ESTADOS UNIDOS: DE LA AUSTERIDAD A LA REVOLUCIÓN
Publicado: mayo 12, 2013 en Uncategorized“Los ricos se esforzarán para establecer su dominio y esclavizar al resto. Siempre lo han hecho. Siempre lo harán… Tendrán el mismo efecto aquí como en cualquier otro lugar, si no conseguimos [mediante el poder del] gobierno, mantenerlos dentro de sus propias esferas de actuación”
Governeur Morris, considerado como uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos, 1752 –1816.
“La historia registra que los cambistas han hecho uso de toda forma de abuso, intriga, engaño y todo medio violento a su alcance para mantener el control sobre los gobiernos controlando el dinero y su emisión”
James Madison, 4º presidente de los Estados Unidos, considerado uno de los Padres Fundadores de la nación.
“El Congreso debe tener el poder de acuñar moneda y regular el valor de la misma”
Constitución Americana, Artículo 1, sección 8, párrafo 5; Filadelfia, 1787.
Es posible que muy pocas personas conozcan la principal razón de la Revolución Americana que supuso la independencia de las 13 colonias de Norteamérica del Imperio Británico. Es lógico.
La mayor preocupación que tienen las personas que deciden la información que debemos recibir es la tergiversación, la manipulación y la ocultación de la historia en provecho propio.
Esta actuación provoca que nuestro conocimiento esté condicionado a los prejuicios e intereses de unos pocos.
Pocos, pero muy poderosos.
Después que este falso conocimiento aparezca en los grandes canales de información por ellos controlados, que se extienda de forma viral convirtiéndose en una verdad absoluta no entraña mayor dificultad.
Simplemente se deben controlar los canales primarios de comunicación.
Como verdad absoluta ha quedado que la Revolución se produjo por la negativa de las colonias británicas de Norteamérica a pagar impuestos.
Sabemos que para el actual pensamiento dominante la idea de la injusticia y el robo que supone el pago de impuestos – como idea simple sin entrar en su complejidad – es algo así como mentar al diablo.
La cosa no es tan simple.
Ese estallido revolucionario, simplemente fue un punto de no retorno producido por una grave crisis de austeridad que venían sufriendo las colonias americanas desde hacía una década.
Las colonias norteamericanas habían descubierto hacía tiempo el secreto del dinero: no importaba lo que respaldara el dinero sino quien controlaba su emisión y su cantidad.
Este mismo secreto también fue descubierto por la República Romana casi dos milenios atrás.
La República suministraba a sus ciudadanos un dinero barato y abundante acuñado en bronce y cobre.
Este dinero abundante evitaba que sufrieran una escasez del mismo y la economía pudiera gozar de una buena salud.
En otros lugares – como la Inglaterra del año 1100 – el gobierno simplemente recurrió a hacer su dinero legal para el pago de impuestos y deudas, aunque éste fueran palos de madera tallada.
Todo cambió en ambos lugares cuando se implantó el patrón oro. Cuando sólo podía pagarse en moneda de oro o respaldada por él.
Y el oro tiene el inconveniente de que es escaso y se encuentra en manos de unas pocas personas privadas que pueden controlar su valor.
Una de las características de estos sistemas monetarios es que el dinero era emitido por el propio gobierno sin deuda.
Este hecho supuso arrebatar el monopolio del dinero a los plutócratas – los muy ricos – que eran quienes poseían el oro.
Por tanto se lograba beneficiar con este sistema a las personas trabajadoras, no a los rentistas y usureros.
En las colonias británicas de Norteamérica la escasez de metales que sufrían evitó todo acercamiento al patrón oro.
En el uso del dinero éste podía tomar la forma de pieles, tabaco o, incluso, papel moneda.
Estas son las experiencias que trasladó uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos a sus compatriotas británicos en las distintas ocasiones que estuvo en Londres.
En palabras de Benjamin Franklin era “imposible encontrar una población más feliz y más prospera en toda la superficie del globo” que la que habitaba las colonias de Norteamérica.
Afirmaciones como ésta y las noticias que llegaban de esa prosperidad a Londres intrigaban a los funcionarios ingleses, que preguntaron a Franklin cuáles eran las razones a las que se debían tanta prosperidad en aquellas tierras.
Franklin les respondió “emitimos nuestro propio dinero. Se llama Colonial Scrip.
Lo emitimos en la proporción justa que demanda el comercio y la industria para que los productos circulen fácilmente desde los productores a los consumidores.
De esta manera, creando para nosotros nuestro propio dinero, controlamos su poder de compra, y no debemos pagarle interés a nadie”.
Él mismo Franklin era el encargado de emitir y controlar ese papel moneda.
Esta política de las colonias norteamericanas iba directamente en contra de los presupuestos de la política imperial británica fundada en unas colonias que sólo debían ser abastecedoras de materias primas baratas y receptoras de los productos manufacturados de Inglaterra.
E iba en contra de los intereses de los grandes financieros europeos que querían continuar controlando el monopolio de la emisión de moneda.
Este dinero que era, simplemente, un papel moneda, libre de deuda, impreso con la garantía del gobierno y sin respaldo de oro o plata hacía tambalear ambos monopolios.
Un dinero basado en la confianza y de una simpleza pasmosa proveía de prosperidad a las colonias.
Esta idea era terrible porque los grandes financieros perdían su control, el monopolio, su capacidad para someter a gobiernos y pueblos enteros y, enriquecerse con su trabajo.
Ante esta peligrosa idea, el Parlamento inglés decidió en 1764 que las colonias debían plegarse al patrón oro.
A partir de ese momento para comprar productos y pagar impuestos era necesario poseer oro.
En poco tiempo las colonias se quedaron sin sus reservas de oro, la población no podía comprar los productos ante la escasez de este metal.
El comercio se detuvo y las colonias entraron en una profunda depresión.
Ante las fatales consecuencias de la austeridad Franklin escribió “En un año, las condiciones fueron tan adversas que la era de la prosperidad terminó, y se instaló la depresión, de tal manera que las calles de las colonias está repletas de desempleados”.
Las colonias se encontraban estranguladas financieramente. El oro y la plata habían volado a los bolsillos de los grandes financieros europeos.
Esta época de crisis profunda, aumento de los gastos de guerra británicos y el expolio colonial llevaron a las 13 colonias a rebelarse contra el Imperio Británico.
Las negociaciones llevadas a cabo por Franklin fueron infructuosas.
Éste escribiría más tarde “Las colonias habrían aceptado gustosamente los pequeños impuestos sobre el té y otras materias primas si Inglaterra no hubiera extraído a las colonias su dinero, lo que creó desempleo e insatisfacción.
La imposibilidad para los colonos de recuperar el poder de emitir su propio dinero de forma permanente, lejos del control de Jorge III y los banqueros internacionales fue la razón fundamental de la guerra revolucionaria”.
Es el mismo Franklin quien niega la historia dominante.
Es él quien desmiente los actuales lugares comunes.
Con el tiempo la historia se olvida, o bien, se falsifica y maneja según los intereses de algunos.
Es importante adaptarla para que sustente ciertas ideologías fundamentadas en intereses y prejuicios.
La lucha contra las instituciones bancarias y los plutócratas siempre estuvo en la esencia de los revolucionarios norteamericanos.
Una lucha que no finalizó con la independencia sino que continuó y continúa en la historia de los Estados Unidos.
Thomas Jefferson escribió
“Creo sinceramente que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que los ejércitos en armas.
El poder de emisión debe ser rescatado de los bancos y restaurado a sus dueño legítimo, el pueblo”.
La lucha de Jefferson siempre estuvo dedicada a devolver la emisión de la moneda a su único poseedor en un régimen democrático de libertades: la soberanía popular.
Si esto no se conseguía se cernirían sobre la población de los Estados Unidos los males habituales provocados por los banqueros
“Si el pueblo americano permite alguna vez a los banqueros privados el control de la emisión de su moneda, primero por inflación, luego por deflación, los bancos y las corporaciones que crecerán a su alrededor privarán a la gente de todas sus propiedades hasta que un día sus hijos se despierten sin hogar en el continente que sus padres conquistaron”.
La lucha contra la imposición de un nuevo banco central privado controlado en su mayor parte por financieros internacionales llevó a la guerra contra Gran Bretaña de 1812–1814.
Siempre Jefferson lamentó la instauración del primer banco central de los Estados Unidos
“Aunque hemos tan ingenuamente permitido que el poder [de emitir nuestro propio dinero sin deuda] sea robado por individuos privados, creo que podemos recuperarlo…
A los estados se les debe pedir que transfieran el derecho de emitir dinero de papel al Congreso, a perpetuidad”.
O que se permitiera en la redacción de la Constitución que el Gobierno pudiera coger prestado a entidades o individuos privados, en lugar de continuar emitiendo su moneda libre de deuda
“Desearía que fuera posible obtener sólo una única enmienda a nuestra Constitución… Quitándole al gobierno federal el poder de coger prestado”.
La lucha contra los plutócratas continuó con Andrew Jackson al que intentaron asesinar. Continuó con Abraham Lincoln al que asesinaron.
Esta lucha fue retomada por James Garfield que fue asesinado y, finalmente, el último presidente de los Estados Unidos que se enfrentó a las corporaciones privadas que monopolizan la emisión del dinerofue John F. Kennedy que murió asesinado, también
¿Todos estos hechos pueden ser considerados casualidades?
Tal vez.
Pero todos estos presidentes intentaron devolver la soberanía nacional al pueblo.
Andrew Jackson tenía una opinión firmemente asentada de los banqueros internacionales presentes en el Segundo Banco de los Estados Unidos “Sois un nido de víboras, tengo la intención de arrancaros de nuestro país y por el Dios eterno juro que lo haré”.
Porque la razón de perseguir el banco privado y negarle el monopolio del dinero siempre fue la misma: salvaguardar la soberanía nacional y el bienestar de los ciudadanos.
“Es fácil imaginar que grandes males pueden venir a nuestro país y sus instituciones de tal concentración de poder en las manos de unos pocos [que son] irresponsables ante la gente…
¿No constituye un peligro para nuestra libertad e independencia el tener un banco que tiene tan poco en común con nuestra nación?
¿No representa el mismo una causa de temor al pensar en la pureza y la paz de nuestro proceso electoral y en la independencia de nuestro país en guerra?…
Al controlar nuestra moneda, al recibir nuestro dinero público, mantiene a miles de nuestros ciudadanos en un estado de dependencia…
Sería algo más temible y peligroso que el poder militar de un enemigo” Andrew Jackson, 7º presidente de los Estados Unidos, 1832.
Por tanto, en momentos como los actuales, debemos aprender mucho de una historia que se repite con tal asiduidad en la vida de los hombres.
Es demasiado malintencionado e interesado hablar de déficit o deuda pública.
De gasto público.
Cuando, en realidad, lo importante es centrarse en quién controla cuánto dinero tenemos y por qué. Y deberíamos saber que esas personas privadas que controlan el dinero, que lo manipulan y nos manipulan, sólo buscan inmolarnos en el altar de un beneficio para ellos aún mayor.
Sabemos que es una lucha, siempre ha sido así y siempre lo será. EEUU ganó a los financieros y al Imperio su Revolución, pero sólo fue temporal.
Desde entonces, esta batalla se continúa librando, una lucha ininterrumpida entre el despotismo y la libertad. La libertad contra el vasallaje.
Unas veces gana el pueblo, otras los déspotas.
Actualmente, los déspotas están venciendo. Europa, el BCE, estrangula a las naciones en beneficio de los intereses corporativos y financieros.
Somete a los gobiernos al haber perdido éstos el derecho y la obligación a emitir su propio dinero.
Hoy la soberanía del pueblo ha sido de nuevo subyugada.
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