“La gran tragedia actual de Europa es que ningún país se atreve a desafiar a Alemania”
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- octubre 12º, 2017
El economista alemán Heiner Flassbeck visita Madrid y recibe a El Salto para hablar sobre el euro, el poder de Alemania y el futuro de Europa.
Heiner Flassbeck (1950) es un economista alemán que ha participado en diversas instituciones políticas, como el Ministerio Federal de Finanzas alemán, donde asesoró al entonces ministro de Hacienda, Oskar Lafontaine.
También ha sido jefe de Macroeconomía y Desarrollo de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) hasta que abandonó el cargo debido a su edad.
Es especialista en macroeconomía, teoría monetaria y Unión Europea.
Entre sus numerosas publicaciones destaca su obra conjunta con Costas Lapavitsas Contra la Troika, en donde analizan la crisis de la Eurozona y los efectos de la austeridad.
Visitó Madrid para participar en el encuentro Alemania y Europa en la encrucijada y recibe a El Salto.
Cuando se puso en marcha el euro, éste se presentó como un paso hacia una mayor integración europea, un instrumento para una mejor gobernanza económica y una receta para el crecimiento.
Quince años después, el proyecto europeo se ve cuestionado, los arreglos institucionales son cada vez más enmarañados y el crecimiento y el empleo parecen objetivos distantes.
¿Por qué el euro ha sido incapaz de estar a la altura de sus promesas? ¿Cuáles fueron los fallos en su diseño original?
El primer problema fue que el proyecto de la moneda única, tal como se concibió en el Tratado de Maastricht y en los tratados sucesivos, se basó en una doctrina errónea, el monetarismo.
Básicamente, el monetarismo venía a decir que si se erigían bancos centrales independientes para hacerse cargo de la gestión económica, todo tenía que salir bien.
Esta doctrina ha quedado completamente desacreditada y actualmente nadie, ni siquiera el BCE, se cree los postulados del monetarismo.
Sin embargo, el monetarismo constituyó el primer pilar del tratado de Maastricht.
Por otra parte, en una unión monetaria todos los países tienen que converger hacia unos objetivos comunes de inflación.
Así, el BCE fijó un objetivo de inflación, que había sido el objetivo de Alemania.
Grecia y España tendieron a situarse algo por encima de este objetivo, Francia convergió, pero, en cambio, Alemania se situó por debajo, tan por debajo que de hecho esto ocasionó el segundo problema de la Unión Económica y Monetaria (UEM).
En Alemania, el crecimiento de los salarios fue muy inferior al crecimiento de la productividad, tanto que la desviación por debajo de los objetivos de inflación fue muy superior a la desviación por arriba de países como Grecia y España.
Esto quiere decir que Alemania fue el primer infractor de las reglas implícitas de una unión monetaria.
Has afirmado que la política acometida por Alemania puede identificarse con la llamada política de “empobrecer al vecino”. ¿Podría explicar qué significa está expresión y por qué Alemania se embarcó en esta política?
La política de “empobrecer al vecino” también responde al nombre de “mercantilismo”. Es una política que consiste en exportar el desempleo, forzando en el país una brutal bajada de salarios, fomentando las exportaciones y contrayendo las importaciones a costa de los socios comerciales.
Originalmente, el gobierno alemán no adoptó esta política con la intención de “empobrecer al vecino”. La dura deflación salarial de principios del milenio era un intento de hacer que los salarios crecieran muy por debajo de la productividad para reestructurar la economía y hacerla más intensiva en trabajo.
Esto es una política errónea que no ha funcionado nunca.
Sin embargo, en una unión monetaria sí puede tener consecuencias sobre los socios europeos a través del efecto de “empobrecer al vecino”;
es decir, que las políticas de deflación salarial permitían ganar cuota de mercado a costa de unos socios que no podían devaluar su moneda.
Poco a poco, Alemania empezó a ver que podía seguir adelante con estas políticas de deflación salarial sin ser penalizada por ello. Y actualmente Alemania se niega a reconocer que su éxito está basado en políticas de “empobrecer al vecino”.
¿Es el modelo alemán exportable?
No, de ningún modo, porque un país sólo puede desviarse del objetivo de inflación a costa de los otros.
Si todos se desvían, la media no se altera. Podríamos decir que para que haya un virtuoso hace falta que al mismo tiempo existan muchos pecadores.
¿Podría evaluar brevemente el papel jugado durante la crisis por el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea (CE) y el Eurogrupo?
El papel que originalmente jugó el BCE fue nefasto.
Sus respuestas a las crisis de Grecia y de Chipre me parecieron completamente inadecuadas.
Imbuido de la doctrina monetarista, el BCE se negaba a aceptar que era el “prestamista de última instancia” de Grecia, de Chipre y de todos los países que componen la UME.
Bajo los auspicios de Alemania y Holanda, el BCE infligió un severo castigo a los países “infractores”, es decir, la periferia.
Estos eran los tiempos de neoliberalismo más duro, según el cual los mercados debían castigar a los países poco virtuosos: idea peligrosa a la par que estúpida.
Sin embargo, tengo que decir que a partir del verano de 2012, el BCE empezó a asumir sus responsabilidades como prestamista de última instancia y actualmente está asumiendo un papel muy constructivo.
Desgraciadamente, no puedo decir lo mismo del Eurogrupo. En lo que respecta a éste último, es desesperante ver cómo se sigue empecinado en las mismas políticas fracasadas de austeridad.
Se trata, una vez más, de la hegemonía alemana y holandesa.
Se pone como ejemplo de lo bien fundado de las políticas de austeridad, el caso de España, pero tengo serias dudas sobre los cálculos del gobierno español sobre la medición del PIB.
De hecho, he intercambiado opiniones con economistas españoles y creemos que cuantitativamente se ha tendido a sobrevalorar la recuperación económica.
Me resulta incomprensible que, habiéndose observado similares caídas del empleo en Grecia y en España, las cifras oficiales apunten a un descenso considerablemente mayor del PIB en Grecia que en España.
No puedo creerme que con índices de producción completamente planos, el PIB español suba sistemáticamente cada trimestre.
“Es desesperante ver cómo el Eurogrupo sigue empecinado en las mismas políticas fracasadas de austeridad”
Finalmente, el papel de la Comisión también fue nefasto, sobre todo en la era del expresidente de la CE José Manuel Durão Barroso, quien fue uno de los peores presidentes de la historia de la comisión.
Con Jean-Claude Juncker, algo cambió aunque no explícitamente. Oficialmente, el discurso de la austeridad no ha cambiado sustancialmente, pero sí se ha visto una corrección en el tono.
De hecho, si actualmente presenciamos una cierta recuperación económica en la UE es porque en los últimos tiempos no se han aplicado a rajatabla las políticas de austeridad.
En su obra habla de una “triada imposible”, es decir, la imposibilidad de reestructurar la deuda, abandonar la austeridad y mantenerse al mismo tiempo dentro del marco institucional de la UME.
¿Cuáles deberían ser las prioridades de un gobierno de izquierdas que se enfrentase a la “triada imposible?
Una cosa que hay que tener muy clara es que en un área económica, como la UEM, por ejemplo, no todos los sectores ni todos los países pueden ser ahorradores netos al mismo tiempo
. Es decir, si algún sector o país tiene un exceso de ahorro, otro sector o país tendrá que tener un exceso de inversión.
Esto es una simple identidad contable. Sin embargo, las políticas de la UE apuntan a una imposibilidad lógica: que todos los países aspiren a ser ahorradores netos.
Los países sometidos a curas de austeridad tienen que reagrupar fuerzas y plantarse, subrayando que no se les puede imponer políticas que son imposibles en la práctica y en la teoría.
Tengo ciertas esperanzas en la presidencia de Macron. Su discurso más reciente sobre la UE contenía apuntes interesantes, aunque me temo que al final se quedó corto.
Lo realmente relevante es que los países del sur, incluso los que ahora tienen superávit exterior, como España (aunque esto no es mérito propio, sino el resultado de la recesión), tienen que aglutinar fuerzas y responder a Alemania que persiste en imponer una política que no es que sea dura o injusta, sino que es sobre todo imposible.
Aunque ahora nadie se atreva a constatar públicamente lo obvio, las cosas imposibles no pueden realizarse, precisamente porque son imposibles. La gran tragedia actual de Europa es que ningún país se atreve a desafiar a Alemania.
¿Crees que el euro es reformable o, por el contrario, es un proyecto, condenado al fracaso?
Creo que aún quedan ciertas esperanzas. Un país en solitario no puede desafiar el dictado de Alemania, pero una coalición de países como Francia, España, Italia y Grecia sí rechazar la continuidad de las actuales políticas de austeridad.
Solo así el euro podría salvarse y es lo que está esperando Mario Draghi, a quien conozco bien porque fue mi homólogo en el Ministerio de Finanzas italiano cuando yo trabajé en el alemán.
Al menos él está diciendo que los salarios están muy deprimidos y que necesitamos una política fiscal diferente, sin culpar directamente a los alemanes está señalando correctamente el problema y creo que sería un aliado de la posible coalición antiauteridad.
¿Entonces piensa que sería factible el regreso a las monedas nacionales?
No puedo descartarlo, porque si lo descartas pierdes automáticamente. De hecho, eso fue lo que les pasó a los griegos. El gobierno griego querría cambiar las políticas de austeridad, pero al mismo tiempo rechazó categóricamente el abandono del euro. Por lo tanto, perdió, porque se privó del única arma que tenía, que era justamente la salida del euro.
Sólo con la salida del euro se puede amenazar a Alemania.
Si una coalición de países amenazara con salirse del euro, Alemania se quedaría sola. Bueno, quizá con la compañía de los holandeses, claro.
¿Si un país abandonase unilateralmente el euro, se precipitaría de cabeza a una profunda crisis?
En efecto, se encontraría en una situación muy difícil.
Lo he discutido mucho con mi colega Costas Lapavitsas.
Pero, he de decir que dejar el euro unilateralmente es una decisión costosa, porque la gente tendría miedo de sus ahorros (lo que es completamente comprensible), y podría generarse un pánico financiero en el país saliente.
Haría falta un referéndum nacional para apaciguar esos miedos, pero seguiría siendo una decisión muy difícil.
En relación con las últimas elecciones alemanas, ¿cuáles podrían ser las consecuencias económicas de estas?
¿Tendrán algún efecto en las políticas europeas actuales o las cosas seguirán más o menos igual?
Es una cuestión que aún está muy abierta.
Parece ser que se va intentar poner en pie una coalición Jamaica: verde (por los verdes), amarilla (por los liberales) y negra (por los democratacristianos).
Pero no sé si esta coalición va a funcionar porque las contradicciones entre verdes y liberales son enormes.
Por lo que no es descartable que al final Angela Merkel vuelva a pedir el apoyo de los socialdemócratas para que todo siga siendo más o menos igual. Aunque no va a serlo, puesto que la presencia en el parlamento de una derecha como la de Alternativa para Alemania [AfD por sus siglas en alemán] hace que redoble la presión en favor de políticas más derechistas.
De hecho, ya se está viendo tensiones entre la CDU y sus aliados socialcristianos (CSU), que temen perder su hegemonía en Baviera ante las elecciones regionales del próximo año.
Por tanto, una CSU en pánico presionará por políticas más derechistas, a lo que se unirían los liberales que son también conservadores.
Hasta dónde estarán dispuestos a ceder los verdes ante estas presiones neoliberales es una cuestión aún abierta.
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