miércoles, 18 de mayo de 2016

De VERGÜENZA - El Negocio de las Pastillas más Caras del Mundo







El negocio de las pastillas más caras del mundo


 Daniel Rahaus - XL Semanal

Esta pastilla es todo un 'best seller'. Capaz de eliminar el virus de la hepatitis C y curar a millones de personas. El hombre que está detrás del 'milagro' es un tiburón de los negocios. John Martin y otros pocos ejecutivos están revolucionando la industria y, de paso, poniendo a los sistemas sanitarios contra las cuerdas.






Cuando John C. Martin habla del éxito, da la sensación de que para él solo consiste en ayudar a la gente, combatir sus enfermedades, hacer del mundo un lugar mejor.
Para nosotros, la ciencia es lo más importante», dice Martin, un tipo corpulento, de enormes orejas y papada a juego. Tiene 64 años, un doctorado en Química Orgánica y ha entrado en la Historia. En la de la medicina, sí, pero también en la del capitalismo. En ambos casos, gracias a que su empresa posee la patente de unas pastillas que salvan vidas.
Del lado de la medicina, Martin preside Gilead Sciences, biotecnológica con dos fármacos en el mercado, Sovaldi y Harvoni, celebrados como «revolucionarios» para tratar la hepatitis C.
 Del lado del capitalismo, gracias al desorbitado valor de ambos productos 43.000 euros por paciente fue el precio inicial de Sovaldi en España, según la Sociedad Española de Farmacología Hospitalaria, ya que el Ministerio de Sanidad no revela datos al respecto, Martin ha convertido su empresa en la más rentable del mundo. 
Solo en 2014, primer año de ambos productos en el mercado, su fortuna alcanzó los 193 millones de dólares, convirtiéndose en tiempo récord en uno de los ejecutivos mejor pagados de todos los tiempos.
Los expertos están de acuerdo: los dos medicamentos para tratar la hepatitis C vendidos por Martin y su gente son altamente efectivos. 
Ofrecen una tasa de curación del 90 o 95 por ciento. 
Algo inédito en esta dolencia que afecta a más de 180 millones de personas en el mundo, 900.000 de ellas en nuestro país. 
Ahora bien, para curarse, hay que pagar. ¿Pagar? «Lógico, como en todo», se podría alegar. Pero la cuestión es más bien: ¿cuánto? O también: ¿es un precio justo?
Cuando Gilead lanzó Sovaldi en Estados Unidos, hace tres años, pedía 84.000 dólares por un tratamiento de 12 semanas. Poco después, Harvoni que combina el principio activo del Sovaldi con otras sustancias se lanzó por 94.500 dólares. 
El precio, de forma unánime, fue considerado «desorbitado». En Europa, el ministro de Sanidad alemán Hermann Gröhe denunció «el abuso de posición dominante de mercado a costa del sistema sanitario», aunque aceptó pagar a Gilead precios entre los 41.000 y los 46.000 euros por los tratamientos. 
Saqueo público
Los ejecutivos farmacéuticos que, como Martin, están saqueando sin remilgos los sistemas de salud pública no vulneran ninguna ley, pero ponen en riesgo nuestro modelo de asistencia médica. 

No en vano se trata de cifras impensables hasta la fecha para fármacos destinados a mercados masivos.
Martin, desde luego, se muestra poco impresionado por todo este revuelo. Es más, asegura que cada día recibe cientos de cartas de pacientes agradecidos. 

Desde su empresa declaran que el alto precio del Sovaldi y el Harvoni está justificado, ya que se trata de fármacos capaces de curar a la práctica totalidad de los pacientes en unas pocas semanas.
Lo cierto es que ningún fármaco había dado nunca tanto dinero a sus fabricantes como el Sovaldi. 

En 2014 fueron 10.300 millones de dólares, el volumen de ventas más alto de todos los tiempos para un nuevo lanzamiento. 
Tampoco unos directivos le habían sacado nunca tanto partido a los recursos empleados. 
Una tasa de rendimiento del capital por encima del cien por cien y un beneficio neto por empleado de 1,3 millones de euros en un año es un récord absoluto. 
Incluso gigantes como Apple, Exxon o Google se quedan lejos de estas cifras.
Puertas giratorias
Las farmacéuticas siempre han intentado sacar el máximo posible a los sistemas sanitarios, pero en el caso de Gilead su estrategia se ha ido perfeccionando en las últimas décadas. 
Su fundador, el doctor Michael Riordan, tenía 27 años cuando arrancó su start-up en Foster City (California) en 1987. Su objetivo era crear fármacos contra enfermedades infecciosas graves con los procedimientos biotecnológicos que empezaban a estar disponibles. 
Su cercanía al poder político y económico fue, desde el principio, un elemento clave en esta historia. Donald Rumsfeld, secretario de Defensa de Gerald Ford y de George W. Bush, fue de hecho el primer gran fichaje de Riordan. 
Al que siguieron, entre otras eminencias con contactos en las altas esferas, George P. Shultz, antiguo secretario de Trabajo y del Tesoro con Nixon y de Exteriores con Ronald Reagan. 
Por el lado científico, Riordan también pisaba fuerte, sumando a la causa a dos Nobel de Medicina.
Semejante poderío, sin embargo, acabó volviéndose en contra del propio Riordan, invitado a marcharse en 1996 para dar paso a John Martin, el hombre que, sin demora, convertiría a Gilead en una máquina de hacer dinero.
Ya ese mismo año llegó su primer bombazo, un fármaco para la gripe cuya licencia vendió al gigante suizo Roche para convertirlo, con el nombre comercial de Tamiflu le suena, ¿verdad?, en uno de los mayores éxitos de ventas de la industria. 
Gilead obtuvo más de 2600 millones de dólares por aquella operación, sentando la base financiera para lo que vendría después.
Porque la estrategia de Martin requería, ante todo, mucho dinero. 
No en vano ninguna de las moléculas claves de sus éxitos proviene de un desarrollo propio; siempre se las ha comprado a pequeñas compañías, aprovechándose, además, de investigaciones financiadas con fondos públicos. 
Una práctica esta última, por cierto, habitual en el desarrollo de medicamentos en toda la industria.
Investiga que te compro
Sin ir más lejos, el modelo en el que Martin basó su actual estrategia con la hepatitis C partió de fármacos para el sida desarrollados con financiación pública en la República Checa y Bélgica. 
Martin les dio 60 millones de dólares a cada uno de los investigadores, según figura en los informes financieros de Gilead, y en 2001 lanzó un principio activo llamado tenofivir que colocó a Gilead a la cabeza mundial de los tratamientos para el VIH. 

Con el dinero de los sistemas sanitarios y las aseguradoras cerca de 64.000 millones de dólares hasta hoy, la empresa se disparó como un cohete con la mira puesta en un pastel aún mayor: la hepatitis C, enfermedad sobre la cual todo el mundo en la industria sabía que un producto realmente efectivo haría muy rico a su propietario.
Martin dio su golpe maestro en 2011 al adquirir una pequeña empresa llamada Pharmasset y, con ella, la sustancia clave para su producto: un principio activo llamado sofosbuvir, componente básico hoy del Sovaldi y del Harvoni. Pagó 11.200 millones de dólares. 
Una bagatela comparado con el rendimiento que Martin planeaba extraer a su inversión. 
Por cierto, que al igual que con el principio activo para el tratamiento del VIH, en el desarrollo del sofosbuvir también desempeñaron un papel decisivo instituciones científicas en Estados Unidos, Reino Unido y Bélgica financiadas con fondos públicos.
Multiplicar beneficios
La empresa de Martin ya manejaba entonces un precio para el futuro fármaco en torno a 36.000 dólares en Estados Unidos y 20.000 euros en la Unión Europea, lo que se traduciría en ingresos por encima de los 87.000 millones de dólares hasta el vencimiento de la patente, en 20 años. 
Esas cifras, sin embargo, debían quedárseles cortas, pues acabaron imponiendo un precio mucho mayor, disparando las proyecciones de ingresos a cientos de miles de millones.
Y esto es posible porque los fármacos no obedecen estrictamente a las leyes de la oferta y la demanda. Lo determinante aquí no son los costes en sí, sino las condiciones del mercado. 
Es decir, cuestiones como: ¿alguien más ofrece una alternativa mejor que la nuestra?, ¿cuánto se ahorra el sistema en fármacos poco efectivos, hospitalizaciones o trasplantes?, ¿cuántas vidas salvará?
Según las leyes del mercado, pese a la necesidad apremiante de los pacientes y la presión que estos ejercen para exigir sus tratamientos, un precio justo siempre debería compensar al fabricante por el riesgo asumido al emprender la investigación y el desarrollo de su producto.
 Es decir, cubrir los costes de producción, complementados por un margen de beneficio razonable. Pero en el caso de Gilead esto no es así.
Según un estudio de la Universidad de Liverpool, la producción industrial de Sovaldi para un tratamiento de 12 semanas no cuesta más de 136 dólares, 250 en el caso del Harvoni, a lo que se añaden otros 50 dólares por la distribución. 
Más difícil resulta establecer los costes de investigación y desarrollo, que en la industria farmacéutica suponen el bloque más cuantioso y opaco. 
En el caso de Gilead alega que se trata de «cifras internas de la empresa», si bien algunas fuentes estiman unos costes máximos de 620 millones de dólares para el sofosbuvir.
Un pequeño cálculo
Tomando esa cifra, repartida entre el medio millón de personas que han sido tratadas con Sovaldi y Harvoni hasta finales de 2015, y completada con los costes de producción y distribución, resulta un precio de unos 1500 dólares por un tratamiento de 12 semanas. 
En España, sin embargo, Gilead cobraría 28 veces más. Si se aplicasen márgenes semejantes en otros sectores, un litro de leche costaría 18 euros y un smartphone, 10.000. 
Es decir, estamos ante unas ganancias fabulosas para una empresa que, a través del sistema de salud, financiamos entre todos.
Lo más sorprendente, sin embargo, es que ni siquiera la irrupción de competidores por llamarlos de algún modo, claro hace mella en la estrategia de Gilead. 
No en vano la farmacéutica AbbVie ya ha lanzado un producto equivalente a 83.319 dólares. Esto es, 681 dólares menos que el de Gilead en Estados Unidos.
Lejos de ser una broma pesada, esta lucha de precios nada reñida muestra la estructura propia de la industria. 
A saber: entre los accionistas principales de todas las empresas relevantes en el campo de la hepatitis C se repiten los mismos gestores de fondos de inversión. 
Gigantes como Blackrock, Vanguard, State Street, Fidelity, Capital Group, Wellington y T. Rowe Price reúnen en torno al 30 por ciento de las participaciones de las farmacéuticas, y su principal objetivo es que sigan fluyendo enormes cantidades de dinero desde los sistemas sanitarios hacia sus bolsillos. John Martin y su gente, de hecho, han anunciado ganancias récord en Europa gracias al Harvoni. 
En España, ambos fármacos conforman el grueso de los 1090 millones de euros que, según el ministro de Hacienda Cristóbal Montoro, se ha gastado el Sistema Nacional de Salud en hepatitis C. España es, de hecho, con más de 42.000 pacientes tratados en un año, el país de la Unión Europea que más pacientes ha atendido con estos tratamientos.
Una cifra que celebrar desde el punto de vista médico y humano, aunque no por ello algunas organizaciones de la sociedad civil insisten en que el precio de medicamentos como estos es excesivo. 
Más que nada porque los avances en biotecnología y tecnología genética ya están dando pie a un número creciente de fármacos altamente eficaces cáncer, diabetes, alzhéimer..., pero, si hay que abonarlos siguiendo el modelo de Gilead, pondrán contra las cuerdas al sistema de cobertura médica.
Martin y su gente, por de pronto, ya buscan otro 'milagro' contra la hepatitis B, dolencia que afecta a otros 220 millones de personas. 
Durante una reciente conferencia, un accionista planteó una cuestión llamativamente cínica. 
«En el VIH dijo, los tratamientos eran de décadas, pero con estos de la hepatitis son unas semanas». 
¿Se puede ganar suficiente dinero en tan poco tiempo?
 El presidente de Gilead respondió sin atisbo de duda: «Sí, hay enfermos de sobra».
94.500 dólares. Harvoni, lanzado en EE.UU. a 94.500 dólares por cada tratamiento de 12 semanas, es uno de los dos fármacos contra la hepatitis C lanzado por Gilead Sciences. 
Las ventas de ambos productos han convertido en millonario a su presidente, John C. Martin (derecha).
Los diez mandamientos con mayor facturación en España en 2015
Harvoni, Sovaldi, Humira, Viekirax, Olysio, Enbrel, Remicade, Avastin, Herceptin, Atripla
Fuente: Consultora IMS Healt
El pionero. Sovaldi fue el primer fármaco en el mercado que incluía el principio activo capaz de eliminar el virus de la hepatitis C. Es decir, un mercado potencial de unos 180 millones de pacientes. ¿El precio de lanzamiento? 84.000 dólares para un tratamiento de 12 semanas.
Y mientras tanto, en España...
Cuánto paga España por estos nuevos tratamientos contra la hepatitis C? No está claro. 
Para empezar, el Ministerio de Sanidad no publica los precios negociados con los laboratorios. Se sabe, eso sí, que el acuerdo incluye un sistema de tramos: a medida que sube el número de pacientes tratados, el precio baja, pero sin concretar cifras. 
El precio de partida, estimado por responsables de Farmacia de varios hospitales, rondaría los 43.000 euros por cada tratamiento de Sovaldi para 12 semanas. 
En la actualidad, tras tratar a 42.000 infectados en un año más que ningún país de la UE, algunos médicos creen que ha podido bajar a 13.000 euros. 
En todo caso, la factura total en 2015 por fármacos contra la hepatitis C, según Hacienda, sumó 1090 millones, dinero que fue a parar a cuatro empresas: Gilead y otras tres con medicamentos similares. 
Para luchar contra los precios abusivos, organizaciones médicas y ONG han lanzado la campaña No es sano. 
«El precio de los fármacos es cada vez más alto y, con él, los beneficios de las farmacéuticas denuncia Vanessa López, directora de Salud Por Derecho, una de las ONG. 
La industria dice que hace los mayores esfuerzos en investigación, que asume el riesgo y la inversión, pero no es del todo cierto. Sus cifras están infladas y, además, buena parte de la investigación y el desarrollo de fármacos proviene de proyectos donde hay fondos públicos que les acaban vendiendo sus patentes. Por eso, sus márgenes de beneficio son inmorales».

La guerra abierta entre los dos bandos que por ahora coexisten en la Plataforma de Afectados por la Hepatitis C (Plafhc) tiene una doble explicación: sospechas y recelos entre unos y otros en cuanto al uso del dinero del colectivo en, al fin y al cabo, una lucha de poderes. Los reproches entre el presidente, Mario Cortés, y el que fuera su ‘número dos’, Damián Caballero, por gastos sin que se conozcan sus facturas, y viceversa, ya están manos de la justicia, querella de por medio. 'Revista Médica' publica todas las cuentas.

Jesús Vicioso Hoyo
Imagen: Miguel Fernández de Vega / Cristina Cebrián

¿Una ‘contabilidad B’ se ha cargado la Plataforma de Afectados por la Hepatitis C (Plafhc)? “Claro, exactamente. Ha dividido totalmente la plataforma”. La afirmación no la hace un enfermo de hepatitis C cualquiera, sino el presidente del colectivo de los pacientes más beligerantes, Mario Cortés. Ha sido el rostro más visible y mediático de los afectados que han reclamado, insistentemente y con todo tipo de acciones reivindicativas,

Mario Cortés, presidente del colectivo, en su sede.
que los nuevos ‘tratamientos milagro’ contra el virus llegasen a quienes los necesitaban. “Tratamientos para todos” era el lema que repetía una y otra vez, pero una pugna interna por el poder en el grupo ha arrebatado el protagonismo a su discurso.

Ahora mismo hay una auténtica ‘guerra’ abierta por el poder que, ciertamente, comenzó a gestarse en enero: “Fue cuando empecé a denunciar los viajes de Damián Caballero sin ningún tipo de consentimiento ni aprobación por parte de las asambleas. Y sobre todo, cargando los gastos a la cuenta de los enfermos”. En la explicación de Cortés sale el nombre del segundo en liza. Caballero es actualmente el vicepresidente de la Plafhc, quien junto con el secretario, Antonio Rodríguez, y la tesorera, María Ángeles Fernández, aparecen en la querella que el máximo responsable del ente ha presentado en los Juzgados de Plaza de Castilla acusándoles de estafa, apropiación indebida y administración desleal.

Fraude ‘vs’ justificación
“Ha habido un uso fraudulento y eso es lo que hemos denunciado”, dice Mario Cortés, quien pide explicaciones al ‘otro bando’ de su directiva por 11.500 euros retirados en 15 días “sin consentimientos y sin facturas” de los fondos de la Plafch. Es decir, sacados de la cuenta corriente de la plataforma que, por si fuera poco, ahora mismo está bloqueada, según él mismo indica.

Damián Caballero, 'número dos' de la Plafhc, en una imagen de su perfil Facebook.

La parte denunciada responde “con la conciencia tranquila”. “Las cuentas están correcta y pertinentemente auditadas por una gestoría”, afirma, con rotundidad, Damián Caballero, quien, acto seguido, da su visión sobre la ‘batalla’ por la Plafhc. “Es el presidente el que, con sus actuaciones, se ha saltado todos los acuerdos de la junta directiva. Va a su aire”, indica, al tiempo que argumenta que todos los gastos que ha pasado al colectivo de afectados están “cumplidamente justificados”.

Preguntado al respecto, Caballero explica parte de los 11.500 euros que pone en duda Cortés. Una de las partidas que ejemplifica como justificadas es la de 6.500 euros para afrontar el primer pago de la querella que se interpuso contra Mato. Si bien es cierto que no la hizo la Plafhc como tal, Caballero atestigua que en una asamblea se acordó que la asociación se haría cargo de la cuantía económica que acarreaba llevar a juicio a la ministra por delitos de homicidio y lesiones cometidos por omisión, así como por delito de omisión del deber de socorro, en relación a los afectados por la enfermedad y a la gestión. La factura, de acuerdo con el ‘número dos’ del grupo, está por tanto “justificadísima”.

¿Implicación de Caballero
en el ‘atraco de los mil millones’?

El todavía presidente de la Plafhc, Mario Caballero, ha difundido esta semana un reportaje publicado en la revista ‘Interviú’ en la década de los 80. “Caso Banesto: Las claves del atraco de los mil millones” es el título del artículo centrado en cómo directivos de una sucursal, sindicalistas y empleados “planearon el golpe”. En efecto, en el texto aparece Damián Caballero, entonces delegado sindical de UGT encargado de temas de seguridad e higiene en el trabajo en nombre de los trabajadores de Banesto de Madrid, como uno de los “presuntamente responsables de la planificación de éste y de otros atracos anteriores”, citando la hipótesis que manejaban, entonces, los policías de la Brigada Regional de la Policía Judicial. ‘Revista Médica’, conocido el texto, ha indagado en las hemerotecas y ha encontrado una noticia en el ‘ABC’ del 7 de marzo de 1985 en la que se dice que Damián Caballero se presentó “voluntariamente ante el juez” para desvincularse del asunto. “El dirigente de UGT ha desmentido totalmente todas las referencias que sobre él se hacen en el reportaje (de ‘Interviú’)”, publicó el rotativo monárquico. Consultado esta semana al respecto, Caballero ha declarado: “Me puse a disposición del juzgado que llevaba el sumario en cuanto salió el articulo. El juez me dijo que no tenía nada que imputarme y nunca fui llamado a declarar, y por supuesto no existió ningún procedimiento contra mí”, indica el vicepresidente de la Plafhc, quien añade, en referencia a Cortés: “Cuando termine la asamblea general del 10 de mayo, tomaré contra esta persona las medidas judiciales pertinentes”.
Páginas del reportaje de 'Interviú' en las que aparece Damián Caballero y que han sido difundidas por Mario Cortés. 


Gastos de viajes en duda y hasta cambio de cerraduras

Extracto bancario de los gastos de la Plafhc.
Otro de los argumentos esgrimidos por Mario Cortés contra la parte de su directiva que está posicionada frente a él, capitaneada por Caballero, es que éste habría cargado viajes por diferentes comunidades sin justificar. La acusación es plenamente desmentida por el implicado. “Todo, absolutamente todo está detallado en las cuentas. Y, encima, tiene la aprobación de la junta directiva, ya que se vio que había que viajar por los territorios para informar de la Plafhc”, apunta el vicepresidente, quien añade que lo que se ha pasado corresponde exclusivamente a los traslados, bien en coches o en tren, que no las comidas, ya que en muchos casos eran o sufragadas por él mismo, o era invitado por miembros de las ciudades que visitaba.

Los intríngulis de la situación van a más, como el hecho de que se hayan cambiado, recientemente, las cerraduras de la sede de la plataforma, ubicada junto a la madrileña Plaza de Jacinto Benavente. Cortés asevera que ha sido una medida a la que se ha visto obligado, para evitar “que venga gente a la sede a liarla y a montarla”. El presidente asegura que ha tenido que llamar en dos ocasiones a la Policía ante incidentes enmarcados en la pugna interna. “Lo que no se va a permitir es que venga gente a montar peleas, ni insultos”, dice.

Los tiras y aflojas en materia de dinero van en ambos sentidos. En un informe de tesorería, órgano ocupado por Ángeles Fernández, al que ha tenido acceso este medio, se hacen tres objeciones a Cortés. La primera, en cuanto a la salida de 600 euros del banco en dos partidas de 300 euros cada una. Cotejado con el extracto bancario oficial, correspondería a los gastos que han supuesto las actas notariales y el requerimiento judicial que hay en marcha. Además, el documento de Fernández señala que se han solicitado “repetidamente” al presidente tres facturas por estos conceptos: 138 euros por un escáner; 800, del alquiler del local, y 50, de la luz del mismo.

Acusación de intereses personales
¿Cuáles son los objetivos de uno y otro para estar al frente de la Plafhc? Mario Cortés acusa al que fuera su mano derecha en la plataforma de esconder intereses “económicos”. “Él (Damián Caballero) no es enfermo”, remacha el máximo responsable del grupo. Por su parte, este aludido reprende la actitud del presidente: “Va a su aire”. Caballero asegura que las cuentas están claras y confía en que los socios las avalen.

Caballero y Cortés, junto con el presidente de la OMC, Juan José Rodríguez Sendín, y otros miembros de la Plafhc, en un acto reciente. 

Por si fuera poco, el grado de tensión de la lucha ha aumentado considerablemente conforme ha ido pasando la semana. Este mismo viernes, la Plafhc de Madrid, que está en contra de Cortés, ha denunciado que éste habría agredido “tanto física como verbalmente a compañeros del colectivo”, así como que es autor de declaraciones calumniosas e injuriosas, tanto en los medios de comunicación, como en las redes sociales.  Asimismo, ha rechazado todas las acusaciones vertidas esta misma semana por el presidente.

Marcha atrás de la carrera política de Cortés
Tentado por varias formaciones políticas dada la relevancia mediática que ha ido adquiriendo en los últimos meses, Mario Cortés aceptó ir con la el movimiento social y político Recortes Cero en su candidatura a las próximas elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid. Hasta esta misma semana, cuando se presentaba la lista, Cortés figuraba en el puesto 15 de la papeleta que se ha presentado como agrupación de electores. Sin embargo, el máximo responsable de la Plafhc ha reculado en el asunto, “forzado” por la situación. Según ha explicado, los abogados que le están asesorando en la batalla judicial emprendida contra los directivos que le quieren apear de la presidencia le han recomendado que no continúe con su participación política en Recortes Cero, algo a lo que ha accedido finalmente.                                                                                                                                                                                                        
Las dos asambleas y una solución en el aire
Por si fuera poco, el lío para los socios que están ajenos a la trifulca entre ambos bandos queda aún más patente este fin de semana, cuando cada parte ha convocado su particular asamblea general. Mario Cortés y quienes le apoyan han tenido cita este sábado, mientras Caballero y casi toda la directiva la celebran este domingo. El todavía presidente ha propuesto la constitución de una comisión gestora para encauzar la situación de la Plafhc. Por su parte, la asamblea del domingo contiene un punto mucho más que rotundo: votar la moción de censura contra el actual máximo responsable, así como la aprobación de las cuentas que el primero ha puesto en duda.

En todo caso, la resolución del conflicto no está clara, y menos que lo va a estar, teniendo en cuenta que el caso de las supuestas irregularidades contables ha entrado en los juzgados. Sin embargo, el único punto en el que ambos frentes coinciden es en señalar que la división de los órganos de poder de la Plafhc hace flaco favor a la representación de los miembros de ‘a pie’. “Los más perjudicados de todo esto son los afectados”, apunta Mario Cortés. “La lucha no ha terminado”, esgrime Damián Caballero. Partida en cuanto a posicionamientos (no hay más que ver las decenas de comentarios que inundan las cuentas de cada uno de los bandos en las redes sociales), la plataforma ahora necesita un ‘milagro’ para no hacerse añicos.
TODAS LAS CUENTAS DE LA PLAFHC





1 comentario:

Si nos han de robar, 
que sean otros y no los mismos de siempre

Si como votantes, no nos escuchan
como consumidores, lo harán
boicoetemos sus empresas.
Llevamos las de ganar. 

Como acabar con la ESTAFA de las ELÉCTRICAS... de una puta vez pasando de los Vendepatrias del Bipartidismo

Ante el robo continuo y escandaloso por parte de las eléctricas y sus abusos en el recibo de la luz
propongo... 
actuar todos unidos como consumidores
contratando TODOS 
o en su defecto una gran mayoría,
  otra compañia eléctrica que no sea ninguna de estas dos (ENDESA - IBERDROLA) y cambiarnos a otra cualquiera de las muchas ofertas que existen hoy en día.

De tal forma que no les quede otra a las grandes que plegarse a nuestras demandas de una tarifa más justa y mucho más barata
o atenerse a las consecuencias 
de seguir con su estafa.

En nuestra mano está que siga este robo o cortar por lo sano para que no nos sigan mangoneando

ARMAK de ODELOT

Canción del Indignado Global

(solo pá Mentes preclaras 

libres de Polvo y Cargas)

Si me han de matar que sea,
 un Trump que de frente va

  no un Obama traicionero, 

que me venga por detrás.


Éstos del bipartidismo, 

a nadie ya se la dan

Tanto monta, monta tanto,

ser sociata o liberal.


Que harto me tienen sus cuentos, 

de crisis y guerras sin más

Cuando no hay bandera que tape, 

la ansia de un criminal.


Daños colaterales son, 

inocentes masacrar

si lo hiciéramos con ellos, 

no habría ni una guerra más.


Por eso pasa que pasa, 

que nadie se alista ya

a no ser que la CIA pague,
 
como al ISIS del MOSAD


A mí, que nunca me busquen, 

ni me llamen pá luchar.

Que yo no mato por nadie. 

Yo mato por no matar.


La paz de los cementerios 

es la paz del capital

Si soy rojo es porque quiero, 

en vida, vivir en paz.


Hoy tan solo mata el hambre, 

del rico por tener más 

Con el cómplice silencio, 

de toítos los demás.


Que preferimos taparnos, 

los ojos pá no pensar

O mirar pá otro lado, 

pensando que el mal se irá.


Creer que lo que a otro pasa, 

no nos tiene que importar.

Cá palo aguante su vela, 

repetimos sin cesar.


Éste es el mantra egoísta 

que rula por la sociedad

como si lo que le pase a otro, 

no te pueda a tí pasar


Más todo, cuán boomerang vuelve, 

al sitio de donde partió

y tal vez ocupes mañana, 

el sitio que otro dejó.


Mil pobres ceban a un rico, 

otros mil le dan jornal,

y otros cuantos dan su vida 

porque todo siga igual. 


Que no me coman la oreja, 

que no me creo ya ná

de sus guerras, sus estafas, 

ni su calentamiento global


Tan solo vuestras mentiras, 

esconden una verdad

que unos pocos están arriba 

y abajo tós los demás.


Da igual que seas ateo, 

cristiano o musulmán.

Solo los elegidos, 

el paraíso verán.


Hay medios alternativos, 

amarillos muchos más.

Unos más rojos que otros. 

Los menos, de radikal.


Más todos tienen su cosa, 

y a todos hay que hojear

Que comparando se tiene 

opinión más general.


Qué de tó aprende uno. 

Nadie tiene la verdad.

Ser más papista que el Papa, 

no es garantía de ná.


Solo creo en lo que veo, 

díjome santo Tomás, 

que el que a ciegas se conduce, 

no para de tropezar.


Y al enemigo, ni agua, 

ni nunca contemporizar

No dudes, tarde o temprano, 

siempre te la jugará.


No hay que seguir a nadie 

y a todos hay que escuchar.

Si tu conciencia te guía, 

de nada te arrepentirás.


Dá gusto ver a los ricos, 

pegarse por serlo más

mientras en eso se hallen, 

quizás nos dejen en paz.


Si te crees o no sus mentiras, 

a ellos les dá igual.

Con tomarlas por veraces, 

les basta para actuar. 


Que no me cuenten más cuentos, 

que tós me los sé yo ya.

Se demoniza a cualquiera

que no se deje robar.



No basta con ser un santo, 

sino ser de"su santoral"

Como la cojan contigo, 

no te valdrá ni el rezar.


Pensamiento único llaman. 

Anteojeras pá no pensar

más que en la zanahoria. 

El palo irá por detrás.


Si no crees en lo dictado, 

anti-sistema serás

Y por mucho bien que hagas, 

te van a demonizar.


Que no me coman la oreja, 

que a mí, no me la dan.

Que me sé todos sus cuentos 

y también, cada final.


Si de cañon, quieren carne, 

pál matadero llevar

que busquen a otro tonto, 

que este tonto no va más



No se ha visto en tóa la historia, 

otra estafa sin igual.

Que la madre tóas las crisis, 

que creó el capital


Y cuando tan ricamente, 

uno estaba en su sofá

Relajado y a cubierto, 

de inclemencias y demás,


te cortan sin previo aviso

el grifo de tu maná. 


Y te dejan sin tus sueños,
 
sin trabajo y sin hogar


y pá colmo y regodeo 

de propios y extraños, van

y te dicen como aviso

que al rojo no hay que escuchar


que son peores que el lobo,

del cuento y mucho más

y que si vas y los votas

toíto te lo robarán.



Si como votantes, no nos escuchan

como consumidores lo harán.

Boicoetemos sus empresas

Llevamos las de ganar. 


Si no queda más remedio

que dejarnos de robar

que sea otro y no el de siempre

tal vez así, aprenderá


No hay pan pá tanto chorizo,

dicen, cuando lo que sobra es pan.

Lo que no hay es un par de huevos
 
pá que no nos choriceen más.


Resultado de imagen de eladio fernandez refugiados suecia

Ellos tienen de tó

los demás, cuasi-de-ná

mas ellos son cuatro mierdas

y nosotros sémos más.


La próxima revolución 

contra las corporaciones será

y si ésta no se gana 

no habrá ninguna ya más.

Quien sepa entender que entienda

lo que digo es pá mascar

despacio y con buena conciencia.

Mi tiempo no dá... pá más


Armak de Odelot


Dicen: 

No será televisada, 

la próxima revolución.

Más como nadie se fía 

de lo que se nos dice hoy en día,

pasamos los días enteros, 

tumbados en el sofá

delante la caja tonta,

 por no perder el momento
del pase de la procesión 
que tós llevamos por dentro