Trump declarará el estado de emergencia en EE.UU. por la epidemia del abuso de opioides
Las drogas masacran a EEUU: más muertes por sobredosis en 2016 que en toda la guerra de Vietnam
Los monopolios famacéuticos provocan una grave epidemia de opio en Estados Unidos
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- octubre 19º, 2017
Donald Trump no estaba equivocado. El presidente habló de la influencia de la industria farmacéutica en el Congreso.
“Les dan muchísimo dinero a los políticos. No lo sé, Mitch, quizás incluso a ti”Horas después, su elegido para convertirse en “zar de las drogas”, la persona a cargo de la oficina de control de estas sustancias, Tom Marino, retiraraba su postulación, precisamente por su papel en la aprobación de una ley que limita la capacidad de la DEA de perseguir a las distribuidoras farmacéuticas que alimentan la epidemia de opiáceos en Estados Unidos.
Trump tenía razón en las dos cosas.
La industria farmacéutica invierte más que ninguna otra industria en influenciar políticos. En la última década, las empresas farmacéuticas han desembolsado más de 2.100 millones de euros para influenciar y ejercer presión en miembros del Congreso.
Cientos de miles de euros han ido al bolsillo de McConnell, aunque no es el único beneficiado.
En Estados Unidos, nueve de cada diez diputados y todos los senadores menos tres han recibido aportes de campaña de empresas farmacéuticas que buscan influenciar la legislación para controlar desde el precio de los medicamentos hasta la forma en que se aprueban nuevas drogas.
El nominado por Trump como zar antidrogas, el diputado Tom Marino, se vio obligado a retirar su postulación después de que se conociera un informe realizado por el Washington Post y el programa 60 Minutos, de la cadena CBS, que remarcaba su papel en la aprobación de una ley que recortaba la capacidad de la DEA de perseguir a las distribuidoras farmacéuticas y las farmacias que venden los analgésicos opioides que constituyen el núcleo de una epidemia que se cobra más de 100 vidas cada día.
La nominación de Marino a encabezar la agencia federal que se supone que tiene que luchar contra la crisis opioide se cayó cuando se supo que había aceptado importantes donaciones de las mismas empresas que iba a tener que controlar.
Los políticos y miembros de grupos de presión (lobbies) del Capitolio reciben cada año cientos de millones de euros por redactar leyes y normativas que permitan que las empresas farmacéuticas obtengan cada vez más beneficios.
La industria farmacéutica, que tiene dos cabilderos por cada miembro del Congreso, pagó 128 millones de euros en 2016 por influenciar legislación, según el Centro para una Política Reactiva.
El año pasado, las empresas farmacéuticas también contribuyeron directamente con casi 17 millones de euros a distintas campañas políticas. El 60% del dinero llegó a manos republicanas.
Paul Ryan, portavoz del Congreso, fue el que más dinero recibió, con un total de donaciones de la industria farmacéutica de 193.224 euros.
Cuando habló de pie junto a McConnell, Trump dio rienda suelta a sus críticas a una industria farmacéutica que “siempre se van de rositas”, cobrando precios más altos en Estados Unidos que en cualquier otro país.
Esto es el resultado de una ley de 2003, que en la práctica fue redactada por la propia industria, que impide al gobierno federal pedir presupuestos por la fabricación de drogas y aparatos médicos, un proceso que sí se realiza en otras áreas, como en el gasto de Defensa.
En cambio, las empresas farmacéuticas pueden cobrar lo que quieran por las drogas que le venden a los programas públicos como Medicare y Medicaid, y al gobierno federal no le queda otra opción que pagar.
A su vez, las empresas farmacéuticas dicen que permitir la entrada de drogas importadas podría poner en peligro la calidad y la seguridad de los medicamentos en Estados Unidos.
Pero ese argumento empalideció a la vista de la subida en los precios de los medicamentos. Los intentos de algunos diputados de aprobar leyes que bajarían el precio de los medicamentos recetados o que le permitirían a la población comprarlos en Canadá, donde suelen ser más baratos, han fracasado.
Y mientras la presión de la industria ha logrado leyes a su medida, también ha tenido un papel importantísimo en la epidemia de opioides, cuyas muertes se han cuadruplicado entre 1999 y 2015.
La industria farmacéutica ha puesto todos sus recursos en culpar a los millones que se vuelven adictos, en vez de en el hecho de que estos poderosos analgésicos se recetan de manera indiscriminada.
La industria farmacéutica ha puesto todos sus recursos en culpar a los millones que se vuelven adictos, en vez de en el hecho de que estos poderosos analgésicos se recetan de manera indiscriminada.
Diputados en lucha contra el abuso farmacológico
Un grupo relativamente pequeño de diputados ha luchado contra la epidemia desde varios años antes de que se convirtiera en una cuestión política, y han luchado por aprobar leyes para controlarla.
Los diputados Hal Rogers y Mary Bono han visto cómo sus esfuerzos por aprobar leyes que controlaban la prescripción de analgésicos han fracasado gracias a la acción conjunta de los fabricantes de medicamentos.
En 2010, Rogers y Bono fundaron la Liga Legislativa sobre el Abuso de Prescripción de Medicamentos y durante años propusieron varios proyectos de ley.
Bono, que supo de la epidemia de opioides cuando Chesare, su hijo con el fallecido cantante Sonny Bono, se volvió adicto, afirmó que las empresas que se benefician de la epidemia llevan a cabo una falsa pero efectiva campaña para hacer ver cualquier intento de controlar la prescripción masiva de analgésicos como un intento de privar a millones de personas de su derecho a tener tratamiento legítimo contra el dolor crónico.
“La industria nos lo está poniendo muy difícil. La presión que ejercen es mucha y muy bien organizada”, aseguró. “Claro que la sentimos, a veces indirectamente. No teníamos muchas personas de nuestro lado para ayudarnos”.
Parte de la presión la ejercían grupos financiados por la industria farmacéutica, como el Foro para el Tratamiento del Dolor, que en la última década invirtió 625 millones de euros en presionar a Washington y a las asambleas legislativas de cada estado para evitar que se aprueben leyes que controlen la prescripción de opioides y temas similares.
Uno de los políticos que recibió contribuciones de este grupo fue el senador Orrin Hatch, que se llevó más de 300.000 euros.
El senador presentó un proyecto de ley que buscaba desviar un proyecto de Rogers y Bono que proponía un estudio federal sobre el tratamiento contra el dolor. Hatch, que en 2018 se presentará otra vez como candidato a senador aunque había dicho que no lo haría, es el político que más donaciones ha recibido de la industria farmacéutica en lo que va del año, con 176.000 euros.
Bono aseguró que la Asociación Médica Estadounidense jugó un importante papel en parar otra ley, la llamada ley Ryan Creedon, que buscaba obligar a médicos a recibir formación específica sobre los riesgos de los opioides. La Asociación dijo que sería una carga muy grande para los profesionales.
Las farmacéuticas financian campañas electorales
Las empresas farmacéuticas aportaron más de 169.000 euros a la campaña de Jason Chaffetz (que dejó el Congreso recientemente), convirtiéndose en los donantes más importantes de su campaña por la re-elección.
Chaffetz, como miembro de la junta del comité de supervisión y reforma gubernamental, lideró los esfuerzos contra los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades que buscaban reducir la prescripción de opioides recomendando a los médicos que primero ofrecieran tratamientos alternativos contra el dolor crónico.
La industria sanitaria en completo ejerció presión y tuvo un impacto importante en la redacción de la Ley de Cuidado de Salud Asequible de Barack Obama, conocida como Obamacare.
El presidente del comité que redactó esta ley, el senador Max Baucus, fue en ese momento el político que más donaciones recibió de la industria de la salud, con 1,3 millones de euros destinados a su fundación política durante el año anterior.
Baucus logró que el comité votara por dejar fuera de la ley a las aseguradoras públicas, algo que las aseguradoras privadas veían como una amenaza a sus beneficios.
Baucus era conocido dentro de la industria de la salud por sus fines de semana de golf y sus viajes de pesca a su estado natal de Montana, a los que los cabilderos pagaban por asistir.
Otros miembros del comité también recibieron cientos de miles de euros, incluido el senador Pat Roberts, quien en un momento intento retener el borrador de la ley argumentando que los cabilderos necesitaban tres días para analizarlo.
La mayor parte de la redacción de la ley Obamacare fue realizada por el ex vicepresidente de una gran empresa de seguro médico, Wellpoint.
En su ataque al dinero de las empresas farmacéuticas en la política estadounidense, Trump olvidó mencionar que estas mismas empresas fueron unos de los principales donantes de su investidura, junto con empresas petroleras y tabacaleras. Pfizer, fabricante de Viagra, fue el mayor donante farmacéutico, aportando 844.000 euros.
Un grupo relativamente pequeño de diputados ha luchado contra la epidemia desde varios años antes de que se convirtiera en una cuestión política, y han luchado por aprobar leyes para controlarla.
Los diputados Hal Rogers y Mary Bono han visto cómo sus esfuerzos por aprobar leyes que controlaban la prescripción de analgésicos han fracasado gracias a la acción conjunta de los fabricantes de medicamentos.
En 2010, Rogers y Bono fundaron la Liga Legislativa sobre el Abuso de Prescripción de Medicamentos y durante años propusieron varios proyectos de ley.
Bono, que supo de la epidemia de opioides cuando Chesare, su hijo con el fallecido cantante Sonny Bono, se volvió adicto, afirmó que las empresas que se benefician de la epidemia llevan a cabo una falsa pero efectiva campaña para hacer ver cualquier intento de controlar la prescripción masiva de analgésicos como un intento de privar a millones de personas de su derecho a tener tratamiento legítimo contra el dolor crónico.
“La industria nos lo está poniendo muy difícil. La presión que ejercen es mucha y muy bien organizada”, aseguró. “Claro que la sentimos, a veces indirectamente. No teníamos muchas personas de nuestro lado para ayudarnos”.
Parte de la presión la ejercían grupos financiados por la industria farmacéutica, como el Foro para el Tratamiento del Dolor, que en la última década invirtió 625 millones de euros en presionar a Washington y a las asambleas legislativas de cada estado para evitar que se aprueben leyes que controlen la prescripción de opioides y temas similares.
Uno de los políticos que recibió contribuciones de este grupo fue el senador Orrin Hatch, que se llevó más de 300.000 euros.
El senador presentó un proyecto de ley que buscaba desviar un proyecto de Rogers y Bono que proponía un estudio federal sobre el tratamiento contra el dolor. Hatch, que en 2018 se presentará otra vez como candidato a senador aunque había dicho que no lo haría, es el político que más donaciones ha recibido de la industria farmacéutica en lo que va del año, con 176.000 euros.
Bono aseguró que la Asociación Médica Estadounidense jugó un importante papel en parar otra ley, la llamada ley Ryan Creedon, que buscaba obligar a médicos a recibir formación específica sobre los riesgos de los opioides. La Asociación dijo que sería una carga muy grande para los profesionales.
Las farmacéuticas financian campañas electorales
Las empresas farmacéuticas aportaron más de 169.000 euros a la campaña de Jason Chaffetz (que dejó el Congreso recientemente), convirtiéndose en los donantes más importantes de su campaña por la re-elección.
Chaffetz, como miembro de la junta del comité de supervisión y reforma gubernamental, lideró los esfuerzos contra los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades que buscaban reducir la prescripción de opioides recomendando a los médicos que primero ofrecieran tratamientos alternativos contra el dolor crónico.
La industria sanitaria en completo ejerció presión y tuvo un impacto importante en la redacción de la Ley de Cuidado de Salud Asequible de Barack Obama, conocida como Obamacare.
El presidente del comité que redactó esta ley, el senador Max Baucus, fue en ese momento el político que más donaciones recibió de la industria de la salud, con 1,3 millones de euros destinados a su fundación política durante el año anterior.
Baucus logró que el comité votara por dejar fuera de la ley a las aseguradoras públicas, algo que las aseguradoras privadas veían como una amenaza a sus beneficios.
Baucus era conocido dentro de la industria de la salud por sus fines de semana de golf y sus viajes de pesca a su estado natal de Montana, a los que los cabilderos pagaban por asistir.
Otros miembros del comité también recibieron cientos de miles de euros, incluido el senador Pat Roberts, quien en un momento intento retener el borrador de la ley argumentando que los cabilderos necesitaban tres días para analizarlo.
La mayor parte de la redacción de la ley Obamacare fue realizada por el ex vicepresidente de una gran empresa de seguro médico, Wellpoint.
En su ataque al dinero de las empresas farmacéuticas en la política estadounidense, Trump olvidó mencionar que estas mismas empresas fueron unos de los principales donantes de su investidura, junto con empresas petroleras y tabacaleras. Pfizer, fabricante de Viagra, fue el mayor donante farmacéutico, aportando 844.000 euros.
Las drogas masacran a EEUU: más muertes por sobredosis en 2016 que en toda la guerra de Vietnam
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- octubre 18º, 2017
La crisis de los opiáceos en Estados Unidos parece no tener fin. De hecho, cada vez se agrava más. Las cifras de 2016 son escalofriantes: murieron más estadounidenses por sobredosis de drogas en un sólo año que en toda la guerra de Vietnam.
Casi tres cuartas partes de estos 64.070 fallecidos murieron a causa de los opiáceos.
En un informe del Police Executive Research Forum se recoge que la cifra de decesos por sobredosis en 2016 es un 21% superior a la del año previo, y casi duplican el número de muertos por accidentes de tráfico.
Los mayores ascensos se registraron en Delaware (71%), Marylenad (67%) y Florida (55%), mientras que sólo se han señalado caídas en los estados de Nebraska (-8%), Washington (-3%) y Wyoming (-3%).
Un total de 15.466 personas murieron por sobredosis de heroína en 2016, mientras que los fallecidos por exceso de consumo de fentanilo u otras sustancias opiáceas sintéticas ascendieron a 20.145, mientras que las naturales y semi-sintéticas se cifraron en 14.427.
Las sobredosis se han convertido en la principal causa de muerte para los estadounidenses menores de 50 años.
Así, entre los años 2000 y 2015, más de medio millón de estadounidenses han fallecido a causa de la sobredosis, y más de un centenar de ellos mueren cada día por consumo excesivo de opiáceos.
A nivel policial, el estudio advierte de que cada vez es más complicado perseguir el consumo de opiáceos, ya que a menudo se adquieren por Internet y llegan desde China.
A ello se suma que su venta es más rentable para los traficantes que las de otras sustancias.
Además del hecho de ser considerado una emergencia sanitaria nacional, la crisis de los opiáceos se ha convertido en un grave problema económico.
Alan Krueger, economista de la Universidad de Princeton, señaló en un estudio hace unas semanas que "a pesar del masivo incremento de la prescripción de opiáceos en la década de los 2000, no hay pruebas de que la incidencia del dolor haya menguado" y que resolver el problema "podría ayudar a apoyar los esfuerzos para aumentar la participación en la fuerza de trabajo y prevenir que caiga aún más".
El origen de la crisis
La crisis tiene sus raíces en la sobreprescripción de analgésicos opiáceos, la afluencia de heroína barata y la aparición del fentanilo.
Comienza exactamente en la década de 1990, cuando la industria farmacéutica empezó a comercializar medicamentos como OxyContin, un opiáceo que satisfacía al paciente mediante la eliminación del dolor.
Debido a su éxito, a partir de ese momento aumentó considerablemente la producción de narcóticos farmacéuticos.
De este modo, el país se 'inundó' de opioides recetados y, durante la siguiente década, un gran número de personas creció adicto a las drogas.
Al mismo tiempo, el mercado de la heroína estaba cambiando.
El precio se desplomó.
Las redes de distribución de drogas falsificaron productos farmacéuticos y los comercializaron en zonas suburbanas y rurales.
Posteriormente, en 2014, el fentanilo comenzó a recetarse como fármaco en grandes cantidades, lo que también agravó la crisis.
Trump declarará el estado de emergencia en EE.UU. por la epidemia del abuso de opioides
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- noviembre 14º, 2016
El presidente de EE.UU., Donald Trump, ha asegurado este jueves que "prepara los documentos" para declarar oficialmente el estado de emergencia en su país, producto del abuso de opioides en el territorio estadounidense, informa la agencia RIA Novosti.
Este tipo de sustancias se consumen como analgésicos. El estado oficial de emergencia permitirá a las ciudades y estados afectados recibir la ayuda financiera de los fondos federales. Además, una serie de requerimientos respecto a la regulación del mercado de opioides podrán ser anulados o endurecidos.
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