre el tema del Tíbet aceptando que la región era parte de China, pues urgió a apoyar los movimientos independentistas de la región.
“China es el principal oponente de La India. ¿Qué ha hecho el Gobierno? En Cachemira, el Ejército chino se ha aliado con el Ejército paquistaní”, denunció Yadav, conocido por su firme posición sobre China.
“China es nuestro enemigo, no Paquistán, Pakistán no nos puede dañar”, reiteró.
De igual forma, llamó al Gobierno a impedir la influencia de los chinos en Bután y Nepal, ya que, según su criterio, Pekín mantiene sus expectativas sobre dichos territorios.
Sus advertencias tuvieron lugar el mismo día en que Pekín desplegó el Ejército de Liberación Popular, equipado con miles de tanques y vehículos blindados, en su frontera occidental.
La medida fue adoptada luego de que urgiera al país vecino a retirar lo antes posible sus tropas de la región en disputa en las fronteras, donde está ampliando su infraestructura.
China y La India comparten una frontera de 4500 kilómetros que fue motivo de numerosos encontronazos diplomáticos y militares. Pekín reclama el montañoso estado de Arunachal Pradesh en el extremo nororiental de La India, que llama Tíbet del Sur. Por su parte, Nueva Delhi exige el valle Shaksgam y la zona conocida como Aksai Chin al estimar que forman parte de la histórica región de Cachemira. Los dos vecinos también comparten discrepancias sobre Nepal.
China ha instado a la India a retirar inmediatamente todas sus tropas de la meseta de Doklam, un territorio disputado en el Himalaya.
A una semana del 90.º aniversario de la fundación del Ejército Popular de Liberación de China (EPL), el portavoz del Ministerio de Defensa chino, Wu Qian, ha asegurado este lunes que “la determinación y la voluntad” de su país para salvaguardar la seguridad y la soberanía nacional “es inquebrantable” y ha advertido a la India de que “no tiente a la suerte y no se aferre a fantasías”.
“Es más fácil sacudir una montaña que sacudir el Ejército Popular de Liberación”
Según Wu, los 90 años de historia del EPL han demostrado que los “medios militares” de China para asegurar su soberanía e integridad territorial “se han fortalecido” y que su “determinación nunca ha vacilado”, por lo que, según él, “es más fácil sacudir una montaña que sacudir al EPL”.
Las tensiones entre Pekín y Nueva Delhi aumentaron en junio, cuando China comenzó a construir una carretera en la meseta de Doklam, una pequeña área tibetana por cuya soberanía mantiene una disputa con el Reino de Bután, que está apoyado por la India.
Bután pidió ayuda a la India, que envió a sus tropas a la frontera y advirtió de que la carretera es una “seria preocupación de seguridad”, porque daría a China acceso al corredor de Siliguri, un estrecho tramo de tierra que conecta los estados del noreste de la India con el resto del país.
Además, China realizó en julio simulacros de 11 horas de fuego real en elTíbet, no muy lejos del territorio en disputa.
En junio, para apoyar su reclamo, China proporcionó documentos históricos que apuntan a que la meseta de Doklam pertenece a su territorio. Sin embargo, sus argumentos fueron rechazados por Nueva Delhi, que acusó a Pekín de manipular los datos para que se adapten a su agenda.
La escalada de tensión actual es la más larga entre China y la Indiadesde 1962, cuando ambos países se enfrentaron en una breve pero sangriento conflicto armado por las tensiones que rodean el Tíbet y otros puntos a lo largo de la frontera en la llamada Guerra Sino-India, que fue ganada por China.
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