GRÁFICO | Así quedaría el Congreso con una ley electoral de circunscripción única
En el sistema electoral español cada circunscripción o provincia elige un determinado número de escaños, pero ¿qué pasaría si se repartieran los 350 escaños en una sola circunscripción?
El PP y el PSOE perderían 39 escaños, mientras Podemos, Ciudadanos e IU conseguirían 25 escaños más de los que han obtenido en cada una de las provincias
Se ha calculado el reparto de escaños con el sistema D´Hondt en una única circunscripción electoral. Quedaría así:
PP - 104
PSOE - 79
CIUDADANOS - 50
PODEMOS - 46
EN COMÚ - 13
IU - 13
PODEMOS COMPROMIS - 9
ERC - 8
DL - 8
EN MAREA - 5
PNV - 4
PACMA - 3
EH BILDU - 3
UPYD - 2
CC - 1
NÓS - 1
PSOE - 79
CIUDADANOS - 50
PODEMOS - 46
EN COMÚ - 13
IU - 13
PODEMOS COMPROMIS - 9
ERC - 8
DL - 8
EN MAREA - 5
PNV - 4
PACMA - 3
EH BILDU - 3
UPYD - 2
CC - 1
NÓS - 1
¿Cuáles son los partidos beneficiados y perjudicados por la ley electoral?
Se muestra la diferencia entre el porcentaje de escaños y el porcentaje de votos. Los partidos con diferencia positiva están beneficiados por el sistema electoral y las formaciones con diferencia negativa fueron perjudicados. Solo se han incluido formaciones que hayan conseguido, al menos, un 1% de los votos
Fuente: Ministerio del Interior | gráfico: Raúl Sánchez y Belén Picazo
¡Ley Electoral proporcional ya!
Antonio Murillo. Politólogo.
Llegaron, al fin, las elecciones: la “fiesta de la democracia”.
Y con ellas, todos los interrogantes sobre cómo funciona su ley electoral, y por qué no es una ley proporcional -como debería ser, tal como indica la Constitución-.
Dicha desproporcionalidad tiene varias perspectivas que vamos a ir analizando.
A saber:
Dicha desproporcionalidad tiene varias perspectivas que vamos a ir analizando.
A saber:
El tamaño de las circunscripciones.
Todas las circunscripciones desde las que se adjudican posteriormente los escaños, es decir, los diputados que ocuparan un sitio de los 350 a repartir en el Parlamento, tienen su base en la provincia.
Eso significa que votamos por una lista presentada por cada partido en cada provincia, y no directamente a los líderes que optan a la presidencia (a no ser que vivas en Madrid, donde suelen encabezar la papeleta de su partido).
Eso significa que votamos por una lista presentada por cada partido en cada provincia, y no directamente a los líderes que optan a la presidencia (a no ser que vivas en Madrid, donde suelen encabezar la papeleta de su partido).
El problema del reparto provincial de los escaños no sería muy grave si fuese proporcional a la población española.
El primer sesgo de desproporcionalidad viene del hecho de que todas las provincias parten de un mínimo de 2 escaños (como sería el caso de Soria).
El primer sesgo de desproporcionalidad viene del hecho de que todas las provincias parten de un mínimo de 2 escaños (como sería el caso de Soria).
La mayoría, de poca población, suelen tener 3, 4 o 5 escaños. Las grandes, como Madrid o Barcelona, tienen más de 30.
Ceuta y Melilla tienen uno cada uno.
De primeras, esto significa que el voto en Soria vale mucho más que el voto emitido en Madrid (hacen falta menos votos en Soria para conseguir un escaño que en Madrid). La diferencia es muy grande.
Ceuta y Melilla tienen uno cada uno.
De primeras, esto significa que el voto en Soria vale mucho más que el voto emitido en Madrid (hacen falta menos votos en Soria para conseguir un escaño que en Madrid). La diferencia es muy grande.
El planteamiento en el que se basa esto es de dar representación suficiente a todas las provincias. Pero, ¿qué se esconde realmente detrás de dicha manipulación?
En primer lugar, queen las provincias pequeñas –con pocos escaños- el reparto de escaño desde los votos tendrá un sesgo muy mayoritario.
Con “sesgo mayoritario” quiero decir que las alternativas reales de lograr algún diputado son complicadas, pues serán los dos primeros partidos políticos en número de votos los que ganen los escaños (dejando muy complicada la representación a miles de votos de terceras o cuartas fuerzas).
Esto contrasta bastante con lo que ocurre en las circunscripciones grandes de más de 20-30 escaños, donde al haber tantos escaños, todas las fuerzas políticas tienen posibilidad de alcanzar representación (de ahí que casi todos los líderes de los partidos estén en las listas de Madrid, donde se reparte 36 diputados).
Este sistema parte, además, de una lógica política de la Transición a la democracia muy interesada. Se pensaba que en las zonas rurales (de menor población, y por tanto, con menos escaños por provincia) se concentraría un voto conservador muy por encima del progresista(más aún del comunista).
El sesgo mayoritario adjudicaría en mayor medida la representación en el parlamento de corte moderada.
Por otro lado, el voto de izquierdas es más propio de las grandes ciudades, que al tener tantos escaños a repartir, la proporcionalidad reduciría el impacto del voto progresista, y daría, además, representación de los sectores más conservadores.
Como podéis observar, el régimen hizo bien sus deberes. No se esperaban que una fuerza como Podemos pudiera aspirar a ser la primera o la segunda fuerza en votos en 2015.
Esta desigualdad se corregiría rápidamente, ampliando la circunscripción electoral bien a nivel autonómico, o bien a nivel estatal (una única circunscripción).
En mi opinión, creo que tiene más sentido las circunscripciones a nivel autonómico, ya que no reducirían el carácter federal de nuestro sistema territorial en un país como el nuestro, plurinacional.
En mi opinión, creo que tiene más sentido las circunscripciones a nivel autonómico, ya que no reducirían el carácter federal de nuestro sistema territorial en un país como el nuestro, plurinacional.
E igualmente, por otro lado, todas las circunscripciones tendrían un número mayor de escaños a repartir proporcionalmente, evitando que muchas siglas políticas se quedaran en el camino –quitandole poder y privilegios al bipartidismo-.
Traducción de los votos en escaños.
El segundo sesgo que deja por los suelos el principio de proporcionalidad, es el famoso sistema D’Hondt, o la Ley D’Hondt.
Partimos de la idea de que el número de escaños se reparte en proporción a los votos que se han acumulado, ¿no?
Para empezar, aquellos partidos que no sobre pasen el umbral del 3% de votos en aquella circunscripción, no entrarán en el reparto de escaños (cosa que, en Madrid, puede suponer dejar fuera a un partido con miles de votos).
Para empezar, aquellos partidos que no sobre pasen el umbral del 3% de votos en aquella circunscripción, no entrarán en el reparto de escaños (cosa que, en Madrid, puede suponer dejar fuera a un partido con miles de votos).
Pero lo más grave es cómo se traducen los votos en escaño. Así sería el reparto en un hipotético caso de un distrito con 5 escaños a repartir entre 99.999 votos:
El resultado final es que el sistema sobrerrepresenta a las candidaturas más votadas y hunde a las que tienen menos votos.
¿Proporcional? Desde luego, no. ¿Existen alternativas? Obviamente, y mucho menos complicadas que esta.
¿Proporcional? Desde luego, no. ¿Existen alternativas? Obviamente, y mucho menos complicadas que esta.
La más destacada es la llamada Ley Hare, que resulta de dividir el número de votos válidos de unas elecciones entre el número de escaños en juego.
De esta manera determina la cuota de votos que se requieren para obtener un escaño. Es mucho más de sentido común, y el resultado es proporcional.
De esta manera determina la cuota de votos que se requieren para obtener un escaño. Es mucho más de sentido común, y el resultado es proporcional.
Si sumamos lo reducido de la mayor parte de las circunscripciones – o distritos- electorales (que teóricamente tienen ese sesgo conservador o moderado), con un reparto de escaños que favorece a las dos primeras fuerzas (y castiga a todas las demás) más de lo que proporcionalmente les corresponde… ¿Qué tenemos?
Pues una ley más que blinda el Régimen del 78, que supo construirse así mismo para evitar que fuerzas del cambio emergentes lograran acaparar el poder para democratizar las instituciones (una transición de verdad, vaya).
Ahora bien, estas jugarretas no siempre salen bien. ¿Qué puede ocurrir si mañana una fuerza como Podemos es la primera o la segunda fuerza más votada?
Algo que hace cuarenta años, desde luego, no entraba en sus planteamientos.
http://www.eldesperttador.org
La culpa no fue D´Hondt
El sistema electoral español es original. Muy original. Tanto, que llega a resultar “maquiavélico”, como muchas veces se le ha llamado (por ejemplo aquí, aquí o aquí)¹.
Una de las distorsiones más sonadas es el de la desproporcionalidad que genera a pesar de ser formalmente un sistema proporcional.
Es decir, el hecho de que la proporción de votos de cada partido no tenga un reflejo fiel en la proporción de escaños. En las recientes elecciones se ve claramente esta distorsión:
Como se observa, el PSOE y especialmente el PP han conseguido más escaños de los que le corresponderían por número de votos si la conversión de votos a escaños fuera absolutamente proporcional. Las diferencias son de 4 y 6,2 puntos porcentuales respectivamente.
Por el contrario, Podemos (-0,9), Ciudadanos (-2,5) e IU-UP (-3,1) han sido los más perjudicados. Para los partidos de ámbito no estatal la diferencia sin embargo es mínima: obtienen prácticamente la misma proporción de escaños que de votos.
Este patrón es el mismo que se viene dando desde 1977. Como se observa en la siguiente tabla, este sistema electoral sistemáticamente favorece a partidos de ámbito nacional con bastantes votos (ahora PP y PSOE y anteriormente a la UCD); perjudica a partidos de ámbito nacional con menos apoyos (históricamente PCE/IU, y ahora en gran medida a Ciudadanos y Podemos); pero es neutral a partidos nacionalistas o regionalistas concentrados en un territorio concreto (CiU, ERC, PNV, etc).
Es decir, la mayor penalización en términos de proporcionalidad siempre ha estado en terceros y cuartos partidos de ámbito estatal, especialmente porque tenían el voto más disperso y por debajo de aproximadamente 15%. Es por esto que perjudicó también a Alianza Popular en las dos primeras legislaturas.
En el caso de los partidos nacionalistas sin embargo la concentración del voto en determinadas provincias ha hecho que siempre obtuvieran aproximadamente los escaños que les correspondían por votos.
Todos los sistemas electorales generan desproporcionalidad (pero unos más que otros)
Es evidente que todos los sistemas electorales son instituciones redistributivas. No son neutrales y siempre benefician a unos partidos en detrimento a otros.
Por tanto, todos los sistemas electorales del mundo generan cierta desproporcionalidad y funcionan en parte como el Sheriff de Nottingham, robando a los (partidos) “pobres” para dárselo a los (partidos) “ricos”.
Sí, todos los sistemas electorales generan cierta desproporción. Eso es cierto. Pero unos más que otros.
Lo peculiar del caso español es que teniendo una fórmula de reparto básicamente proporcional, como es la fórmula D´Hondt, sus efectos sean en gran medida mayoritarios.
De hecho, cuando se comparan índices de desproporcionalidad, como por ejemplo el índice de Gallagher, el valor promedio de desproporcionalidad del sistema electoral español lo sitúan más cerca de sistemas con fórmulas de reparto mayoritarias que de fórmulas proporcionales².
Continuamente se acusa a la fórmula de reparto, la fórmula D´Hondt, de esta distorsión. Pero no. D´Hondt no es el culpable. Al menos no el principal culpable. Quizá con otras fórmulas como por ejemplo la fórmula Hare el efecto sería algo más proporcional, pero el problema fundamental no está en la fórmula.
El “culpable” como se mostrará a continuación es en mayor medida la magnitud del distrito, es decir, el tamaño de las circunscripciones.
La desproporción se debe al pequeño tamaño de las circunscripciones
Independientemente de la fórmula de reparto, en circunscripciones muy pequeñas es virtualmente imposible un reparto proporcional si hay más partidos en liza que escaños a repartir.
Esto es así tanto si la fórmula de reparto es D´Hondt como si los escaños se repartieran por una regla de 3 simple. Pensemos por ejemplo que si sólo hay 3 escaños a repartir y 4 partidos obtienen representación, por mucho que los porcentajes fueran parecidos, es evidente que uno de ellos jamás podrá conseguir representación.
Guadalajara ha sido ejemplo de ello. El domingo PP y PSOE obtuvieron cada uno un escaño de los tres en juego. Ciudadanos y Podemos consiguieron porcentajes muy similares (18.1 y 17.5, respectivamente), pero sólo uno de ellos, Ciudadanos, obtuvo representación allí.
De antemano se sabía que uno quedaría fuera, por más que las diferencias fueran mínimas: menos de 1000 votos. Lo mismo, pero al contrario, ocurrió en La Rioja.
De los cuatro escaños a elegir, dos fueron para el PP, uno para el PSOE y el tercero finalmente para Podemos. La diferencia entre ambos aquí también era muy reducida, no llegó a 1000 votos (27 941 Podemos, 26 719 Ciudadanos). Ejemplos parecidos se han repetido en las circunscripciones de menor tamaño.
En las circunscripciones grandes, sin embargo, D´Hondt no genera estas distorsiones. Como se observa en la tabla anterior, en Madrid y Barcelona las discrepancias entre el porcentaje de votos y escaños es mínima.
A medida se reduce el tamaño de la circunscripción, especialmente desde los nueve diputados, la proporcionalidad empieza a caer. Lo más importante para que te toque pastel no es el criterio de reparto sino cuántas porciones hay para repartir. Es decir, cuantos escaños hay en juego. Dejemos descansar tranquila a la madre de Victor D´Hondt.
Nota:
En este artículo nos hemos referido exclusivamente al sesgo de proporcionalidad, que evidentemente es diferente del otro problema, el del prorateo (“que todos los votos valgan lo mismo en todas partes”), y que se refiere a la relación entre el porcentaje de población y el de escaños en juego. Es importante distinguirlos bien. Al fin y al cabo, podrías tener distritos unipersonales de 180.000 habitantes en toda España y los votos valdrían lo mismo en todas partes pero la desproporcionalidad sería aún mayor.
¹: El origen del calificativo de “maquiavélico” para referirse al sistema electoral español fue pronunciado por primera vez por Alzaga, catedrático de Derecho Constitucional, diputado de UCD y además uno de quienes diseñaron el sistema electoral vigente.
Como él mismo reconoce en su Comentario sistemático a la Constitución, el encargo era formular una ley a través de la cual el Gobierno (de UCD) pudiese obtener mayoría absoluta a partir de una intención de voto de apenas un tercio.
²: Véase por ejemplo la Tabla 6. del Anexo II del Informe del Consejo de Estado sobre las propuestas de reforma electoral.
Origen: Politikon
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