En vísperas de la transferencia de poder en la Casa Blanca, el año 2017 comienza con una masacre terrorista en Turquía, dos semanas después del asesinato del embajador ruso en Ankara, que fue perpetrado el día antes de la reunión entre Rusia, Irán y Turquía en Moscú, para un acuerdo político sobre Siria.
Una reunión de la cual se excluyó a Estados Unidos.
En los últimos días de la administración de Obama, EE.UU. está empeñado en provocar la máxima tensión posible con Rusia, acusada incluso de haber subvertido, con sus "malignos" hackers y agentes secretos, el resultado de las elecciones presidenciales que tendría que haber ganar Hilary Clinton.
La victoria de ésta habría asegurado la continuación de la estrategia neocon, de la que Clinton fue su arquitecta durante la administración Obama.
La administración Obama termina bajo el signo del fracaso de los principales objetivos estratégicos: Rusia, acorralada contra las cuerdas por la nueva guerra fría desencadenada por el golpe de Estado en Ucrania y por las sanciones posteriores, golpeó a Washington por sorpresa, interviniendo militarmente en apoyo de Damasco.
Esto impidió que el estado sirio resultase desmantelado como sucedió con Libia, y permitió que las fuerzas gubernamentales liberasen amplias zonas controladas durante años por Al-Nusra (Al Qaeda), Daesh [Isis,Estado Islámico] y otros movimientos terroristas que son funcionales para la estrategia de EE.UU./OTAN.
Estos, aprovisionados con armas, pagados con miles de millones de dólares por parte de Arabia Saudí y otras monarquías del Golfo, a través de una red internacional de la CIA (documentada por el New York Times en marzo de 2013), llegaron a Siria a través de Turquía, el puesto avanzado de la OTAN en la región.
Sin embargo ahora, antes el evidente fracaso de la operación que costó la vida a cientos de miles de personas, Ankara se abre a una apertura de negociaciones con la intención de sacar la mayor ventaja posible.
Con este fin, recompone la relación con Moscú, que había alcanzado el punto de ruptura, y se distancia de Washington.
Una bofetada en la cara para el presidente Obama. Sin embargo éste, antes de transferir el poder al recién elegido Trump, dispara sus últimos cartuchos.
Escondido en los pliegues de los gastos militares para 2017, firmado por el presidente, aparece una ley para "contener la desinformación y la propaganda extranjeras", dirigida específicamente contra Rusia y China.
Esta ley confiere mayores poderes a la tentacular comunidad de Inteligencia, compuesta por 17 agencias federales.
Gracias a una asignación de 19.000 millones de dólares para la "ciberseguridad", esto puede silenciar cualquier fuente de "noticias falsas", a discreción del incuestionable juicio de un "centro" ad hoc, asistido por analistas, periodistas y otros "expertos" reclutados en extranjero.
Se convierte en realidad el orwelliano "Ministerio de la Verdad", que Martin Schultz, presidente del Parlamento Europeo, expresó que también debería ser establecido por la UE.
Las fuerzas especiales quedan también fortalecidas por la administración Obama, Han extendido sus operaciones encubiertas de 75 países (2010) a 135 (2015).
En uno de sus actos finales, la Administración Obama confirmó su apoyo a Kiev el 15 de diciembre, cuyas fuerzas armó y entrenó -incluyendo los batallones neo-nazis- para luchar contra los rusos de Ucrania.
Y el 20 de diciembre, como un gesto antiruso, el Pentágono resolvió suministrar a Polonia misiles de crucero de larga distancia con capacidad de penetración anti-bunker, que también pueden estar armados con cabezas nucleares.
El demócrata Barack Obama, Premio Nobel de la Paz, deja un mensaje final sobre el Estado de la Unión que permanecerá para la posteridad:
"Estados Unidos es la nación más fuerte de la Tierra. Gastamos más en nuestro ejército que las siguientes ocho naciones juntas. Nuestras tropas son la mejor fuerza de combate en la historia del mundo".
Manlio Dinucci
Il Manifesto / Voltairenet
Traducción blog del viejo topo
http://odiodeclase.blogspot.com/2017/01/la-herencia-del-democrata-barack-obama.html
El presidente saliente de EEUU, Barack Obama, aceptó la nominación presidencial del Partido Demócrata en 2008 con promesas de esperanza y cambio, pero fracasó en cumplirlas todas, escribe la columnista de MarketWatch, Caroline Baum.
Mientras el presidente electo, Donald Trump, no esperó hasta el Día de la toma de posesión para "insertarse en la política exterior", Obama parece incapaz de "irse en silencio hacia la noche". Durante los últimos meses de su mandato el mandatario firmó una serie de órdenes ejecutivas y leyes de última hora.
Vea también: El 'regalito de despedida' de Obama, todos los detalles sobre las nuevas sanciones antirrusas
No obstante, añade, existen numerosas cosas que preferiría que caigan en el olvido. Fracasos económicos
No obstante, añade, existen numerosas cosas que preferiría que caigan en el olvido.
Fracasos económicos
La expansión económica que comenzó en junio de 2009 ha sido la más débil desde la Segunda Guerra Mundial, destaca Baum.
El crecimiento promedio del producto interno no ha superado un 2.1%, mientras que la tasa de crecimiento acumulado del 16.5% no puede compararse con el aumento del 38.4% registrado entre 1982 y 1990 y el del 42.6% en 1991-2001, según WSJ.
De esta manera, un menor número de impedimentos regulatorios habría alentado la creación de nuevos negocios y la inversión de capital, dando el impulso necesario a la productividad.
No obstante, con la elección de Trump surgieron nuevos signos de optimismo, y las encuestas indican que las empresas tienen planeado aumentar el gasto de capital.
"Aunque este optimismo tendrá que ser ratificado por los resultados, el mensaje a Obama es inconfundible: no dejes que la puerta te golpee en la salida", sentencia la columnista.
Caída de los demócratas
Durante los 8 años de la presidencia de Obama los demócratas han perdido más de 1.000 escaños a nivel tanto estatal como nacional.
Los republicanos, por su parte, ahora controlan 4.170 asientos legislativos estatales en comparación con los 3.129 de los demócratas —un mínimo histórico—, prosigue Baum.
Además, los republicanos ahora tienen 33 gubernaturas y pronto ejercerán pleno control —gubernatura y ambas cámaras de la legislatura estatal— en 25 estados, en comparación con cinco de los demócratas.
Así, los demócratas han perdido 12 gubernaturas, 13 escaños en el Senado y 69 escaños en la Cámara de Representantes durante los dos mandatos de Obama, lo cual implica "una devastación total del partido en todo el país".
"Generalmente un legado se considera un regalo que se transmite de una generación a otra.
Para el Partido Demócrata, el legado de Obama es todo menos esto", enfatiza.
Mantén a tus amigos cerca Baum recuerda que durante su conferencia de prensa de fin de año Obama habló de su respuesta sobre los supuestos hackeos por parte de Rusia de los correos del Comité Nacional Democrático durante las elecciones presidenciales de 2016.
En aquella ocasión el presidente saliente indicó haberle dicho al presidente de Rusia, Vladímir Putin, que "lo cortara".
"Lo siento, Sr. Presidente, pero el mundo no tiene miedo de usted y de sus amenazas vacías.
Los 8 años de su liderazgo han dejado a EEUU disminuido, con la autoridad moral comprometida y la política exterior hecha añicos", afirma Baum.
Además, las guerras que Obama heredó no terminaron.
El Talibán ha hecho su reaparición en Afganistán, Siria está en ruinas, mientras que el secretario de Estado, John Kerry, "ha sido tan ineficaz que ni siquiera nadie le invitó a participar en las negociaciones sirias entre Rusia, Turquía e Irán".
Obama también rompió la alianza de 36 años con Israel y permitió la aprobación de la Resolución 2234 del Consejo de Seguridad de la ONU, "un acto vengativo que desalienta las negociaciones bilaterales".
Nación dividida
Baum continúa que Obama "podría haber roto las barreras raciales cuando se convirtió en el primer presidente de procedencia afroamericana en EEUU". No obstante, su elección no logró mejorar este aspecto en el país: la mayoría de los estadounidenses —un 54%— diceque las relaciones raciales se deterioraron bajo Obama.
Según la autora, Barack Obama ha promovido la idea de que las fuerzas policiales están inclinadas en contra de los ciudadanos de raza negra.
Asimismo, rechazó que la oleada de crímenes violentos era consecuencia del "efecto de Ferguson" —la muerte fatídica de Michael Brown a manos de un policía en la ciudad de Ferguson en 2014—.
El que no debe ser nombrado
Terrorismo radical islámico. Obama ha pasado 8 años evitando usar esas tres palabras, escribe Baum. Además, ha intentado intelectualizar su posición al afirmar que esta frase "equipara a todo el Islam con el terrorismo", lo cual es contraproducente para los esfuerzos de EEUU en la lucha antiterrorista.
Asimismo, un atentado "brinda una oportunidad para el presidente de sermonear a la nación sobre la necesidad de leyes de control de armasmás estrictas", apunta.
De esta manera, llamar a algo por su propio nombre no resolverá el problema, pero "evitarlo hace que Obama parezca tonto".
Todo el mundo recuerda el escenario dorado con columnas griegas en que Obama pronunció su discurso de aceptación en la Convención Demócrata de 2008.
Sin embargo, no se puede esperar el mismo esplendor de la despedida del presidente.
"A diferencia de 2008, cuando Obama se centró en la esperanza y el cambio, la audiencia de 2016 tendrá los resultados en la mano para determinar si la esperanza estaba equivocada y el cambio no valía la pena", concluye Baum.
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