Resistencia a los antibióticos, la oculta responsabilidad de las grandes farmacéuticas
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- septiembre 9º, 2017
Está en el origen, anualmente, de 25.000 muertes en la UE (en 2050, si no se adoptan medidas, podría causar más fallecimientos que el cáncer) y 1.500 millones de euros en pérdidas económicas.
La Comisión Europea anunció el pasado 29 de junio un plan para afrontar la resistencia a los antibióticos.
Entre los factores que explican el incremento de esta resistencia a los antimicrobianos, la institución comunitaria cita
su uso “excesivo” e “inadecuado” en la medicina,
su “abuso” en la veterinaria,
las deficientes condiciones higiénicas en centros sanitarios o en la cadena alimentaria y la falta de sensibilización suficiente entre las poblaciones.
De hecho, según el Eurobarómetro de junio de 2016, más de la mitad de los europeos (57%) desconocen que los antibióticos no son eficaces contra los virus; y un 44% no saben que carecen de efecto frente a la gripe y los resfriados.
Esta resistencia de los microorganismos a un fármaco que, teóricamente, debería destruirlos, es un fenómeno que ocurre hasta cierto punto de modo natural;
cuestión diferente son las disfunciones que generan factores como el uso y la comercialización masiva señalados por la UE.
Asimismo la Comisión Europea constata, durante los últimos años, el aumento de las infecciones que presentan resistencias a la politerapia y los tratamientos de último recurso; menciona como ejemplo los carbapenémicos (antibióticos para el tratamiento de la neumonía), cuya tasa de resistencia pasó del 6,2% en 2012 al 8,1% en 2015.
Pero el problema trasciende el territorio europeo.
Cerca de 700.000 personas fallecen cada año en todo el mundo por infecciones resistentes a los antibióticos.
En el estado español, el pasado 30 de marzo el Ministerio de Sanidad suspendió la autorización para comercializar 17 medicamentos, tras la recomendación de la EMA (Agencia Europea de Medicamentos).
Entre los productos retirados del mercado figuraban el “Tadalafilo”, de la empresa Aurovitas; y tanto el “Amlodipino/Valsartán” como el “Naproxeno”, de la compañía Aurobindo.
En abril de 2014 el grupo farmacéutico indio Aurobindo adquirió la compañía Actavis Spain, que tomó entonces la denominación Aurovitas.
Según su página Web, esta empresa farmacéutica comercializa en el mercado español marcas y genéricos para el tratamiento del sistema nervioso central, digestivo y cardiovascular, entre otros.
En los discursos, campañas e iniciativas institucionales suele omitirse la responsabilidad de la industria farmacéutica.
“Aurobindo contamina”;
“Aurobindo responde: la resistencia a los antibióticos no espera”;
“Aurobindo dispara la resistencia a los antibióticos”.
Los carteles de protesta aparecieron en la sede de la mencionada empresa en Madrid, a primeros de abril; la acción pretendía denunciar las responsabilidades de la industria farmacéutica y, en concreto, de este grupo empresarial indio.
En un comunicado que explicaba el acto reivindicativo, Ecologistas en Acción apuntó a esta compañía, con sede en la ciudad india de Hyderabad, como “la más contaminante” por el historial de vertidos que registran sus factorías en este país.
Para la elaboración de antibióticos, Aurobindo importa materias primas de factorías –contaminantes- radicadas por ejemplo en China.
Además, se la considera “muy bien relacionada” con gigantes estadounidenses de la industria farmacéutica, como Mckesson y CVS Health, y cuenta con una densa red de filiales –como Aurovitas- para su acceso a Europa.
El factor de la contaminación industrial se revela capital, según el documento “Resistencia a los antibióticos: Cómo la contaminación de las fábricas de medicamentos en India y China está disparando la aparición de las superbacterias”, realizado por Changing Markets y Ecostorm, difundido en España por Ecologistas en Acción en abril de 2017.
El informe explica que el volumen enorme de antibióticos que arrojan las fábricas con sus vertidos, añadidos a la escorrentía que proviene de los residuos generados por granjas y residuos humanos, llegan a los ríos y plantas de depuración; esto supone “un excelente caldo de cultivo para las bacterias resistentes a los antibióticos”.
Las Enfermedades Infecciosas en la actualidad son culpables de millones de muertes anualmente y la diseminación de cepas resistentes de bacterias tales como Stafilocco aureus Multiresistente y la Micobacteria Tuberculosa están presentando serios problemas de tratamiento.
Pero en la época del comercio transoceánico y los viajes a escala global, la cuestión trasciende a los dos gigantes asiáticos:
“Una vez creadas las superbacterias, pueden expandirse rápidamente por el planeta”.
Ello no obsta para que en India puedan constatarse de manera singular algunos de los impactos. Así, estudios citados por Changing Markets y Ecostorm apuntan que cerca de 60.000 recién nacidos fallecen anualmente en India por el efecto de las bacterias resistentes a los antibióticos “de primera línea”.
Además, el informe “Estado de los antibióticos en el mundo” (2015), del Center for Disease Dynamics, Economics and Policy (CDDEP) pone de manifiesto casos de patógenos como el “Klebsiella pneumoniae”, que puede provocar neumonía, meningitis o infecciones en la sangre; es uno de los numerosos patógenos cuya tasa de resistencia a los fármacos ha aumentado en India, al pasar del 29% en 2008 al 57% en 2014.
Los carteles contra la actividad de Aurobindo son la síntesis de diferentes informes e investigaciones.
Entre otras, la realizada en junio de 2016 por la agencia de investigación periodística Ecostorm, con la supervisión de la Universidad de Cambridge.
¿Con qué resultados?
Del análisis de las tomas de agua, se desprende unos “altos niveles” de bacterias resistentes a los medicamentos en las fábricas de antibióticos de Hyderabad, Nueva Delhi y Chennai, en India.
De los 34 lugares analizados, en 16 se hallaron bacterias resistentes a los antibióticos; llama la atención la existencia de cuatro puntos, en los que pudo constatarse la resistencia a los tres principales antibióticos: cefalosporinas, carbapenemos y fluoroquinolonas. El informe de Ecostorm cita nombres de concretos de compañías.
Entre las fábricas analizadas, figuran tres propiedad de las compañías indias Aurobindo, que emplea a 15.000 personas en 30 países y ha incrementado sus beneficios un 800% en la última década; Orchid Chemicals, que ha firmado acuerdos con empresas de 70 países; y la empresa Asiatic Drugs and Pharmaceuticals, ubicada al suroeste de Nueva Delhi y especializada en la producción de sustancias farmacéuticas activas (APIs ); tras la investigación sobre el terreno, el informe las califica como “focos de resistencia”.
Los antibióticos producidos por estas empresas se exportan directa o indirectamente a la Unión Europea (Gran Bretaña, Francia o Alemania) y Estados Unidos.
Otra circunstancia de interés es que el 50% del consumo total de antibióticos se concentra en la cría de animales para la alimentación.
Sin necesidad de que haya contraído enfermedades, se utilizan para que el ganado crezca de modo acelerado.
Aunque no ocurre así en la UE, que prohibió el uso de los antiinfecciosos como suplemento alimenticio para animales en 2006, recuerda el informe difundido por Ecologistas en Acción.
En el ámbito europeo se han venido utilizando, en la ganadería intensiva, como mecanismo preventivo.
En India los antimicrobianos se utilizan sin limitaciones, al igual que en otros países, en las granjas intensivas.
Así, el CDDEP apunta que en pollos y aves de corral del país asiático se ha detectado una tasa de resistencia a la sulfadiacina del 100% (se trata de un antibiótico que la Organización Mundial de la Salud considera esencial para el ser humano).
Mientras esto ocurre, las fábricas de antibióticos en India continúan campando a sus anchas.
La investigación de Changing Markets y Ecostorm se hace eco de estudios académicos que revelan cómo las concentraciones de antimicrobianos en el entorno de la ciudad de Hyderabad (donde se ubican la mayor parte de fábricas de medicamentos de India) y el río Musi, que la recorre, es mil veces superior a las que se hallan habitualmente en ríos de países del Norte; las muestras tomadas en río por los investigadores permitía observar “la espuma de los efluentes en la superficie”.
El informe se refiere asimismo al complejo industrial Patancheru Bollaram, en la periferia de Hyderabad, que se halla en estado “crítico” por la contaminación.
Un estudio de 2014 centrado en el lago Kazipally, próximo a Patancheru, reveló que por razones como los vertidos de las farmacéuticas los genes resistentes son hasta 7.000 veces superiores a los de un lago de Suecia.
En China un estudio de Yezli y otros autores de 2012, del que se hacen eco Changing Markets y Ecostorm, ya apuntaba la tendencia creciente a la resistencia a los antimicrobianos: un aumento, como media, del 22% en seis años, mientras que en un periodo de tiempo equivalente el incremento en Estados Unidos se situó en el 6%.
Los investigadores atribuyen el crecimiento al uso “incorrecto” de los antibióticos, así como a los ingresos que supone la venta de medicamentos para los hospitales en la potencia oriental; pero también al desarrollo de la cría intensiva de la ganadería y al impacto sobre el medio ambiente de las farmacéuticas.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
La aparición de genes como DM1 han generado resistencia a antibióticos tan complejos y potentes como el Carbapenem utilizado para atacar cepas multirresistente de gérmenes Gram negativos hasta el hasta el punto de aparecer en la Escherichia Coli por lo que el efecto sobre la salud global podría llegar a ser catastrófico.
El desarrollo de bacterias resistentes a todas las drogas es un resultado inevitable de la selección natural pero también del uso imprudente de fármacos consecuencia de la prescripción ultraliberal de antibióticos no bien indicados, del autotratamiento y de algo menos conocido que es el cese prematuro del tratamiento.
Entre todos han contribuido a alimentar esta resistencia múltiple.
Por si fuera poco la enorme cantidad de fármacos antimicrobianos utilizados de rutina en la agricultura industrializada agrava el problema. Junto a todo este panorama existe además una escasez de nuevos antibióticos en primera línea.
Es conocido que las grandes farmacéuticas prefieren dirigir sus esfuerzos investigadores hacia medicamentos más rentables económicamente como son aquellos que tratan procesos crónicos de larga duración.
La llegada hace algunos años de la era genética precipitó inmensos esfuerzos de las farmacéuticas en la investigación de nuevos productos, sin embargo a pesar de ello realmente no han aparecido nuevas clases de antibiótico, hasta el punto de que sido necesario recurrir a antibióticos que no eran tan eficaces en su momento para tratar nuevas cepas que se han hecho resistentes a los mejores antibióticos.
Tal es el ejemplo del uso de la Vancomicina para poder actuar sobre cepas de Staphylococcus resistentes a la Meticillina.
Claramente existe una necesidad para concertar una acción inmediata por parte de los gobiernos, de profesionales de la salud, de la industria y del público.
Sin ello tal como señala la doctora Margaret Chan Directora General de la OMS , el mundo va dirigido hacia una era post antibiótica en la cual muchas infecciones comunes no podrán ser curadas nunca más y una vez de nuevo, como en el pasado, los seres humanos afrontaremos la muerte sin poder luchar.
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